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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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miércoles, 26 de febrero de 2025

ADIÓS A CHILE (CRÓNICA DE VIAJE 8)


 

Sábado 04 de enero. Dejábamos Valpo para regresar a Santiago y preparar nuestro retorno. Nos fuimos temprano al Terminal Rodoviario para tomar nuestro bus (Flixbus) a Santiago. Estaba leyendo que esta empresa alemana (https://global.flixbus.com/) piensa abrir una sucursal en nuestro país, pero con lo irregular e informal que es el transporte terrestre en el sistema peruano, no le auguro un buen porvenir. En fin. Volvamos a nuestro viaje. Íbamos a salir a las 8 am. para la capital. El bus iba vacío, por lo que teníamos libertad para sentarnos en el bus. Regresamos por la excelente autopista 68 a Santiago hasta el Terminal Sur, donde tomaríamos desayuno. Llegamos después de casi dos horas a la estación, tan ordenada (comparando con las nuestras), para buscar un restaurante para tomar un buen desayuno e ir a nuestro nuevo y último hospedaje en Santiago. Al momento de pagar nuestro suculento desayuno, entró un mensaje a mi WhatsApp: Michael Exley había fallecido en Inglaterra. Quedé atónito por la triste noticia. César y Carmen tomaron la iniciativa, pues no reaccionaba a la noticia. Ya un poco más repuesto, nos fuimos a nuestro hospedaje que estaba en la misma calle de nuestro anterior albergue: calle Cano y Aponte en Providencia. En este día íbamos a ir a el mayor número de lugares para visitar. Después de la buena ducha, nos alistamos para ir a conocer la iglesia de San Francisco y su museo. Iba a ser una visita notable.





Tomamos un taxi para ir a nuestro destino (https://maps.app.goo.gl/r2mzfKK3UTc3af6HA). El señor del taxi era un peruano ya de edad que vivía más de tres décadas en Santiago. Nos comentaba sobre la inseguridad y nos recomendaba ir con cuidado. La iglesia queda sobre la Av. O´Higgins y tiene un museo de arte colonial notable. La iglesia tiene una rara edificación; es una de las pocas que visitamos, fuera de la Catedral y La Merced; es una edificación antigua que contiene un claustro que es usado, en parte, como un interesante museo colonial: https://www.monumentos.gob.cl/monumentos/monumentos-historicos/iglesia-convento-san-francisco; https://www.youtube.com/watch?v=MKoV7pBwZrg. Ingresamos al museo con un recibimiento tan amable de la gente, muy simpáticos. Dejé mi mochila para poder ir con mis cámaras y apreciar la pinacoteca de la iglesia, siendo el origen de la mayoría de estas pinturas, la Escuela Cusqueña (https://museosanfrancisco.com/muestra-permantente/). La colección de pinturas ha ido incrementando paulatinamente gracias a las restauraciones. Carmen logró, hacia el final de la visita que hayamos podido visitar una colección que estaba casi lista de presentarse en público: esta muestra es sobre la vida de María, todas de la escuela cusqueña de gran factura por el tamaño de cada una: https://cusco.pro/arte-cusqueno.html. Aparte, el museo cuenta una buena colección de mobiliario religioso y, también, una sala dedicada a Gabriela Mistral, la gran poeta chilena que ganó el premio Nobel de Literatura en 1945 (https://www.lifeder.com/gabriela-mistral/). Un detalle interesante es un busto hecho con la mascarilla mortuoria de la artista. El año pasado fue el centenario de su nacimiento (https://museosanfrancisco.com/la-ruta-de-gabriela-mistral-celebrando-el-legado-de-gabriela-mistral-en-su-natalicio/). En el salón al que logramos entrar gracias a la estrategia de Carmen había dos mujeres, una de ellas muy amable y apasionada por el arte peruano colonial. Luego de una buena conversación sobre arte y los sitios para visitar en nuestro país para buscar arte colonial, ellas nos dieron algunos tips para ir a pie a La Moneda. Al momento de recoger nuestras cosas, las personas amablemente me regalaron algunos recuerdos. Justo al salir, César, quien ya se encontraba afuera, fue testigo del robo de un celular a un chico que buscaba desesperado ayuda. Eso nos preocupó bastante y decidimos ir juntos en nuestra ruta a La Moneda, lugar donde iríamos a tener una visita increíble. Las señoras, amables, nos habían sugerido una ruta por la que veríamos un Santiago diferente: que tomáramos la Av. O´Higgins en dirección hacia la calle Nueva York hasta que la calle de un bloque se bifurca en dos, tomamos la calle La Bolsa donde se encuentra el bonito edificio de la Bolsa, una construcción de inicios del siglo pasado (https://www.monumentos.gob.cl/monumentos/monumentos-historicos/bolsa-comercio, https://www.youtube.com/watch?v=R3s0ojYbiIQ). De ahí, el Palacio de La Moneda estaba a un paso. Caminamos por la calle Moneda y sólo nos distaba una cuadra. Desde Trujillo habíamos intentado reservar cupos para poder visitar el palacio como lo hicimos en Guatemala; pero los cupos estaban llenos hasta el 06 de enero, fecha en la que no íbamos a estar en Chile. Pena. Pero había un espacio que nos estaba esperando: el Centro Cultural La Moneda. Genial espacio cultural de acceso gratuito para ver tantas cosas: cine, exposiciones itinerantes y fijas, libros, fotografía, biblioteca. Y un restaurante impresionante. Chile ha hecho de su palacio un lugar vivo y popular que cuenta con todas las facilidades para que todo público pueda ir. Antes de empezar nuestra visita nos fuimos al restaurante del lugar: Restaurante Cívico (https://www.cclm.cl/tiendas/restaurant-civico/). Con una buena carta, lo que nos sirvieron para picar fue, por primera vez, las sopaipillas ( https://www.recetasgratis.net/receta-de-sopaipillas-surenas-32909.html). Muy ricas; luego, al leer los libros sobre algunas historias no contadas de Chile nos da muchos datos increíbles. En el libro La patria insospechada de Rodrigo Lara en el capítulo 10, nos cuenta del origen de este plato muy popular en Chile y tiene que ver con nosotros también: la harina venía, durante el virreinato, desde el Perú y era muy cara; la presencia abundante de la calabaza en territorio chileno hizo que la harina haya sido paulatinamente reemplazada.





