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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

martes, 28 de enero de 2025

CONCEPCIÓN Y SU HISTORIA, UN LUGAR IDEAL PARA VIVIR (CRÓNICA DE VIAJE A CHILE 4)



Lunes 30. Caminando por Concepción. Penúltimo día del año. Arreglamos nuestro equipaje, pues ese día por la noche regresábamos a Santiago a la misma hora. Queríamos estar en Santiago para pasar las fiestas de Año Nuevo. La gente del hotel también entraba en un receso para prepararse a la temporada de verano 2025. Amablemente, nos permitieron dejar nuestras maletas hasta cierta hora para poder ir al terminal. Este día queríamos conocer la ciudad, el día anterior habíamos visitado los alrededores. Una vez arreglados todos nuestros asuntos, nos fuimos a ver la Universidad de Concepción. Toda una referencia no sólo para la ciudad, sino el país entero. Nos fuimos a pie, pues no estaba lejos; así también nos permitió ver la cantidad de murales que había en sus calles. Genial. Llegamos a la universidad para visitar muchas cosas, las cuales lamentablemente no íbamos a poder visitar: casi fin de año, la mayoría de personas estaba de vacaciones. 


Pero pudimos visitar su campus, sus jardines y lagunas. Es un modelo de universidad para todos, que recibe apoyo de diversas partes del mundo y que realiza activa investigación, la naturaleza base por la cual existe una universidad (https://www.udec.cl/pexterno/). Hablamos con un amable profesor, quien nos comentó un poco la historia de los cuidados jardines que se encuentran en el campus universitario y que los alumnos respetan (ya veo estos en algunas universidades que conozco aquí). El acceso es libre, no hay muros que la aíslen: situación sui géneris frente a la realidad de la vida universitaria de nuestro país. También sus murales, bien cuidados; hay murales con temas políticos abiertos, pero están mantenidos y no se ve vandalismo en esta área. La entrada “principal” es por la Av. Chacabuco, en que se encuentra un edificio administrativo que tiene un inmenso mural en alto relieve. Hay un gran campanil (que no pudimos visitar por las fechas) y luego un inmenso foro que remata en una fuente de agua en el que hay un conjunto de caídas y una gran estatua. Ver todo esto en el estado como estaba da una sana envidia por el cuidado y responsabilidad de los usuarios, esto es, alumnos y profesores. 



La universidad cuenta con vasta y completa pinacoteca del arte chileno y en la que estuvo el muralista mexicano Clemente Orozco: https://pinacoteca.udec.cl/. También cuenta con un museo de anatomía humana. Lastimosamente, todo estaba en receso. Fuimos a un estanque que llaman La Laguna Los Patos. No lejos de ahí estaba un memorial por los desaparecidos, espacio que después veremos nombrado en el Museo de la Memoria en Santiago. Ya terminando nuestra visita, nos fuimos hacia la Plaza de la Independencia, como la plaza de armas de nuestras ciudades. Tomamos un taxi manejado por un venezolano. Con él tuvimos un comentario gracioso: le habíamos dicho que no veíamos un ambiente navideño y tarareé un poco el villancico “Mi burrito tabanero”. Graciosamente nos dijo que no había mucho “chiqui- chiqui, ni chaca -chaca en fiestas” por lo que ellos se reúnen para celebrar las fiestas. Lo que sí nos comentó que las fiestas patrias sí tiran la casa por la ventana (https://www.youtube.com/watch?v=rUJbdzaxLDU). Llegamos a la plaza y nos dirigimos al Museo de Arte Religioso de la Iglesia (Catedral) de Concepción que tiene acceso libre (https://www.registromuseoschile.cl/663/w3-article-50766.html). Es un pequeño museo que atesora el patrimonio de esta catedral que ha sufrido diversos embates sísmicos a través de su existencia. Han existido tres catedrales antes de la actual y hay que tener en cuenta que la actual Concepción se desplazó de la actual Penco (que visitaríamos más tarde) por los fuertes terremotos que ha habido en la zona (https://www.ecured.cu/Catedral_de_la_Sant%C3%ADsima_Concepci%C3%B3n_(Chile)). 



La actual catedral es bastante nueva y lo que destaca son los vitrales que adornan el lugar y le dan un bonito y calmado ambiente (https://www.tvu.cl/comunidades/patrimonio/2018/04/18/catedral-de-concepcion-patrimonio-y-arte-en-una-obra.html). 



