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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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lunes, 2 de septiembre de 2024

NUEVAMENTE ANTIGUA (CRÓNICA DE VIAJE POR GUATEMALA 6)

 



Lunes 29 de julio. Nuevamente a Antigua. Habíamos visto que la rápida visita a Antigua iba a ser insuficiente para conocer algo de esta bella ciudad. Con tal motivo, decidimos regresar al día siguiente (el 29) a Antigua por la mañana para ver algo más de este lugar e ir por la noche a Guatemala. Habíamos conversado con el dueño del hotel Nolasco para comprar los pasajes de regreso desde Panajachel a las 9 am. Y, además, conversamos con Juan, el chico que nos llevó desde Guatemala dos días antes para que nos recoja desde Antigua por la noche, pues a esas horas el retorno por la autopista es más fluido y sin tanto problemas como los que habíamos experimentado dos días antes. Nos levantamos temprano para ir a tomar fotos a los volcanes y al lago. Belleza total. 




Y luego, nos fuimos a tomar un buen desayuno. Suculento buffet. Habíamos leído sobre una iglesia interesante no muy lejos de ahí: San Francisco de Asís. En un simpático mototaxi (sólo pueden circular en esas zonas) nos dirigimos al lugar, Maria se quedó en el hotel pues no estaba bien. Habíamos dejado todas las maletas listas, pues íbamos a estar con el tiempo apretado. La iglesia no estaba lejos de nuestro hotel. Esta tiene un gran frontis y es de color muy claro. El decorado es austero y tiene un interesante sistema para evitar que las velas vayan ennegreciendo las paredes y demás objetos del local, gracias a una interesante campana extractora (https://www.turismoreligioso.travel/turismo-religioso-en-el-mundo/iglesia-panajachel-historia/). 




Una vez terminada nuestra visita, nos fuimos al hotel a esperar la llegada del bus. Así nos íbamos de tan bello lugar sin haber visto los pueblitos aledaños (https://www.youtube.com/watch?v=OwJzz9earWY). Tal como sucedió con la ida, los sitios solicitados estaban reservados para nosotros: notable. Y en realidad tuvimos suerte, pues el aire acondicionado no estaba funcionando bien y los que iban atrás se quejaron luego. Íbamos 12 personas, algunos de los cuales iban a tomar otra unidad posteriormente para ir a Guatemala. Fuimos bordeando el lago Atitlán por un buen momento hasta que el chofer nos dio un gran regalo: como había sacado mi cámara para tomar fotos del bello paisaje que veía él me dijo que me esperase ya que iba a detenerse en un lugar que es un balcón de observación. Y así lo hizo: embelesados veíamos y comprobábamos por qué este lago es considerado uno de los bellos del mundo. Extraordinario.




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El trayecto a Antigua dura un poco más de dos horas por la vía que íbamos. Poco antes de llegar a nuestro destino, nos detuvimos en una estación de gasolina, lugar donde varios pasajeros que iban a Guatemala descenderían. Luego fuimos rápidamente a nuestro objetivo a través de una verdura increíble y una excelente carretera, envidia total. Antes de llegar a nuestra ciudad, la carretera estaba interrumpida por un evento y el chofer hizo una maniobra temeraria que nos dejó mudos a todos: dobló de repente y entró por una calle que era donde se encontraba nuestro hotel. El Señor Nolasco nos esperaba. Dejamos nuestras cosas, pues queríamos ir ver el Museo de Arte Colonial. Decidimos tomar un par de mototaxis, pero los muy pillos nos querían cobrar precios desorbitantes. César usó la aplicación de una compañía de taxis y la cosa fue diferente. Nos embarcamos y nos llevó hasta la plaza principal donde se halla el museo: estaba cerrado por ser lunes. Nuestra decepción fue mayúscula. Los museos públicos no abren el primer día hábil de la semana. Cólera. Nos fuimos a visitar las ruinas de la catedral, donde habíamos estado hacía dos días. Frente a este está el Museo de Arte Colonial que tampoco estaba abierto. La decepción iba creciendo. Felizmente los restos de la magnífica catedral calmaron mis caldeados ánimos. Lo interesante de este sitio es lo monumental de su construcción, así como sus catacumbas. Me hacía recordar a los restos de la iglesia de San Agustín en Zaña, en Lambayeque. 




