Culminada la huelga docente,
uno comienza a sacar conclusiones de errores y aciertos de la misma. Uno puede
pensar que estos cambios tendrán repercusión en nuestra sociedad. Sin embargo,
otros hechos tienen más alcance en la sociedad, muchos de los cuales no se les
da el verdadero valor de la profunda influencia que va a tener sobre una
población tan sensible como la juvenil o la infantil. Cierto es que la
huelga docente va a repercutir en estos segmentos, pero otros eventos están causando
más impacto sobre ellos. Y no positivos, por cierto.
El primero se vincula a la
situación extrañamente privilegiada de la joven mediática venezolana Korina
Rivadeneira, a la que muchos medios de farándula la convirtieron en su
comidilla y heroína. Esta circunstancia ha sido una ofensa a muchos de sus
compatriotas y al público en general por la forma cómo la misma ha aprovechado
su condición. El desarrollo de los acontecimientos ha dado al trasto con todo
aquello que se quiere forjar en una juventud y niñez cada vez más carente de
ideales y de metas positivas. La situación mediática tiene más impacto que
planes anuales, sesiones de aprendizaje, capacitaciones docentes, el largo
etcétera del proceso educativo. Aún los medios no asumen (o no quieren hacerlo)
la responsabilidad de este pilar neurálgico de cualquier sociedad.
El segundo está ligado a la última
semana bastante movida con la liberación de Maritza Garrido Lecca, una
bailarina de la sociedad limeña, que fue enviada a prisión por su apoyo y acogimiento
a Abimael Guzmán y varios cabecillas de Sendero Luminoso. Para muchos jóvenes y
menos para los niños, los nombres de los personajes y movimientos de esta lúgubre
historia les son completamente desconocidos. La juventud y niñez actual, movida
por el consumo, la inmediatez y la frivolidad, desconocen la aciaga historia
que nos tocó vivir. En su inmadurez gratuita, producto de los años 90 y de este
siglo, no se permiten crear espacios de reflexión de los momentos que, pese al
desarrollo económico, no han cambiado mucho en su esencia. De ahí se puede
entender movimientos como Movadef en la sociedad peruana. El sentido “práctico”
de la educación que se quiere impartir ha creado a niños y jóvenes prácticos,
egoístas, aislados, frívolos, incultos y sobreprotegidos con derechos de
clientes y nada de responsabilidades de estudiantes. Los valores para ellos son
personajes cuestionables de farándula o del deporte más ligados al escándalo
que a actividades edificantes. Y todo ello con el apoyo mediático creado en los
90 bajo el fujimorato de la prensa amarilla, los medios chichas y las cortinas
de humo televisivas.
Así, con esta
realidad cotidiana, buenos padres de familia que inculcan deberes a sus hijos o
buenos profesores que tratan de desarrollar el espíritu crítico en sus
estudiantes chocan con una gran muralla de intereses torcidos en la que se ha
convertido la sociedad peruana de las últimas décadas