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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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jueves, 9 de septiembre de 2021

PIURA NUEVAMENTE (CRÓNICA DE VIAJE)




Sábado 28 de agosto. Tras un viaje tranquilo desde Trujillo vía ITTSA, llegamos a Piura muy temprano. Habíamos viajado durmiendo en sus cómodos bus cama. Al llegar pude apreciar el interesante sistema vial que tiene la ciudad con numerosas vías a desnivel, algo aún impensado para Trujillo. Había llamado a mi amiga Vania Távara donde íbamos a pasar la primera noche para ordenar nuestras cosas y medir tiempos. Al grupo inicial se nos unía la directora de la Alianza Francesa de Chiclayo en esta nueva aventura que nos iba a llevar a la sierra de Piura: Ayabaca. En el año 1986 estuve en Canchaque y el 2000 fui a Huancabamba para hacer el viaje ritual a las lagunas de las Huaringas, viaje que quedará siempre en mi memoria. Era, pues, un tercer viaje a la sierra piurana, lugar que encierra novedades y bellezas. En el 2005 estuve en Poechos, pero eso no puede ser considerado sierra propiamente dicho. Piura es un departamento o región rico, poblado, con marcados contrastes, dos ríos generosos y peligrosos a la vez (el Piura y el Chira, este último con caudal todo el año), con una pujanza increíble pese al abrasador calor. Por otro lado, tiene el problema de la basura y los desechos que malogran sus ciudades, campos y carreteras; y un desorden urbano que caracteriza mucho a las ciudades costeras.

Una vez instalados, nos fuimos a tomar un opíparo desayuno al estilo piurano y a recoger la camioneta de alquiler que usaríamos por 3 días completos. Ya todos instalados en nuestra “casa rodante”, nos fuimos a Narihualá, nuestro primer objetivo. Retorno a este lugar luego de casi quince años. La primera vez había almorzado con un grupo de amigos en Catacaos y en un mototaxi nos fuimos a este lugar. Ya había el museo de sitio, pero el lugar estaba muy descuidado. Aquí están mis impresiones de entonces (https://elrincondeschultz.blogspot.com/2008/08/narihual.html). El sitio ha mejorado en cuanto a servicios y hubo varias personas visitando el lugar. El pequeño poblado ha mejorado en torno al monumento: hay un pequeño mercado de venta de recuerdos y miel, más otros productos que ofrecen a los turistas. Lo que sí no ha desaparecido es la mendicidad que vimos en la primera visita; siempre están los niños guías que se ofrecen para darte explicaciones del lugar. En el museo de sitio hay una interesante exposición de fotos antiguas reproducidas que muestran el lugar en los años 20 y 30, y diversas escenas que muestran cómo hilaban, cómo hacían la chicha, entre otras. En el edificio se ve una grieta causada por el último sismo que afectó a la zona (30 de julio); la museografía ha mejorado, pero un poco más de cartografía actual, maquetas o versiones en 3D serían ideales para poder tener una idea del lugar que está muy afectado por ser un conjunto de barro. Además, una página virtual sería ideal (no la hay, sólo información de horarios y entradas, pero no contenido específico). Entre los terribles Niños de siglos pasados (imagino qué daños habrá causado el del 2017), la destrucción humana (las personas usaban sus adobes para construir sus casas) y la expansión agrícola, más la erosión eólica, todo esto se ha confabulado contra este sitio arqueológico; pero ahí están las ruinas como mudos testigos de su esplendor. Luego iniciamos la visita al espacio en sí: hay una señalética más atractiva y el espacio ha sido cubierto para protegerlo de las lluvias y la inclemencia del sol abrasador que también juega su papel en la erosión. El conjunto es un grupo de terrazas, siendo la mayor la que tiene una capilla en la parte superior como una muestra de ¿extirpación de idolatrías? Ingresamos inicialmente a una explanada o patio ceremonial y, luego, hacemos el ascenso en dirección a la capilla. La vista desde esta parte superior es extraordinaria: tienes una vista del valle del río Piura en este sector. Imaginar cómo habrá sido este en tiempos prehispánicos con otros cultivos, otro idioma, otra cultura. La visita es rápida, pues las investigaciones no han avanzado mucho en descubrir más partes del conjunto. Lo que sí hay que resaltar es la cantidad de lechuzas que hay en el lugar, así como las dañinas palomas que con sus heces van dañando el lugar: otra forma de erosión. Aquí datos históricos del lugar: https://arqa.com/actualidad/colaboraciones/narihuala-principal-asentamiento-arquitectonico-de-la-cultura-tallan.html. Otro más:  https://turismoi.pe/arqueologia/sitio-arqueologico/fortaleza-de-narihuala.htm






