Luego de un año cargado de trabajo y tensiones en nuestros
centros de labores, María tuvo la idea de que acompañáramos a Orietta en el inicio
de sus vacaciones a Lima. En principio Orietta se iba por casi dos meses, pero
una lamentable circunstancia hará que ella retorne más rápido de lo que había
pensado. Pese a todo, seguimos con el proyecto de viajar a Lima. También era
una buena ocasión para encontrarme con mis entrañables amigos de la Universidad
Católica. Además siempre que he estado por Lima por una u otra razón, me he
quedado en las puertas del MALI y esta vez me pensaba sacar el clavo.
Así salimos por tierra vía Cruz del Sur a Lima el viernes 15
de diciembre. En nuestros planes para el sábado 16 era ir a Pachacamac, lugar
que visité en 1985. Llegar a Lima y acceder al terminal tomó casi una hora. El
tráfico es insufrible. Una vez en la agencia, Orietta llamó a Alonso en cuya
casa nos quedaríamos. Nos acomodamos y tomamos un buen desayuno para la
jornada. Peque, amiga común de nosotros, se iba a unir más tarde con nosotros.
Tomamos un taxi para que nos lleve a Pachacamac, a los cuatro jinetes del
apocalipsis. El tránsito es insoportable en Lima. Felizmente había un día nublado que ayudaba. Dejé esta ciudad en 1991 y
cada vez que retorno veo mejoras, pero también un marcado deterioro en la
calidad de vida del limeño promedio sin auto: pasas mucho tiempo de tu vida
diaria en uno, dos o hasta tres vehículos públicos. Y la cantidad de vehículos
particulares es otro de los grandes problemas. Las avenidas paran abarrotadas
de todo tipo de auto, sobre todo muchas 4X4 que ocupan mucho espacio vital para
llevar, muchas veces, a una sola persona. Casi media hora después (La Molina
donde estábamos está relativamente cerca de Pachacamac) llegamos a nuestro
punto de interés. Recordaba esta carretera cuando en la época universitaria nos
íbamos un buen grupo en uno o dos autos a las playas del sur. Divertidos. Pachacamac
fue un centro de peregrinaje milenario; me contaba María que cuando vino a Perú
la primera vez fue a visitar el lugar y el museo de sitio se hallaba en
construcción; ahora ya está concluido. La visita al museo es necesaria, pues
sintetiza la visita del lugar, además que da una serie de datos cronológicos
importantes para poder ubicarse en este sitio ocupado por diversas culturas (http://pachacamac.cultura.pe/museo-de-sitio/historia).
Antes de hacer ingreso al lugar arqueológico se ve la construcción de un museo grande,
el Museo Nacional de Arqueología, (https://gestion.pe/economia/empresas/ohl-aldesa-construiran-futuro-museo-nacional-arqueologia-146569).
Algunos han protestado por su construcción, pero depende de nosotros. Parece
ser que en 2016 se levantaron una serie de observaciones, Unesco incluida.
Espero que dichas salvedades ya estén corregidas. En ese sentido, México
siempre tuvo muy clara las ideas de su patrimonio. Quien ha ido al bello Museo
Nacional de Antropología lo entenderá. Ver a Coatlicue, Xochipili, los
atlantes, una tumba maya, Xochimilco, el calendario solar, Tlaloc juntos… es
demasiado y la visita es corta siempre (http://www.mna.inah.gob.mx/)
Entorno a Tlaloc hay una historia que casi parece leyenda si no fuera por todos
los registros audiovisuales que hay, vale la pena conocerla (https://www.youtube.com/watch?v=55Kj0V1p-Bs).
Volviendo a nuestra realidad, en el Norte hay un sueño de hacer el megamuseo
Moche para recopilar los datos de esta gran cultura que abarca desde Ancash
hasta la zona sur de Piura. Un amigo arqueólogo proponía el valle de Chicama
para ello; pero hay muchas cosas y detalles para tomar en cuenta. El museo de
Pachacamac es bastante didáctico, parecido en la museografía al de Túcume:
amable, didáctico, información precisa. Y como dije, obligada visita antes de
ir por el espacio arqueológico.
Para visitar el complejo monumental puedes ir en bicicleta.
Ese concepto demora en ser aplicado en otros lugares arqueológicos como Chan
Chan; hice este lugar con mis alumnos de colegio hace años. Si estuviera
organizado sería un gancho. Hicimos el recorrido a pie. Una vez fuera del
Museo, nos dirigimos al complejo de adobes Lima para ver técnicas de construcción.
