Datos personales

Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
Mostrando entradas con la etiqueta europa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta europa. Mostrar todas las entradas

martes, 23 de marzo de 2010

LA MODERNIDAD EN EL SUR DE FRANCIA (6)



























Alguna vez Bárbara Wong me había enviado por correo un power point que mostraba un puente colgante que descollaba sobre las nubes; era una suerte de navío en un océano blanco con grandes velas que eran los postes de este puente. Recuerdo que ese correo que envió a un pequeño grupo de sus amigos, ella nos invitaba a viajar.
Llegaba a mi último día de permanencia con mis amigos en el sur de Francia. Este último día iba a ir a visitar un lugar que había identificado vagamente, pero que iban a ser testigo directo de esta notable obra de ingeniería: el puente de Millau. El día anterior había acordado Daniel con Melissa que él me llevara a ver esta simpática ciudad sobre el Tarn para ver la feria que hacen en la plaza principal. Quizá allí pudiera hallar el soñado Asterix en occitano. Pero no iba a imaginar el sorprendente espectáculo del cual iba a ser testigo. Bordeando el Tarn nos fuimos acercando a la ciudad de Millau, cuando a la distancia ves unos postes inmensos que sostienen un altísimo puente, construido como parte de la autopista que une Marseille y Perpignan con París. Al trazar la carretera se encontraron con este extenso valle y había que hallar una solución con el fin de evitar el descenso y el posterior ascenso de vehículos. Muchos factores jugaron ahí: contaminación, seguridad, etc.

























A diferencia de lo que sucede en nuestras carreteras que se ven pronto plagadas por gente que se instala para hacer su negocio y vida (la carretera Panamericana del Perú es un suplicio para la seguridad del vehículo y los pasajeros que van en él), las carreteras en Europa son seguras (en la medida de lo posible) y se hace todo en la medida que las grandes carreteras no entren a las ciudades, como debe ser. Este puente evita tocar y dañar este valle y los que les interesa conocerlo, tienen rutas alternativas. Cuando pasamos "bajo el puente" la sensación de inmensidad te abruma. Cada poste o pilar de concreto es más alto que la torre Eiffel.
Ya en Millau instalados con Daniel fuimos al mercado y ver cosas diversas y a almorzar en un restaurante árabe: quería comer un buen cus-cus y este restaurante ofrecía uno de los mejores. Seguimos en nuestra cacería y caminábamos por las calles de estas viejas ciudades medievales. Es increíble cómo aquí han sabido conservar su patrimonio , sea en las ciudades pequeñas como en las grandes; lo vi en París, como el Barrio Latino; lo vi en los pueblos que estuve en el sur de Francia. Es una cuestión de identidad y también ser ingenioso para hacer de su espacio un lugar rentable. En Trujillo una casa del siglo XVIII tiene muchas posibilidades de desaparecer del mapa, aquí es un edificio para restaurar e integrarlo a un circuito mayor cultural y económico. Aquí luchamos por hacer una ruta moche y colonial, pero la indolencia de la gente es mayor que el entender sus posibilidades. Educación es una palabra peligrosa, pues esta ayudaría a combatir la estupidez humana.
Dejamos Millau e inicio el retorno. Melissa me espera pues voy con ella a Rodez a casa de Isabel y de ahí partir en tren nocturno a París. El viaje fue breve y me iba despidiendo mentalmente de los espacios que veía.
Melissa ya estaba lista y preparamos nuestras cosas para partir. Un cálido abrazo con Daniel marcó mi despedida hasta una nueva oportunidad. Melissa me iba a dar una sorpresa más: íbamos a pasar por el puente de Millau. Por la mañana, con Daniel, lo había visto por abajo; ahora Melissa me hacía el tour aéreo para ver el puente, su anchura y largura. Genial.
Tomamos el camino para Rodez, tuvimos un pequeño percance con la tarjeta de Melissa a la hora del pago; y otro cuando nos enteramos que en el apuro de salir, Melissa había olvidado su celular en un saco en casa de Daniel. Pero todo tiene solución: una llamada a Daniel nos permitió respirar tranquilos para poder llamar a Isabel y ubicar su casa.
Isabel nos esperaba ya con una deliciosa sopa casera y los quesos consabidos. Melissa me envió mis libros; gracias a su ayuda pude aligerar mi peso para poder seguir rumbo a París primero y luego a Berlín.
En la Estación de Rodez un fuerte abrazo y besos a estas lindas mujeres, Isabel y Melissa, marcó mi despedida del sur de Francia. Ahora que escribo estas líneas, las recuerdo esa noche fría allá en febrero que gracias a su gran cariño, la hicieron la noche más brillante del viaje.


LA RIQUEZA GASTRONÓMICA DEL AVEYRON (5)


























La visita al sur de Francia todavía que depararme algunas sorpresas más. Después de una noche de danza (Daniel pertenece a un grupo de vecinos que llevan cursos de danza, de ahí su casi obsesión por el tango que lo ha llevado por diversas partes del mundo), nos levantamos para hacer una gira interesante. Una gira por la tradición gastronómica del lugar: el queso Roquefort. Esta producción láctea es muy interesante y se ha ganado su reputación derrotando los prejuicios de muchos de nosotros al comer esta variedad de quesos por primera vez. Recordemos la primera vez que nos llevamos a la boca un pedazo de este queso. A primera vista, la visión de este queso verdoso asociado a un fuerte olor que desprende advierte a muchos que lo que va a comer es algo bastante novedoso; luego cuando su delicada masa se deshace en la boca y sus sabores comienzan a invadir tus papilas gustativas, el queso queda ya fijo en tu imaginario gastronómico. Le perteneces. Al ascender hacia la pequeña ciudad de Roquefort, ves delante de ti una pequeña meseta, al de Combalou. Roquefort está en pleno valle del Soulzon y se halla muy cerca de Sta. Affrique. La industria del turismo ha sabido aprovechar nuestro interés y ahora hay una serie de instalaciones que permiten ver tanto el proceso de producción como la historia de su creación y expansión, así como sus actuales amenazas (hay producciones en USA que quieren desplazar este producto regional, así como lo quieren hacer con algunos productos nuestros como la papa y otros). Como el turno (entras por turnos) ya había empezado, fuimos a hacer una caminata por la meseta. Corría un fuerte viento y había amenaza de lluvia. Los primeros días que había llegado el clima era ideal, pero ese día el clima había cambiado y ese era el que iba a tener en Alemania: un nuevo frente frío.