Al salir, caminamos por la simpática Plaza de la Independencia (armas). Concepción es una ciudad muy ordenada, limpia, tranquila. Si comparamos con las ciudades peruanas, Concepción equivaldría a Trujillo en cuanto a la cantidad poblacional; pero, la distancia de la infraestructura de la ciudad chilena frente a la de Trujillo es kilométrica a tal grado que Concepción es una de las mejores ciudades para vivir por su buen nivel de calidad de vida (https://www.youtube.com/watch?v=cYhwjLD5i4M). El grupo decidió buscar un restaurante para almorzar. Nos fuimos por la calle peatonal Barros Arana, luego de haber preguntado a un señor sobre un lugar para almorzar comida marina. El lugar recomendado: el Rincón Marino de Concepción que tiene una carta muy interesante (https://www.rinconmarino-justo.cl/). Debo reconocer que durante toda mi estancia chilena he comido todo día pescado y mariscos que son una maravilla (https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/piure-jaiba-picoroco-cuanto-sabes-mariscos-chilenos-nid2297289/, https://www.bbc.com/mundo/articles/cl5g4nnzdp1o). Debo reconocer que no pudimos visitar un mercado (como el de Santiago) para ver la vida gastronómica de una sociedad. Pasamos varias veces delante del Mercado Central de Santiago en nuestro camino a algún lugar a visitar en la capital y no tuvimos la oportunidad de sumergirnos en este espacio que también hay que visitar alguna vez (https://www.youtube.com/watch?v=Y5-qCIJd9OQ). Visité varios mercados en varios lugares que he estado, pues es un espacio vivo y simpático. Volvamos a nuestro restaurante en Concepción. El almuerzo fue contundente, siempre regado de vino blanco. Una vez culminado nuestro buen almuerzo y a la sugerencia del mozo que nos atendió, nos fuimos a Penco, la ubicación inicial de Concepción. César buscó un taxi para ir hasta el lugar a la Plaza de Armas, lugar de referencia. Es un trayecto de casi 30 minutos (https://maps.app.goo.gl/Hq657ndEYkaSXVTf7) y se va por una autopista en muy estado. Penco fue en algún momento la capital de Chile cuando era capitanía en la colonia (https://mimunicipalidad.net/chile/bio-bio/penco/historia).




Era una empalizada de defensa contra piratas u otros foráneos. Aún se pueden ver restos de cañones que apuntan hacia el mar en nuestra visita a las playas cercanas a la plaza (a dos cuadras de distancia). En su paisaje se ven barcos y lanchas, y un muelle. Las playas se ven limpias y no con mucha gente (era lunes, hay que tomar eso en cuenta) (
https://www.youtube.com/watch?v=d01vlL2uRYI&t=3s). Después de una buena pausa de descanso frente al mar (il dolce far niente), decidimos regresar a Concepción otra vez por transporte público. Genial. Con un chofer muy amable y un espacio señalado para las personas con discapacidad (intocable), regresamos cómodamente sentados hasta cerca de la Plaza de la Independencia. El viaje duró casi una hora. Concepción es extensa. Bajamos cerca de la plaza de Palacio de los Tribunales de Justicia hacia la cual caminamos buscando un café para tomar uno y comer un buen postre. Ya nos estábamos preparando para nuestro viaje de retorno a Santiago. No veíamos un café abierto, nos equivocábamos por la ubicación del sol y la hora: ya era casi las 7 pm, pero había todavía un gran brillo solar. Carmen preguntó a una señora y nos dio un dato interesante sobre la misma Plaza de Armas: el Café Gioco (https://gioco.cl/). Pedimos jugos, empanaditas, postres (como yo) y, por supuesto, café. Estuvimos hasta el cierre del lugar para retornar a pie desde ahí a nuestro hotel y de ahí a la estación de bus. En nuestro retorno por la calle Freire, llegamos a una esquina en la que vendían mucha fresa (abunda), cereza (deliciosa) y arándanos. No hay que olvidar que Chile introdujo inicialmente estos frutos conocidos como bayas como la cereza y el arándano; luego, como pasó con el arándano, fue traído al Perú y nos convertimos en una potencia exportadora de este. Espero que lo mismo pase con la cereza, que es muy buena en Chile (https://tierraverde.cl/aprende/cerezas-chilenas-o-el-dulce-sabor-de-una-metamorfosis-economica, https://www.croplifela.org/es/actualidad/historia-sobre-los-arandanos-chilenos). Aquí hay interesantes datos: https://redagricola.com/chile-pais-fruticola-un-breve-repaso-de-los-ultimos-veinte-anos/. Compramos 3 paquetes para llevarlas a Santiago en nuestro Airbnb. Llegamos a nuestro hotel, llamamos a la señora que nos pidió contactarnos con ella en cuanto llegáramos para recoger nuestras maletas. Las recogimos y nos fuimos a la estación de bus, una estación ordenada, limpia y con restaurantes para cenar algo. Por la hora, muchos negocios ya estaban cerrando. Esperamos hasta que nuestro bus llegara para subir y descansar un poco. Regresábamos a Santiago.