De ahí pasamos al Acllawasi, construcción inca que era el espacio más conocido
y que ha sufrido daños por los últimos desastres naturales. Sin embargo, por
las explicaciones del guía (no sabía eso) este espacios ha sido casi en su
totalidad reconstruido (no restaurado) y lo que vemos es una reconstrucción
hipotética de este espacio. Por esa razón, este espacio ha pasado, en cierta
forma, a un segundo plano. De ahí nos dirigimos a ver una pirámide, la 1, con
una rampa. Estas pirámides fueron construidas por los Ychma, cultura posterior
a los Wari. Pero, interesante es ver la conformación de los senderos
comunicantes entre sí; como dijo el guía, se parecía a lo que uno ve en
Pikillacta en Cuzco: construcción Wari, pues esa zona de Cuzco fue
planificación Wari. Luego nos dirigimos a la Plaza de los Peregrinos la cual,
según contaba nuestro guía, era un sitio de preparación y purificación para los
viajeros que llegaban a visitar a este poderoso dios de la tierra (Señor de los
Temblores cuzqueño o Señor de los Milagros en el sincretismo cristiano) a su
santuario y cuyo ídolo de madera con incrustaciones se halla en el Museo. Desde
ahí nos íbamos a dirigir a la cima. En cierta forma, el paisaje asemeja a la
Fortaleza de Paramonga, que se halla casi a orillas del río
Fortaleza. Volviendo a nuestra ubicación, desde esta plaza se ve el Cementerio
Max Uhle, de origen Wari, estudiado por este científico alemán. También se
puede ver el armazón que protege al Templo Pintado, el cual se vio bastante
deteriorado por la erosión y el clima, sus colores originales se han ido
perdiendo por lo que se hace necesario una intervención (lo mismo pasa con los
frisos cromáticos de las huacas del Norte, una vez descubiertas son bellas y
brillante, luego se “destiñen”). Luego iniciamos nuestro ascenso. Orietta y el
enamorado de Peque decidieron quedarse en la Plaza a esperar nuestra locura
turística. Pero la visita bien valió la pena. La vista desde el Templo del Sol
es bella: Mamacona, las islas, el océano, el sitio arqueológico en su grandeza,
la fea ciudad que ya invade sus espacios y las industrias de cemento que no se
hallan lejos de ahí. Las islas que se ven frente a Pachacamac fueron la fuente
de una leyenda de Cuniyara y Cuvillaqa. He aquí un video (https://www.youtube.com/watch?v=MXeMfJKrmbU).
Aquí otra versión de tradición oral (https://www.youtube.com/watch?v=s6KfiWBwG1s).
Esta zona fue construcción Ychma, pero fue sometida por los Inca en 1470 aprox.
Hay varias paredes reconstruidas del monumento, aunque aún se observan rastros de pintura mural roja. Nuestro guía nos acompañó hasta
la zona de las hornacinas que dan frente al mar. Dimos vuelta al edificio y nos
fuimos a recoger a Orietta y amigo.
La idea de ir a almorzar al restaurante Tierra Santa en
Miraflores fue aceptada por todos. Después de un largo periplo que me permitía
recordar lugares como Villa y Chorrillos, llegamos a Miraflores. Dejamos el
auto y nos fuimos al almorzar. Como siempre, todo fue generoso con comida que
me hace recordar mis meses en Israel: humus, falafel, hina, baclaba, ummm. Una
vez concluida nuestro opíparo almuerzo, nos fuimos a ver libros: quería comprar
el libro Viaje al fin de la noche de Céline. El libro no fue encontrado, pero
encontré otros dos que me simpatizaron: Libro del desasosiego de Fernando
Pessoa y El móvil de Javier Cercas. En el camino de regreso a buscar el auto en
el Parque Kennedy nos encontramos con un buen amigo, el rabino Bronstein. Como
de costumbre, hablamos de ópera y comentaron al respecto Orietta y Maria. Una
buena despedida para ir en busca del auto. Habíamos quedado con un buen grupo
de amigos de la PUCP vernos en La Noche de Barranco a las 8 pm. Había olvidado
las distancias y el tráfico. Regresar a casa nos tomó casi una hora. Era
ducharse, cambiarse de ropa y salir casi después de nuestra llegada para ir a
Barranco. El encuentro fue genial. Había sido cumpleaños de Laura Moscol el día
anterior y lo celebrábamos el sábado 16. Gran reunión. Llegamos a casi las 3 de
la mañana a casa. Ya domingo 17.
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