La sesión empezó, éramos 6 personas que comenzamos a recorrer el lugar que se halla en las fallas geológicas de la meseta, estábamos en las galerías en las que el factor humedad y especial luminosidad han  permitido el desarrollo de esta industria quesera desde el siglo XIX. La primera demostración es cómo se creó esta falla geológica, luego la recolección láctea en una filmación y luego la visita a las cuevas naturales para ver la producción. Han hecho todo un show de luz y color en una de las cuevas. Sería genial que con los bellos espacios arqueológicos que tenemos aquí en el Perú se harían maravillas, imagino Chan Chan de noche. Luego de la visita, llegamos a un pequeño museo en el que vemos las primeras muestras de este queso (desde el siglo XV) y los inicios de su industrialización en el XIX. Para cerrar, un muestrario de quesos (hay 3 tipos, uno de ellos llamado Templario. Interesante), recuerdos, cata de quesos y la consabida compra. De los que compré, aún atesoro dos trozos que esperan su ocasión.
Luego fuimos a un restaurante gourmet, bueno, huelgan las palabras para describir el festín. Pero eso sí, no quise probar la ronda de quesos por saturación (aunque tienen un tipo de Brie extraordinario).
Luego del almuerzo, decidimos hacer una pequeña pausa, pero el clima nos apretaba. Entonces decidimos ir a la iglesia de San Víctor.

























Antes en el camino, Daniel detiene el auto y me invita a bajar: iba a hallarme con pequeño monumento que tiene siglos de historia. Tras un pequeña caminata, llegamos a los dólmenes de Tièrgues. Voilà. Siglos delante de ti, incólumes. Pero lo que no logra el tiempo, lo va a lograr el hombre: el deterioro del monumento y el lugar. Ya hay toda una campaña de protección. Me imagino este monumento en el Perú y ya lo vería rodeado de las infaltables botellas de plástico y bolsas de comida, inscripciones de los enamorados idiotas para jurarse amor eterno o la de personas con afán de identidad personal que necesitan poner su nombre para que alguien los conozca más allá de su mamá y papá. Ojalá que la estupidez humana no doblegue su propia obra.



























Seguimos camino hacia la iglesia de San Víctor, la cual pertenecía  a un castillo. En realidad es una amplia capilla que había estado abandonada. Durante la segunda guerra mundial, un sacerdote ortodoxo de origen estonio recaló por estos lugares y decidió plasmar su arte en las paredes de esta capilla. La visión ortodoxa se ve plasmada en los muros y al entrar desde el ábside mayor tienes la figura del Pantocrátor que te recibe.. El autor fue Nicolás Greschny quien vivió hasta 1985. Y su obra lo precede y para protegerla más se ha creado en las instalaciones del castillo el Centro de Arte Mural. Un buen guía nos dio una exhausta explicación de la imaginería religiosa mostrada en los muros, los frescos tienen una alta intención didáctica y vemos cuán naïf puede ser en su intento de mostrarnos los momentos más claros de la Biblia en su pintura, muchos de ellos, sobre todo los retratos presentados como iconos.

Luego de esta visita, hicimos un buen periplo por el río Tarn y su valle. Para esto, Daniel sacó un disco que había comprado aquí en Perú: Caetano Veloso y su álbum Fina Estampa. El Tarn quizá oía por primera vez música peruana.
Para cerrar el día, nos fuimos a las librerías a husmear. Daniel quería un libro sobre Mongolia, su próximo objetivo. Yo buscaba un Astérix pero Occitano. No había. Tengo una amplia colección de Astérix en diversas lenguas en los países que he estado o encargado, en griego, hebreo, danés, sueco, húngaro. Pero occitano, ufff.
Por la noche fuimos al cine a ver INVICTUS, que no me gustó mucho. Cerramos el día.

domingo, 21 de marzo de 2010

EN EL MUNDO DE LOS TEMPLARIOS (4)

Con Isabel habíamos viajado a Sta. Affrique, me hizo un gran favor, inmenso: llevarme hasta la casa de Daniel y Melissa. Habíamos tenido un intenso día martes en Rodez y partimos hacia la ciudad de Melissa y Daniel a las 5 y media. El viaje nos tomó casi una hora, ya que teníamos que atravesar una zona alta  y el frío había arreciado y había ciertas ventiscas, nieve y hielo en las carreteras; así que fuimos con cierto temor. Llegamos a Sta. Affrique y dimos algunas vueltas hasta dar con la casa. Nos esperaban para cenar. Brindamos por el reencuentro, verlos después de algunos años. El tiempo nos va labrando los recuerdos.
Melissa fue a su pequeño departamento y habíamos quedado que al día siguiente, miércoles, ella estaba libre de su trabajo, así que nos fuimos a pasear. Si en la zona de Rodez había topado mi alma con el mundo cátaro, aquí iba a hacerlo con los templarios, a quienes, como los cátaros, tuvieron la mala suerte de caer en desgracia para el papado teocrático de ese entonces. Hubo otras razones ya más pecuniarias que fueron la motivición final para el exterminio de estos señores (que luego terminaron asentándose en otros lugares de Europa, sobre todo, Malta).
Luego de un buen desayuno, con Melissa salimos a ver la que había sido su anterior casa, cerca a Sta. Affrique en un lugar donde hay dólmenes. La historia está a la vuelta de la esquina. El destino de nuestro viaje fue a una pequeña ciudad llamada La Couvertoirade, ciudad templaria. Previamente habíamos estado en  La Cavalerie. En estas dos pequeña ciudades, pude ver este mundo interesante de caballeros cruzados que tenían por obligación defender el templo y que luego se volvieron personajes muy poderosos para la curia romana, puesto que manejaban lo que serían los bancos actuales. Poderoso caballero es Don Dinero. Tanto en La Cavalerie como en la muy interesante La Couvertoirade, puede uno ver el modo de vida que llevaban. En París pude leer un poco también sobre una suerte de orden surgida desde los templarios, los hospitalarios que vivían en los Hôtel de Dieu, los antiguos hospitales. Para los hospitalarios, la vida sí era muy rígida y se debían a una autoridad que les controlaba todo. Los templarios acumularon fuerza y poder, todo esto va a ser motivo de su ruina. La pequeña ciudad tiene todo y por ser invierno no hubo muchas cosas abiertas: la vida aquí depende del turismo y llegué en estación baja.