domingo, 26 de enero de 2025

¿YA GANARON? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 26 DE ENERO 2025)

 

Estamos llorando sobre mojado. Una realidad cada día más agresiva, invasiva de nuestras vidas privadas y contraria a todo tipo de actividad que se realiza en nuestra ciudad y región. Por parte de las autoridades, vemos respuestas estridentes e inadecuadas ante las groseras evidencias que nos aplastan cotidianamente. Tenemos, parece, una cúpula política de todo nivel, incapaz de responder ante los recientes sucesos que nos acongojan; lo peor es el sentimiento ciudadano de que podemos esperar poco o nada de dicha cúpula, esa que está más preocupada de sus intereses que las de los ciudadanos de pie. El avance de la criminalidad en nuestra ciudad es imparable: cada vez hablo con personas que cierran sus negocios, retiran la publicidad o se van de la ciudad. Trujillo es una ciudad en la que es difícil vivir. Desde los inicios de este siglo, hemos visto cómo la violencia y criminalidad han ido creciendo a pasos agigantados, alimentadas del crecimiento económico. Desde entonces la ciudad ha ido cambiando su eslogan de “La ciudad de la eterna primavera” a “La ciudad de la eterna balacera”. Parece cómico, pero veo en los ciudadanos una resignación ya ofensiva. Pareciera que nos han ganado. Quiero parafrasear un extracto del texto La prieta de Gloria Anzaldúa que nos ilustra en estos momentos: “[..] No puedo descartar el rol de cómplice que hago como cómplice, que todos hacemos de cómplices, ya que no gritamos lo suficientemente recio en protesta [..]”. Es duro, pero encierra una gran verdad, esa que ha permitido que la criminalidad campe casi libremente por nuestra ciudad y región. Trujillo es una ciudad de posibilidades, las que construye su sociedad civil; esta debe exigir respuestas concretas ante la delincuencia. Qué se espera de nuestros reclamos: pues retirar a las personas que no están cumpliendo con las funciones que les competen, tal como es el caso del ministro del interior quien prometió renunciar al cargo si las medidas aplicadas entonces tras su designación no iban a funcionar. Por ejemplo, Trujillo está en un permanente estado de emergencia, periodo en el cual ha recrudecido la violencia. Como ciudadanos debemos exigir compromiso y respuesta a los congresistas o las cabezas de los partidos políticos en los que dichos congresistas están militando, quienes nos han empujado más al abismo de la anomia total a causa de sus acciones legislativas (REINFO, detención preliminar entre otras joyas más, todas contra la ciudadanía en general) que favorecen todo tipo de crimen. Dos reclamos ciudadanos inmediatos. Esos reclamos, de prosperar, deben estar en nuestras conversaciones y preocupaciones. Más que una “marcha por la paz”, debe hacerse una marcha que reclame a las diversas estancias del poder el correcto accionar de estos funcionarios públicos a los cuales se les ha dado, a través de nuestros votos, esas responsabilidades. De no reclamar, podemos afirmar que ya ganaron la partida para desgracia nuestra.

jueves, 23 de enero de 2025

TALCAHUANO Y EL HUÁSCAR, SENTIMIENTOS ENCONTRADOS (CRÓNICA DE VIAJE 3)


 

Domingo 29. Habíamos salido puntualmente a Concepción a las 11:30 PM. La distancia recorrida desde Santiago fue de un poco más de 490 km. Llegamos al limpio y ordenado terminal de buses de Concepción a las 5 am, bastante temprano, tras un viaje sin ningún contratiempo ni cosas bruscas como baches, rompemuelles o cualquier irregularidad, esas que abundan en nuestra autopista del Sol. Rompemuelles. Lo que sí es interesante es que nuestro bus tenía todavía un camino más por recorrer, pues iba a otras ciudades cercanas a Concepción, en dirección al sur como Coronel o Lota. El día anterior, César tuvo una respuesta desconcertante del propietario del Airbnb con el cual se hizo inicialmente el contacto. Se decidió cambiar de hospedaje y Carmen buscó un hotel simpático: Hotel con C (https://cconcepcion.bedsandhotels.com/). Les había dicho que íbamos a llegar muy temprano y nos permitieron instalarnos en el lugar. Muy amables. La señora nos recibió y acordamos que nos preparara un desayuno para empezar el día. Me tomé una buena ducha para empezar nuestra jornada: visita al Huáscar en Talcahuano. Había hecho la reserva para nosotros cuatro de manera virtual. Avisé a todos que teníamos que salir rápido para estar a las 9 am. en el lugar. Ya estábamos tarde, pues el trayecto tomaba 25 minutos por lo menos. Siendo domingo, no había mucho tráfico y el taxi podía circular sin problemas. El conductor era muy simpático y nos comentaba algo que veríamos en Talcahuano: el tsunami tras el terremoto del 2010. El tráfico era escaso, pero todos respetaban las normas, así haya un solo auto ni uno más frente a la luz roja de un semáforo. Fenomenal. La mañana estaba un poco fría y nubosa. Llegamos a nuestro destino ya pasado la hora indicada. Sin embargo, la persona responsable nos dejó ingresar. La zona pertenece a la Naval chilena: la Comandancia de la Segunda Zona Naval, por lo tanto, es una zona de seguridad sensible por lo que el personal marino nos pedía no tomar fotos de ciertas áreas. El espacio físico es muy bonito, un bosque que llega hasta el mar y, desde el Huáscar, se veía el edificio militar y una colina verde de frondosos árboles. 





