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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 7 de junio de 2020

CHOLEÁNDONOS, MAÑOSEANDO TANTO


“No puedo respirar”. La frase dicha por un agobiado George Floyd destapó una caja de Pandora que abrió heridas raciales en la sociedad norteamericana. La rodilla del policía Derek Chauvin se convirtió en un símbolo de opresión alrededor del mundo, incluido en nuestro país. Pero aquí, en cierta manera, el suceso se ha visto mermado por el avance implacable de la pandemia que arrasa con mayor virulencia a las clases populares. Sin embargo, es esa sensación de racismo, centralismo, xenofobia y clasismo la que está marcando el crecimiento pandémico en la sociedad peruana desde el tratamiento de la noticia hasta las acciones hechas en los lugares de asistencia médica a una población desesperada por sobrevivir y que tiene hambre. Un ejemplo: la noticia del sobrecosto de los balones de oxígeno es, en cierto modo, vieja en nuestro país. Iquitos ya lo venía sufriendo hace casi un mes, pero tenía que suceder en Lima para que recién se volviese en “impacto relevante” para la sociedad peruana en su conjunto. Presto las palabras idea del texto Nos habíamos choleado tanto de Jorge Bruce para enmarcar las acciones y reacciones sociales tan teñidas de discriminación entre nosotros. Son muchos los parámetros que empleamos para generar esas hondas divisiones nocivas acentuadas en momentos como estos. Tendemos a negar sucesos que nos desnudan visceralmente. Este último viernes, hace 11 años, Bagua vivió una masacre en la que policías y ciudadanos de segunda (como se expresó el presidente de entonces); una más como las que vivimos por la violencia de Sendero Luminoso, en la que se masacró a más de 70 mil peruanos, muchos de ellos, campesinos analfabetos indígenas. Son aquellos que la sociedad estereotipó en personajes como la chola Jacinta, o con frases tan despectivas como el Guanaco de Harvard (frase que hundió la candidatura de Lourdes Flores Nano).
Por otro lado, y siempre en el mismo concepto, Mabel Huertas denuncia un caso de acoso sexual y uso indebido de datos personales por parte de un trabajador. Muchas personas explican que las medidas tomadas son exageradas, pese a que el uso impropio de información confidencial está penado por la ley. El acoso existe en cuanto una de las partes no da el consentimiento para seguir con cualquier acción que involucre a ambas partes por mutuo acuerdo. Se irrogó el derecho de trasgredir la privacidad del otro poniendo “cara bonita”. Es como espiar a una persona en su desnudez. Los pasos siguientes a esta situación pueden terminar en diversos tipos de violencia, sea física o verbal. Tenemos una larga historia de feminicidios en nuestro haber social.
Pd. Esta última semana ha sido luctuosa. Amigos han perdido familiares y las artes liberteñas han visto perder a dos grandes artistas: Santiago Salazar y Demetrio Saldaña. Los artistas se han convertido en ese segmento altamente vulnerable, sin trabajo y sin derechos que los protejan. Que sus muertes no sean en vano.

domingo, 24 de marzo de 2019

CONGRESISTA: MUERTO DE HAMBRE (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO 24 DE MARZO)

Eufemismo: según la RAE, dícese de una manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. O sea, es la palabra o expresión menos ofensiva que sustituye a otra palabra o expresiones de mal gusto que puede ofender o sugerir algo no placentero o peyorativo al oyente.
El 25 de octubre del año pasado, Leila Chihuán, congresista de la República por FP, hizo unas declaraciones que provocaron una reacción de censura en los medios al comentar que sus 15,600 soles, más sus viáticos y los gastos de representación no le eran suficientes para su ritmo y calidad de vida. Su apellido fue adjetivado con el sentido de “estar pobre”, “estar escaso de recursos”, “estar chihuán”. Sus comentarios golpearon más la alicaída imagen de un congreso despilfarrador que durante la gestión de Luis Galarreta se trataron de hacer compras de computadoras, televisores y canastas navideñas costosas. Tras una relativa calma de las torpezas hechas por diversos “padres de la patria”, la jornada pasada se informó sobre el caso de cinco legisladores que cobraron doble en la famosa “semana de representación”; la reacción desencajada de Karina Beteta no hizo, sino que caldear más los ánimos contra estos personajes arrogantes y cada vez más alejados de la sociedad. Las excusas eran groseras y burdas para defender un dinero que dicen pertenecerles por su condición de representantes de la sociedad peruana. Durante todo este episodio, Karina Beteta recordó súbitamente haber sido maltratada por su excompañero de partido, Daniel Salaverry. La reacción de apoyo a favor de esta fue tibia, pues más grotesco y risible fue la posición de la congresista para justificar sus gastos al exterior mientras cobraba doble por su famosa semana de representación. Simplemente vergonzoso.  
Y así el escándalo se acentuó al conocerse los frecuentes viajes al extranjero con suculentos gastos pagados de muchos congresistas que cobraron, también, puntualmente sus semanas de representación. Y lo peor estaba por venir, cuando todos los peruanos refrescamos la memoria del hecho que estos gastos de representación no son justificados. Las penosas declaraciones de diversos congresistas, desde Gino Costa hasta Jorge Bruce para defender la naturaleza de estos gastos causaron hilaridad e indignación. Para colocar la cereza sobre la torta de lodo, las desatinadas declaraciones de Mercedes Aráoz sirvieron para ahondar la brecha entre legisladores y el pueblo peruano, y que la congresista se volviese objeto de duros comentarios y graciosos memes, pollada bailable incluida.
Tras leer todas estas explicaciones, no queda más que pensar que la palabra “congresista” significaría una suerte de inopia, la que está rondando entre los mendicantes que pululan en el Congreso de la República. Pero, el reciente escándalo que nuevamente envuelven a Héctor Becerril, Javier Velásquez Quesquén y Jorge Bruce podría ampliar la acepción a “delincuente”, realidad que identifica cada vez más a los dilectos "padres de la patria".