Salimos del lugar para dirigirnos a Sechura, nuestra siguiente meta.

Piura tiene un interesante sistema vial en la costa. Tomé una ruta alternativa para llegar a la ciudad, siempre con un paisaje feraz, agricultura diversa y pequeños poblados agrícolas. Desde La Unión ingresamos por la ruta a Bellavista, La Rinconada y Llicuar hasta Sechura. Llegamos a nuestra meta para almorzar: el hambre apretaba. Pedimos información para ir a un buen lugar y nos metimos en calles estrechas, algunas difíciles de pasar: pero las chicas eran de armas tomar y movimos todo lo que se ponía en nuestro camino, ante el asombro y apatía de algunos lugareños (pena). Nos dieron el dato de un lugar: Los sabores de mi tierra. Buena elección. Un almuerzo como se debe. Habíamos dejado la camioneta cerca y decidimos dar un paseo en la plaza cuando me acerqué a la iglesia San Martín de Tours (con torres impresionantes). Y para sorpresa nuestra, ¡nos dejaron entrar! Es una iglesia con tanta historia, vinculada a Martínez de Compagnon y el Norte peruano (https://rpp.pe/peru/actualidad/piura-iglesia-san-martin-de-tours-es-parte-de-la-historia-de-sechura-noticia-542719?ref=rpp). La primera vez que fui a esta iglesia fue en 1984. Recuerdo que tomé un colectivo desde una Piura dañada por el Fenómeno del Niño del 82-83 y logré visitar su interior. Luego en 2008, regresé a la misma y logramos subir hasta el campanario. En el 2014, poco después de un sismo, con un grupo de amigos llegamos, pero el edificio estaba cerrado. Habían caído muchas partes de las cornisas y una de las torres estaba afectada. En esta oportunidad, todo el conjunto está siendo restaurado por una empresa minera (https://repositorio.cultura.gob.pe/bitstream/handle/CULTURA/695/RESTAURACI%c3%93N%20INGLESIA%20SAN%20MART%c3%8dN.pdf?sequence=1&isAllowed=y). Estuve tomando fotos a la portada y nos permitieron acceder al interior y vimos la restauración de altares (el altar mayor ya está acabado y el acceso a la sacristía muestra su belleza pictórica; además hay un conjunto de cuadros que representan el Vía Crucis con motivos de la zona: pobladores, formas de casas, paisajes (como se ve en la iglesia de Huanchaco también). Pero uno de los secretos que nos mostraron fueron las catacumbas en las que se han hallado túneles que conectan con diversos lugares estratégicos. No pudimos subir al campanario, pero la visita nos satisfizo un montón. Aquí datos de los túneles: http://gonzalo-elobservador.blogspot.com/2012/04/hallazgo-en-obra-municipal.html.