La historia del Huáscar es conocida por todos los peruanos, creo. Aquí hay información desde la perspectiva chilena: https://www.armada.cl/tradicion-e-historia/unidades-historicas/h/monitor-huascar. Aquí está la página del museo:  https://huascar.cl/. El barco es un espacio que rinde homenaje a Arturo Prat y se pueden ver las cartas enviadas tanto por Grau como por la viuda de Prat tras la muerte de este en el combate de Iquique: https://www.grau.pe/historia-de-la-guerra-con-chile/como-murio-arturo-prat/. Es una visita de sentimientos encontrados. El estado del buque es óptimo, en buen estado tras la restauración de la nave tras el combate de Antofagasta: se ven indicaciones en los lugares que el barco sufrió daños, esquirlas o agujeros de balas de cañón. Hay una buena señalética y cuenta con algunas pantallas en las que se ven temas relacionados al barco en sí. Sería interesante que la Marina peruana trabajara con una mejor museografía la casa en la que vivió Grau en Piura. Por ejemplo, coordinar con los vecinos para enlucir todas las paredes que dan al patio interior de la casa desde el cual se ve un edificio (¡edificio!) con sus paredes laterales sin ningún enlucido. Mala costumbre entre nosotros. Una vez culminada nuestra larga y detallada visita, fuimos en la embarcación para que nos deje en el muelle e ir hacia la zona pesquera de Talcahuano. Ya se había despejado la mañana y hacía un buen sol. Es interesante conocer el impacto que causó el terremoto del 2010 a esta zona. Concepción y su costa sufrieron mucho y las huellas de posterior tsunami se ven en los restos que quedan de las que fueron tiendas de vehículos y otros. Son heridas aún abiertas en la población: https://emergenciaydesastres.mineduc.cl/el-terremoto-de-chile-de-2010/, https://www.youtube.com/watch?v=8te07E0Vzw0




Compré unas pequeñas réplicas imantadas del Huáscar. Nuestra primera intención era tomar un bote para poder navegar por la bahía; nos fuimos al mercado de pescado a la espera de más pasajeros, pero nos comentaron de lo bonito que era un lugar llamado Caleta Tumbes (como nuestro departamento) en una península que también lleva ese nombre. Cambiamos de planes y tomamos un colectivo a este lugar. En el camino, el señor que nos llevaba nos comentaba el problema que hay entre la Marina de Guerra chilena y la población civil. Los primeros han avanzado en la expropiación y encierro de muchas zonas que antes eran de libre circulación, ahora prohibidas o rígidas. Los comentarios fueron muy amargos sobre esta situación, pues lo han afectado, tanto a su persona como a varios de sus amigos. En todas partes se cuecen habas. El trayecto es de casi una hora a través de una carretera totalmente pavimentada y en un muy buen estado. Al llegar, la vista al mar rodeado de colinas cubiertas de árboles nos da una imagen totalmente diferente del océano que vemos en nuestro país, con dunas, mucha arena y cierta desolación. No son manglares como los del Tumbes peruano, son árboles de alerce y otros que llegan a reverdecer en las colinas del litoral: otro paisaje. Me hace recordar al que veía en Haifa, Israel o Cabo Sounion, Grecia. Es también una situación riesgosa en tiempos de mucho calor y sequía. Chile tuvo unos incendios pavorosos el año pasado, provocados por manos irresponsables que causaron grandes daños en la zona de Viña del Mar. Dolió mucho saber que estos fueron provocados malintencionadamente por algunos bomberos. Desgraciados (https://www.youtube.com/watch?v=u_UCQcQdosQ). Esas sequías se han incrementado y se entiende lo que está pasando en California en la actualidad, gracias a las temperaturas extremas que se obtienen por el cambio climático alrededor del mundo (https://www.youtube.com/watch?v=nR-EZYW0ARo). Volvamos a nuestra caleta: el lugar es muy bonito, muy cuidado, las casas cuidadas con esmero, todas bien pintadas. Está llena de restaurantes y panaderías, ordenado y limpio (https://www.talcahuanociudadpuerto.cl/caleta-tumbes/). 