Fue un buen almuerzo y ya con la barriga llena y el corazón contento, nos fuimos a ver una extraordinaria exposición: Centenario José Venturelli ( http://joseventurelli.com/). La exposición estaba en las dos grandes salas de planta baja. Una exposición bien montada, excelente curaduría. Además, había una exposición fotográfica Chilehaus: Atacama /Hamburgo, curada por Alfredo Thiermann, integrada por fotografías de la industria salitrera de Atacama que era explotada por capitales alemanes (https://culturizarte.cl/chilehaus-una-conexion-transatlantica-desde-el-desierto-de-atacama-a-los-cielos-de-hamburgo/). Estos tenían en Hamburgo un edificio que se llamaba así y que tenía un diseño como un barco (https://www.barcelo.com/guia-turismo/es/alemania/hamburgo/que-ver/chilehaus/). Hay una cinemateca que estaba mostrando la versión restaurada del filme Nosferatu de Murnau. Se ha puesto de moda a raíz del reciente estreno del mismo filme pero en versión del año pasado dirigido por Robert Eggerts (https://www.fotogramas.es/noticias-cine/a41569457/nosferatu-robert-eggers-fecha-estreno-sinopsis-trailer-reparto/). Una vez terminada nuestra visita a todos los espacios posibles, salimos del Centro Cultural en dirección a la Plaza de la Constitución (https://conociendochile.cl/plaza-de-la-constitucion/), donde nos detuvimos a tomar muchas fotos. 


De ahí nos fuimos a pie hasta la Plaza de Armas (un par de calles de distancia prácticamente) para ir a la Catedral para que Carmen pueda conocerla (lo logramos); pero no tuvimos suerte con el Museo Histórico Nacional. Así que nos fuimos a nuestro último objetivo en Santiago y en Chile: Cerro San Cristóbal, el cual se encuentra en el Gran Parque Metropolitano de Santiago (https://conociendochile.cl/cerro-san-cristobal/). El trayecto no es tan largo para una ciudad como esta (https://maps.app.goo.gl/FuRFXT9xtQ8gvMKK8). Llegamos a la estación Cumbre, desde donde se toman los funiculares para ascender hasta donde se encuentra la estatua de la Inmaculada Concepción (https://www.youtube.com/watch?v=hf_15lkcFNE&t=1s).


Desde ahí tenemos una vista impresionante de Santiago. Imagino cómo será este lugar en invierno cuando se pueden ver las montañas circundantes cubiertas de nieve. Caminamos un poco por el lugar, el cual estaba repleto de gente. Nos quedamos en un puesto que vendía una suerte de cremoladas: Kiosko Plaza México. Ahí nos quedamos un buen rato para descansar y, luego, tomar nuestro funicular de retorno para irnos a nuestro hospedaje. César pidió un taxi para ir a nuestro destino que estaba muy lejos. Llegamos a nuestro destino y salimos a cenar, ya un poco tarde, al Restaurante Puerto Calbuco. Así cerramos nuestra última noche en Chile.