Salimos hacia la plaza principal en la que había una feria de productos del lugar. Pero queríamos a ver la playa cercana que la visité por primera vez en 2008: Chulliyache. Piura tiene un litoral fascinante. Ensenadas, bahías, algunas islas, playas extensas, aguas cálidas, deltas de ríos como el Chira o el Piura.  Algunas lagunas se formaron con el último mega Niño del 1997-98. Además, Sechura es el desierto más grande de Perú y es una gran depresión en algunas partes que encierran alturas por debajo del nivel del mar (Depresión de Sechura que está a -34 metros b.n.m.). Tiene varios manglares, no tan grandes como los de Tumbes, pero sí los últimos que se verán hasta llegar a las zonas verdes de Chile. La primera vez que fuimos a este lugar cruzamos unas lagunas que ahora son de oxidación (lástima) y que llevan carteles advirtiendo el peligro de estas aguas. Hace 15 años, las aguas eran transparentes y había muchas aves que buscaban peces o pequeños gusanos. Nos fuimos por el camino de trocha y cruzamos la entrada a los manglares del lugar (imagino que estarán contaminados con las aguas servidas). Así llegamos a Chulliyache, también conocida como Sechura la vieja, un pueblo fantasma que se sigue usando como balneario (https://rpp.pe/peru/actualidad/piura-chulliyachi-la-ciudad-fantasmapero-que-se-resiste-a-morir-noticia-557123?ref=rpp). Había varias personas en la playa; dejamos la camioneta y nos fuimos a caminar, disfrutar la arena, la brisa marina cargada de yodo y ver cómo se iba poniendo el sol. 





Pero no podíamos quedarnos mucho tiempo ahí, pues las chicas querían hacer sus compras en Catacaos: joyas o carteras. Retornamos por la “vía oficial” y llegamos cerca de las 7:00 a nuestro destino. La visita fue a la Calle Comercio, por obvias razones. Al final, fueron carteras de cuero lo que compraron las chicas. Felices. Regresamos a Piura y dejamos a las chicas en el Hotel Mango Verde (http://www.mangoverde.com.pe/) donde pasaron la única noche, pues al día siguiente nos íbamos a Ayabaca. Fuimos a casa de Vania a ducharnos y de ahí salimos a cenar todos al Tao. La noche piurana era increíble: un montón de gente que iba y venía a diversos lugares. Mucha crisis no se veía. Cenamos bien unos makis deliciosos y sangría de vino blanco para la noche fresca piurana. De ahí a dormir, pues salíamos temprano a nuestro nuevo destino.




domingo, 24 de enero de 2021

RESPONSABILIDADES ABRUMADORAS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 24 DE ENERO)

A uno le gustaría empezar una actividad, como el redactar un texto, con buena predisposición. Sin embargo, la presencia de tantos incidentes, cifras y noticias ligados a la pandemia lo hacen a uno cambiar de opinión en el camino. Por ejemplo, el mundo político con su campaña electoral daría tanto que hablar que uno podría escribir muchos artículos al respecto, entre alarmantes y jocosos, irónicos y reflexivos. O el Poder Judicial y sus sorprendentes liberaciones de personajes peligrosos. Pero no.

Círculos cercanos de amigos y experiencias personales me han llevado nuevamente a este asunto, que ya parece monotemático, único. La semana comenzó a fragmentárseme al leer los textos de diversos grupos de amigos y colegas de trabajo que informaban sobre el contagio de amigas y amigos que habían sido muy cautelosos en su quehacer. A estas alturas, puedo afirmar que no hay ningún chat colectivo en los que participo en el que no haya habido personas contaminadas, enfermas o fallecidas desde el inicio de la pandemia. En junio y julio del año pasado leía textos desesperanzados de familiares cuyos padres, hermanos o tíos habían caído enfermos y necesitaban urgente apoyo. O saber que algunos de ellos fallecieron. Y, de pronto, en estas últimas semanas se repite ese duro panorama. Dos buenos amigos están infectados y guardan su aislamiento de rigor. Un excolega de trabajo y su familia están en el hospital bajo observación. Mi madre que sigue un tratamiento por una dolencia tuvo que ser desplazada a un piso superior por la demanda de espacio para personas infectadas. Mi esposa me comenta que Portugal vive lo mismo y en los hospitales hay hileras de ambulancias esperando colocar a los enfermos. Ahora los jóvenes conforman el nuevo grupo de riesgo; cada día hay más infectados. Acabo de hablar con un exalumno mío que sale de su convalecencia. Estos datos no son de noticias elaboradas, son los que recibo de manera directa.