Al salir nos indicaron de un lugar que no estaba en nuestros planes: los restos de la iglesia de Santo Domingo, El Grande. En esta visita, todas las frustraciones que habíamos experimentado a lo largo de nuestro viaje se iban a mitigar. Este espacio se ha convertido en un hotel de lujo y la empresa encargada ha creado un espacio que encierra, en realidad, cinco museos, a cuál más fascinante uno del otro (https://www.casasantodomingo.com.gt/es/). Los seis espacios que encierran obras artísticas e históricas importantes tienen acceso al público por el cual se paga un derecho que lo vale con creces. Primero se visita el museo de Platería y Orfebrería que reúne una serie de obras de plata y oro, muchas con incrustaciones de piedras preciosas de arte colonial religioso. Coronas, estandartes, medallas, cruces se ven en vidrieras con luz cenital. Está en el subsuelo. 



Al salir nos fuimos a ver los otros espacios: primero nos dirigimos a una sala de alfarería precolombina y, luego, a ver una excelente exposición: vidrio y barro, con obras también precolombinas y de arte moderno. En las vitrinas vemos piezas antiguas y modernas que se reúnen bajo un concepto, sea la naturaleza o un sentimiento. Es un espacio muy creativo y deja mucho a la imaginación del visitante.





De ahí pasamos a un espacio de arte moderno en el que hay esculturas y, sobre todo, pinturas de artistas contemporáneos guatemaltecos. Aquí vimos una exposición de una pintora guatemalteca, Magda Eunice Sánchez (https://20090056.wixsite.com/misitio-7/biograf%C3%ADa, https://losamigosdecervantes.com/galerias-magda-eunice-sanchez/).




Continuando con nuestra visita, nos dirigimos al espacio en que el que se ha rescatado el espacio para diversos ritos como bodas (lo usan para ese motivo). Hay un altar antiguo que ha sido intervenido y creado un espacio genial: me hizo recordar el uso especial que se dio al Teatro Municipal de Lima que sufrió un terrible incendio y que fue explotado para hacer obras de teatro entre las ruinas que daban un espacio especial. 


De ahí uno pasa a una sala en la que vemos pintura y escultura colonial, que tiene una muy buena colección de tallas y esculturas en madera de ese periodo histórico. No hay que olvidar que Guatemala fue un centro colonial prestigioso. Extraordinario rescate del lugar. 





Y para ir cerrando, uno se dirige a un espacio en el que vemos murales que alguna vez decoraron las paredes de este magnífico templo. La visita fue reconstituyente, con mucha información y buen gusto de haber rescatado un lugar que en otra parte del mundo hubiera sido demolido, como suele pasar en nuestro país. Y, en verdad, este espacio les ha dado buena fama a Antigua. Ese concepto es lo que se ve en toda esta ciudad. No se la tiraron abajo, sino rescataron esas bellezas arquitectónicas coloniales, resaltaron sus bellezas a través de sus heridas: es algo que podría hacerse en Zaña, por ejemplo. Pero, es un concepto que todos los ciudadanos deben hacerlo suyo, como lo hicieron los arequipeños en los años 70 del siglo pasado o en Cuenca, Ecuador. Otro de los detalles que vimos en toda Guatemala, en toda construcción, desde la más humilde hasta las pudientes, era el de los acabados: no vimos en parte alguna de este país paredes sin enlucir. Notable. Si los responsables de las municipalidades de nuestro país se diera una vuelta para ver cómo trabajan con el urbanismo, creo que algo se haría en nuestras ciudades que dan un aspecto feo, inacabado. Estábamos con hambre, pero decidimos visitar una iglesia más, pues nos iba quedando poco tiempo y, por lo regular, a las 5 pm cerraban algunos lugares de interés. Caminamos en dirección del siguiente objetivo: la esplendorosa iglesia de San Francisco, El Grande (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/patrimonios/iglesia-de-san-francisco-en-la-antigua-guatemala/). Esta iba a ser nuestra última visita del día y de Antigua. 





La iglesia no está en escombros, tiene un rico patrimonio (https://antiguaguatemala.info/arquitectura/san-francisco/); pero lo más notable es que aquí se encuentra la tumba del Hermano Pedro, quien fue canonizado por Juan Pablo II (https://mundochapin.com/2015/04/ruinas-museo-e-historias-de-caridad-del-hermano-pedro/26429/). Una vez terminada nuestra visita, fuimos a buscar algún restaurante para almorzar: ir a conocer otra iglesia hubiera sido insano. Por eso, pasamos al lado de los restos del Convento de Santa Clara y no le tomamos atención. Pero tras haber visto información de este lugar, me arrepentí. Ni modo (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/patrimonios/convento-de-santa-clara-en-la-antigua-guatemala/). 




