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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 19 de marzo de 2023

CIUDAD CANGREJO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJLLO 19 DE MARZO)



Exactamente,
como hace seis años, Trujillo ha vuelto a dar un buen salto hacia atrás. Nadie lo puede negar. Varias fotos del paso de numerosos huaicos en marzo del 2017 pueden ser utilizadas para describir gráficamente la situación en la que se encuentran muchos sectores de nuestra ciudad. Las mascarillas, olvidadas en un rincón de nuestras casas tras levantar las restricciones sanitarias a fines del año pasado, vuelven a ser usadas para evitar inhalar el denso polvo que dejaron las innumerables activaciones de las quebradas y las riadas de agua que recorrieron calles y avenidas de diversos sectores de la ciudad. Y, como hace seis años, todo el sistema de baja policía comienza a colapsar por cerros de basura al lado de bolsas de arena, material de construcción desechado, y podas de ramas y troncos de parques y avenidas de la ciudad. Como hace seis años.  

Los fenómenos naturales pueden convertirse en una fuerte amenaza hasta ser un desastre, si estos crecen más de lo previsto o, como es en nuestro caso, los espacios afectados no estaban preparados para enfrentarlos. A diferencia de otras circunstancias, terremotos y Niños han sido registrados a través de la historia lo que da un referente necesario para que las personas de las zonas potencialmente afectadas deban, ojo, deban tomar las medidas necesarias. No es un aerolito el que nos afecta; son fenómenos que, aunque tengan sus diferencias específicas, por lo general tienen las mismas manifestaciones. Ergo, el ser humano, ser racional e inteligente, tiene todas las oportunidades de enfrentar algunos de estos embates de manera victoriosa reduciendo las condiciones para un desastre. Crónicas, informes, estudios han dado bastante información de lugares de alto riesgo y los hechos que ocurren. Las quebradas y Mampuesto están registrados por siglos. Sabemos lo que va a ocurrir. Pero las respuestas políticas y sociales, generalmente antitécnicas, parecen ser siempre las que causan los desastres. Para el Niño costero del 2017, el gobierno de Humala destinó recursos a los gobiernos de las áreas regionales posiblemente afectadas. Se lo esperaba en el 2016, por eso las clases escolares del 2015 se clausuraron en noviembre. Los gobiernos regionales informaron que habían hecho las obras de prevención necesarias. Ese marzo del 2017 retrocedimos una década como ciudad. Posteriormente, hubo medidas exigidas a los gobiernos regionales de reubicar a pobladores de zonas vulnerables; no fueron atendidas. Por las elecciones municipales del 2018, se priorizó el criterio político. Recuperar la Municipalidad Provincial era prioridad y había la posibilidad de perderla por una medida tan impopular, pero necesaria. Fuera de la incompetencia, desidia y burocracia de la reconstrucción con cambios (vergonzoso), la responsabilidad gubernamental regional es también relevante. Tenemos, parece ser, un nuevo Niño. Como hace seis años, las aguas recuperarán lo que les pertenece.

domingo, 28 de noviembre de 2021

¿TRUJILLO SIN REMEDIO? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO 28 DE NOVIEMBRE)


Viernes por la madruga una lluvia cae sobre Trujillo. Una lluvia que desnuda cada vez más a una ciudad que se va hundiendo en una suerte de espiral de caos y abandono. Y una lluvia que reaviva muchos temores y que amenaza nuestra seguridad y, también, nuestros bolsillos. Y retornan palabras como “huaico” o “quebradas”.

