Estas navidades se prometen interesantes. Pandora ha
soltado sus fieras y los que están infectados por la pandemia creada por
Odebrecht tratan de pasar la peste a los demás. Hasta PPK está embarrado. Estamos en el juego de la pega,
el que quizá sea desconocido para muchos jóvenes cuya infancia se ha limitado a
juegos virtuales. Todo el mundo político sin excepción trata por todos los
medios, modos y disfraces echar la culpa al otro para zafar cuerpo. Los
debates, dislates y disparos al aire de diversos congresistas hacen soltar no solo
sonrisas, sino carcajadas por el enorme cinismo demostrado por personas de
pasado oscuro, y ligados a partidos políticos en cuya membresía hay personajes
sospechosos incluso para organismos internacionales como la DEA.
Los cultores de la corrupción tienden finos tentáculos
con los que envuelven a los más incautos, gracias a diversas estrategias
sutiles o gruesas que terminan por ser creídas por varios. Debemos de recordar
que, según el perfil de un corrupto, este cree que lo suyo es lo más valioso (“sobrevaloración psicótica de lo propio”) devaluando,
subvalorando lo ajeno, y lo hace sin remordimiento. Además, y vaya
identificando a sus personajes, genera un clima de credibilidad a tal grado que las personas, víctimas de sus
actos, los apoyan dándoles su anuencia o voto, diciendo detestar la violencia.
Estos son hábiles para crear mecanismos que le permitan “ejercer” su actividad
corruptiva, se compran adeptos y testaferros que los cubran. Y terminan por ser
admirados por sus dotes intelectuales y capacidad de “emprendimiento” que los
hace “necesarios”; se hacen paradigmas de grupos sociales o el ideal de muchas
personas frustradas (manejan el lenguaje de la frustración diestramente. En su
juego llegan a la insania social, se vuelven atrevidos, osados y cínicos. Viven
al filo de la navaja, pero se cubren de honorabilidad. La corrupción permite a
estos personajes acceder sin escrúpulos al mundo económico (o ya están en él)
como el político. Necesitan del poder, lo fagocitan en pro de ellos.
La corrupción Lava Jato
está mostrando un variado abanico de ellos. Cabe recordar que la primera gran exposición
de corruptos fue la famosa salita del SIN, espacio de memorables grabaciones
con actores y actrices que, en su osadía, aún andan sueltos y osan postular al
Congreso recibiendo el apoyo, como indico líneas arriba, de incautos o
desmemoriados electores (¿o cómplices?). En sus dislates, comienzan a lanzar
diatribas a diestra y siniestra para distraer la atención pública para que se
los identifique como adalides de la justicia y lucha contra la corrupción.
Algunos medios, comprometidos en los mismos escándalos, tratan de presentar a
estos personajes como verdaderos peones de la democracia. La agenda de Marcelo
habla de visitas y cifras. La justicia peruana, plagada de lacayos de estos personajes, buscan subterfugios para
limpiarles la imagen, mientras el cerco se va estrechando.
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