Domingo 28 de julio. Fiestas Patrias. Como en 2023, nuevamente pasé las fiestas julias fuera del Perú. En el 2023, fue Argentina; ahora, Guatemala. La distancia es de 106 km. El señor del Hotel Nolasco había dado instrucciones para nuestros lugares de tal manera que fuéramos con comodidad, sobre todo yo por mi pierna. Y se cumplió con todo el pedido. Genial Habían quedado en recogernos a las 7 am. para poder llegar a Chichicastenango a tomar desayuno, pues toma un poco más de dos horas el viaje. Llegaron unos cuantos minutos después de las 7 de la mañana. La carretera que se toma es la Panamericana, la cual está en muy buen estado, es amplia y mantiene un tráfico intenso. Guatemala es un país densamente poblado, como casi todos los países centroamericanos. Cruzamos muchos pequeños pueblos en los que había intensa actividad por ser domingo, día de fiesta y de mercado. Las mujeres van con sus trajes y peinados típicos. La forma cómo las mujeres se peinan hacen recordar los peinados de las mujeres de Monsefú en Lambayeque (https://www.youtube.com/watch?v=eRvQCebHh5I). Llegamos casi a las 9 am. al Hotel Los Arcos en el cual tomamos desayuno. Sacábamos cuenta de que la vida es bastante cara para un guatemalteco por los precios de las comidas. Quizás para un viajero europeo no lo sea tanto, pero Carmen, César y Maria eran conscientes de que el estándar de vida es caro en general. Hay una fuerte migración y mucha gente vive (como en el Perú) de las remesas. Muchos han vivido o viven en USA y eso ha determinado, creo yo, el perfil social de este país: esto explicaría la cantidad de cadenas de comida rápida o chatarra en las ciudades guatemaltecas. Es inaudito: uno ve más Mc Donald que restaurantes típicos y una increíble cantidad de iglesias protestantes por todas partes: evangélicos, mormones, testigos de Jehová. En Perú las hay, pero no en la cantidad que hay en Guatemala. Quizás sean esas modas gringas que los emigrados han traído a su patria. Terminado nuestro desayuno, nos embarcamos al rito perpetuo de la sociedad de consumo: comprar.
Y nos fuimos al mercado que estaba a sólo media cuadra, el famoso mercado dominical de esta pequeña ciudad cuya fama ha cruzado fronteras (https://www.youtube.com/watch?v=LM_nCEQ_nAg, https://www.callejeandoporelplaneta.com/mercado-chichicastenango-guatemala-que-ver/). Así, nos adentramos en el monstruo. Nos habían advertido sobre nuestras cámaras y billeteras por la increíble cantidad de gente que se conglomeraba en las estrechas calles llenas de puestos donde te ofrecen de todo. Obviamente apuntamos a la artesanía. Guatemala tiene una gran producción artesanal como México, por ejemplo. Tienen excelentes trabajos en textiles, madera y barro (https://mundoguatemalteco.com/artesanias-guatemaltecas-historia-y-significado-detras-de-los-oficios-tradicionales/#google_vignette). Como habíamos ido como equipaje con una maleta de no más de 10 kilos, teníamos que priorizar. Por ejemplo, tuve que limitar mi gusto por los libros y, al final del viaje, sólo traería uno desde Panamá. Los cuatro nos hacíamos cuadraditos en nuestra cabeza para ver cómo podíamos llevar tanta belleza que veíamos por todas partes. Lo que no vi mucho era orfebrería (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/artesanias-guatemala/, https://www.youtube.com/watch?v=BOdN5I13tnM). Estuve en México en el 2000 en la ciudad de Metepec en la que hay una vasta tradición alfarera. Hay una producción increíble y traje algunos tesoros de esa visita. Pero en esos tiempos, no había tanta limitación con el peso. Por eso me traje un libro genial sobre la artesanía mexicana: Belleza y Poesía en el Arte Popular Mexicano del 1996, obra hecha nada más y nada menos que por Carlos Monsiváis, Fernando del Paso y José Emilio Pacheco. Esos libros son de colección y me hubiera gustado tener uno sobre este fabuloso mundo artesanal guatemalteco. He