Por mucho tiempo, los mensajes
que tenían contenido específico sobre el terrorismo en nuestro país se habían
circunscrito a un movimiento sedicioso que causó toda una serie de
acontecimientos luctuosos contra la sociedad peruana. Este terrorismo ligado a
dos movimientos políticos, el MRTA y, sobre todo, Sendero Luminoso (SL), generó una
serie de cambios en nuestra sociedad, socavando el orden político de entonces y
generando pérdidas económicas y, peor, humanas. La sociedad los fue denominando
y masificando gracias a los medios de comunicación con cierta terminología: terrucos, terruqueo, terruquear. El terrorismo ejercido por SL caló en el imaginario de nuestras
generaciones; esto fue hábilmente manipulado posteriormente de tal manera que
la palabra en sí se delimitó a SL y sus seguidores, y se extendieron aviesamente
hacia otras formas sociales y políticas como la protesta o las luchas
reivindicativas que realiza cualquier sociedad. Craso error. La historia nos ha
demostrado que el terrorismo se abraza a aquellas manifestaciones que explotan
temores sociales, se enquista en la ignorancia de la gente y se vale de la
democracia para usar sus mecanismos, avanzar en estas reglas de juego y,
posteriormente, socavarla desde sus raíces. El caso del nazismo es un
lamentable ejemplo: fue un movimiento político de extrema derecha, xenófobo,
populista, violento, nacionalista hasta llegar al chauvinismo; llegó al poder y
el resto es historia. Así pululan estos extremismos que cubren el espectro
político desde la izquierda hasta la derecha políticas. Se convierten en
partidos políticos, buscan adeptos y hacen alianzas: el Movadef es tan
peligroso como esa alianza de Fuerza Popular con Vox. Como decía Robert Muchembled en su
libro “Historia del diablo”: “todas las formas de monopolio del pensamiento
rechazan completamente al adversario, no sin atribuirle un carácter diabólico
de paso”. Explica cómo se construye la imagen de lo diabólico, construcción que
puede aplicarse tranquilamente a cualquier ideología extremista en su visión de
los otros; él lo explica como “un fenómeno colectivo muy real producido por los
múltiples canales culturales”. Más aún: “es una suerte de maquinaria oculta
bajo la superficie de las cosas, poderosamente activa, porque crea sistemas de
explicación y motiva tanto las acciones individuales como los comportamientos
de grupo”. Así para los terroristas, los demás somos una suerte de diablo que
hay que atacar, derrotar y extinguir. Por eso, se recurre a toda suerte de
estrategias en las que los mismos medios de comunicación sesgados ayudan a
construir demonios donde no los hay. Ahora, sobre todo, hay que estar atentos.
Este espacio ha sido creado por Gerardo Cailloma con el fin de difundir mis ideas y poder compartir con el que esté interesado temas sobre cine, música, educación, viajes, literatura y todo aquella diletancia que produzca placer estético (como el buen comer)
Datos personales
- Gerardo Cailloma
- Trujillo, La Libertad, Peru
- Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 3 de octubre de 2021
TERRORISMO(S) (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 03 DE OCTUBRE)
domingo, 7 de octubre de 2018
TURBIAS ELECCIONES (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO 07 DE OCTUBRE TRUJILLO)
Hoy es un día decisivo para
nuestro país. Millones de peruanos nos vamos a las urnas a depositar nuestros
votos para elegir cientos de alcaldes municipales y distritales a lo largo de la
nación, de los cuales 83 distritos electorales corresponden a la Región La
Libertad representando igual número de plazas a ser copadas este domingo.