Al recorrer esta meseta uno puede ver varios restos de castillos y zonas fortificadas. Me contaba Melissa además que la autopista que va hacia París desde el sur (Bézier) es relativamente reciente y ha cruzado esta meseta de Larzac; un par de días después iba a ser testigo de una de las maravillas arquitectónicas y de ingeniería de los últimos tiempos. Pero ya llegará el momento para contarlo.



POR LA RUTA FRANCESA DE SANTIAGO (3)

El último día con Isabel iba a tener otro gran impacto en mi curiosidad histórica. Iba a ir a ver dos monumentos impresionantes de corte religioso: Conque, una pequeña ciudad maravillosa, parte de camino de peregrinación a Santiago de Compostela en España y la catedral de Rodez. Parece ser, además, que fui a Europa en un momento en que la búsqueda de su identidad como cultura de raíces cristiana está en todo su apogeo, me atrevo a decir, por una serie de acontecimientos recientes que han movido la identidad europea. Sea la Comunidad Europea y el posible ingreso de Turquía a la misma, sea por la gran presencia musulmana, diversos factores han hecho que este evento histórico que se pierde en el tiempo, la peregrinación a Santiago de Compostela, se haya puesto de moda. Revistas (me compré dos en el aeropuerto de Madrid y me entretuvieron en mi retorno a Lima), movimientos de peregrinos, denuncias, una serie de factores ha hecho que Santiago Apostol esté de vuelta. Me aventuro a decir, mientras leía la crisis griega y el problema del euro, que quizá haya una velada intención de pedir los buenos oficios del apostol para salvar la economía de la Comunidad. Ya nada puedo negar, porque sería absurdo decir que la fe para muchos ha muerto. Eso, parece ser, ha surgido en algunos lugares por ciertas condiciones. En fin, dejemos que la historia tome su rumbo y volvamos al viaje a Conques.
En las rutas oficiales de peregrinación, Francia ocupa un rol muy importante; por su territorio pasan 4 grandes rutas o vías que confluyen hacia Pamplona o Puente La Reina. De las cuatro vías, la que pasaba (y pasa, puesto que aún hay gente que hace el peregrinaje, como lo hizo alguna vez Isabel) es la Vía Podensis que se inicia en Le Puy y termina en Santiago. Conques es una de las estaciones de esta vía. La pequeña villa crece en torno a una de las más bellas abadías de Francia, Sainte-Foy. La ubicación es estratégica y está en cierta forma protegida a 200 metros sobre el nivel del mar, en ciertas gargantas rocosas. Según la tradición, Conques viene de la palabra "concha", la que los peregrinos usaban para varios usos, sea para recoger agua y alimentos principalmente. Es una de las tantas hipótesis. La iglesia ha sido siempre muy astuta para aprovechar la fe, muchas veces ingenua, de los feligreses. Esto lo vemos por todas partes. Aquí en Trujillo, personalmente me sorprende la cantidad de dinero que mucha gente suele dispensar para manufacturar un vestido que es obsequiado a una virgen de la zona, la llamada Virgen de la Puerta. 

El pequeño museo de sitio muestra la inmensa variedad de obsequios que muchos peregrinos dejan a la imagen. El museo de la abadía de Conques es un muestrario de ello. Cuando visité la Catedral de Colonia en Alemania vi en su museo la vasta colección de objetos preciosos dejados por los peregrinos. Lo mismo sucede en Conques. Su pequeño museo tiene maravillas, pero no pude visitarlo totalmente, ya que era mediodía y en Francia a esa hora todo se detiene. Pero la iglesia sí es una joya impresionante, sobre todo el tímpano que representa el Juicio Final.
La obra se mantiene desde el siglo XII y ha recibido pocos cambios, la restauración permanente la ha salvado, lo que no sucedió con otros monumentos franceses que fueron modificados por las nuevas corrientes artísticas. En una verdadera joya del medioevo. El tímpano está dividido claramente en dos partes: el cielo y el infierno, la parte más interesante es el infierno en el cual nos muestra los diversos pecados y las formas de castigo a los pecadores. Como el gran mural de la catedral de Albi. Ver los demonios con las almas me hizo recordar mis viejos libros de religión y cómo es que la perspectiva de la fe ha ido cambiando a través de los siglos. Dicen que la fe no cambia. Tengo mis buenas dudas, habida cuenta que veo algunas pseudo sectas que quieren volver al sometimiento del terror a sus seguidores. Creo que una visita por Conques los pondría al día. Como buena iglesia medieval, la penumbra era un recurso visual en el interior, ya que sus ventanas son altas y no muy grandes.