aquí les comparto un video que muestra el rico mundo artesanal de Metepec, donde compré un árbol lñuede la vida y un hermoso sol (https://www.youtube.com/watch?v=ZoLGctOUJmI). Una observación que tuvimos con Carmen era el hecho de que vimos pocos libros sobre la historia y arte de Guatemala. Vimos algunos en el Museo Popol Vuh y otros que hallaremos en una librería de Antigua a precios exorbitantes; pero lo usual sería ver en museos y lugares de visita claves una gran oferta de libros de arqueología (en Tikal, por ejemplo, no los había), arte e historia de un país tan rico en estos temas como lo es Guatemala. Pena. Sigamos con nuestra visita al mercado: todos fuimos viendo lo que nos interesaba. Por mi parte compré un bello nacimiento de madera tallada y pintada a la usanza quiché. Además, vi una serie de pequeños animales pintados en varios y vivos colores. Alucinante. Carmen compró un bello regalo para su hija Elisa, quien ama a los gatos. Le llevó un gato que evocaba el imaginario de animales fantásticos alados que se ven el filme Coco, esos que pueblan el mundo de los muertos. César y Maria también iban comprando artesanía y telas. En un momento Maria quería sacar plata y fue acompañada por César para ir a una casa de cambio que no estaba lejos de nuestro lugar. En esos momentos, Carmen y yo nos fuimos a la iglesia de Santo Tomás, donde íbamos a experimentar una de los momentos más emotivos de nuestro viaje.
Esta es una vieja iglesia en medio de la feria y en la que veremos rituales mayas y el culto católico, una apasionante muestra del sincretismo religioso, nunca mejor representado que lo puedes hallar en lugares donde hubo una fuerte tradición religiosa como Puno o Cusco, por ejemplo. Santo Tomás está pintada de blanco por fuera, pero por dentro es muy tenebrosa, oscurecida, no sólo pinturas e imágenes, sino algunas paredes por el humo perenne de las velas. En el interior no se pueden tomar fotos y hay que respetar esta norma. Aquí hay un video que nos da una idea de este alucinante espacio: https://www.youtube.com/watch?v=41EsI5ZnISo. Pero íbamos a ser testigo de algo que nos iba a conmover: el poder de la fe. Hombres y mujeres, de diversas edades, se acercan al altar principal de rodillas y luego retornan son dar las espaldas a la imagen central; rezan en voz alta en su lengua natal. No se inmutan por la presencia de extraños como nosotros: Absortos en su rezo, piden favores diversos. Vimos a una joven mujer con su bebé en brazos. La escena es poderosa y sólo te queda contemplar mientras oyes las voces clamando por algún favor, una cura, una buena cosecha. Tantas cosas. Guatemala es un país que sufrió una fuerte violencia de clases y hubo masacres contra los indígenas que, como en Perú, son analfabetos y pobres. Algunos comentan que en esta iglesia encontraron el Popol Vuh, el famoso libro en lengua maya que nos explica su cosmogonía (https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-popol-vuh-el-libro-sagrado-de-los-mayas). Pero la iglesia es una maravilla viva para la observación de la sociedad indígena guatemalteca (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/patrimonios/iglesia-parroquial-de-santo-tomas-en-chichicastenango/) (https://www.iglesiadelpilar.com.ar/iglesia-de-santo-tomas-chichicastenango/). Estuvimos un buen tiempo en esta iglesia, pues en medio del alboroto de lo que significa un mercado, este espacio es un remanso de tranquilidad. Al salir un policía me alertó por mi celular que estaba muy expuesto. Le agradecí y seguimos nuestro camino. Se nos “adhirieron” dos personas: una señora que trataba por todos los medios negociables de venderle a Maria una bonita tela y un niño muy vivaz a quien le pedimos que nos saque del mercado, luego de haber visitado la bonita Capilla del Calvario en el que sí vimos todo un ritual maya para el viaje, como nos explicó nuestro pequeño guía.