Frente a estas ruinas, hay una fuente simpática que era usada en tiempos antiguos para lavar la ropa: Tanque La Unión (https://www.youtube.com/watch?v=dGl8P6SszRs). Llegamos a un simpático restaurante que nos atendió, aunque ya era casi pasadas las tres de la tarde: El Adobe (https://eladobe.gt/). Comimos bien, pedí un delicioso mondonguito. Ya satisfechos, salimos a recorrer el Parque Central que estaba a sólo dos cuadras. En el trayecto encontramos una librería la que comenzamos a husmear. Vimos con Carmen que los precios eran demasiado elevados. Había buenos libros, pero nos pareció demasiados caros. Sí logré comprar un mapa rutero de Guatemala (muy bueno) para poder ubicar espacialmente los lugartes que íbamos. Seguimos nuestro camino a la Plaza. Ya no había feria alguna, sólo la feria del libro usado. Nos fuimos caminando hacia el hotel, pues ya estábamos casi a la hora para que nuestro amigo Juan nos recoja del Hotel Nolasco. Nos recogió puntualmente, agradecimos la hospitalidad del Sr. Nolasco y partimos hacia Ciudad de Guatemala. El camino fue más tranquilo, la autopista no estaba tan cargada de tráfico por lo que llegamos en casi hora y media. Nos fuimos a nuestro departamento al que llegamos sin problemas. Por la noche salimos a cenar algo ligero y encontramos el lugar ideal: el San Martín. Decidimos ir a tomar desayuno a este lugar, pues abren desde temprano para los cientos de los oficinistas que trabajan en la Zona 10, plagado de hoteles, oficinas y tiendas. Al día siguiente recorremos varios lugares de esta bonita capital.




martes, 27 de agosto de 2024

LAGO ATITLÁN Y CHICHICASTENANGO, CORAZÓN GUATEMALTECO (CRÓNICA DE VIAJE GUATEMALA 5)

 



Domingo 28 de julio. Fiestas Patrias. Como en 2023, nuevamente pasé las fiestas julias fuera del Perú. En el 2023, fue Argentina; ahora, Guatemala. La distancia es de 106 km. El señor del Hotel Nolasco había dado instrucciones para nuestros lugares de tal manera que fuéramos con comodidad, sobre todo yo por mi pierna. Y se cumplió con todo el pedido. Genial Habían quedado en recogernos a las 7 am. para poder llegar a Chichicastenango a tomar desayuno, pues toma un poco más de dos horas el viaje. Llegaron unos cuantos minutos después de las 7 de la mañana. La carretera que se toma es la Panamericana, la cual está en muy buen estado, es amplia y mantiene un tráfico intenso. Guatemala es un país densamente poblado, como casi todos los países centroamericanos. Cruzamos muchos pequeños pueblos en los que había intensa actividad por ser domingo, día de fiesta y de mercado. Las mujeres van con sus trajes y peinados típicos. La forma cómo las mujeres se peinan hacen recordar los peinados de las mujeres de Monsefú en Lambayeque (https://www.youtube.com/watch?v=eRvQCebHh5I). Llegamos casi a las 9 am. al Hotel Los Arcos en el cual tomamos desayuno. Sacábamos cuenta de que la vida es bastante cara para un guatemalteco por los precios de las comidas. Quizás para un viajero europeo no lo sea tanto, pero Carmen, César y Maria eran conscientes de que el estándar de vida es caro en general. Hay una fuerte migración y mucha gente vive (como en el Perú) de las remesas. Muchos han vivido o viven en USA y eso ha determinado, creo yo, el perfil social de este país: esto explicaría la cantidad de cadenas de comida rápida o chatarra en las ciudades guatemaltecas. Es inaudito: uno ve más Mc Donald que restaurantes típicos y una increíble cantidad de iglesias protestantes por todas partes: evangélicos, mormones, testigos de Jehová. En Perú las hay, pero no en la cantidad que hay en Guatemala. Quizás sean esas modas gringas que los emigrados han traído a su patria. Terminado nuestro desayuno, nos embarcamos al rito perpetuo de la sociedad de consumo: comprar. 