Dejamos Conques, comimos en el camino en un restaurante familiar; nos dieron una sopa de verduras de la casa extraordinaria. Aquí crece una suerte de nabo que no crece en el Perú, las andibas. La forma de comer es interesante: pan, una entrada, sopa, un plato fuerte, ronda de quesos con pan, postre y café. Los platos no son inmensos como aquí que te saturan el estómago. Y todo acompañado de vinos. Poca gente vi que bebiera gaseosa en el almuerzo.
Antes de ir a la ciudad, fuimos a casa de los amigos de Isabel, que estuvieron el día anterior. Retirados ellos de la educación, han comprado una iglesia abandonada y su entorno: el paisaje es maravilloso y la sensación de historia la tienes ahí. Genial.
Fuimos a Rodez (Rodés en occitano, interesante) para ver la ciudad, una de las ciudades que tuvo un asentamiento humano muy antiguo y fue una de las pocas ciudades invadidas por los musulmanes en Francia. Además cuenta con una inmensa catedral del siglo XII, edificación que ha sufrido diversos cambios en su historia. El edificio es grande y como buen principio medieval, estaba concebido como castillo feudal.

Con este visita impresionante, dejé Rodez para irnos con Isabel a Sta. Affrique a ver a Melissa y Daniel.
Espero regresar.

VIAJE AL MUNDO CÁTARO (2)

Tras una interesante visita a Cordes y Albi, la segunda jornada iba a darme más sorpresas. Con Isabel, decidimos hacer un viaje sin muchas interrupciones (comer en un restaurante, por ejemplo) para poder aprovechar el máximo de tiempo posible, ya que por la noche los amigos de Isabel iban a ir a su casa a compartir platos de la región y beber vino como Dios manda (no en vano se llama la sangre de los dioses). Premunidos de salchichas, panes, quesos, agua, jugos y fruta, salimos en dirección de Villefranche-de-Rouergue y luego hacia el sur oeste, en una zona en la que se asentaron los hugonotes, protestantes franceses, en el siglo XVII: Caylus. Villefranche es una ciudad creada por los resultados de la cruzada contra los albigenses, los luego llamados cátaros. Y fue creada por Alfonso de Poitiers, hermano del rey Luis IX, llamado San Luis. Fue la culminación de la cruzada ya mencionada,  iniciada por Felipe Augusto en la que se masacra a los herejes perfectos y es causa de la derrota del Conde deToulouse (les recomiendo que lean la saga de la realeza francesa de Maurice Druon, cuya trabajo empieza precisamente con estos "nobles" personajes).
La principal joya de este lugar es la iglesia Nuestra Señora de Villefranche, una inmensa iglesia que demoró 300 años en construirse y fue concluida en el siglo XV. El edificio es descomunal y descuella por sobre todas las construcciones de la pequeña ciudad que aún preserva la estructura feudal de un poblado del siglo XII ó XIII. El frío era bastante acentuado en esta zona, quizá por su ubicación, pese a que había caído nieve por la zona. Estas inmensas catedrales de piedra son muy frías en su interior y me imagino cómo hayan pasado las fiestas religiosas entre cirios y teas para poder iluminarlas así como calentarlas para acoger a un grupo de fieles en dichas festividades (sobre todo navidad). El arte románico y gótico era descomunal para mostrar el poderío divino y el marcado carácter teocrático de la iglesia de entonces. Sus estrechas calles se ven opacadas por los muros anchos y altos de dichas construcciones religiosas y el sol difícilmente llega a muchas de estas calles, salvo al mediodía. Esa sensación de frío se acentúa por esa carencia solar y me imagino cómo habrá sido en  tiempos en los cuales las ropas térmicas tal como las concebimos hoy no existían. Una vez culminada la visita a la gran iglesia y caminar por las retorcidas calles de la ciudad vieja, fuimos al auto de Isabel por una buena merienda; los quesos con salchichas y los panes eran devorados sea por el hambre y el frío. Pensé que iba a regresar con sobrepeso, pero sucedió lo mismo que en mi periodo de mi residencia invernal en Dinamarca: el frío te consume paulatinamente, así devores toneladas de pan, chocolate o grasas diversas.

Habíamos quedado con Olivier en vernos en una ciudad cercana a Villefranche, Caylus. Esta zona  tuvo una historia interesante; por el siglo XIII fue dominio inglés, aportó una lucha fiel a favor de la institucionalidad católica, luchó al lado del papado contra la gente del Conde de Toulouse y siglos después se va a oponer al calvinismo protestante. No así sucedió con el pueblo vecino, St. Antonin-Noble-Val, pequeño poblado en el cual nos encontramos con Olivier. La ciudad era hugonote y se mantiene fiel hasta nuestros días. La ciudad está a orillas del río Averon y su puente es una pequeña belleza de siglos. Una costumbre curiosa es en estos pueblos lo que es el lunes: es prácticamente un día domingo. Negocios cerrados, algunos servicios privados abiertos. Bastante peculiar la situación. Uno venido de un país en el cual tenemos una mala concepción del trabajo siempre tienes tiendas abiertas, farmacias, etc. Pero eso es por nuestra mala concepción del trabajo, así pues hay exceso de servicios en nuestros países por la sobre explotación laboral, con horarios que en Europa serían imposibles, ya que nuestras leyes no protegen a los trabajadores, sea por los malos sueldos o por la amenaza de tener mayor oferta laboral que demanda.
Luego de esta reflexión de nuestra sociedad, con terribles defectos, los europeos han ganado una serie de derechos (unos llaman privilegios, pero son derechos) que últimamente se ven amenazados por una serie de circunstancias, sea por el liberalismo económico, sea por la migración.