La gente pide no parar las actividades económicas. Nos tratamos de recuperar. Pero nuestros errores como sociedad nos han puesto en esta encrucijada. El debilitamiento del sistema de salud pública es uno de ellos y estamos pagando las consecuencias. Hay gente que pide que el sector privado asuma la entrega de vacunas. Si algún candidato ofrece esto, ese es el promotor de una estrategia terrible: genocidio. Vemos que no hay una receta social eficaz que contenga el avance de la pandemia hasta la fecha. Algunos datos preocupantes latinoamericanos:  Panamá, un país modelo de economía pujante: población 4´711 mil habitantes y 4,980 muertos por COVID. En otras palabras, un poco más de un muerto por cada 1000 habitantes; al igual que nuestro país en relación con el número de habitantes. Colombia y Argentina se dispararon. Ni hablar de Brasil o México. Y cada vez rodeados de irresponsables antivacunas o antimascarillas (hasta un candidato sale así en las entrevistas). La verdad, ¿la hay?

sábado, 21 de diciembre de 2019

ZAÑA Y HUACA RAJADA. PRONTO PAMPAGRANDE



Jueves 01 de agosto. Ya había hablado el día anterior con la agencia de autos de alquiler San José, servicio que hemos utilizado cuando hemos ido a Piura y también en Trujillo. Su central está en el aeropuerto internacional José Abelardo Quiñónez. Ya el hotel nos iba a asignar un lugar para dejar la camioneta (sí, mejor una camioneta) para las noches del jueves y viernes. Este es el vínculo para contactar y no es muy caro: https://rentacar3b.com.pe/?gclid=Cj0KCQiAuefvBRDXARIsAFEOQ9H-RS_QZy4y1odd5xwqCCRA-DFWQO8nNgDCNEr4rHI_l07Qyu8r7bMaAogjEALw_wcB. Fuimos al aeropuerto luego de nuestro desayuno para sacar el vehículo: el único problema era que no tenía apertura o clausura automática, así que teníamos que cerrar o abrir las puertas de manera manual. Pero la camioneta nos iba a ser de gran utilidad. Como visitas previas, decidimos de separar geográficamente las giras: hacia el sur y hacia el norte. Comenzamos por el Sur.
Antes de ir a Zaña, nuestro primer objetivo, fuimos a comprar algunos pertrechos como lo habíamos hecho en oportunidades anteriores cuando vinimos con Orietta y Maria, por ejemplo; o con Isabelle y Maria también. Compramos mucha fruta y agua, lo más importante. Aunque las condiciones de higiene han mejorado considerablemente y la calidad de los productos sí han progresado, incluso en la presentación de sus platos; pese a todo, siempre es bueno tomar medidas de prevención.






