Cual cebolla, la justicia y la
política peruanas son peladas día a día para llegar a las honduras de la sima
de la corrupción. Lo que se empezó como una investigación de delitos ligados al
narcotráfico en el Callao ha abierto una caja de sorpresas que están golpeando
diversos sectores de los ámbitos económico, político y social limeño y que
puede, de seguir así, alcanzar esferas provincianas. El motivo debemos de tenerlo
siempre presente: tráfico ilícito de drogas.
El escándalo que generó
respuestas inadecuadas por parte del Poder Judicial y político ha desnudado las
diversas formas de corrupción existentes en las altas esferas del poder.
Podemos, incluso, hacer una suerte de símil con lo sucedido con los famosos
Vladivideos que también mostraron la podredumbre de todas las altas esferas
políticas, sociales, económicas, culturales e, incluso, de la farándula y el
deporte de entonces. Cabe recordar que, pese a existir estas gruesas evidencias
de ese entonces, muchos de estos personajes aún pululan en las mismas esferas
dos décadas después e, incluso, se tornan raros adalides de la lucha contra la
podredumbre política. Groseros casos se ven en el partido mayoritario (aún) en
el Congreso, quienes ahora nuevamente se ven envueltos en los lamentables
hechos que vienen estremeciendo a la sociedad peruana desde hace dos semanas.
Incluso se premian para limpiar una imagen ganada por las evidencias de la
corrupción que campea por los pasillos de estas autoridades. Las personas
involucradas en los diversos audios han entrado en una obligada cura de
silencio, como es el caso de Héctor Becerril. Lo importante es que estos sigan
saliendo a la opinión pública, puesto que tanto el vapuleado (con justa razón) Poder
Judicial, así como diversos personajes políticos, sobre todo del equipo
naranja, estén hallando todos los artilugios, así como movidas de sus peones
para detener la emisión de los mismos. Basta ver cómo se están moviendo las
redes sociales para entender que el problema es grave, siempre entiendo que
todo esto se originó por el tema del narcotráfico y sus vínculos en las
diversas esferas del gobierno. Uno puede someter a observación perspicaz de las
acciones de varios individuos que quieren truncar las investigaciones a como dé
lugar, hasta el más escéptico sospechará que el narcomundo está detrás de ello.
Estos hechos se suman a los de
Odebrecht, los cuales han quedado en suspenso por la negativa de la justicia y
política peruanas (¿cuándo no?) de ahondar más en las investigaciones que
estaban llegando a personajes altamente cuestionados por la opinión pública
debido a sus comportamientos políticos.
La sociedad peruana
ha recibido dos fuertes golpes que, si los sabemos aprovechar, serán un buen
motivo para deshacernos de toda esa lacra que se ha venido enquistando en todos
los estamentos sociales para perpetuarse, de manera directa o indirecta, de
todas las formas de poder. Esperemos que la marcha de este jueves 19 no haya
sido, pues, en vano.
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