Nos dirigimos los tres hacia Caylus con sólo media hora de diferencia y caminamos por sus calles, en las cuales había muchos gatos. Muy interesante. Mientras en nuestras calles ves perros sueltos, abandonados o vagabundos, en Francia vi cantidades de gatos, gordos ellos por sus amos, que deambulan por las calles. Los perros van con sus amos, atados a un collar. Es una suerte de paraíso para los gatos.
Cerramos nuestra sesión comiendo deliciosos pasteles y aún había en las pastelerías tortas de navidad. nos despedimos de Olivier y retornamos a Rodez. Nos esperaba una gran comilona por la noche con los divertidos amigos (muchos de ellos de origen español) en casa de Isabel. Punto final para mi segundo día en la Francia profunda.

viernes, 26 de febrero de 2010

A LOS PERUANOS EXILIADOS

Tuve un viaje muy intenso durante 3 semanas. Hacía una buena cantidad de años que no hacía uno bueno hacia el exterior. El último fue a México ya hace 10 años y ciertamente muchas cosas de lo que es "viajar" han cambiado desde mi última vez; eso ya va a ameritar otra entrada.
El viaje a Europa es toda una experiencia emocional grande, habida cuenta que este incluía la visita a una de las ciudades más soñadas por muchos: París. Pero también es un viaje a senderos humanos que muchas veces se cortaron por diversas razones y que, de pronto, saltan ante tus ojos. La internet ha ayudado a restablecer esos vínculos perdidos en el tiempo, de amigos que tuvieron que partir por diversas razones y que ahora se encuentran desperdigados por el mundo con sus recuerdos, sus añoranzas, así como sus logros y sueños realizados. También me reencontré con amigos extranjeros que algún día recalaron por nuestras tierras, nuestras casas e hicieron parte de su vida lo que gozaron y sufrieron con nosotros por algunos años. Ese también era otro viaje, el cual me iba a conmover y  por el cual aún estoy emocionado. La internet te muestra una posible capacidad virtual aún difícil de poder lograr en lo físico: el poder reunirte en cuerpo y alma con todos esos amigos de la distancia. Ver la distancia en un mapa y comparla con tu cuerpo en una estación de tren o carretera te demuestra cómo la realidad física te dice cuán limitado eres. Me hubiera gustado haber ido a Heidelberg, en el mapa es tan cerca de Berlín; en el mismo París a mi retorno hubiera querido salir con mis amigos de la Universidad, pero las distancias en la Ciudad Luz son inmensas y los tiempos de todos están totalmente ocupados.
En Berlín, al escuchar la voz de Rosa desde Heidelberg sentí la nostalgia de reconocer un timbre luego de algo de más 30 años; nuestras voces se encontraron al teléfono y las cosas que teníamos por contar nos abrumaron. ¡Cuánto tiempo! Mi reencuentro con Melissa, Isabel y Daniel en el sur de Francia, pese a haber transcurrido poco tiempo fue también una intensa emoción de verlos a todos. Haber encontrado a Luis Miñano en el aeropuerto de París fue también la imagen de una persona, de un vecino, de un amigo que no veía hacía ¡38 años! Hablar por teléfono con Ana Gabriela, sentirla cuajada y segura de su vida fue otra gran carga emotiva de este viaje.  Me hubiera gustado ver a tanta gente: Ingrid, Vanina. Amigos que compartimos tantas cosas de nuestro camino por la vida.
Al encontrarnos y poder hablar en nuestra lengua (sí, así lo hice también con Melissa, Isabel y Daniel), saborear esos rincones del recuerdo en las palabras, en la memoria, en las personas comunes, nos dio un espacio para la alegría y la tristeza, para la euforia y la melancolía. Recuerdo a Lucho (ya muy bien establecido en París, con una hija adorable), cuando hablábamos a veces me detenía para recordar tal o cual palabra: su cara se llenaba de emoción al oírla luego de tantos años enterrada en la memoria. Felicidad, esos son los momentos de la felicidad.
Sé que estos medios nos acercan, pero el calor de una mano, de un abrazo, una palmada, un beso, todo eso no se puede lograr en la virtualidad. Lo siento.
Espero que este reencuentro haya sido para todos un viaje a nuestro pasado, que las lágrimas vertidas por Lucho en mi hombro hayan sido un verdadero baño reparador del pasado y que algún día nos podamos reencontrar en esos espacios que nos fueron comunes a todos. Ojalá.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

UNAS NAVIDADES BLANCAS EN ZÜRICH




Algunos viajes son bastantes soñados y planificados con mucha antelación; algunos son fortuitos y aparecieron delante de uno sin esperarlos. El viaje a Zürich me es difícil delimitarlo. Era una ciudad que no me llamaba la atención, pero al llegar a Europa en el último viaje que hice (ya hace muchos años) me sentí casi forzado incluirla en mi periplo. Tengo amigos de origen suizo (incluso un compadre mío), pero nunca había sentido una atracción por este país.