Una vez culminadas nuestras compras nos enrumbamos hacia el sur. La autopista se corta en ciertos tramos y es desesperante, pues el tráfico entre Trujillo y Chiclayo de transporte pesado (camiones y buses) es intenso. La salida de Chiclayo hasta Reque y un poco más allá puede ser una pesadilla a ciertas horas. La entrada o salida de Chiclayo (depende cómo la veamos) es muy estrecha y tiene un tráfico intenso agravado por la cantidad de mototaxis que pululan por la zona. Entre Reque hasta nuestro objetivo se atraviesa el desierto, el cual pronto será zona agrícola. No sé cómo harán con el relleno sanitario que se halla (o hallaba) en el medio de este tramo. Se ve una gran cantidad de bolsas de plástico que las lleva el viento. Chiclayo, así como todas las ciudades peruanas, tienen que luchar con su limpieza y ornatos públicos, los cuales no son tomados con mucha importancia por autoridades y la población. Pese a todo, llegamos a Nuevo Mocupe. Esta población la recuerdo fue totalmente inundada en el Niño de 1982-83. Fue devastador. Una amiga, Sissy Acha, tuvo que trabajar con los pobladores para que aceptasen unas viviendas hechas para apoyar a los pobladores damnificados por las inundaciones. Los pobladores no querían ocupar estas, ya que no reunían las expectativas de sus futuros pobladores. Los ingenieros tuvieron buenas intenciones, pero se olvidaron un punto importante: conocer el destinatario final. Los ingenieros pidieron a mi amiga, socióloga, que pudiese convencer a los pobladores de usarlas. Ella les comentó que su estrategia estaba totalmente equivocada y que habían empezado al revés. Las casas quedaron al abandono por años, hasta que nuevos pobladores llegaron. Recuerdo en muchos viajes pasados el carácter de desolación que el lugar daba; ahora es un pueblo pujante de agricultores. Más detalles de lo que fue ese terrible fenómeno: http://idesep.senamhi.gob.pe/portalidesep/idesep_tema_evento_el_nino_la_nina_nino_82_83.jsp. Este lugar es el cruce para Zaña y Cayaltí. Llegamos a Zaña un poco más de las 10 am. Nos fuimos director a ver las ruinas de la iglesia de La Merced, donde hay centro educativo que recibe apoyo del Gobierno español. Los restos de la iglesia necesitan urgente mantenimiento, no restauración. Es cierto que las ruinas están en propiedad privada; pero viendo en conjunto este complejo, la Región perdería una joya que puede generar muchos más ingresos que los que obtiene en ese estado e involucrar a más población del lugar. Una vez culminada la visita a estas ruinas, nos fuimos a las que quedan de la iglesia de San Francisco y la Catedral (o iglesia matriz). Primero fuimos a San Francisco o lo poco que va quedando de estos restos. Hay un arco de medio punto que queda cerca del altar mayor y lo interesante es ver las inscripciones que se encuentran en los restos de la portada lateral de esta iglesia. Una buena limpieza y hacer un empedrado para poder caminar por la zona sería una buena propuesta. Además, más información de estas iglesias que muestran que la zona era muy importante. Desde ahí nos fuimos a la iglesia Matriz, la cual ha sido protegida con unos aleros que afean mucho los restos. El día se pueda sacar toda esa tierra acumulada y hacer una buena investigación de todas las tumbas que se ubican en esta iglesia. La única es en la que se hallaba el cuerpo de San Antonio de Mogrovejo movilizada la investigación, quizá, más por criterio religioso que por criterios históricos o de otra índole. Este ensayo de Teodoro Hampe nos pueda dar una idea de lo grande que fue Zaña (http://www.revistaandinacbc.com/wp-content/uploads/2016/ra34/ra-34-2002-03.pdf).  Para ver la brutalidad de lo que este gran mega Niño, este texto nos da una mejor idea: https://www.academia.edu/11510290/EL_MEGANI%C3%91O_DE_1720_LA_INUNDACI%C3%93N_DE_ZA%C3%91A_Y_LAS_FALLAS_EN_LA_PLANIFICACI%C3%93N_DEL_USO_DE_LA_TIERRA?auto=download. Y terminamos nuestro periplo en Zaña visitando los restos del convento de San Agustín, el mejor preservado. Este ha sido intervenido y restaurado, pero necesita una limpieza en los muros, pues la humedad está afectando sus muros. Antes se solía subir al coro, en la actualidad esta zona permanece cerrada por seguridad. La iglesia tiene detalles interesantes que muestran, en general, cómo las demás iglesias que ahora yacen en ruinas estaban decoradas. La primera vez que estuve aquí en 1985 vi una tumba que mostraba unos restos con algunos trajes y solían enterrarlos con joyas. Espero que todos estos hallazgos estén a buen recaudo y puedan hacer un buen museo de la ciudad, recogiendo lápidas con las que cubrían estas tumbas y abrir las criptas. Hay tanto por hacer en Zaña.