Al final le dimos una propina que utilizó para comprar fruta, sobre todo. Nos dirigimos nuevamente al hotel, puesto que era también el punto de partida de nuestro bus a Panajachel. Compré unas bonitas postales. César estaba muy interesado por unas máscaras, pues este hotel tenía una interesante colección; le gustó, pero el precio lo desanimó. Llegó nuestro bus en el que nos íbamos a Panajachel, nos íbamos al lago Atitlán, uno de los lugares más bellos del planeta, con sus tres volcanes y sus simpáticos poblados a orillas de sus aguas (https://www.visitcentroamerica.com/visitar/lago-atitlan-pueblos/, https://www.youtube.com/watch?v=-sco0cFMB3U). El bus llegó a la hora indicada y también nos habían reservado los lugares para ir cómodamente. Genial, buen servicio. Nos despedimos de nuestro pequeño guía y la señora que asediaba a Maria por fin logró venderle el tejido luego de varias negociaciones. En este trajín perdí uno de los bastones. El trayecto dura casi hora y media, contando que en varios pueblos había una animada feria que, felizmente, no bloqueaban el camino. Dormí un poco en el trayecto y a lo lejos vimos la laguna y sus volcanes. Esplendoroso. Llegamos a nuestro hotel: Jardines del Lago, una feliz elección (https://www.youtube.com/watch?v=Lp0hdegvwLs). El bus te deja en el mismo hotel. Nunca mejor servidos. Nos habían recomendado tomar una suerte de taxi desde el hotel mismo que tiene su embarcadero. Pero, nos dimos con la triste sorpresa de que sólo los paseos se hacían por la mañana. Nos comentaron luego que había habido un accidente con ahogados incluido; por esa razón, ya no se aventuraban hacer visitas pasadas las 3 pm. Este paseo te lleva por diversos pueblos como San Marcos o San Juan, sobre todo; es un paseo que te puede tomar por lo menos dos horas. Ni modo. Nos fuimos a almorzar y probé el ceviche guatemalteco, el cual tiene un sabor totalmente diferente al nuestro (https://www.youtube.com/watch?v=HwYxBJpddgI). Habíamos decidido regresar a Antigua al día siguiente para poder visitar la ciudad que se nos quedó en la “boca”. E íbamos a salir a las 9 am. Felizmente la chica del hotel nos sugirió ir en taxi a un pueblo cercano, Santa Catarina. Genial decisión. Arreglamos con las personas del hotel para alquilar un taxi e irnos a este pequeño pueblo que está también a orillas del lago. Iba a compensar nuestra visita frustrada a las otras pequeñas ciudades: https://atitlan.gt/pueblos/santa-catarina-palopo/.
Llegamos al poblado en medio de una fiesta medio religiosa, medio pagana. Estaban terminando la misa y luego la comunidad se reúne para informar o tomar acuerdos. Hablan tanto en castellano como en quiché. Una vez concluida la reunión, comenzó la fiesta. Carmen se acercó a uno de ellos para tomarle una foto y este, a cambio, le pidió cerveza, pero no sólo para él, sino para otros amigos: Carmen y yo unimos un pequeño capital para que estos chicos se tomen una foto con nosotros y luego se dedicaron al baile y la algazara. Eran los diablos masculinos y femeninos. Todo un espectáculo. Descendimos al embarcadero para ver los majestuosos volcanes y el lago; ya era casi las 6:30 pm.
Regresamos a Panajachel para descansar. No salimos por la noche (me hubiera gustado), pero mi pierna no me estaba dando tanta tregua. Al día siguiente, nos íbamos a Guatemala con una larga escala en Antigua.