Sábado 02 de
febrero. Nos levantamos temprano, pues retornábamos a Madrid. Luego del
desayuno, recogimos nuestras cosas y tomamos un taxi con dirección a estación
Santa Justa. El viaje demoraba un poco menos de tres horas y media para llegar
a Atocha. El sistema vial interconectado es una maravilla, tan lejos del caos
que es el sistema público en nuestro país que es manejado por manos privadas.
Viajar en AVE es un placer; tan confortable fue el viaje que dormí como un
lirón por la larga noche sevillana que tuvimos el día anterior. Llegamos a
Madrid para instalarnos en el hotel Exe Plaza, el preferido de Carmen, pues su
ubicación es genial para las estaciones de tren, el centro de la ciudad y el
aeropuerto. Carmen coordinó todo lo del tránsito de la estación al hotel.
Llegamos al hotel, realmente bien ubicado. Dejamos nuestras cosas, pues nos
íbamos a dos grandes objetivos: el Museo Sorolla y el Museo Thyssen-Bornemisza.
Al salir tomamos el
Paseo de la Castellana, el cual íbamos a recorrer para ir al Museo Sorolla. El
primer encuentro simpático fue con la Torre Realia, o Torres Kio, llamadas
también la puerta de Europa. Estamos al Norte de Madrid y es considerada como
una forma de ingreso a la ciudad. Estas se hicieron muy conocidas gracias al
film de humor negro El día de la bestia de Álex de la Iglesia. Las escenas
finales se rodaron en este lugar cuando aún se hallaba en construcción. Aquí
más detalles de este monumento: https://viajerosblog.com/torres-kio-la-puerta-de-europa-de-madrid.html. Seguimos
nuestra ruta hacia el Sur, siempre por el Paseo. En nuestro camino, llegamos a
un gran óvalo por nombre Cuzco. En verdad, este paseo es muy bonito e invitar a
caminar por sus amplias veredas. Siguiendo nuestra ruta nos encontramos con el
Estadio Santiago Bernabeu. No me apasiona el fútbol, creo que mi hermano lo
hubiera disfrutado un montón. Seguimos en la ruta y Carmen advierte que quedaba
buen trecho aún y decide hacer un corte a través de la calle Zurbano. En
nuestra caminata nos topamos con la Embajada del Perú, que se encuentra en esta
calle. El museo ya estaba cerca. Nos tomó un rato para ver dónde se hallaba
este hasta dar con él. El museo se ubica en el Paseo del General Martínez
Campos, una calle tranquila; quizá por ser sábado y casi ya más de mediodía. Ingresamos
a la casa museo de este gran pintor español, un poco opacado por la fuerza de
los surrealistas que comenzaron a hacerse conocidos a nivel internacional. La
casa museo perteneció a Joaquín Sorolla, el maestro de la luz. Tuvimos que
esperar un poco para que el grupo anterior vaya saliendo. Es un espacio que
debe de estar recargado. Joaquín Sorolla fue conocido por mí gracias a mi
espíritu filatélico. Ver esas estampillas de este maestro o las de Zuloaga (lo
disfruté en el Reina Sofía en el 2010) generaron esa curiosidad por estos
maestros y quedaron esos deseos secretos que uno acumula por años y que quieres
satisfacer alguna vez en tu vida (me quedan tantos aún…); Sorolla fue uno de
esos secretos que cargas contigo. Entrar a su museo es todo un placer, sus
jardines, el mobiliario, los cuadros, la luz del lugar (imagino cómo será en
verano). Todo está decorado e instalado para que el visitante goce en la forma
cómo se ha “enmarcado” la obra del maestro. No es un espacio muy grande, por
eso el control que se hace al ingreso de grupos numerosos. No pudimos acceder a
la segunda planta por estar en remodelaciones. Al terminar la visita y acercarnos
a la tienda de recuerdos, me reencontré con toda la colección de estampillas
que se emitieron hace muchas décadas para recordar a este magnífico artista. Había
tantos libros y otras cosas que provocaba, pero el peso en mi maleta me contenía.
Me compré la colección de estampillas (sin matasellos), un libro, una bella
reproducción del cuadro de la esposa con su hijo recién nacido y un lapicero con
fondo de una sus pinturas. Esta es la página del Museo: http://www.culturaydeporte.gob.es/msorolla/inicio.html.
Aquí su biografía y obras, algunas de la cuales están en este museo: https://www.todocuadros.com.pe/pintores-famosos/sorolla/.
Tras nuestra visita
y ya con un hambre galopante, buscamos un restaurante a la salida del museo; había
uno muy cerca, casi al costado, El Yate, al cual ingresamos para almorzar muy
bien. Buena comida, buen vino. Barriga llena, corazón contento.
Nos fuimos a tomar
el Metro para ir hasta el Thyssen-Bornemisza, un museo que se estaba escapando.