Domingo 05 de enero. Nuestro último día en Chile. Nos levantamos temprano para ir a tomar desayuno y aquí empezó una pequeña pesadilla: no había restaurante alguno abierto. Sólo nos quedó para tomar algo en una estación de gasolina; para ello tuvimos que caminar hasta la Av. Balboa. Tomamos un desayuno bastante ligero para entretener al estómago. Nos fuimos a recoger nuestras cosas para ir al aeropuerto. Este no estaba lejos de nuestra casa, además tienen vías de acceso muy buenas. Llegamos cómodamente al terminal; había muchos chicos con sus familias, pero no se hace el escándalo que uno ve en nuestros aeropuertos que ve hasta perros u otras mascotas que van a despedir a alguien. Al llegar a la recepción de Latam, nos ofrecieron la posibilidad de regresar más temprano a Lima. Nos permitieron enviar nuestro equipaje de mano en depósito. Así íbamos con manos libres y mejor, pues el avión en el que regresaríamos sería más pequeño; se parecía a los que vuelan el tramo Lima – Trujillo, así de estrecho. Nos despedimos de Carmen, pues ella salía casi un par de horas después directamente a Madrid. Entramos en dirección a nuestra puerta de embarque y en camino vi una librería en la que compré el último libro: Patagonia de Jaime Said (https://tienda.somos.ink/products/patagonia-historia-de-la-patagonia). Siempre me ha parecido interesante la historia de esta inmensa y disputa región ocupada por pueblos milenarios y que sufrieron duros crímenes como las matanzas contra los aborígenes por parte de algunos líderes políticos como es el caso de Rosas en Argentina (https://elarcondelahistoria.com/pueblos-aborigenes-involucrados-en-la-campana-al-desierto-patagonico/, https://www.historionauta.com/2013/02/campana-de-rosas-contra-los-indigenas/, https://www.youtube.com/watch?v=wXh-mKf2kBY). Pero también está la historia difícil entre Argentina y Chile por la disputa de esta zona durante el siglo XIX (https://basadoenhechosreales.com.ar/historia-real-de-chile-y-argentina/, https://basadoenhechosreales.com.ar/historia-real-de-perdida-de-la-patagonia-chile-argentina/, https://www.youtube.com/watch?v=4NQE-J8oZXY&t=2s, https://www.youtube.com/watch?v=llnatoZJU30&t=1s). Las relaciones han sido siempre tensas, pero es de esperarse al tener una frontera tan larga como la existente entre Argentina y Chile: 5,308 km, la tercera más larga del mundo.  Ya al subir al avión, vimos parte de nuestra idiosincrasia al ver muchos niños corriendo y otros hablando en voz alta. Al llegar a Lima, nos encontramos con ese aeropuerto que pronto dejará de funcionar para reemplazarlos por otro que está naciendo con muchos problemas de servicios y conectividad. Hicimos conexión a Trujillo, en las bulliciosas salas de los vuelos nacionales. César había coordinado con un taxi para que nos lleve a nuestras casas. Los baches ya me indicaban que estaba de vuelta en casa.

Este viaje fue todo un placer para encontrarme con buenos amigos, comer bien y conocer lindas ciudades; quedan muchas cosas y encuentros pendientes, como verme con Martha quien tuvo mucho trabajo por ser temporada alta y visitar otros lugares que merecen que nos demos una vuelta. Fin de nuestro viaje.




miércoles, 5 de febrero de 2025

AÑO NUEVO MAPOCHO (CRÓNICA DE VIAJE A CHILE 5)

 


Martes 31. Nuevamente en Santiago de Chile. Último día del año. Íbamos a hacer pocas visitas ese día, pues ya ad portas de las celebraciones, pocas actividades estaban disponibles. Llegamos temprano a la estación de buses y tomamos un taxi para ir a nuestro nuevo Airbnb en la calle Cano y Aponte en el barrio de Providencia. Este barrio es una zona residencial muy bonita (https://santiagoando.com/providencia-2/) que ofrece mucho. Personalmente, me hubiera gustado visitar sus barrios, pero Santiago tenía muchas cosas por ofrecer. Hubiéramos tenido la necesidad de cancelar nuestras visitas a Concepción y Valparaíso-Viña del Mar, pero también eran tesoros para “rascar”. Al llegar a nuestro destino, nos fuimos a recoger nuestras cosas e instalarnos en nuestro nuevo espacio. El lugar era muy simpático y el barrio es mucho más tranquilo que nuestra primera locación. Nos acomodamos y tras una buena ducha, bajamos a la recepción para ir a buscar un lugar para desayunar. Nos dieron un dato muy bueno: el Emporio Bilbao (https://www.instagram.com/emporio_bilbao/), restaurante que queda sobre la avenida Francisco Bilbao en esquina con la calle Miguel Claro, por la cual accedimos desde nuestra corta calle. Llegamos justo al local cuando lo estaban abriendo. Un buen desayuno para empezar la jornada este último día del calendario 2024. La idea era ganar el mayor tiempo posible, pues este día nos íbamos a casa de unos buenos amigos míos, el matrimonio Herskovits Zúñiga, los Payasíteres, para despedir el año viejo y dar la bienvenida al 2025; y era más que obvio que siendo el último día del año, hallar movilidad iba a ser más complicado. Retornamos a nuestro departamento para asearnos un poco más y tomar mis cámaras e irnos a nuestro objetivo. Al final, sólo íbamos a ir a un único lugar: Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos (https://mmdh.cl/museo).  Nos tomó unos 20 minutos llegar (https://maps.app.goo.gl/QVkzGF2dnGZEjwki7). Las calles se veían un poco vacías, pues todos se preparaban para la fiesta de fin de año. Al llegar al Museo, nos encontramos con un edificio sólido que encierra una exposición muy emotiva que muestra las partes más oscuras del comportamiento humano. La aparición de los museos de la memoria alrededor del mundo, Perú incluido, obedece a la idea de enseñar a la población local hechos terribles de su historia y evitar que estos lamentables sucesos vuelvan a suceder. Alemania es un país que ha ayudado mucho a diversos países, como al nuestro, en la planificación, construcción y mantenimiento de estos santuarios que resultan muy incómodos como sucede ahora en Chile mismo, en Lima con las fuerzas políticas conservadoras y la actual Argentina. Incluso hay movimientos en el mundo, en Alemania inclusive, que reniegan estos hechos históricos, hasta rechazar la existencia del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial (https://revistadiners.com.co/tendencias/74996_asi-es-el-mapa-interactivo-de-los-museos-de-la-memoria-del-mundo/). 