Una vez concluida nuestra visita en Zaña nos fuimos en dirección de la ex hacienda Cayaltí. Esta tuvo entre sus turbios personajes a Héctor Becerril como un matón del grupo económico que compró las instalaciones industriales, grupo que tiene un pasado muy dudoso, grupo Oviedo, ligado al mundo del deporte (fútbol) y que se encuentra metido en muchos casos de corrupción. En una exposición fotográfica que se hizo a fines de año pasado en las instalaciones del Centro Cultural del Banco de la Nación, una de las colecciones expuestas se focalizó en el conflicto social desatado contra este consorcio y el nombre de Becerril aparecía en muros y pancartas de protesta. En realidad, no ingresamos a la población, pues hay un desvío en la carretera antes de entrar a la ciudad, es un camino de herradura bien tenido; este tiene tránsito permanente, desde mototaxis hasta camiones llevando caña de azúcar (nos cruzamos con uno). En el trayecto, nos encontramos con una pareja la cual llevamos para que no caminen el largo trecho que tenían por delante; además, nos indicaron el camino, pues no hay nada de señalética que te permita orientarte (según el mapa de Google, es el tramo 118). Llegamos a nuestra meta: el pueblo de Sipán. Este está no muy bien tenido; pese a todo el turismo que llega, las calles no están asfaltadas, pero cuenta con sistema eléctrico y alcantarillado. La relación con Walter Alva, el arqueólogo, y el poblado no es muy buena. Quizá ese sea el motivo por el cual el museo de Tumbas Reales no se construyó aquí. Pero ahora cuenta con un buen museo de sitio, pues la huaca tiene aún muchos entierros más para ofrecer. Luego del viejo y el joven Señor de Sipán que están en Lambayeque, aquí hay muchas tumbas desenterradas y sistemáticamente estudiadas que se exhiben al público y está la huaca misma. Nos dirigimos primero al museo, al cual iba por tercera vez en menos de cuatro años. Dejamos la camioneta en el exterior y pedí ver la carta del restaurante que está frente a la entrada del museo para que, al salir, almorcemos con calma. El museo es muy bueno, ahora ya estaba reparado el sistema de proyecciones que te representa las imágenes del dios iguana, dios que comunica con el inframundo. Tiene poca iluminación, pues la luz puede dañar los objetos y, además, te da la sensación de que estás entrando a las tumbas que se van a exhibir. La colección es buena y, con paciencia, te puede tomar una hora para recorrer todo. La información es vasta. Aquí la génesis del museo: https://www.youtube.com/watch?v=EAjv6SxZy4I.  Aquí más datos: http://journal.upao.edu.pe/Quingnam/article/view/737/683.
Luego de la visita, nos fuimos a almorzar. Tuvimos como compañeros a varios perros y aves que iban merodeando a la espera de un grano o algo que caiga al suelo. Las chicas dieron una vuelta a ver algún recuerdo para llevar a España. De ahí nos fuimos a la huaca en sí a ver las tumbas que se hallan en este lugar con simulaciones que nos muestran cómo eran enterrados estos dignatarios. Nos fuimos a una suerte de colina que es parte del complejo arqueológico. Hay una bonita vista del valle y las estribaciones andinas.
Al salir tomamos un camino que está muy mal tenido (huecos) para ir a Saltur, pero por desconocimiento debíamos de haber ido a la carretera pavimentada que corre paralela al río Chancay (la 116). Esta carretera nos llevó al lugar que será nuestro próximo objetivo: Pampagrande. Llegamos al lugar casi a las 5 pm. Desde lejos se ve el gran complejo arqueológico. Se puede dejar la camioneta y hacer una caminata, pero ya la hora nos ganaba. Sin embargo, teníamos registrado los datos. El retorno desde Pampagrande a Chiclayo fue rápido, bueno hasta la ex hacienda Pomalca. De ahí el tránsito es lento, penoso. Muchos vehículos que trasgreden las reglas de tráfico: buses, micros, mototaxis. Una real jungla. Felizmente íbamos en una gran camioneta que infundía respeto: una pena que las cosas funcionen así. Adela estaba aterrada, pero llegamos al hotel. No estaban acostumbrados aún a manejar clientes con vehículos, pues quería dejarlo ya para poder manejarnos a pie o en taxi. Tuve que esperar casi unos 10 minutos con un tráfico nada simpático. Felizmente el chico responsable llegó y me llevó al estacionamiento para dejar la camioneta.