A lo largo del siglo XX y el
actual, los procesos electorales han experimentado entornos interesantes. Por
ejemplo, durante el siglo XX, hemos tenido 15 gobiernos centrales elegidos por
votación popular; 5, por el Congreso; y 11, por golpe de estado. Durante la
presencia de gobiernos irregulares (golpe de estado) de larga duración, los
procesos electorales municipales se suspendieron hasta el retorno de la
democracia formal en 1980. Desde entonces, estas elecciones han tenido diversos
contextos históricos. Para los mayores de 40, aún se recuerdan las masacres de
autoridades electas en pequeños y medianos poblados de la sierra peruana en
manos de Sendero Luminoso, o en la selva por acciones del MRTA. Incluso en la
locura que fueron los años 80, hubo más de una autoridad electa que fue
torturada o desaparecida por las fuerzas del orden por errada asociación de
estos mandos ediles con los movimientos sediciosos. Ser autoridad, (alcalde, prefecto) en esos
lejanos pueblos significaba una muerte segura. La aparición rampante de nuevas variables
ha transformado el rostro edil en muchas ciudades peruanas en las que el
narcotráfico operaba y opera de manera abierta, ejerciendo diversas formas de
control, entre ellas las alcaldías y regidurías. Fuera de esto, el retorno a la democracia
formal desde los 80 experimenta cambios que alterarán paulatinamente estos
procesos, por ejemplos, las campañas de los candidatos: muchas de estas se
vuelven una verdadera muestra de clientelaje abierto con regalos (sobre todo,
alimentos de primera necesidad) acompañados de promesas (muchas de las cuales,
como de costumbre, no se cumplen) para las personas o sus comunidades, como
carreteras, postas médicas, hospitales y, las más de las veces, plazas de toros
o losas deportivas. Pan y circo. Los cierres de campaña se han ido convirtiendo
en una fiesta ramplona y estruendosa en la que desfilan grupos musicales,
vedettes, futbolistas, personajes de la farándula. Circo puro. El pan viene en
táper.
Las elecciones 2018, aunque no
han variado en su accionar, sí se han visto afectadas por todos los destapes
suscitados desde julio de este año. La deshonestidad y cinismo político han
generado una ola de escepticismo entre muchas personas que ven a muchos candidatos
más ocupados por sus intereses personales que de los de la comuna. Una campaña
suntuosa genera muchas dudas y conclusiones lapidarias: el candidato entra para
recuperar su inversión y robar a mano libre. Los candidatos no han podido distanciarse
de los políticos que pueblan el Congreso peruano, tan venido a menos en las
últimas semanas. Tenemos la palabra y también el poder.
lunes, 11 de septiembre de 2017
MALOS EJEMPLOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DOMINGO 10 DE SETIEMBRE EN DIARIO CORREO DE TRUJILLO)
Culminada la huelga docente,
uno comienza a sacar conclusiones de errores y aciertos de la misma. Uno puede
pensar que estos cambios tendrán repercusión en nuestra sociedad. Sin embargo,
otros hechos tienen más alcance en la sociedad, muchos de los cuales no se les
da el verdadero valor de la profunda influencia que va a tener sobre una
población tan sensible como la juvenil o la infantil. Cierto es que la
huelga docente va a repercutir en estos segmentos, pero otros eventos están causando
más impacto sobre ellos. Y no positivos, por cierto.
El primero se vincula a la
situación extrañamente privilegiada de la joven mediática venezolana Korina
Rivadeneira, a la que muchos medios de farándula la convirtieron en su
comidilla y heroína. Esta circunstancia ha sido una ofensa a muchos de sus
compatriotas y al público en general por la forma cómo la misma ha aprovechado
su condición. El desarrollo de los acontecimientos ha dado al trasto con todo
aquello que se quiere forjar en una juventud y niñez cada vez más carente de
ideales y de metas positivas. La situación mediática tiene más impacto que
planes anuales, sesiones de aprendizaje, capacitaciones docentes, el largo
etcétera del proceso educativo. Aún los medios no asumen (o no quieren hacerlo)
la responsabilidad de este pilar neurálgico de cualquier sociedad.
