El domingo 05 iba a ser un día corto de visitas. El día
anterior habíamos devuelto la camioneta en el aeropuerto. Ena nos dijo que
podíamos usar su amplia camioneta, pues ella iba a estar en sus clases
universitarias. Ante tan grato ofrecimiento, nos arreglamos todos en ella, una
vez que habíamos arreglado las cuentas en el hotel y haber preparado nuestras
cosas. Ena y su esposo nos iban a dar el alcance a Lambayeque para almorzar.
Así que llevamos nuestros maletines con
cámaras para ir a conocer un espacio que en julio se nos había negado: las
iglesias de Mórrope.
En julio fuimos Orietta, María, Carmen y yo para conocer el
lugar, pero llegamos tarde; ahora venía nuestra revancha. Enfilamos nuestro
rumbo y raudos partimos para ir a conocer el lugar y luego ir a Lambayeque a
ver dos museos: Tumbas Reales de Sipán y Brüning. Para suerte nuestra (depende
como lo veamos también) era primer domingo de mes por lo que las visitas a
ambos museos era gratis. Fuimos a Mórrope como primer objetivo. Ya es camino
conocido por nosotros. Al llegar a la ciudad, fuimos directamente a la plaza de
armas para ubicar nuestros objetivos. Había una ceremonia (mucha gente vestida
para ello) y pregunté a un grupo de fotógrafos por la llave de la iglesia de
indios que se halla al lado de la española. El conjunto arquitectónico es interesante,
más la iglesia de indios sobre la cual he escrito en anteriores visitas. Pero
este viaje nos permitió ver, lastimosamente, el daño causado por las recientes
lluvias de febrero-marzo que causaron mucho daño a todo el Norte peruano. En la
secretaría, un joven amable nos alcanzó la gran llave que se usa para abrir la
puerta (le tomé una foto para que quede la evidencia) e ingresamos a ver el
estado de esta interesante iglesia que fue popularizada por National Geographic
en los 80, cuando se hizo el gran hallazgo de las tumbas de Sipán. Aquí les alcanzo
los numerosos datos de una crónica anterior de hace un año (https://elrincondeschultz.blogspot.pe/2015/12/cronicas-de-lambayeque-1.html).
Lo que sí me parece impresionante es la rapidez con la que cambian el color de
la iglesia virreinal. Antes tenía un rojo ocre simpático, ahora tiene un color casi
celeste. El que estaba muy interesado por la técnica de construcción era
Christian, pues como técnico le interesaba ver el tramado y la estructura
empleada. Un gesto simpático fue el ver la lista de futuros esposos y sus respectivas fotos avisando a la comunidad su pronto matrimonio.
Luego de concluida nuestra breve visita a Mórrope, nos
dirigimos a Lambayeque. Primero nos fuimos al Museo Tumbas Reales, recién ahí
nos percatamos que el ingreso era gratuito. Dejamos la camioneta en el estacionamiento
y María decidió quedarse para seguir avanzando con su trabajo. La visita a este
museo siempre es grata y es una de las joyas del turismo peruano. Estaba
repleto y fuimos avanzando a nuestro ritmo, pues ya era una marea humana. Una
vez concluida la visita, nos dio tiempo para ir a Brüning, la otra joya de la
ciudad de Lambayeque: esta vez no estaba abierta la exposición de la Dama de
Chornancap, pero la sección de tejidos siempre es un gusto volver a ella. La visita
de julio fue una agradable sorpresa que siempre tendremos presente y que
registré en la siguiente crónica: https://elrincondeschultz.blogspot.pe/2017/08/ciudad-de-lambayeque-joyita-para-el.html.
Una vez concluida la visita, nos dirigimos a la Casa Descalzi que es un
restaurante simpático en una bella casa como las que hay en Lambayeque y que
urge rescatar para convertir a Lambayeque en un verdadero polo turístico. Ena
nos dio el alcance y almorzamos como se debía. Delicioso.
Pero faltaba algo
más: un postre y un café. Eso lo íbamos a lograr en nuestro retorno a Chiclayo.
En las rutas había visto una heladería, tomamos el camino al hotel y nos topamos con
el Mapache Frío. Bajamos todos ansiosos para comer un delicioso helado y un
café express como se merece. Una combinación de una bola de chocolate belga y otra
de cereza y arándanos fue perfecta, toda rociada con un café amargo como se
debe. Nos dirigimos al hotel para recoger nuestras cosas. Orietta y Lorena
regresaban con Ena y su hija en la camioneta; los demás, en bus. Fin de nuestra
corta jornada lambayecana.
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