Ya hace varios años (no sólo desde 2017), se ha hablado de planes de protección para una ciudad que creció en un espacio de ríos y quebradas secos, los que se activan ante una copiosa actividad pluvial como lo es cualquier Fenómeno de El Niño. Pobladores previos a su fundación española sufrieron duros embates e, incluso, fueron casi extinguidos ante la intensidad de algunos de estos Niños. Si uno visita espacios arqueológicos como la Huaca de la Luna, su historia encierra datos espeluznantes. Posteriormente, cronistas de la colonia describen los estragos causados a lo largo de este periodo histórico de nuestra ciudad. Cobra especial importancia la de Miguel de Feijóo quien, con lujo de detalles, describe el Mega Niño de 1728. ¿Qué narra Feijóo? En su obra Relación descriptiva de la ciudad, y provincia de Truxillo del Perú, reeditada en 1981, en el capítulo XII, habla de Mampuesto que fue el origen de un desborde con terribles consecuencias. Feijóo lo llama “Marapuesto” describiéndolo como un terraplén hecho por los indios gentiles que “[..] cerraba un gran espacio de una quebrada entre dos cerros, de lo que resultó se hiciese una profunda laguna; y humedecidas sus vasas, y cimientos, derrumbándose por lo más débil, precipitada la multitud de agua que se había recogido, corrió por los campos mediatos[..]”. Para suerte de Trujillo en ese entonces, las aguas no se dirigieron sobre la ciudad donde “[..] hubiera desbaratado parte de sus murallas [..]”, sino que se dirigieron al río Moche. En 1998, las aguas de Mampuesto inundaron a nuestra ciudad con cadáveres y ataúdes que flotaban por diversas calles y avenidas. En 2017, no hubo cadáveres, pero sí mucha agua enlodada y destrucción. La historia repite el mismo fenómeno. Con un grupo de amigos arquitectos fuimos a ver el territorio y esta zona había sido concesionada a una empresa para volver a hacer un cementerio. Este es uno de los tantos ejemplos en los que la desidia y la angurria humanas, juntas, generan grandes desastres, muy bien aprovechados por públicos y privados de manera criminal: tráfico de terrenos. Esta actividad ha permitido grandes ganancias a empresas de ventas de terrenos y construcción, así como votos a partidos políticos que promueven la titulación. Algunas soluciones plantean derivar las aguas de las quebradas hacia el río Moche, con la posibilidad de crear otro desastre. La ocupación “legalizada” de estos espacios conlleva a que el Estado instale todos los servicios básicos (electrificación, agua y desagüe), los que serán dañados en otra riada pluvial. Política y plata parecen enemigos de nuestra ciudad.


PD. Al colgar este texto, un fuerte sismo ha asolado una parte de la selva alta de nuestro país. Las ondas nos levantaron a las 5:55 am. Y esta situación nos expone en nuestras pobrezas y también fortalezas como ciudadanía. Mucha fuerza para los amazoneses y todos los que hayan sido afectados por este desastre.

domingo, 17 de octubre de 2021

CONVIVIENDO CON MONSTRUOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 17 DE OCTUBRE)


El miércoles 13 fue el Día de la Reducción de los Desastres Naturales. Ese mismo día a las 4 am aproximadamente un sismo remeció varias ciudades costeras, incluida la nuestra. Irónico. Sin embargo, es una latente realidad.

Nuestra ciudad está expuesta a una serie de desastres naturales, súbitos o paulatinos, que ponen en riesgo la vida y la propiedad de sus habitantes. Terremotos y fenómenos de El Niño han dado cuenta de vidas y patrimonios de muchos ciudadanos a lo largo de la historia de este valle en el que se halla ubicado Trujillo. Ahora se van a agregando nuevas amenazas como la erosión costera y la humedad, fuera de un estrés hídrico que ya afecta otras ciudades costeras como Lima; y tenemos no sólo un virus mortal, sino varios (dengue, por ejemplo) que circulan entre los ciudadanos. Algunos de estos monstruos son inevitables: un terremoto puede acaecer en cualquier momento y aún no se logra su predictibilidad: pero muchas consecuencias de estos son provocadas por una serie de condiciones propiciadas por nosotros; desde construir en zonas riesgosas hasta las formas de construcción empleadas que ponen en riesgo a sus habitantes. La adopción de la quincha y el adobe, ya usado en tiempos prehispánicos, fueron una respuesta a los terremotos vividos en nuestras ciudades durante la colonia. Los Niños también nos muestran los errores humanos al edificar en lechos de ríos secos o al deforestar las quebradas cuyos nombres nos causan temor tras una lluvia fuerte. Errores que vamos pagando caro como lo que vivimos en 2017. Aunque felizmente no hubo fallecidos, los daños fueron cuantiosos y nos muestran que no hemos aprendido nada. Las aguas discurrieron por los mismos lugares que atravesaron la ciudad en el Niño de 1997-98, aguas que provinieron del embalse de Mampuesto, ahora usado como cementerio. Esto también es narrado por Don Miguel de Feijóo en relación con el Niño de 1728, cuyas aguas casi se llevan las murallas que rodeaban al Trujillo de ese entonces. Como si nada hubiera cambiado. El terremoto del 70 golpeó duramente a la ciudad y su reconstrucción fue lenta. Muchas iglesias y casas estuvieron en estado ruinoso por décadas; algunas iglesias fueron restauradas por la visita papal de 1985. Tenemos un silencio sísmico por décadas, mientras la ciudad yergue edificios que esperemos estén en la capacidad de poder resistir un movimiento de envergadura; sino tendremos muchos muertos qué lamentar.

Hay dos cambios intencionales que están causando daños, quizás, irreversibles en la ciudad: la erosión costera y la humedad. La primera está muy ligada al molón de Salaverry. La segunda se ha acentuado con la presencia de Chavimochic, generando una suerte de tropicalización que genera cada vez más lluvias. Los intereses económicos son muy fuertes en ambos casos: algunas propuestas han tratado de atenuar los cambios generados con poca suerte. ¿Cómo estamos ante el crecimiento de estos monstruos?