En octubre del 94 salí para Europa por una beca. Me iba a quedar ahí hasta el mes de enero, lo cual me obligaba a pasar las navidades por esas tierras. La navidad es una fiesta tribal, lo que nos obliga a reunirnos como clanes para celebrar el nacimiento del líder de nuestro culto. Ergo, tenía que buscar gente de mi clan (peruanos). Había vivido en casa de una familia muy simpática en Klemensker, los Carstensen, pero ahora me removía el sentimiento de pertenencia y todas esas cosas y emociones que te dan en navidad. Salí de Copenhague el 21 por tren e hice una conexión de Frankfurt; en mi bolsillo iban coronas danesas y marcos alemanes. Una semana y media antes había gestionado mi visa para Suiza: nunca la usé. En el tren después del transbordo, íbamos pocos pasajeros con rumbo a Zürich; muchos bajaron en diversas estaciones; en la penúltima, Schaffhausen, bajaron muchos. Llegué a Zürich casi a las 3 de la tarde del día 22; antes de entrar a la ciudad, veía cómo iban cayendo los copos de nieve, algunos de estos se estrellaban contra las lunas de las grandes ventanas del vagón. Una vez en la estación de tren, llamé por teléfono a una amiga, Ericka, en cuya casa iba a quedarme. Ellos (Ericka y su esposo, Jürgn) me devolvieron la visita al año siguiente e hicimos un viaje fabuloso a Chiclayo. Pero Ericka vivía no en la ciudad, sino en Küsnach, una suerte de barrio simpático de los que se extiende en torno al Zürichsee. Así llegué para instalarme en su casa, con su esposo y su hijita Michelle. Un poco más tarde salimos a ver Zürich de noche; era increíble la cantidad de cabarets o centros de baile llenos de dominicanos. Han invadido Zürich y tenían muchos problemas con la ley. Muchas de las mujeres se las sometía a la prostitución (¿Han visto la película PRINCESAS?)
Al día siguiente fui a la ciudad, fui al Kunsthalle y tuve un reencuentro maravilloso con un cuadro de Monet que lo había visto por primera vez en un libro de arte cuando estudiaba en el colegio en Arequipa; ese sí fue un encuentro accidental y feliz; estaba recargado de Giacometti y una vasta y bella colección de arte moderno (además de varios impresionistas). Ese encuentro silencioso fue el haber abierto un entrañable recuerdo de mi niñez. Quedé con Ericka para invitarle a comer unos pasteles y tomar un café: craso error, los precios eran exorbitantes. Antes había hecho un city tour ya habíamos visitado las vitrales de la iglesia de Zürich: impresionantes. Estos inmensos vitrales son obra de MARC CHAGALL. Por la tarde, luego de mi ataque monetario, fuimos a caminar por las estrechas calles del Zürich viejo. Bello.
El 24 fuimos a visitar la familia de Jürgn, cuya casa quedaba por las montañas de Maur, quisimos comprar algo de fruta para comer después; al ver cuánto costaba una papaya o mangos me vino una cálida añoranza por Trujillo. Cerramos ese día con una linda visita a Rappenswill: una pequeña ciudad de cuentos de hadas. Al regresar a Zürich, fuimos a una de las iglesias antiguas a ver algunos frisos y adornos navidadeños.
Ya en casa, nos sentamos a empezar a cenar; con Ericka nos vino la fuerte nostalgia, estábamos tan lejos de nuestras casas; para ella era más duro, ya que era consciente que no regresaría. La cena fue a las 6:30 de la tarde; a las 9 de la noche, ya dormíamos. Afuera caía nieve; fueron mis primeras y únicas blancas navidades.
El 25 dejaba Suiza, pero antes iba a hacer un viaje a un glaciar: estar en Suiza y no visitar uno es algo impensable. Tomé un tour que me llevó al Monte Titlis. No es muy alto; en el teleférico se improvisó una presentación de todos los extrajeros que íbamos ahí. Cuando comenté la altura aproximada del Huascarán (casi 6,750 metros) se sorprendieron de la altitud de nuestra montaña. Titlis no llega a los 3300 (3,238 para ser más exactos). Lo que sí es bacán es las excavaciones que han hecho en el hielo para hacer las instalaciones y el centro para practicar sky. Por el frío, compré unos guantes y otras cosas más de recuerdo, pagué en francos suizos. En mi bolsillo tenía aún monedas de otras partes lo que se me hizo una confusión. Más tarde, y ya calmado y sentado comencé a sacar cuentas: entre las coronas, los marcos y los francos no me quedaba claro cuánto había gastado. Lentamente me di cuenta que había pagado cerca de 150 dólares por un par de guantes. Ahora los cuido como oro..aún.
Ahora que se habla del calentamiento global y las extinciones de glaciares, me imagino que el gobierno suizo estará haciendo planes estratégicos para salvar sus glaciares, pues hay en torno a ellos grandes instalaciones que explotan ese recurso tal como es. La desaparición de Pastorruri en Huaraz no ha sido del todo sentido como debería ser; lamentable, pues los huaracinos no son conscientes ni se sienten responsables del destino de todos esos recursos que tienen, sino hay que ver lo que pasó con la laguna Parón. Algunas personas piensan que es una acción de la naturaleza, en la que el hombre no interviene. Una forma my fresca de eludir nuestra responsabilidad. Para Huaraz, esto no ha sido tan impactante como lo podría ser en Suiza, en la que hay una gran industria turística en ello.
Así cerré mi visita a Suiza, no sin antes haber atravesado y visto parcialmente ZUG y la bella ciudad de LUCERNA (LUZERN), donde habíamos hecho previamente un alto en el camino, donde pude ver parcialmente la iglesia jesuita del lugar (Lucerna es un cantón católico y mucho).
A mi retorno, me dirigí a la estación de tren para irme a BERLIN.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

BERLIN, LA LOCURA (1)



No hay ciudad que me haya impactado más que Berlín, Haupstadt der Welt. Ciudad tumultuosa, pero ordenada como buena capital del país del orden. Estaba en el corazón de Animalia, como la solía llamar Ingrid, al que ahora es su país de matrimonio y adopción.
Llegué a Berlín, luego de haberme despedido de Zürich (donde había pasado mis primeras y hasta ahora únicas blancas navidades). El 26 de diciembre de 1994 fue el día de la invasión sudamericana. Por error bajé en una estación (creo que fue Lichtenberg) anterior a la que debería haber descendido (Zoobanhof, lugar recordado por la película CRISTINA F - ¿la vieron?). Esta ciudad tiene una red impresionante de trenes y subterráneos, fuera de estaciones interconectadas que funcionan cronometradamente para delicia de un maniático. Reconozco que estoy casi en el borde de esa situación. Gracias a la gestión de gente de AFS de Dinamarca, tenía un lugar donde ir y dejar mis huesos sin problema. Viajaba, felizmente, ligero de equipaje como decía Rafael Alberti, por lo que el error de mi descenso fortuito en lugar no previsto pudo ser fácilmente enmendado. Gracias al pasaje de Eurotrail, podía seguir disfrutando de las bondades de su uso (como lo había hecho en Zürich también) y me embarqué hacia mi correcto destino.