Tras una buena ducha, nos fuimos al chifa China para comer algo ligero (una buena sopa) y contemplar los bellos jarrones. Luego nos fuimos a caminar hasta la Plaza de Armas y tuvimos la suerte de hallar la catedral abierta. Entramos y Adela entabló una conversación simpática con una señora feligresa. Dimos una vuelta a la plaza y bajamos por algunas calles a conocer más la ciudad. Al día siguiente nos íbamos al Norte.





domingo, 15 de diciembre de 2019

BRÜNING Y EL BUEN COMER, DOS ALMAS DE LAMBAYEQUE



Miércoles 31 de julio.  Ahora sí. Había comprado ya los boletos para irnos a Chiclayo con Carmen y su hermana Adela. Nos fuimos en EMTRAFESA, una línea que tiene todas las posibilidades de ser una buena empresa, pero su servicio deja mucho por desear. Además, el viaje ahora se hace bastante largo. Lo bueno es que habíamos reservado un hotel muy cerca del terminal de bus en plena avenida Balta: el hotel Ottavis. Como fuimos ligeros de equipaje, solo nos bastó caminar a nuestro destino. Una vez acomodados en nuestras habitaciones, nos fuimos a almorzar a Lambayeque y visitar el museo Brüning. La ida fue relativamente tranquila, pero el retorno iba a ser otro cantar. Le pedimos a nuestro taxista que nos lleve al restaurante El Pacífico, donde hay una buena selección de platos y los hacen para el gusto de muchos turistas que llegan a Lambayeque a visitar sus buenos dos museos: no los condimentan mucho, ni los hacen muy picantes. Lo bueno (y veo que ya se ha establecido en muchas cartas de diversos restaurantes típcios) es pedir platos llamados rondas en el que tiene casi una muestra variada de la cocina de la Región (https://es.foursquare.com/v/el-pac%C3%ADfico/4d1f81add7b0b1f76d460d9f). Tiene buenas opiniones en páginas de viajeros y los precios son módicos. (https://www.tripadvisor.com.pe/ShowUserReviews-g1926372-d6966971-r268748565-El_Pacifico_Lambayeque-Lambayeque_Lambayeque_Region.html).

Una vez culminado nuestro opíparo almuerzo, nos fuimos a visitar al museo que se halla a dos cuadras. Lo interesante de este museo son sus exposiciones itinerantes y su galería de objetos de orfebrería. En mi época de coleccionista de estampillas conocí muchas piezas de filigrana moche, vicús y chimú que luego vería en estas urnas. El museo acoge los restos e investigaciones de la dama de Chornancap, cuyo descubrimiento, como el de la dama de Cao, han tenido que cambiar los datos que se manejaban en la historia de nuestro país: las mujeres eran poderosas y ostentaban este como lo hicieron los antiguos líderes del Perú precolombino. Aquí más datos: https://arqueologiadelperu.com/la-primera-sacerdotisa-de-la-cultura-lambayeque/. Imagino que el museo está acogiendo esta exposición y creo que va a pasar lo mismo con todo lo que sucedió con el señor de Sipán, cuyos restos y su ajuar se expuso por un par de años en este museo hasta que se construyó el museo definitivo de Tumbas Reales. El museo de sitio del complejo Chotuna Chornancap tomará todavía un buen tiempo para construirlo, pero promete ser un de gran calidad como lo son Tumbas Reales, Túcume, Huaca Rajada y Sipán. Desde el punto de vista museístico y arqueológico, Lambayeque es un paraíso. El mismo Heinrich Brüning, alemán, ingeniero de profesión, quien trabajaba en zonas de industrialización azucarera, quedó fascinado por los restos arqueológicos a lo largo costa peruana. Vio Chan Chan, cuando trabajaba para la hacienda Laredo y se instaló por décadas en Puerto Eten. Hizo un trabajo sistemático de estas culturas, leyendo crónicas, registrando todo: combinó su estudio sistemático propio de las ciencias, así como la creatividad para poder articular vacíos que hallaba con sus nuevos descubrimientos para darles sentido de un rico pasado que recién se está abriendo, ahora, en todo su esplendor. El museo es una extensión de su paciente labor y, además, nos dejó cientos de fotografías y rollos (que se hallan en Berlín) en los que registró la lengua muchic, actualmente extinta y de la que tenemos topografía y toponimia, como vocabulario hablado con el español actual. Brüning escribió diversos trabajos reunidos con el título de Lambayeque, Estudios Monográficos. La primera es de 1922 y se hizo una muy interesante en 1989, desde el facsímil de la primera; esta reimpresión fue editada por James Vreeland, Jr. Y bajo el auspicio de la Cervecería del Norte y publicado en Monsefú, uno de los pueblos queridos por Brüning. Es necesario contar con cuenta Scribd. (https://es.scribd.com/document/273878794/Lambayeque-Estudios-Monograficos-de-Enrique-Bruning). Tiene muy interesantes fotografías del autor y hay palabras reflexivas de Juan Mejía Baca, chiclayano de nacimiento. Una última edición prologada por el arqueólogo Walter Alva la hizo la Biblioteca Abraham Valdelomar en 2012 y es más fácil hallarlo en grandes librerías como SBS, donde la compré. Aquí el enlace: http://www.librosperuanos.com/libros/detalle/14796/Lambayeque. El estudio de Brüning puede haber sido superado por los avances de la arqueología, la lingüística, la topografía; pero es un testimonio valioso de nuestro pasado y que no deja de asombrarnos. Las personas mayores que lo leen comienzan a identificar esos lugares que ya están cayendo en el olvido; pero que, gracias a la arqueología, amarrada a la educación y al turismo, están trayendo a la memoria.  






