Este espacio ha sido creado por Gerardo Cailloma con el fin de difundir mis ideas y poder compartir con el que esté interesado temas sobre cine, música, educación, viajes, literatura y todo aquella diletancia que produzca placer estético (como el buen comer)
Datos personales
- Gerardo Cailloma
- Trujillo, La Libertad, Peru
- Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
domingo, 19 de marzo de 2023
CIUDAD CANGREJO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJLLO 19 DE MARZO)
domingo, 28 de noviembre de 2021
¿TRUJILLO SIN REMEDIO? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO 28 DE NOVIEMBRE)
Viernes por la madruga una lluvia cae sobre Trujillo. Una lluvia que desnuda cada vez más a una ciudad que se va hundiendo en una suerte de espiral de caos y abandono. Y una lluvia que reaviva muchos temores y que amenaza nuestra seguridad y, también, nuestros bolsillos. Y retornan palabras como “huaico” o “quebradas”.
Ya hace varios años (no sólo
desde 2017), se ha hablado de planes de protección para una ciudad que creció
en un espacio de ríos y quebradas secos, los que se activan ante una copiosa
actividad pluvial como lo es cualquier Fenómeno de El Niño. Pobladores previos
a su fundación española sufrieron duros embates e, incluso, fueron casi
extinguidos ante la intensidad de algunos de estos Niños. Si uno visita
espacios arqueológicos como la Huaca de la Luna, su historia encierra datos espeluznantes.
Posteriormente, cronistas de la colonia describen los estragos causados a lo
largo de este periodo histórico de nuestra ciudad. Cobra especial importancia
la de Miguel de Feijóo quien, con lujo de detalles, describe el Mega Niño de
1728. ¿Qué narra Feijóo? En su obra Relación descriptiva de la ciudad, y
provincia de Truxillo del Perú, reeditada en 1981, en el capítulo XII,
habla de Mampuesto que fue el origen de un desborde con terribles
consecuencias. Feijóo lo llama “Marapuesto” describiéndolo como un terraplén
hecho por los indios gentiles que “[..] cerraba un gran espacio de una
quebrada entre dos cerros, de lo que resultó se hiciese una profunda laguna; y
humedecidas sus vasas, y cimientos, derrumbándose por lo más débil, precipitada
la multitud de agua que se había recogido, corrió por los campos mediatos[..]”.
Para suerte de Trujillo en ese entonces, las aguas no se dirigieron sobre la
ciudad donde “[..] hubiera desbaratado parte de sus murallas [..]”, sino
que se dirigieron al río Moche. En 1998, las aguas de Mampuesto inundaron a
nuestra ciudad con cadáveres y ataúdes que flotaban por diversas calles y
avenidas. En 2017, no hubo cadáveres, pero sí mucha agua enlodada y
destrucción. La historia repite el mismo fenómeno. Con un grupo de amigos
arquitectos fuimos a ver el territorio y esta zona había sido concesionada a
una empresa para volver a hacer un cementerio. Este es uno de los tantos
ejemplos en los que la desidia y la angurria humanas, juntas, generan grandes
desastres, muy bien aprovechados por públicos y privados de manera criminal:
tráfico de terrenos. Esta actividad ha permitido grandes ganancias a empresas
de ventas de terrenos y construcción, así como votos a partidos políticos que
promueven la titulación. Algunas soluciones plantean derivar las aguas de las quebradas
hacia el río Moche, con la posibilidad de crear otro desastre. La ocupación
“legalizada” de estos espacios conlleva a que el Estado instale todos los
servicios básicos (electrificación, agua y desagüe), los que serán dañados en
otra riada pluvial. Política y plata parecen enemigos de nuestra ciudad.
PD. Al colgar este texto, un fuerte sismo ha asolado una parte de la selva alta de nuestro país. Las ondas nos levantaron a las 5:55 am. Y esta situación nos expone en nuestras pobrezas y también fortalezas como ciudadanía. Mucha fuerza para los amazoneses y todos los que hayan sido afectados por este desastre.
domingo, 17 de octubre de 2021
CONVIVIENDO CON MONSTRUOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 17 DE OCTUBRE)
El miércoles 13 fue el Día de la Reducción de los Desastres Naturales. Ese mismo día a las 4 am aproximadamente un sismo remeció varias ciudades costeras, incluida la nuestra. Irónico. Sin embargo, es una latente realidad.
Nuestra ciudad está expuesta a
una serie de desastres naturales, súbitos o paulatinos, que ponen en riesgo la
vida y la propiedad de sus habitantes. Terremotos y fenómenos de El Niño han
dado cuenta de vidas y patrimonios de muchos ciudadanos a lo largo de la
historia de este valle en el que se halla ubicado Trujillo. Ahora se van a
agregando nuevas amenazas como la erosión costera y la humedad, fuera de un
estrés hídrico que ya afecta otras ciudades costeras como Lima; y tenemos no
sólo un virus mortal, sino varios (dengue, por ejemplo) que circulan entre los
ciudadanos. Algunos de estos monstruos son inevitables: un terremoto puede
acaecer en cualquier momento y aún no se logra su predictibilidad: pero muchas
consecuencias de estos son provocadas por una serie de condiciones propiciadas
por nosotros; desde construir en zonas riesgosas hasta las formas de
construcción empleadas que ponen en riesgo a sus habitantes. La adopción de la
quincha y el adobe, ya usado en tiempos prehispánicos, fueron una respuesta a
los terremotos vividos en nuestras ciudades durante la colonia. Los Niños también
nos muestran los errores humanos al edificar en lechos de ríos secos o al
deforestar las quebradas cuyos nombres nos causan temor tras una lluvia fuerte.
Errores que vamos pagando caro como lo que vivimos en 2017. Aunque felizmente
no hubo fallecidos, los daños fueron cuantiosos y nos muestran que no hemos
aprendido nada. Las aguas discurrieron por los mismos lugares que atravesaron
la ciudad en el Niño de 1997-98, aguas que provinieron del embalse de Mampuesto,
ahora usado como cementerio. Esto también es narrado por Don Miguel de Feijóo en
relación con el Niño de 1728, cuyas aguas casi se llevan las murallas que
rodeaban al Trujillo de ese entonces. Como si nada hubiera cambiado. El
terremoto del 70 golpeó duramente a la ciudad y su reconstrucción fue lenta.
Muchas iglesias y casas estuvieron en estado ruinoso por décadas; algunas
iglesias fueron restauradas por la visita papal de 1985. Tenemos un silencio
sísmico por décadas, mientras la ciudad yergue edificios que esperemos estén en
la capacidad de poder resistir un movimiento de envergadura; sino tendremos
muchos muertos qué lamentar.
Hay dos cambios intencionales
que están causando daños, quizás, irreversibles en la ciudad: la erosión
costera y la humedad. La primera está muy ligada al molón de Salaverry. La
segunda se ha acentuado con la presencia de Chavimochic, generando una suerte de
tropicalización que genera cada vez más lluvias. Los intereses económicos son
muy fuertes en ambos casos: algunas propuestas han tratado de atenuar los
cambios generados con poca suerte. ¿Cómo estamos ante el crecimiento de estos
monstruos?