Y nos fuimos al mercado que estaba a sólo media cuadra, el famoso mercado dominical de esta pequeña ciudad cuya fama ha cruzado fronteras (https://www.youtube.com/watch?v=LM_nCEQ_nAg, https://www.callejeandoporelplaneta.com/mercado-chichicastenango-guatemala-que-ver/). Así, nos adentramos en el monstruo. Nos habían advertido sobre nuestras cámaras y billeteras por la increíble cantidad de gente que se conglomeraba en las estrechas calles llenas de puestos donde te ofrecen de todo. Obviamente apuntamos a la artesanía. Guatemala tiene una gran producción artesanal como México, por ejemplo.  Tienen excelentes trabajos en textiles, madera y barro (https://mundoguatemalteco.com/artesanias-guatemaltecas-historia-y-significado-detras-de-los-oficios-tradicionales/#google_vignette). Como habíamos ido como equipaje con una maleta de no más de 10 kilos, teníamos que priorizar. Por ejemplo, tuve que limitar mi gusto por los libros y, al final del viaje, sólo traería uno desde Panamá. Los cuatro nos hacíamos cuadraditos en nuestra cabeza para ver cómo podíamos llevar tanta belleza que veíamos por todas partes. Lo que no vi mucho era orfebrería (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/artesanias-guatemala/, https://www.youtube.com/watch?v=BOdN5I13tnM). Estuve en México en el 2000 en la ciudad de Metepec en la que hay una vasta tradición alfarera. Hay una producción increíble y traje algunos tesoros de esa visita. Pero en esos tiempos, no había tanta limitación con el peso. Por eso me traje un libro genial sobre la artesanía mexicana: Belleza y Poesía en el Arte Popular Mexicano del 1996, obra hecha nada más y nada menos que por Carlos Monsiváis, Fernando del Paso y José Emilio Pacheco. Esos libros son de colección y me hubiera gustado tener uno sobre este fabuloso mundo artesanal guatemalteco. He aquí les comparto un video que muestra el rico mundo artesanal de Metepec, donde compré un árbol lñuede la vida y un hermoso sol (https://www.youtube.com/watch?v=ZoLGctOUJmI). Una observación que tuvimos con Carmen era el hecho de que vimos pocos libros sobre la historia y arte de Guatemala. Vimos algunos en el Museo Popol Vuh y otros que hallaremos en una librería de Antigua a precios exorbitantes; pero lo usual sería ver en museos y lugares de visita claves una gran oferta de libros de arqueología (en Tikal, por ejemplo, no los había), arte e historia de un país tan rico en estos temas como lo es Guatemala. Pena. Sigamos con nuestra visita al mercado: todos fuimos viendo lo que nos interesaba. Por mi parte compré un bello nacimiento de madera tallada y pintada a la usanza quiché. Además, vi una serie de pequeños animales pintados en varios y vivos colores. Alucinante. Carmen compró un bello regalo para su hija Elisa, quien ama a los gatos. Le llevó un gato que evocaba el imaginario de animales fantásticos alados que se ven el filme Coco, esos que pueblan el mundo de los muertos. César y Maria también iban comprando artesanía y telas. En un momento Maria quería sacar plata y fue acompañada por César para ir a una casa de cambio que no estaba lejos de nuestro lugar. En esos momentos, Carmen y yo nos fuimos a la iglesia de Santo Tomás, donde íbamos a experimentar una de los momentos más emotivos de nuestro viaje. 





Esta es una vieja iglesia en medio de la feria y en la que veremos rituales mayas y el culto católico, una apasionante muestra del sincretismo religioso, nunca mejor representado que lo puedes hallar en lugares donde hubo una fuerte tradición religiosa como Puno o Cusco, por ejemplo. Santo Tomás está pintada de blanco por fuera, pero por dentro es muy tenebrosa, oscurecida, no sólo pinturas e imágenes, sino algunas paredes por el humo perenne de las velas. En el interior no se pueden tomar fotos y hay que respetar esta norma. Aquí hay un video que nos da una idea de este alucinante espacio: https://www.youtube.com/watch?v=41EsI5ZnISo. Pero íbamos a ser testigo de algo que nos iba a conmover: el poder de la fe. Hombres y mujeres, de diversas edades, se acercan al altar principal de rodillas y luego retornan son dar las espaldas a la imagen central; rezan en voz alta en su lengua natal. No se inmutan por la presencia de extraños como nosotros: Absortos en su rezo, piden favores diversos. Vimos a una joven mujer con su bebé en brazos. La escena es poderosa y sólo te queda contemplar mientras oyes las voces clamando por algún favor, una cura, una buena cosecha. Tantas cosas. Guatemala es un país que sufrió una fuerte violencia de clases y hubo masacres contra los indígenas que, como en Perú, son analfabetos y pobres. Algunos comentan que en esta iglesia encontraron el Popol Vuh, el famoso libro en lengua maya que nos explica su cosmogonía (https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-popol-vuh-el-libro-sagrado-de-los-mayas). Pero la iglesia es una maravilla viva para la observación de la sociedad indígena guatemalteca (https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/patrimonios/iglesia-parroquial-de-santo-tomas-en-chichicastenango/) (https://www.iglesiadelpilar.com.ar/iglesia-de-santo-tomas-chichicastenango/). Estuvimos un buen tiempo en esta iglesia, pues en medio del alboroto de lo que significa un mercado, este espacio es un remanso de tranquilidad. Al salir un policía me alertó por mi celular que estaba muy expuesto. Le agradecí y seguimos nuestro camino. Se nos “adhirieron” dos personas: una señora que trataba por todos los medios negociables de venderle a Maria una bonita tela y un niño muy vivaz a quien le pedimos que nos saque del mercado, luego de haber visitado la bonita Capilla del Calvario en el que sí vimos todo un ritual maya para el viaje, como nos explicó nuestro pequeño guía. 