Una vez culminada nuestra visita, nos fuimos a buscar un lugar donde tomar un buen café. Buscamos la casa Descalzi, pero ya estaban cerrando. Los dueños de manea amable nos sugirieron otro lugar por ahí, pero no estaba abierto aún. Entonces decidimos retornar a Chiclayo. Nos fuimos por la Plaza de Armas hasta el paradero, pero en nuestro camino se plantó un auto delante de nosotros y ofreció sus servicios de taxi. El precio fue acordado y nos embarcamos. Fue tremenda odisea. Tal como había comentado líneas arriba, la avenida-carretera que une Chiclayo con Lambayeque estaba con un canal en reparación creando embotellamientos terribles, habida cuenta que aquí es el paraíso de los autos suicidas y los insoportables mototaxis. Nuestro chofer no tuvo la más peregrina idea que ir por la berma sin asfaltar de la vía opuesta. El tráfico era una locura y no había policías de tránsito apoyando para contener esta locura en la que había no solo autos pequeños o camionetas, sino autobuses, puesto que es la ruta de ingreso de unidades que vienen de Piura, Máncora y Tumbes. La locura. Esta sería una advertencia que iba a tomar en cuenta para evitar este infierno en dos días cuando con la camioneta alquilada haríamos el trayecto por Ferreñafe y el Norte.
Llegamos a Chiclayo, hasta la Plazuela Elías Aguirre. El tráfico en esta ciudad es terrible. Las calles estrechas y la imprudencia de muchos choferes hacen una pesadilla para cualquier conductor foráneo. Se respetan poco las reglas y muchos vehículos pequeños como ticos o mototaxis se meten por lugares generando un caos inimaginable. Es un punto oscuro para una ciudad con tan buen potencial turístico y que recibe vuelos internacionales. Decidimos bajar del taxi para evitar la penosa espera de un tránsito que iba lentamente, más rápido iba a ser nuestra caminata. Y fue una feliz decisión, pues nos encontramos con un nuevo café en la calle Elías Aguirre: Expresso 414. Buenos café y jugos de estación, tentadores postres. Comer es una delicia en Chiclayo.
Nos fuimos a nuestro hotel para descansar e ir a cenar a un chifa, algo ligero para una noche. Al día siguiente nos íbamos a Zaña, al Sur de Chiclayo.