El hecho de haber llegado a esta ciudad apenas un lustro después de la Vereinigung de las dos Alemanias ya de por sí era excitante. Iba, además a una casa que quedaba no lejos de las instalaciones del Muro (die Mauer). Pero luego constaté que el Muro estaba por casi toda la ciudad y que éste había sido una parte vital de la existencia de ambos lados (en algunos casos pensé, incluso, que su caída había también derrumbado parte de su identidad).
Como buen ejemplo de ciudad alemana o centroeuropea (mejor decir), las calles y casas son muy peculiares: son abiertas, grandes; pero a la vez te dan la sensación de ser cerradas. Creo que el hecho de haber llegado en invierno (diciembre) ha influido también en la percepción que recibí de esta impresionante ciudad.

sábado, 6 de diciembre de 2008

PRAGA, EL CIELO (1)

Uno de los viajes de mi vida que nunca olvidaré es el que realicé a Praga en abril de 1990. Fue un viaje medio planeado, medio a la deriva; pero le puse toda la voluntad para que se haga realidad.


Vacaciones por Pascua (para nosotros, Semana Santa). Por suerte, en Israel tuve un par de semanas de vacaciones, ya que era Pessah (Jesús celebraba pessah, cuando fue capturado). Dan Levy, el coordinador en el colegio en el cual trabajaba en Israel, me había conseguido 3 fechas simpáticas para ir a Budapest, ciudad en la que había vivido su juventud. Los pasajes de Malev ya estaban copados; sólo quedaba ir vía Viena. En un buen vuelo de Austrian Airlines (se comía bien), llegué a Viena (bella) y me puse a planificar mi viaje por tren a Budapest (escribiré sobre ella en otro momento). Ya en Budapest, viajar a Praga por tren no era caro; había llegado a los países del Este europeo en momentos de cambios de régimen político y económico. Todo era barato, el mercado negro era fuerte en Budapest para cambiar florines a dólares o viceversa; además todo lo que es arte y cultura (libros, discos) era barato por política de estado; felizmente esa secuela quedó y podías comprar libros maravillosos (de fotografía o arte) al precio de un dólar. Era increíble. Ahora me dicen que esos libros costarían en la Budapest actual algo de 35 a 40 dólares. Sociedad del libre mercado, le dicen. Ante esta realidad, ahorré mucho dinero que pensé podía gastar; había estado previamente, durante el mes de febrero, en Egipto (país relativamente barato) y los gastos comparativos entre El Cairo y Budapest eran abismales. Comías bien, ibas a espectáculos por poco.
Así pues, busqué comprar mi pasaje por tren a Praga y dirigirme a la embajada checa para conseguir mi visa. Todo estaba listo. Salí a la medianoche, me despedí de los amigos que había hecho en esta bella ciudad y me enrumbé hacia el sueño.
Llegué a Praga a las 10 de la mañana aproximadamente. Tal como había comentado inicialmente, no había hecho nada de reservas. Subí a un tranvía desde la estación de tren y traté de contactarme con una joven pareja de checos, traté con todas las lenguas que podía emplear (hasta hebreo), convenimos en comunicarnos gestualmente; quería ir a la ciudad vieja (Malá Straná) y lo logré; a medida que el tren iba adentrándose a la ciudad, mi fascinación iba creciendo, lo que había visto en fotos, había sentido en la obra de Smetana, visto a través de sus bellas estampillas, haber repasado a través de su Narodny Galerie; no se comparaba en nada en lo que veían mis ojos. Estaba mudo de la emoción. Praga es condenadamente bella; quería bajar de rodillas (hubiera hecho el ridículo, pero bien lo merecía) y mis jóvenes acompañantes no entendían mucho lo que me pasaba.
Pero pronto tenía que aterrizar. Eso de salir sin planificación previa (en Europa ahora es imposible) me iba a pasar la factura. Hoteles disponibles a esas alturas era un nuevo sueño, casi quimera. En mi desesperación (caminaba con mis maletas) topé con un chico que era de las juventudes de viajeros y llamó desde su oficina a varios hoteles. Llenos. Como última instancia, me llevó a una oficina de turismo. Hordas de alemanes ocupaban hoteles, hostales, pensiones, albergues. Como yo, otros habían hecho lo mismo y estábamos en medio de la desolación: la idea de dormir en un parque quizá haya cruzado por mi mente; en realidad, no lo recuerdo.
De pronto, la muchedumbre de turistas se fue reduciendo, varios fueron acomodados en diversos hospedajes un poco alejados de la ciudad; iba quedando con pocas personas. Me acerqué a un chico de aspecto mediterráneo árabe: Wahlid. No hablaba alemán (la lengua por excelencia en esta zona, como me pasó en Budapest también) y estaba totalmente abandonado a su suerte. Él era de origen libanés, maronita, y vivía en París. Nuestra lengua de comunicación era el francés. Juntos gestionamos una pensión; hallamos una, de un señor que vivía en una zona residencial no lejos del corazón de la ciudad. Nuestro principal problema ya estaba solucionado. Con Wahlid íbamos a compartir 3 intensos días en el paraíso.



martes, 2 de diciembre de 2008

BIENVENIDOS AL ESTE DE EUROPA




Este texto fue escrito por un ex-alumno mío, Luis Escobedo. Ma parece muy interesante su experiencia en un país como POLONIA.


Luego de un año en los Estados Unidos y seis años en Alemania decidí venir a vivir a Polonia. A mi salida de Alemania, más de una persona me preguntó sorprendida por qué es que luego de vivir en países tan desarrollados, elegía un país que a su parecer no estaba en el mismo nivel. Dado a que mi elección no se dio de la noche a la mañana, a un mes de cumplir mi primer año en la ciudad de Varsovia, suficientes razones no sólo me mantienen ligado a la cultura polaca sino que día a día reafirman que dicha decisión fue correcta y oportuna. Correcta porque en tan poco tiempo ya me siento tan integrado a esta sociedad que me costaría mucho dejarla algún día y oportuna porque Polonia es un país europeo que no ha tocado techo aún. Luego de su independencia del régimen comunista y, más tarde, su integración a la Unión Europea (EU), la economía polaca ha estado creciendo a pasos acelerados, alcanzando un buen nivel de estabilidad política y ejercitando una fuerte inversión pública. A través de la presente crónica trato de mostrar mis impresiones sobre la vida en Polonia, como parte del Este de Europa, después de mi primer año en este país, poniendo énfasis en los factores que la hacen atractiva desde el punto de vista de un peruano. Del mismo modo, busco brindar una visión general de la situación de la Polonia post-comunista.