Hay un muelle en el que hay varias personas pescando. Frente a este lugar, hay una gran isla: Quiriquina. Se ofrecen paseos en bote para llegar al lugar que tiene varios atractivos. En nuestro andar, nos topamos con una panadería que ofrecía un delicioso pan recién salido del horno. Fuimos a paso lento hacia el muelle para ver a la gente disfrutando de un soleado día. Nos fuimos a almorzar antes de que el lugar se comience a llenar de visitantes como nosotros: esta caleta, fuera de pescadores, ofrece una gran variedad de restaurantes de comida local. Ubicamos uno, el Tía Ely (https://turismo.talcahuano.cl/restaurantes/tia-ely/); fuimos al segundo piso para ver el mar con tranquilidad. Pedimos Machas a la parmesana para conocer la preparación del mismo (https://www.youtube.com/watch?v=gqs2q1cPdj8). Tuvimos una expectativa sobre la presentación, pues en Trujillo comemos las conchas a la parmesana en una de las bivalvas cubierta de queso derretido. La presentación era diferente, pues parecía una suerte de fondue de queso con estas lengüitas que me hacen recordar mucho a Arequipa. Además, nuestros consabidos platos personales de buen pescado (salmón, merluza, congrio o reineta - https://www.subpesca.cl/portal/616/w3-article-841.html#descripcion, primera vez que comía este pez -); todo rociado de buen vino blanco. Chile no tiene pierde en cuanto a sus vinos. La caleta se iba llenando de autos, camionetas, buses con nuevos comensales, así que decidimos salir del lugar. Preguntamos a las personas, tan amables, que nos atendieron para ir a Caleta Lenga y nos dieron opciones (https://maps.app.goo.gl/5xyiiqYmVFuvV1429). Quedamos con una amable señora que estaba manejando un auto colectivo: pactamos un precio para que nos deje en el lugar que iba a estar lleno por ser domingo. Nos iba contando de los lugares atractivos y nos sugirió regresar a Concepción en movilidad pública (como lo haríamos luego). Un poco antes de llegar a Talcahuano, nos “paseó” por una bajada desde la cual se veía toda la bahía y como un pequeño bote, el Huáscar. Bonito lugar. Seguimos entre bosques y en una buena carretera a nuestro destino. 


Como la anterior caleta, esta también está llena de restaurantes; pero, además, de muchos vendedores ambulantes que te ofrecen de todo: artesanía, joyas, juguetes, artículos místicos, comidas. Justo el único puesto ruidoso del lugar era un restaurante peruano que puso la música a todo meter: algunos chilenos bailaban con los sonidos de la música chicha, pero otros iban un poco fastidiados. Esto es algo que íbamos a resaltar los días siguientes: las ciudades no son ruidosas, no hay parlantes que te revienten el tímpano ni ambulantes que vayan perifoneando sus productos; pero, por otro lado, no se ve mucho el ambiente navideño que reventamos en nuestras ciudades: son pocos los adornos navideños en las calles, pocos árboles o luces prendidas por la noche. Muchos venezolanos o colombianos, por ejemplo, extrañan las rumbas de sus países; ellos optan de reunirse en plazas o lugares estratégicos, como pasaba con los miles de peruanos que llegaron en los 90 del siglo pasado. De manera personal, espero que esta sana costumbre de no agredir a los demás con tu ruido prevalezca sobre los grupos migrantes. Volvamos a Lenga; buscamos un lugar simpático donde tomar un buen café y comer un postre como golpe de calorías para nuestra ruta. Lenga resultó ser un lugar bastante simpático (https://www.turismovirtual.cl/delbiobio/caletalenga/caletalenga.php). Casi todos compraron recuerdos (bombilla para mate, por ejemplo); en mi caso, compré unos inciensos descomunales que pude traerlos sin tanto problema en la maleta. Para retornar a Concepción, sí tomamos un bus desde una rotonda. En el momento del comprar el boleto, le pedimos al conductor que nos deje lo más cerca posible de la Plaza de Armas o nuestro hotel. Le indicamos nuestra necesidad y partimos los 4 con los demás pasajeros (https://maps.app.goo.gl/d5nmzVBNoeq6jj7q8). Como era domingo y, respetuosos de sus espacios, la ciudad estaba descansando. Al llegar al centro después de casi media hora de viaje, vimos que todo estaba cerrado. Seguimos nuestro camino y, de pronto, el chofer se dio cuenta de que se había pasado de nuestro paradero. Detuvo a un colega suyo a quien le indicó dónde deberíamos bajar. Como iba con bastón, todos los pasajeros iban alertas de mi condición. Eso me pareció extraordinario. Nos dejó a una cuadra de nuestro hotel; ya con más paciencia pudimos ver lo que iba a caracterizar las calles de muchas ciudades chilenas: murales por todas partes. Cerca de nuestro hotel, ya veía dos, por lo menos. Al llegar, nos instalamos momentáneamente y decidimos salir a cenar; pese a ver aún sol, eran ya más de las 8 PM. La persona responsable nos indicó de ir a La Cocina que quedaba a unas cuadras de nuestro hospedaje: buena elección. Las calles estaban tranquilas, pero el movimiento estaba en este restaurante, lleno, movido, buen ambiente ( https://lacocinarestobar.cl/). No quería cenar mucho, pero sí tomar un chilcano de pisco, algo que no estaba en la carta: pedí un corto de pisco, hielo, una Canadá Dry, limón. Fui preparando mi chilcano ante la vista de los mozos. Una vez concluida nuestra cena nos fuimos al hotel. Al día siguiente retornábamos a Santiago y caminaríamos Concepción. Fin de nuestro tercer día.