Sólo basta ver la narrativa que muchos partidos extremistas europeos o lo que podemos leer en las redes para entender que no hemos aprendido mucho. El de Lima ha sido amenazado por las actuales fuerzas políticas que quieren borrar todo ese periodo en el que los partidos extremistas, sobre todo, y las fuerzas militares cometieron crímenes contra la población civil indefensa. 


Recuerdo el documental que presentamos en la Alianza Francesa sobre el caso Uchuraccay décadas después y lo que vemos en la actualidad. He aquí lo que escribí al respecto: https://sites.google.com/view/paginaeldetectorwebdetrujillo/columnistas/cultura/gerardo-cailloma-heridas-profundas. Volvamos a nuestro sitio de interés. Entrar a un museo como este es prepararse a ver historias individuales tristes y que afectan a toda una sociedad. Estuve hace muchos años en el Museo Yad Vashem en Jerusalén, centrado en el Holocausto. Es una visita de la cual no sales bien (https://www.yadvashem.org/es.html). Lo mismo nos pasó cuando estuvimos en un campo de concentración cerca de Berlín. Muy duro. Aquí alcanzo mis impresiones: https://elrincondeschultz.blogspot.com/2023/07/entre-la-oscuridad-y-la-luz-campos-de.html. Estos museos son incómodos; lo terrible sería que el visitante no cambie su visión y banalice el mal como lo decía Hanna Arendt. Son denuncias que buscan justicia desde cualquier lado, sobre todo en momentos tan sombríos como los que estamos viviendo en estos días, con personalidades, movimientos y presidentes negacionistas y contrarios a todas estas manifestaciones culturales. Este museo te ofrece una vasta y rica información de todo lo pasado, sobre todo tras el Golpe de 1973. El acceso es libre y la museografía está muy bien presentada, organizada y puesta en escena de manera asertiva. Cuenta con todas las facilidades para las personas con problemas de movilidad como era mi caso. Hay un gran muro lleno de muchas fotografías de desaparecidos o asesinados. Vemos trabajos de prisioneros artistas que crearon arpilleras, canciones, pinturas, tejidos. 


Una grabación que se muestra es la famosa Cueca Sola (https://www.youtube.com/watch?v=VnQl2qRzMGE) que la vi hace muchos años cuando vivía en Lima y apareció después de que el NO ganó en el plebiscito de 1988 (https://www.youtube.com/watch?v=gtu6KviB1G4). También es recorrer la historia que viví cerca de manera indirecta cuando estaba en mi último año del colegio. Tras el golpe, Arequipa se llenó de muchos peruanos que retornaban, pero también de extranjeros como chilenos u otras nacionalidades; recuerdo que se hicieron espacios para recopilar ropa para refugiados que habían huido sólo con lo que llevaban puesto: todo eso volvió a mi mente. El momento más culminante de nuestra visita estuvo en la segunda planta en un espacio de vidrios en el que había unas bujías en forma de velas; estas podían prenderse de manera virtual para un personaje de los múltiples que figuran en la base de datos del Museo. Carmen y yo prendimos una bujía en memoria de dos personas fallecidas en la década de los 70. Muy emotivo momento, pues te da una reseña de la persona elegida y el estatus en el que se halla (asesinada o desaparecida). 




