Hoy es un día decisivo para
nuestro país. Millones de peruanos nos vamos a las urnas a depositar nuestros
votos para elegir cientos de alcaldes municipales y distritales a lo largo de la
nación, de los cuales 83 distritos electorales corresponden a la Región La
Libertad representando igual número de plazas a ser copadas este domingo.
A lo largo del siglo XX y el
actual, los procesos electorales han experimentado entornos interesantes. Por
ejemplo, durante el siglo XX, hemos tenido 15 gobiernos centrales elegidos por
votación popular; 5, por el Congreso; y 11, por golpe de estado. Durante la
presencia de gobiernos irregulares (golpe de estado) de larga duración, los
procesos electorales municipales se suspendieron hasta el retorno de la
democracia formal en 1980. Desde entonces, estas elecciones han tenido diversos
contextos históricos. Para los mayores de 40, aún se recuerdan las masacres de
autoridades electas en pequeños y medianos poblados de la sierra peruana en
manos de Sendero Luminoso, o en la selva por acciones del MRTA. Incluso en la
locura que fueron los años 80, hubo más de una autoridad electa que fue
torturada o desaparecida por las fuerzas del orden por errada asociación de
estos mandos ediles con los movimientos sediciosos. Ser autoridad, (alcalde, prefecto) en esos
lejanos pueblos significaba una muerte segura. La aparición rampante de nuevas variables
ha transformado el rostro edil en muchas ciudades peruanas en las que el
narcotráfico operaba y opera de manera abierta, ejerciendo diversas formas de
control, entre ellas las alcaldías y regidurías. Fuera de esto, el retorno a la democracia
formal desde los 80 experimenta cambios que alterarán paulatinamente estos
procesos, por ejemplos, las campañas de los candidatos: muchas de estas se
vuelven una verdadera muestra de clientelaje abierto con regalos (sobre todo,
alimentos de primera necesidad) acompañados de promesas (muchas de las cuales,
como de costumbre, no se cumplen) para las personas o sus comunidades, como
carreteras, postas médicas, hospitales y, las más de las veces, plazas de toros
o losas deportivas. Pan y circo. Los cierres de campaña se han ido convirtiendo
en una fiesta ramplona y estruendosa en la que desfilan grupos musicales,
vedettes, futbolistas, personajes de la farándula. Circo puro. El pan viene en
táper.
Las elecciones 2018, aunque no
han variado en su accionar, sí se han visto afectadas por todos los destapes
suscitados desde julio de este año. La deshonestidad y cinismo político han
generado una ola de escepticismo entre muchas personas que ven a muchos candidatos
más ocupados por sus intereses personales que de los de la comuna. Una campaña
suntuosa genera muchas dudas y conclusiones lapidarias: el candidato entra para
recuperar su inversión y robar a mano libre. Los candidatos no han podido distanciarse
de los políticos que pueblan el Congreso peruano, tan venido a menos en las
últimas semanas. Tenemos la palabra y también el poder.