martes, 21 de enero de 2025

EL CHILE ANTES DE CHILE (CRÓNICA DE VIAJE 2)



Sábado 28, ya casi terminando el 2024. Nos levantamos temprano para aprovechar el día y preparar nuestras maletas, pues ese día dejábamos nuestro alojamiento para irnos a Concepción. Coordinamos con las personas de portería para poder dejar nuestras valijas en guardianía y enviar los regalos a casa de Sergio, donde pasaríamos el Año Nuevo 2025. Salimos a buscar algún lugar para desayunar por la Av. Nueva Providencia, pero no encontrábamos algo abierto, hasta hallar un sitio que ofrecía café y pastelería (ni modo): Krispy Kreme (https://www.krispykreme.cl/sucursales/). Algo no muy sano para desayunar, pero teníamos prisa. Como pensábamos dejar las cosas en el nuevo hospedaje y los obsequios para Sergio y Patricio, tomamos un buen tiempo en hacer la gestión. Teníamos que regresar a las 8:30 pm a recoger las cosas con el fin de dejarlas en nuestro nuevo lugar y de ahí salir al Terminal Sur de buses para viajar a Concepción a las 11:30 en Pullman Tur. Ya coordinado todo (nos faltó haber hecho todas estas operaciones el día anterior: aprendizaje de viajero), nos fuimos al centro a visitar nuestros objetivos: teníamos una buena agenda. Tomamos la línea 1 del metro desde nuestra estación, Los Leones, en dirección a San Pablo y bajamos en la estación Baquedano para tomar la 5 en dirección de Plaza de Maipú; tras una estación, ya estábamos en Plaza de Armas. Genial el servicio de Metro; así te ahorras un montón de tiempo y te evitas los atolladeros de tráfico. Santiago (y todo el país) no tiene esas pesadillas que son las combis, los mototaxis ni ticos. Hay choferes algo imprudentes como veremos en algunos taxistas, pero por lo general la gente respeta las reglas de tránsito: las cebras, usar cinturón de seguridad, el uso de direccionales (aquí la mayoría de conductores no saben para qué sirven). Desde ese punto de vista, comparado con Perú, es todo un paraíso: ¡No hacen sonar el claxon como locos! 


Ya en la Plaza de Armas, vimos un espectáculo simpático de varios percusionistas que se ubicaron en una esquina cerca de nuestra meta: el Museo Chileno de Arte Precolombino. Luego de disfrutar el trabajo de los diez músicos bailarines, nos dirigimos con varias expectativas de todo el museo. Este museo es uno de los pocos en el que íbamos a pagar entrada. Además, felizmente, tenía algunos libros del material que hay en este espacio. La optimización del uso de recursos ha hecho que muchos museos ya no publiquen libros ni folletos. Algunos espacios culturales han sido bastante inteligentes, pues no sólo incluyen esos materiales, sino estampillas, monedas y medallas. Eso lo vi en el Museo Sorolla (toda la colección de sellos que España ha impreso en una serie de pintores españoles) y en la Fortaleza San Felipe del Callao en el que te ofrecen la moneda de 1 sol que representa este monumento que es patrimonio cultural de nuestra nación. Chan Chan podría pensar en hacer eso; es también un bonito recuerdo de una visita a estos lugares emblemáticos. Volvamos a nuestro Museo. Este está cerca de la Plaza, a una cuadra en esquina entre las calles Compañía de Jesús y Bandera. Está ubicado en un edificio del siglo pasado que ha sido transformado de manera óptima con buenas intervenciones para crear tres pisos, dos con exposiciones permanentes y uno con diversos ambientes bastante amplios para las temporales. La exposición se llama Chile antes de Chile, pues habla de las culturas precolombinas que se desarrollaron en lo que es actualmente el territorio chileno, así como algunas culturas relevantes del espacio americano desde México hasta el altiplano. En el piso -1, está la muestra permanente de una exhibición que abarca 8 mil años de ocupación de diversas partes del territorio chileno, que incluye las islas Rapa Nui (Pascua) y Juan Fernández. Hay una muestra interesante de las momias de Chinchorro, ubicado en el desierto de Atacama. También es interesante la muestra de las culturas mapuche y lo que corresponde a la isla de Chiloé (un lugar pendiente para visitar en el futuro). Uno de los problemas que pudimos percibir era la débil luminosidad del lugar, salvo el rincón donde se hallan unas grandes estatuas de madera de Rapa Nui; es una forma de proteger las piezas que tienen un alto valor incalculable desde el punto de vista arqueológico. 