Ya saliendo de este espacio, fuimos a la librería de lugar que está a cargo de “La tienda nacional”, de la cual había oído hablar mucho en diversas guías: https://www.latiendanacional.cl/. Aquí compré un pin que me hizo recordar a un personaje que era común en la TV de esa época con la música de Inti Illimani (https://www.youtube.com/watch?v=NiEwgcbipxg), algunos marcadores de libros que eran arpilleras de las prisioneras, un libro sobre Salvador Allende que tiene como compilador a José del Pozo Artigas: Allende: cómo su historia ha sido relatada. Es una buena compilación con textos críticos sobre el presidente Allende, quien, según la historia oficial, se suicidó antes de rendirse (https://es.everand.com/book/435842934/Allende-como-su-historia-ha-sido-relatada-Un-ensayo-de-historiografia-ampliada). Además, un filme: La Directiva de Lorena Giachino (https://www.youtube.com/watch?v=AgVkpKAfCj4). La tienda tiene muchas cosas que a estas alturas ya son poco buscadas como CD, DVD, libros. Pero había mucha gente estaba interesada en estos productos. El museo ya había cerrado su restaurante y habíamos conocido que el Museo Violeta Parra no estaba abierto; recién lo abrirían en marzo (https://www.museovioletaparra.cl/). Al salir, nos decidimos ir a la Plaza de Armas para visitar la catedral u otro museo que estuviera abierto. Nos fuimos en un taxi que era manejado por un simpático chileno que escuchaba ¡chicha peruana! Nuestro conductor tenía una interesante colección de Los Mirlos, entre otros. Estuvimos conversando largo y tendido todo el trayecto y le comenté sobre otros grandes grupos como Los Destellos; le hice escuchar “Onde está la hierbita”, un verdadero clásico de los 70 (https://www.youtube.com/watch?v=f-_xgHGQJNQ) y la famosa Guajira Sicodélica (https://www.youtube.com/watch?v=2SsolOTSxo8). Llegamos unos 20 minutos después (https://maps.app.goo.gl/P237d1zgnq9g9Vti7), vimos la catedral cerrándose y los otros lugares también. Decidimos almorzar algo, bajamos por Av. Ahumada y entramos a una galería en la que me encontré con una tienda de filatelia. César y Diego se fueron a cambiar dinero, mientras Carmen y yo buscamos un restaurante; encontramos uno que ofrecía un menú simpático y barato en la galería Agustín Edwards (https://www.santiagoturismo.cl/galerias-comerciales-del-centro-de-santiago/). Al salir nos dimos cuenta de que el centro de la ciudad no tenía mucho qué ofrecer, pues casi todo estaba cerrado. Decidimos ir a nuestro hospedaje para prepararnos para ir a casa de mis amigos. Hicimos todas las coordinaciones para ir hasta la comuna Peñaflor, ya en las periferias de Santiago. Nos preparamos para la simpática reunión que tendríamos. Sergio y Elena habían preparado una rica y opípara cena, todo regado por buen vino chileno. Habíamos traído algunos postres desde Perú y España. Coordinamos con un taxi para que nos recoja desde nuestro hospedaje hasta Peñaflor (https://maps.app.goo.gl/7EK8ietTy1XHXewx6). Las buenas autopistas nos permitieron llegar relativamente temprano a esta comuna que está a un poco más de 35 km desde nuestra calle (https://penaflor.cl/). La cena fue muy simpática, comentábamos todas nuestras experiencias que habíamos compartido Sergio y Elena con nosotros. Estaban también el hermano de Elena y un hijo de ambos. La llegada de las 12 trajo algunos fuegos artificiales, no la locura de bombardas que hacemos aquí. Debido a las pastillas que estaba tomando por mi tratamiento, me mandaron temprano a la cama, mientras que los demás se quedaron a seguir charlando.


01 de enero, 2025. Primer día de este nuevo año. Nos levantamos tarde a tomar un rico desayuno que nos habían preparado. Me pegué un buen duchazo y decidimos ir a casa de Patricio y Eliana Guzmán, una pareja a quienes conozco hace muchos años en los tiempos de la UPN. Eliana era estudiante nuestra en la universidad y, además, trabajaba como secretaria en la rectoría; Patricio, por su lado, llegó a Trujillo como parte del convenio que se había firmado entre el Instituto Tecnológico del Norte (ITN) y la Universidad de Viña del Mar. Fueron tiempos muy simpáticos ya hace un par de décadas. Se mudaron a Chile y decidieron establecerse en otra zona periférica de Santiago: Paine (https://soydepaine.cl/conoce-paine/). Decidimos tomar un taxi para que nos lleve desde Peñaflor a Paine (https://maps.app.goo.gl/7r4C55E2iUtpBBQP8), pues regresar a Santiago e ir desde nuestro hospedaje iba a ser un trote largo y tedioso para un primer día del año. Patricio nos dijo que informáramos al chofer del taxi que nos dejara en la estación de tren donde nos iba a esperar. Vaya, después de casi 20 años que nos íbamos a ver. Llegamos con nuestros kingkones y barras de manjarblanco, las cuales corrió a tomarlos Eliana. Almorzamos gracias a la invitación de ellos, conocimos a su linda hija, hablamos de los tiempos de la vieja UPN, los amigos que partieron (todavía no sabíamos de la pronta partida de dos amigos de esos años: Michael Exley y Carmela Nacarino). La casa de ellos es una bella estancia rodeada de campos de cultivo y están sembrando árboles que con el tiempo les dará la sensación de estar en un bosque. Entre vinos y recuerdos pasamos una tarde simpática. Patricio nos comentó que la mejor forma para retornar a Santiago era con el tren de cercanías, el que une Rancagua con la capital, a la Estación Central. Llegamos a la estación y compramos las tarjetas de embarque (recargables) para subir: en realidad durante el viaje no te revisan, sino al momento de salir de la estación. Con un fuerte abrazo, nos despedimos de Patricio agradeciendo la hospitalidad de ellos. 