Al final le dimos una propina que utilizó para comprar fruta, sobre todo. Nos dirigimos nuevamente al hotel, puesto que era también el punto de partida de nuestro bus a Panajachel. Compré unas bonitas postales. César estaba muy interesado por unas máscaras, pues este hotel tenía una interesante colección; le gustó, pero el precio lo desanimó. Llegó nuestro bus en el que nos íbamos a Panajachel, nos íbamos al lago Atitlán, uno de los lugares más bellos del planeta, con sus tres volcanes y sus simpáticos poblados a orillas de sus aguas (https://www.visitcentroamerica.com/visitar/lago-atitlan-pueblos/, https://www.youtube.com/watch?v=-sco0cFMB3U). El bus llegó a la hora indicada y también nos habían reservado los lugares para ir cómodamente. Genial, buen servicio. Nos despedimos de nuestro pequeño guía y la señora que asediaba a Maria por fin logró venderle el tejido luego de varias negociaciones. En este trajín perdí uno de los bastones. El trayecto dura casi hora y media, contando que en varios pueblos había una animada feria que, felizmente, no bloqueaban el camino. Dormí un poco en el trayecto y a lo lejos vimos la laguna y sus volcanes. Esplendoroso. Llegamos a nuestro hotel: Jardines del Lago, una feliz elección (https://www.youtube.com/watch?v=Lp0hdegvwLs). El bus te deja en el mismo hotel. Nunca mejor servidos. Nos habían recomendado tomar una suerte de taxi desde el hotel mismo que tiene su embarcadero. Pero, nos dimos con la triste sorpresa de que sólo los paseos se hacían por la mañana. Nos comentaron luego que había habido un accidente con ahogados incluido; por esa razón, ya no se aventuraban hacer visitas pasadas las 3 pm. Este paseo te lleva por diversos pueblos como San Marcos o San Juan, sobre todo; es un paseo que te puede tomar por lo menos dos horas. Ni modo. Nos fuimos a almorzar y probé el ceviche guatemalteco, el cual tiene un sabor totalmente diferente al nuestro (https://www.youtube.com/watch?v=HwYxBJpddgI). Habíamos decidido regresar a Antigua al día siguiente para poder visitar la ciudad que se nos quedó en la “boca”. E íbamos a salir a las 9 am. Felizmente la chica del hotel nos sugirió ir en taxi a un pueblo cercano, Santa Catarina. Genial decisión. Arreglamos con las personas del hotel para alquilar un taxi e irnos a este pequeño pueblo que está también a orillas del lago. Iba a compensar nuestra visita frustrada a las otras pequeñas ciudades: https://atitlan.gt/pueblos/santa-catarina-palopo/.




Llegamos al poblado en medio de una fiesta medio religiosa, medio pagana. Estaban terminando la misa y luego la comunidad se reúne para informar o tomar acuerdos. Hablan tanto en castellano como en quiché. Una vez concluida la reunión, comenzó la fiesta. Carmen se acercó a uno de ellos para tomarle una foto y este, a cambio, le pidió cerveza, pero no sólo para él, sino para otros amigos: Carmen y yo unimos un pequeño capital para que estos chicos se tomen una foto con nosotros y luego se dedicaron al baile y la algazara. Eran los diablos masculinos y femeninos. Todo un espectáculo. Descendimos al embarcadero para ver los majestuosos volcanes y el lago; ya era casi las 6:30 pm.



Regresamos a Panajachel para descansar. No salimos por la noche (me hubiera gustado), pero mi pierna no me estaba dando tanta tregua. Al día siguiente, nos íbamos a Guatemala con una larga escala en Antigua.