El piso 2 tiene una buena colección de ceramios, estelas, telares y trabajos metalúrgicos de las diversas culturas que se desarrollaron en los Andes y Mesoamérica antes de la llegada de Colón. La Sala Textil tiene una gran muestra de obras textiles de las culturas que se ubican sobre todo en el Perú actual: hay piezas de Paracas, Moche, Chancay y Tiahuanaco. Hay un manto Paracas de bella factura, así como piezas con plumas de origen Moche. En la Sala Andes Centrales, hay una buena colección de huacos retratos Moche, así como huacos Nazca. 





En la primera planta había una exposición muy interesante sobre textiles andinos virreinales acompañados de bellos cuadros de la escuela cuzqueña, uno de los cuales mostraba los matrimonios que unían españoles con damas de la nobleza inca en la ciudad de Cuzco (https://precolombino.cl/wp/, https://museo.precolombino.cl/). Demás está decir que la museografía y los servicios de esta institución eran de calidad. 



Una vez concluida la visita nos fuimos a almorzar nuevamente al Nacional que estaba cerca del Museo. Estábamos atrasados en cuanto a nuestro plan inicial de visitas, ya que nos tomó casi tres horas ver qué íbamos a hacer con algún equipaje que no llevaríamos a Concepción. Quisimos ir a pie desde el restaurante que queda en la misma calle Bandera hasta este museo que, según Google Maps, indicaba sólo 16 minutos a pie (https://maps.app.goo.gl/3fFe1uGcxaERHPEg6). Pero mi pierna ya me enviaba ondas dolorosas. Taxi (entre cuatro no es oneroso el costo). Llegamos así al Museo Nacional de Bellas Artes que contiene, también, al Museo de Arte Contemporáneo. Esta visita osciló entre la decepción y la admiración. Bellas Artes tenía una exposición interesante sobre la mujer en el arte chileno, pero con escasa información sobre todo el material expuesto, vasto, interesante (https://www.mnba.gob.cl/). Este fue uno de los pocos museos que carecía de ascensor y hay bastantes escaleras tanto para ascender como descender a las diversas salas de este buen museo. Ojalá solucionen pronto ese problema. En la segunda planta había una exposición centrada en la mujer en el arte en Chile. Algunas partes interesantes estuvieron en el comportamiento de muchas mujeres artistas durante la dictadura de Pinochet y el acercamiento de artistas fotógrafas con los pueblos originarios. 



En la primera planta se ubican varias exposiciones contemporáneas habiendo un par de ellas bastante notables y en la planta subterránea, otra de muy buen nivel. 



A la salida, hay una estatua cuya hechura se explica en la exposición por el uso del cuerpo femenino para estatuas de hombres desnudos. Frente a esta edificación del museo, hay un extenso parque, el de Rubén Darío, con una estatua interesante: La Gloria. 


Ahora sí queríamos caminar a nuestro último destino: Centro Cultural Gabriela Mistral, tan sólo 12 minutos (https://maps.app.goo.gl/WiktKcQG4mTBcnPS9). Y en nuestro camino íbamos a tener el encuentro con un barrio alucinante: el Lastarria (https://barriolastarria.cl/, https://disfrutasantiago.cl/barrio-lastarria/). Nuestro objetivo está en medio de este simpático barrio bohemio, cargado de juventud y cultura, como después me enteraría que los museos recién visitados también forman parte de este barrio. Fuimos primero a ver el centro cultural para luego meternos de lleno en sus calles. Este centro cultural es una verdadera joya: https://gam.cl/. Una verdadera sana envidia. En Santiago vimos varios centros culturales gratuitos de calidad, bien tenidos, con todos los servicios y la oferta cultura de alto nivel. 