El viaje en tren es una realidad a través de cómodos vagones y buenas locomotoras, algo por lo que estamos luchando por décadas en el Perú: una buena red ferroviaria con servicios modernos y efectivos. Esta es la página del servicio de trenes de Chile: https://www.efe.cl/. He aquí lo que hacen en Chile en este video: https://www.youtube.com/watch?v=k00hCRZteyc. El viaje fue cómodo en poco menos de una hora: https://maps.app.goo.gl/is1FfNS47THaXxf76. Los espacios para personas con problemas de movilidad se respetan y por eso me dejaron un espacio. Sí hubo un percance con una jovencita que iba con sus audífonos y frente a ella iba una mujer con un niño en brazos. La gente protestó fuertemente contra la chica. Al llegar a la estación, tuvimos un percance al momento de salir, pues la tarjeta de César no funcionaba y no lo dejaba salir: felizmente una persona responsable se dio cuenta de lo que estaba pasando. Ya reunidos todos, tomamos un taxi para ir a nuestro hospedaje para preparar nuestras cosas, pues al día siguiente nos íbamos a Valparaíso. Arreglamos nuestras maletas y coordinamos con la portería del edificio para dejar nuestras cosas nuevamente y nos lo iban a permitir. Decidimos descansar en nuestro hospedaje. Valpo nos estaba esperando.





martes, 21 de enero de 2025

EL CHILE ANTES DE CHILE (CRÓNICA DE VIAJE 2)



Sábado 28, ya casi terminando el 2024. Nos levantamos temprano para aprovechar el día y preparar nuestras maletas, pues ese día dejábamos nuestro alojamiento para irnos a Concepción. Coordinamos con las personas de portería para poder dejar nuestras valijas en guardianía y enviar los regalos a casa de Sergio, donde pasaríamos el Año Nuevo 2025. Salimos a buscar algún lugar para desayunar por la Av. Nueva Providencia, pero no encontrábamos algo abierto, hasta hallar un sitio que ofrecía café y pastelería (ni modo): Krispy Kreme (https://www.krispykreme.cl/sucursales/). Algo no muy sano para desayunar, pero teníamos prisa. Como pensábamos dejar las cosas en el nuevo hospedaje y los obsequios para Sergio y Patricio, tomamos un buen tiempo en hacer la gestión. Teníamos que regresar a las 8:30 pm a recoger las cosas con el fin de dejarlas en nuestro nuevo lugar y de ahí salir al Terminal Sur de buses para viajar a Concepción a las 11:30 en Pullman Tur. Ya coordinado todo (nos faltó haber hecho todas estas operaciones el día anterior: aprendizaje de viajero), nos fuimos al centro a visitar nuestros objetivos: teníamos una buena agenda. Tomamos la línea 1 del metro desde nuestra estación, Los Leones, en dirección a San Pablo y bajamos en la estación Baquedano para tomar la 5 en dirección de Plaza de Maipú; tras una estación, ya estábamos en Plaza de Armas. Genial el servicio de Metro; así te ahorras un montón de tiempo y te evitas los atolladeros de tráfico. Santiago (y todo el país) no tiene esas pesadillas que son las combis, los mototaxis ni ticos. Hay choferes algo imprudentes como veremos en algunos taxistas, pero por lo general la gente respeta las reglas de tránsito: las cebras, usar cinturón de seguridad, el uso de direccionales (aquí la mayoría de conductores no saben para qué sirven). Desde ese punto de vista, comparado con Perú, es todo un paraíso: ¡No hacen sonar el claxon como locos! 