Llegamos a la Puerta del Sol y de ahí tomamos la Carrera de San Jerónimo. Caminar
por Madrid es muy simpático, hay tanta gente yendo y viniendo de lo más
variopinta. Así llegamos a nuestro objetivo. No había traído cámara
fotográfica, me limitaba a mi celular para retratar las instantáneas de tan
bellos museos. Entramos al museo, cálido por la calefacción y por los visitantes.
Son las instalaciones renovadas del antiguo palacio de Villahermosa. Tiene tres
plantas distribuidas por periodos artísticos y otras salas de exhibición itinerante.
El patrimonio es invalorable. Cuentan con un número significativo de obras
italianas tanto desde el medioevo hasta el siglo XVI. También obras del
romanticismo inglés y una buena colección de impresionistas franceses y
expresionistas alemanes. La obra Santa Catalina de Caravaggio había sido
sometida a restauración y se había implementado una sala especial para mostrar
la magnífica pintura con toda la información detallada de su restauración, todo
bajo una luz tenue que generaba una atmósfera especial. Estábamos un poco contra
el reloj, pues nos quedaba poco tiempo para visitar tan inmensa colección. Este
museo se halla cerca de El Prado y el Reina Sofía, en los que estuve en el
2010. Creo que ambos ameritan una nueva visita. Y este también, pues solo
alcanzamos a ver la colección del tercer piso (segunda planta), parte del segundo
y nada del primero, solo vimos algo al salir, puesto que era casi las 6 pm. Al
llegar a la tienda, mi espíritu consumista dirigió mis acciones: compré 4
filmes, un catálogo y dos pares de medias con detalles de pinturas de
impresionistas. Un gusto que no quería quitarme. Lo visto fue suficiente para
llenar el ojo en un día cargado de arte. Aquí una ventana para ver con más
detalles las obras: https://www.museothyssen.org/conectathyssen/gigathyssen.
Y este es el vínculo del museo: https://www.museothyssen.org/.
Terminada nuestra visita, salimos en dirección hacia la calle de Alcalá que
estaba en reparaciones y de ahí tomamos la Gran Vía. Un paseíto para recordar
mi visita en 2010. Llegamos hasta la calle de la Montera frente al Edificio de
la Telefónica y bajamos hacia la Puerta del Sol. En el centro neurálgico de Madrid,
por eso es el punto de reunión de todos; en ese momento había protesta numerosa
contra Maduro y su política en Venezuela, por lo que muchos de los ahí presentes
eran venezolanos residentes en España; pero en lo variopinto, había unos
muñecos Barny que paseaban por ahí. Cosas de locos. Le pedí a Carmen ir a ver
la Plaza Mayor para ver si bella arquitectura. Pero ya estaba muy oscuro. Una
soleada ojeada y luego fuimos a buscar un lugar para cenar cerca a la Puerta
del Sol. Intentamos cenar previamente en el Corte Inglés cerca de Puerta del Sol, pero estaba repleto y había mucha bulla. Nos fuimos a cenar al Asador el Marqués para cerrar la noche, mi última
noche en España y en Europa. Al día siguiente regresaba a Lima y luego a
Trujillo.
Ya en el hotel, estuve viendo la
entrega de los premios Goya en televisión y recordaba la noche anterior en
copas en Sevilla. El filme El Premio fue el ganador a la mejor dirección, mejor
guion, mejor actor, mejor música. La película Roma de Cuarón ganaría Premio a la
Mejor Película Iberoamericana. Me quedé despierto hasta un poco más allá de la
medianoche. El Premio al Mejor Filme fue para Campeones: https://www.premiosgoya.com/33-edicion/premios/por-categoria/.
La entrega fue todo un momento impresionante y emotivo.
Domingo 03. Nos levantamos temprano,
tomamos un buen desayuno y partimos hacia la estación de la cual iba yo a salir
rumbo al aeropuerto. Nos despedimos con Carmen agradeciéndola todo su tiempo,
la amistad y las largas conversaciones que tuvimos en estos pocos días que
compartí su vida y su país. Fui rumbo al tren que hace conexión con el
aeropuerto el cual ya me era familiar. Regresaba en Iberia. El vuelo iba lleno.
Me asignaron un sitio en el medio del avión. Me acomodé para el largo retorno, pues
era directo a Lima. En el vuelo vi El Premio (en verdad, un filme redondo que narra
la corrupción como la estamos viviendo aquí), Rapsodia Bohemia (la que da vida
a Freddy Mercury) y otras series más que hicieron llevadero el viaje. Llegamos
a Lima a su aeropuerto incómodo y siempre lleno para ser recogido para ir a un
hotel cercano. Reinicié mi proceso de adaptación a la vida diaria con un
tráfico ruidoso, calles con huecos y basura por las calles…ya estaba en casa.
El lunes 04 estaba en Trujillo. Fin de mi aventura.