02 de enero, 2019. Luego de muchas dudas y temores por las
amenazas de lluvias por la zona Norte, tomé el avión de AVIANCA para Lima,
temprano para poder llegar al aeropuerto y comenzar mi periplo hacia Europa.
Desde Lima me iba a Medellín, Colombia, en un vuelo de LATAM que salió un poco
más de la 1 de la tarde. El vuelo fue tranquilo y tenía la intención de salir
en Medellín para conocer algo de la ciudad. Vano intento. Llegamos
a una hora poco apropiada para visitar un museo (4:30 pm) y no tenía idea de
las distancias desde el aeropuerto a la ciudad. Lo más prudente fue quedarme en
las instalaciones, las cuales no eran cómodas por estar en remodelación. Una
cosa que me causó extrañeza era la carencia de enchufes para poder cargar tu
celular, tan en boga en todos los aeropuertos. Me dediqué a leer un libro que
llevaba, pero tenía intenciones de comprar algunas revistas de historia. Nada
de nada. Había pocas tiendas y las pocas que había te ofrecían ropa y cosas de cuero. Pero no
precisaba eso, quería unas buenas revistas de historia colombiana. Este tipo de revistas está repleto de datos y es una forma amena de conocer la historia
de un país. Tampoco había venta de DVD o B-Ray de filmes colombianos. Extraño.
Compré algo de música y dulce de guayaba, el cual pensaba traer a Trujillo a mi
retorno. Pensaba. El vuelo nuestro de conexión era Iberia, el cual salió
puntualmente, cerca de las 11 pm. El vuelo iba con muchos infantes y estas
distancias se vuelven fatigosas para niños y bebés. Algunos llantos cansaban a
todos los demás pasajeros, incluido yo. Vi varios filmes, pero viajar hacia Europa
es casi perder un día y quería adaptar mi reloj biológico para no sufrir
estragos del jet lag. Llegué a Barajas cerca de las 2.30 pm y comencé mis
trámites de conexión para mi vuelo a Lisboa. 03 de enero. Madrid me recibió con
frío, pero el aeropuerto es climatizado por lo que no tuve que usar ropa pesada,
la que tenía en mi maleta. Hice todos mis trámites en TAP, línea aérea
portuguesa. Pensé que iba a pagar por mi maleta, pero llevaba poco peso, por lo
que pasó con normalidad. Hice todos los trámites necesarios, pasar por
controles e irme a un restaurante a comer algo. Había comprado un boleto para
no tener premuras. María, mi esposa, estaba informada que ya estaba en Madrid, así como
Carmen Ortega, la amiga española en cuya casa iba a pasar mi última semana de
ese mes europeo. Compré algunas revistas para leer y tuve un percance en un
cajero automático: al marcar la clave al ver tantos posibles dígitos, marqué mi
DNI peruano, pero no era esa la clave a colocar. Felizmente fue un incidente
que se solucionó rápidamente al día siguiente en Lisboa. Usé mi tarjeta de
crédito para hacer algunas compras. Es la comodidad de interconectividad. El
vuelo estaba previsto que saliera de Barajas a las 7 pm hora local (Portugal
tiene una hora menos) y llegar un poco más de las 7 pm de Lisboa. Locuras del horario.
Iba a estar en el aire 12 minutos. Fantástico. Pero el vuelo no salió a su
hora, nos demoramos un poco más de 40 minutos, felizmente estaba conectado con
María para avisarle sobre este inconveniente. El vuelo salió con este retraso y
al llegar a Lisboa, nos dirigimos a la terminal en un bus que estuvo detenido
otros 15 minutos por una operación que estaban haciendo en la pista de aterrizaje.
Como llegamos rodeados de niebla, no pude contemplar el paisaje, no tenía la menor
idea de cómo era la geografía del lugar. Así llegamos a la terminal, recogí mi
maleta y me encontré con Maria y Soraia, quienes estaban en el aeropuerto para
recogerme. Nos fuimos a Benfica, a la casa departamento para instalarme por
estas dos semanas en la que iba a pasear por el norte y el sur del bello
Portugal.
María iba a ser una estupenda guía y me iba a mostrar lo más bello de su país y explorar sus lados gastronómicos increíbles que aún tengo en la memoria.
María iba a ser una estupenda guía y me iba a mostrar lo más bello de su país y explorar sus lados gastronómicos increíbles que aún tengo en la memoria.
El viernes 04 me levanté temprano (tenía el horario de
cabeza), desayunamos y fuimos a hacer algunas compras y sacar dinero (ver el
asunto de mi tarjeta), comprar un delicioso pan y unos pastelitos, ver la
iglesia del barrio y una reconstrucción de un local amplio en el cual había un laboratorio
y ahora es un centro artístico y biblioteca. Luego de arreglar algunas cosas
nos fuimos a ver el principio de la ciudad: el museo citadino. Este se halla en Palacio Pimenta y es toda una odisea la visita, pues descubrí que
según la leyenda fue Olísipus u Odiseo, quien fundó Lisboa en tiempos remotos,
durante la Grecia arcaica cuando la leyenda de la Odisea. Fascinante.
Aquí la
leyenda y la historia se abren para entender cómo la tradición y la leyenda
acompañan a la historia en su búsqueda de las raíces de una comunidad, de una
ciudad, de un lenguaje, de una tradición. Una pena que no pudimos visitar la
primera planta en la que se ubican las maquetas históricas que muestran la
evolución de la ciudad desde los tiempos prehistóricos (lo veré también en el
Convento de los Jerónimos), el terrible impacto que significó el terremoto de
1755, la reconstrucción del Marqués de Pombal, la ciudad nueva. Tuve, días
después, la oportunidad de ver esa gran obra de ingeniería que son sus dos
grandes puentes que unen a Lisboa con sus barrios separados por el río Tajo
(Tejo en portugués). Aquí dejo un par de datos del museo (http://www.museudelisboa.pt/equipamentos/palacio-pimenta.html)
y este es su página de Facebook. (https://www.facebook.com/museudelisboaEGEAC/)
Luego de esta visita, nos fuimos a la Plaza del Comercio (Praça do Comércio), que es una construcción post
terremoto, zona llamada anteriormente Terreiro do Paço (Terraza del Palacio),
bella plaza que tiene un puerto hacia las aguas del río Tejo. La vista es
extraordinaria y se observa las orillas y miradores que rodean a la ciudad.
Increíble pensar que este lugar fue arrasado por el maremoto que llegó luego
del terrible sismo de ese año. La plaza tiene el monumento ecuestre en homenaje
al rey José I. Aún coronaba la plaza un inmenso árbol navideño. En esta plaza, hay un reciente museo moderno en la Torreão do
Ponte (Torreón del Puente), el cual contiene una museografía de la ciudad y una
buena simulación del terrible sismo que le cambió el rostro a la ciudad, al
país, al mundo occidental y su fe en la razón. Terminada la visita nos fuimos a
tomar un café y comer un buen pastelito para el frío en el Café Martinho de
Arcada, que era frecuentado por Fernando Pessoa. (http://www.museudelisboa.pt/equipamentos/torreao-poente.html).
Cruzamos el Arco de Rua Augusta y atravesamos las calles hasta la Plaza de Pedro
IV para llegar a la estación de metro con el fin de retornar a casa. Una buena
visita para mi primer día en Lisboa. Aquí dejo un video sobre el terremoto de
Lisboa y sus consecuencias. (https://www.youtube.com/watch?v=fKigEJj3iVI).