Ya en la Plaza de Armas, vimos un espectáculo simpático de varios percusionistas que se ubicaron en una esquina cerca de nuestra meta: el Museo Chileno de Arte Precolombino. Luego de disfrutar el trabajo de los diez músicos bailarines, nos dirigimos con varias expectativas de todo el museo. Este museo es uno de los pocos en el que íbamos a pagar entrada. Además, felizmente, tenía algunos libros del material que hay en este espacio. La optimización del uso de recursos ha hecho que muchos museos ya no publiquen libros ni folletos. Algunos espacios culturales han sido bastante inteligentes, pues no sólo incluyen esos materiales, sino estampillas, monedas y medallas. Eso lo vi en el Museo Sorolla (toda la colección de sellos que España ha impreso en una serie de pintores españoles) y en la Fortaleza San Felipe del Callao en el que te ofrecen la moneda de 1 sol que representa este monumento que es patrimonio cultural de nuestra nación. Chan Chan podría pensar en hacer eso; es también un bonito recuerdo de una visita a estos lugares emblemáticos. Volvamos a nuestro Museo. Este está cerca de la Plaza, a una cuadra en esquina entre las calles Compañía de Jesús y Bandera. Está ubicado en un edificio del siglo pasado que ha sido transformado de manera óptima con buenas intervenciones para crear tres pisos, dos con exposiciones permanentes y uno con diversos ambientes bastante amplios para las temporales. La exposición se llama Chile antes de Chile, pues habla de las culturas precolombinas que se desarrollaron en lo que es actualmente el territorio chileno, así como algunas culturas relevantes del espacio americano desde México hasta el altiplano. En el piso -1, está la muestra permanente de una exhibición que abarca 8 mil años de ocupación de diversas partes del territorio chileno, que incluye las islas Rapa Nui (Pascua) y Juan Fernández. Hay una muestra interesante de las momias de Chinchorro, ubicado en el desierto de Atacama. También es interesante la muestra de las culturas mapuche y lo que corresponde a la isla de Chiloé (un lugar pendiente para visitar en el futuro). Uno de los problemas que pudimos percibir era la débil luminosidad del lugar, salvo el rincón donde se hallan unas grandes estatuas de madera de Rapa Nui; es una forma de proteger las piezas que tienen un alto valor incalculable desde el punto de vista arqueológico. 




El piso 2 tiene una buena colección de ceramios, estelas, telares y trabajos metalúrgicos de las diversas culturas que se desarrollaron en los Andes y Mesoamérica antes de la llegada de Colón. La Sala Textil tiene una gran muestra de obras textiles de las culturas que se ubican sobre todo en el Perú actual: hay piezas de Paracas, Moche, Chancay y Tiahuanaco. Hay un manto Paracas de bella factura, así como piezas con plumas de origen Moche. En la Sala Andes Centrales, hay una buena colección de huacos retratos Moche, así como huacos Nazca. 





En la primera planta había una exposición muy interesante sobre textiles andinos virreinales acompañados de bellos cuadros de la escuela cuzqueña, uno de los cuales mostraba los matrimonios que unían españoles con damas de la nobleza inca en la ciudad de Cuzco (https://precolombino.cl/wp/, https://museo.precolombino.cl/). Demás está decir que la museografía y los servicios de esta institución eran de calidad. 



Una vez concluida la visita nos fuimos a almorzar nuevamente al Nacional que estaba cerca del Museo. Estábamos atrasados en cuanto a nuestro plan inicial de visitas, ya que nos tomó casi tres horas ver qué íbamos a hacer con algún equipaje que no llevaríamos a Concepción. Quisimos ir a pie desde el restaurante que queda en la misma calle Bandera hasta este museo que, según Google Maps, indicaba sólo 16 minutos a pie (https://maps.app.goo.gl/3fFe1uGcxaERHPEg6). Pero mi pierna ya me enviaba ondas dolorosas. Taxi (entre cuatro no es oneroso el costo). Llegamos así al Museo Nacional de Bellas Artes que contiene, también, al Museo de Arte Contemporáneo. Esta visita osciló entre la decepción y la admiración. Bellas Artes tenía una exposición interesante sobre la mujer en el arte chileno, pero con escasa información sobre todo el material expuesto, vasto, interesante (https://www.mnba.gob.cl/). Este fue uno de los pocos museos que carecía de ascensor y hay bastantes escaleras tanto para ascender como descender a las diversas salas de este buen museo. Ojalá solucionen pronto ese problema. En la segunda planta había una exposición centrada en la mujer en el arte en Chile. Algunas partes interesantes estuvieron en el comportamiento de muchas mujeres artistas durante la dictadura de Pinochet y el acercamiento de artistas fotógrafas con los pueblos originarios. 



En la primera planta se ubican varias exposiciones contemporáneas habiendo un par de ellas bastante notables y en la planta subterránea, otra de muy buen nivel. 



A la salida, hay una estatua cuya hechura se explica en la exposición por el uso del cuerpo femenino para estatuas de hombres desnudos. Frente a esta edificación del museo, hay un extenso parque, el de Rubén Darío, con una estatua interesante: La Gloria. 


Ahora sí queríamos caminar a nuestro último destino: Centro Cultural Gabriela Mistral, tan sólo 12 minutos (https://maps.app.goo.gl/WiktKcQG4mTBcnPS9). Y en nuestro camino íbamos a tener el encuentro con un barrio alucinante: el Lastarria (https://barriolastarria.cl/, https://disfrutasantiago.cl/barrio-lastarria/). Nuestro objetivo está en medio de este simpático barrio bohemio, cargado de juventud y cultura, como después me enteraría que los museos recién visitados también forman parte de este barrio. Fuimos primero a ver el centro cultural para luego meternos de lleno en sus calles. Este centro cultural es una verdadera joya: https://gam.cl/. Una verdadera sana envidia. En Santiago vimos varios centros culturales gratuitos de calidad, bien tenidos, con todos los servicios y la oferta cultura de alto nivel. 