La región del Este de Europa siempre me pareció un lugar indefinible. Desde que tengo uso de razón, mi opinión sobre ésta no era tan distinta a la de algunos otros peruanos. Prácticamente se resumía en un juego de términos claves: herencia comunista, ciencia y tecnología, altos niveles de pobreza, pesimismo, muy bajas temperaturas y un excesivo consumo de vodka. Durante los tres años que pasé viviendo en un campo universitario en el norte de Alemania, tuve la oportunidad de verificar si es que aquella impresión que tenía de esta región era certera ya que más del 50% del alumnado provenía del Este de Europa. En efecto, en ciertos aspectos no me equivoqué.

Especialmente en las carreras de ciencia, los que ocupaban los primeros puestos solían ser del Este de Europa. Evidentemente, muchos de ellos, cuyos padres normalmente eran subempleados, provenían de una situación económica comparable a la de una familia peruana de clase económica media baja, y tan sólo un número insignificante de ellos venía de ciudades grandes. De cualquier manera, su nivel académico era tan elevado y el deseo de dejar a sus países en busca de una mejor vida tan determinado que la mayoría de ellos había llegado a estudiar a Alemania con beca completa. Además de su potencial académico, otro aspecto en el que no me equivocaba era el pesimismo que caracterizaba a una gran mayoría de ellos. Contaban con la gran habilidad de realizar un trabajo impecable bajo presión, pero no se sentían capaces de crear algo que les hacía falta o de innovar aspectos con los que estaban en desacuerdo. Sin embargo, cuando se trataba de festejar, el ambiente de jolgorio que esta gente era capaz de generar es simplemente incomparable. Docenas de botellas de vodka eran vaciadas en cada jarana.

Aunque mantenía en cierta forma mi vieja opinión sobre el Este de Europa, a través de los años, nuevos aspectos característicos de su gente fueron dándole una forma más elaborada a dicha perspectiva, así como hacían cada vez más evidente las diferencias entre los países de la región.

Hace un par de años, fui invitado por amigos míos a visitar su tierra natal: Polonia. Cruzar en automóvil la frontera entre Alemania y Polonia fue muy interesante. Salía de un país con un sistema de seguridad social, de salud y vial que se encuentra entre los más avanzados del mundo para entrar a una realidad totalmente distinta: la frontera estaba llena de kioscos vendiendo cigarrillos a mitad de precio; campesinos en puestos improvisados vendían pepinillos encurtidos a granel; restaurantes con mesas cubiertas con manteles de plástico y decorados con espejos y floreros con plantas artificiales ofrecían menús a precios equivalentes a los de mercados zonales en el Perú; y encima de todo, la deteriorada carretera no contaba con alumbrado público pero sí con un número de cruces alumbradas en memoria de fallecidos en accidentes automovilísticos. Hasta entonces, a algún lugar me recordaba todo esto.

Al llegar a la ciudad de Olsztyn, con la ayuda de amables transeúntes, y abrir el grifo del lavatorio de la cocina para servirme agua, los dueños de la casa en la que me hospedaba se acercaron a mí diciendo: “no tomes agua del grifo a menos que haya sido hervida o purificada; mucho mejor si es que viene de un bidón de marca.” En ese momento, mi reacción fue: “Aquí me quedo.” Y, en efecto, mi siguiente visita a Polonia fue para entregar mis documentos de postulación para una maestría en Varsovia.

Las causas del impacto que tuve durante mi primera visita a Polonia y que hicieron que me enamorara de ella, eran justamente las razones por la que mis ex compañeros universitarios habían dejado el Este de Europa en busca de algo que a su parecer es superior. En cierta forma, no se equivocan. Y es que luego de vivir en Varsovia por algunos meses me he dado cuenta de que aquí los estándares de vida son comparables a los de cualquier lugar en Europa Occidental, mas en el resto del país sucede lo contrario. El acelerado crecimiento económico dado por el desarrollo de la industria polaca, la fuerte inversión pública y privada, el dinamismo del consumo interno, y el significativo apoyo de la Unión Europea se reflejan en Varsovia a través de un eficiente sistema vial, modernos edificios, grandes centros comerciales, discotecas y restaurantes ostentosos, entre otras cosas. Sin embargo, la pobreza y el desempleo aún colman de pesimismo a las ciudades pequeñas y pueblos as en el resto del país. Bartek, mi compañero de departamento, constantemente me repite: “Varsovia no es Polonia; es simplemente el emporio de la gente más ambiciosa del país con una buena vara o con un buen financiamiento inicial.” Es así como mis ex compañeros universitarios, quienes no venían de ciudades grandes como Varsovia y solían vivir bajo un ingreso familiar insignificante, dejaron sus tierras en busca de una vida mejor.

En conclusión, a pesar de las deslumbrantes cifras macroeconómicas, en Polonia hay mucha tierra por labrar. Y es así como, al mismo tiempo, doy a entender el porqué de mi gran atracción por este país. Mientras aprovecho al máximo las ventajas de su sistema educativo de alto nivel y, por una menor cantidad de dinero, vivo en mejores condiciones que en Europa Occidental, me doy la oportunidad de ser partícipe del proceso de desarrollo del país. A esto se suman el particular arraigo a las tradiciones y creencias; el fuerte apego a la familia, pareja y amistades; la expresividad emocional y la alegría de vivir de la gente; la gran aceptación de lo foráneo; y la inmensa generosidad que caracteriza a los polacos.

Spotkamy sie w Polsce![1]
[1] En Castellano, “Nos vemos en Polonia!”