Cosas así no he visto en cantidad en Lima, menos en provincias (como sí los tiene Valparaíso, por ejemplo). La libertad de expresión es evidente en estos espacios, como lo veríamos en las calles de Lastarria luego: parejas hetero y homosexuales caminaban libremente sin escándalos, pero libres. La coerción social hecha por esta sociedad contra los racistas y homofóbicos es notable, un camino que nuestra sociedad debe caminar en la construcción de sus valores cívicos, el respeto hacia el otro, el respeto a la diversidad, el respeto a las normas. Principios básicos de buena convivencia que hacen que un barrio, una ciudad sean lugares dignos para vivir. Y cultura, mucha cultura accesible. En este centro cultural, vimos a chicos haciendo sus danzas urbanas, sus coreografías en un espacio para ellos, no se ven forzados de buscar otros sitios desguarecidos, expuestos a malos elementos: son espacios seguros para los jóvenes. Cierto es que las últimas olas de migrantes han cambiado el rostro de esta sociedad y hay demonios que los incomoda como la violencia que los invade (ahí están los famosos Pulpos trujillanos, como los de Tren de Aragua, y otras bandas). Esos son los temas que íbamos a comentar con los taxistas, algunos venezolanos, otros peruanos, algunos chilenos en este viaje. Los tópicos que iban a ser frecuentes: el estallido social del 2019, la violencia criminal y el terremoto del 2010 (sobre todo en Concepción como veremos luego). Ojalá Chile no se deje doblegar por la violencia que ahoga a los peruanos, esa que incluso ejercen nuestros descarados políticos. Volvamos a nuestra visita: en el Centro había una exposición audiovisual y otra en montaje. Estábamos a fin de año y era una suerte de poder ver algo. 






Lo que sí encontramos fue una tienda de libros: la del centro (https://gam.cl/tu-visita/tiendas/libreria-del-gam/). Nos fuimos a bucear por libros: aquí me compré varios textos: “La Patria insospechada” de Rodrigo Lara y “Historias desconocidas de Chile” de Felipe Portales, ambos libros deliciosos de esas historias que pueblan la narrativa popular de cada nación; un libro sobre los interminables terremotos chilenos “Relatos de terremotos en Chile 1575 – 2010, bajo amenaza de lo sublime” compilación de Felipe Moreno; “Cuando hicimos historia. La experiencia de Unidad Popular”, textos compilados por Julio Pinto. Pedí un texto sobre la Guerra del Pacífico y la vendedora me dio el libro de Sergio Riquelme, “Chilenos expulsados del Perú con ocasión de la Guerra del Pacífico” que tiene por prólogo un texto de Jorge Ortiz Sotelo, un exmarino de la Marina de Guerra peruana, historiador y quien fuera designado Jefe Institucional del Archivo General de la Nación. Tantos libros que nos queríamos llevar. Al salir, las vendedoras nos indicaron de otra librería en la que había también filmes y CD. Salimos para caminar por las calles del barrio, para ver sus cafés, bares, ríos de gente que caminaban libremente por las aceras y pavimento por la restricción del tránsito en varias calles. Vimos una pequeña parroquia, de la Veracruz, en el que había un concierto en vivo de instrumentos de viento, en un escenario que mostraba los daños de esta iglesia que fue quemada en el estallido social (https://www.theclinic.cl/2024/02/04/iglesia-de-la-veracruz-del-barrio-lastarria-alista-su-restauracion-a-cuatro-anos-del-incendio-en-el-estallido-social-que-obligo-a-mantenerla-cerrada/). 




Cuando vimos nuestros relojes, nos dimos cuenta de lo rápido que había transcurrido el tiempo y la necesidad de recoger nuestros equipajes, dejarlos en el nuevo alojamiento, ir a cenar y, por último, ir a la Estación Sur para tomar nuestro bus a Concepción. Hicimos todo: recogimos nuestras cosas, dejamos varios paquetes en nuestro nuevo lugar en la calle Cano y Aponte en una zona muy bonita en el mismo barrio de Providencia. El portero, muy amable, recibió nuestras cosas, nos vestimos más abrigados para el viaje, nos fuimos a cenar al restaurante Puerto Cabulco (https://www.instagram.com/puertocalbucorestaurant/?hl=es) y tomamos el taxi para la estación. Nos advirtieron de tener mucho cuidado con nuestras cosas. El sistema es rápido, aunque pareciera un poco desordenado. Salimos puntualmente a nuestro destino a las 11:30 PM. Anteriormente, el inquilino de nuestro hospedaje había sido muy tajante con César, así que se decidió cambiar de hotel: Hotel con C. Carmen los llamó para advertirles que íbamos a llegar muy temprano al lugar. Nos dieron el OK. Fin de nuestra segunda jornada.