El segundo está ligado a la última
semana bastante movida con la liberación de Maritza Garrido Lecca, una
bailarina de la sociedad limeña, que fue enviada a prisión por su apoyo y acogimiento
a Abimael Guzmán y varios cabecillas de Sendero Luminoso. Para muchos jóvenes y
menos para los niños, los nombres de los personajes y movimientos de esta lúgubre
historia les son completamente desconocidos. La juventud y niñez actual, movida
por el consumo, la inmediatez y la frivolidad, desconocen la aciaga historia
que nos tocó vivir. En su inmadurez gratuita, producto de los años 90 y de este
siglo, no se permiten crear espacios de reflexión de los momentos que, pese al
desarrollo económico, no han cambiado mucho en su esencia. De ahí se puede
entender movimientos como Movadef en la sociedad peruana. El sentido “práctico”
de la educación que se quiere impartir ha creado a niños y jóvenes prácticos,
egoístas, aislados, frívolos, incultos y sobreprotegidos con derechos de
clientes y nada de responsabilidades de estudiantes. Los valores para ellos son
personajes cuestionables de farándula o del deporte más ligados al escándalo
que a actividades edificantes. Y todo ello con el apoyo mediático creado en los
90 bajo el fujimorato de la prensa amarilla, los medios chichas y las cortinas
de humo televisivas.
Así, con esta
realidad cotidiana, buenos padres de familia que inculcan deberes a sus hijos o
buenos profesores que tratan de desarrollar el espíritu crítico en sus
estudiantes chocan con una gran muralla de intereses torcidos en la que se ha
convertido la sociedad peruana de las últimas décadasdomingo, 4 de septiembre de 2016
RESTAÑANDO HERIDAS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 04 DE SEPTIEMBRE)
Esta última semana fui testigo de dos
eventos que se enmarcan en esas décadas de guerra interna (1980 – 2000): la
presentación del libro Señor Cioran de Luis Eduardo García y la sentencia
dictada a los autores de la masacre de Accomarca hace 31 años.
Luego del retorno de la democracia formal
en nuestro país con la elección de
Fernando Belaunde, un movimiento sedicioso llamado Sendero Luminoso hacía
pública su presencia ante la comunidad peruana con la famosa quema de ánforas en un pequeño pueblo llamado
Chuschi un 17 de mayo de 1980. Para los que íbamos, por esos años, a diversas
universidades nacionales o privadas en diferentes partes del país, este
movimiento clandestino ya era conocido en los pasadizos y en las elecciones de
Centros Federados o de representantes por aula. Lo digo por experiencia propia.
Pero nadie les dio la debida importancia sobre sus oscuras intenciones: dar el
gran salto. Diversos autores intelectuales, entre historiadores, antropólogos,
sociólogos y periodistas, han tratado de hallar explicaciones para este
movimiento al cual Simon Strong denominó “el movimiento subversivo más letal
del mundo” (HarperCollins Publishers, 1992); los trabajos de Carlos Iván
Degregori (El surgimiento de Sendero Luminoso, 1990) y Gustavo Gorriti
(Sendero, historia de la guerrilla milenaria en el Perú, 1990) son libros
obligados que todo peruano debe de leer y debe de incluirse como tema a ser
estudiado en las aulas por nuestra niñez y juventud a pedido de muchos
educadores. No solo la academia abordó este periodo oscuro de nuestra historia;
el arte ha ido más lejos. Muchos artistas, por su vena social, fueron
confundidos como terroristas. Cuando Juan Acevedo y su famoso Cuy aparecían
entonces en el Diario Marka, o los diversos dibujantes y escritores bajo la
batuta de Nicolás Yerovi publicaban Monos y Monadas, solo esperábamos que la
censura o la prisión no fuesen el destino de alguno de ellos. O quizá una
bomba. Dura fue la experiencia de Francisco Lombardi y toda su gente para filmar
La boca del lobo; tuvieron todas las trabas posibles en un año tan duro (1987)
para que sea rodada en las sierras de Tacna. Los excesos se cometían por todos
los frentes
No hubo peruano o familia que no haya sido
tocado por este periodo. Muertos, exiliados, clandestinos, desterrados, aterrados por coches bombas y por una inflación galopante, corrupción y
desgobierno. La mayoría tenía sed de venganza; por eso se aceptó todo lo que
vino con el Fujimorato, el cáncer que destruyó instituciones íntegras que se
tenían por sólidas e impolutas. Muchas personas canalizaron inadecuadamente esos
demonios que los peruanos aún no hemos exorcizado. La CVR presidida por Salomón
Lerner dio pautas y líneas para que el Perú oficial y su sociedad comiencen a
abordarlos con criterios de justicia para que en cada uno de nosotros comience a restañarse esas heridas que quedan en nuestra psique social.
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