Cosas así no he visto en cantidad en Lima, menos en provincias (como sí los tiene Valparaíso, por ejemplo). La libertad de expresión es evidente en estos espacios, como lo veríamos en las calles de Lastarria luego: parejas hetero y homosexuales caminaban libremente sin escándalos, pero libres. La coerción social hecha por esta sociedad contra los racistas y homofóbicos es notable, un camino que nuestra sociedad debe caminar en la construcción de sus valores cívicos, el respeto hacia el otro, el respeto a la diversidad, el respeto a las normas. Principios básicos de buena convivencia que hacen que un barrio, una ciudad sean lugares dignos para vivir. Y cultura, mucha cultura accesible. En este centro cultural, vimos a chicos haciendo sus danzas urbanas, sus coreografías en un espacio para ellos, no se ven forzados de buscar otros sitios desguarecidos, expuestos a malos elementos: son espacios seguros para los jóvenes. Cierto es que las últimas olas de migrantes han cambiado el rostro de esta sociedad y hay demonios que los incomoda como la violencia que los invade (ahí están los famosos Pulpos trujillanos, como los de Tren de Aragua, y otras bandas). Esos son los temas que íbamos a comentar con los taxistas, algunos venezolanos, otros peruanos, algunos chilenos en este viaje. Los tópicos que iban a ser frecuentes: el estallido social del 2019, la violencia criminal y el terremoto del 2010 (sobre todo en Concepción como veremos luego). Ojalá Chile no se deje doblegar por la violencia que ahoga a los peruanos, esa que incluso ejercen nuestros descarados políticos. Volvamos a nuestra visita: en el Centro había una exposición audiovisual y otra en montaje. Estábamos a fin de año y era una suerte de poder ver algo. 






Lo que sí encontramos fue una tienda de libros: la del centro (https://gam.cl/tu-visita/tiendas/libreria-del-gam/). Nos fuimos a bucear por libros: aquí me compré varios textos: “La Patria insospechada” de Rodrigo Lara y “Historias desconocidas de Chile” de Felipe Portales, ambos libros deliciosos de esas historias que pueblan la narrativa popular de cada nación; un libro sobre los interminables terremotos chilenos “Relatos de terremotos en Chile 1575 – 2010, bajo amenaza de lo sublime” compilación de Felipe Moreno; “Cuando hicimos historia. La experiencia de Unidad Popular”, textos compilados por Julio Pinto. Pedí un texto sobre la Guerra del Pacífico y la vendedora me dio el libro de Sergio Riquelme, “Chilenos expulsados del Perú con ocasión de la Guerra del Pacífico” que tiene por prólogo un texto de Jorge Ortiz Sotelo, un exmarino de la Marina de Guerra peruana, historiador y quien fuera designado Jefe Institucional del Archivo General de la Nación. Tantos libros que nos queríamos llevar. Al salir, las vendedoras nos indicaron de otra librería en la que había también filmes y CD. Salimos para caminar por las calles del barrio, para ver sus cafés, bares, ríos de gente que caminaban libremente por las aceras y pavimento por la restricción del tránsito en varias calles. Vimos una pequeña parroquia, de la Veracruz, en el que había un concierto en vivo de instrumentos de viento, en un escenario que mostraba los daños de esta iglesia que fue quemada en el estallido social (https://www.theclinic.cl/2024/02/04/iglesia-de-la-veracruz-del-barrio-lastarria-alista-su-restauracion-a-cuatro-anos-del-incendio-en-el-estallido-social-que-obligo-a-mantenerla-cerrada/). 




Cuando vimos nuestros relojes, nos dimos cuenta de lo rápido que había transcurrido el tiempo y la necesidad de recoger nuestros equipajes, dejarlos en el nuevo alojamiento, ir a cenar y, por último, ir a la Estación Sur para tomar nuestro bus a Concepción. Hicimos todo: recogimos nuestras cosas, dejamos varios paquetes en nuestro nuevo lugar en la calle Cano y Aponte en una zona muy bonita en el mismo barrio de Providencia. El portero, muy amable, recibió nuestras cosas, nos vestimos más abrigados para el viaje, nos fuimos a cenar al restaurante Puerto Cabulco (https://www.instagram.com/puertocalbucorestaurant/?hl=es) y tomamos el taxi para la estación. Nos advirtieron de tener mucho cuidado con nuestras cosas. El sistema es rápido, aunque pareciera un poco desordenado. Salimos puntualmente a nuestro destino a las 11:30 PM. Anteriormente, el inquilino de nuestro hospedaje había sido muy tajante con César, así que se decidió cambiar de hotel: Hotel con C. Carmen los llamó para advertirles que íbamos a llegar muy temprano al lugar. Nos dieron el OK. Fin de nuestra segunda jornada.