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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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sábado, 29 de junio de 2019

RODEZ NUEVAMENTE





Lunes 21 de enero. Partida para Rodez. La mañana se fue rápido. Mi bus salía a Rodez a las 10 a.m. El pasaje era de solo 5 euros. Tomé un buen desayuno y ya solo me quedaba preparar mis cosas para poder viajar a Rodez para encontrarme con Isabelle con la que ya habíamos acordado desde Trujillo. Con mucha pena, antes de subir al bus, nos dimos un largo abrazo con Melissa esperando vernos pronto nuevamente. Mi corta estancia fue para ponernos al día un poco, pero hay tanto por decir y soñar. Subí al bus al cual solo subieron tres pasajeros más. El servicio es impecable. El viaje lo hicimos en un poco más de una hora, pues entraba en pequeños pueblos de la ruta a recoger pasajeros. La distancia entre Millau y Rodez es un poco más de 66 kilómetros. Cruzamos la zona en la cual había varios Causses, esas formas interesantes llena de cuevas y llanuras.


Llegué a casi mediodía, Isabelle iba a ir a buscarme. Es la misma estación de tren que usa el bus. Descendí para esperarla. Era un día frío. Francia tiene un clima más frío que Portugal. Llegó Isabelle con su nueva camioneta en la que lleva un sinfín de cosas con las que hace ferias y remates en mercadillos para su proyecto de bebés en Trujillo. Su trabajo es intenso y tiene una buena respuesta por parte de sus amigos y de la gente de la región. Isabelle me pidió subir mi maleta y busqué un espacio para ella. Ya acomodados nos fuimos a su casa en La Primaube; antes pasamos a comprar el delicioso pan para el almuerzo. Isabelle ya me había hecho una agenda simpática que incluía clases de español con sus alumnos y un almuerzo en un hotel restaurante que fue todo un ensueño. Una vez que almorzamos, salimos para Estaing, un pequeño pueblo en el cual hay un castillo interesante. Dejamos el auto cerca del puente que está sobre el río Lot. El castillo se distingue a la distancia. Este pertenecía a una antigua familia y uno de los principales miembros de la misma, Charles Henri, Conde de este lugar, fue decapitado durante la Revolución Francesa. El castillo se destaca y es visible desde cualquier parte de la pequeña ciudad, la cual fue considerada en uno de los pueblos más bellos de Francia. El nombre me parecía bastante familiar hasta recordar el apellido del expresidente francés Valéry Giscard D´Estaing. Siendo invierno, no temporada de vacaciones, las visitas estaban restringidas. Pero la pequeña iglesia estaba abierta. Ingresamos a ella para ver los restos y reliquias de Saint Fleuret. El puente que cruza esta ciudad es muy antiguo, pues data de la Edad Media. Un detalle simpático fue ver un pequeño monumento que muestra las famosas conchas que certifican que este lugar está incluido como lugar de peregrinaje dentro de las rutas de Santiago, uno de los movimientos de identidad europea que ha atravesado los siglos. Aquí hay más detalles de este simpático pueblo (https://www.france-voyage.com/francia-ciudades/estaing-1161/castillo-estaing-12098.htm).





De ahí nos fuimos a un pequeño pueblo que cruzamos en la ida: Bozouls. Isabelle me pidió manejar el tramo de retorno por esta descansada vía. Así lo hice: manejando ahora en Francia. Llegamos a este interesante pueblo que está construido alrededor de un cañón. Es alucinante. Felizmente Francia no es una zona sísmica, pues todo lo edificado en torno al lugar hubiera ya colapsado. El pueblo es bastante pequeño y está distribuido a lo largo de su cañón que no es muy profundo, pero causa respeto. Si uno sufre de vértigo, mejor no intentar. No nos quedamos mucho tiempo ahí, pues teníamos que regresar a Rodez para reunirnos con los alumnos de español (un grupo). La noche fue tranquila, luego de la clase; nos fuimos a dormir, pues al día siguiente nos íbamos a almorzar en un restaurante un poco lejos de Rodez. Aquí dejo más datos de Bozouls, extraño pueblo (https://marcianosmx.com/bozouls-pueblo-frances-borde-de-un-acantilado/)



El martes 22 nos fuimos a almorzar. El lugar era lejano. Se llama Saint Geniez d´Olt a orillas del río Lot. El restaurante: El León de Oro. Isabelle había recibido un vale para un opíparo almuerzo, regado de buen vino. Fue una visita a este lugar de pocos habitantes (dos mil aproximadamente) y que tiene varios hoteles; es un lugar de reposo, por eso la presencia de tantos hoteles. Regresamos temprano, pues la institución de Isabelle y todos sus amigos iban a recibir una donación gracias a un proyecto que habían hecho los chicos del Liceo de Rodez. Antes pasamos por la casa de su contador para ver algunos detalles de la institución. Por esa razón, nos fuimos directamente al lugar mientras iba cayendo nieve ya sobre la región. Dejamos el auto parqueado en las afueras del Liceo. En Europa estacionar en la calle es menos costoso que en una cochera, pero cuesta. Creo que de imponer este método en Perú habría menos gente que saca su auto para ir a comprar el pan, por ejemplo. Volviendo a lo del colegio, fueron dos instituciones invitadas. El dinero obtenido por la venta de productos ideados por los jóvenes era donado a diversas causas, como la de la ayuda para los bebés de El Porvenir en Trujillo. Es parte del modelo CAS que pide el IB y lo estaba viendo en acción con estos jóvenes. Isabelle y Dominique fueron las encargadas de recibir el dinero. Los chicos explicaron su proyecto, las ventas hechas y la cantidad nada despreciable que habían obtenido.


Al salir tuvimos un pequeño inconveniente. El auto de Isabelle estaba bloqueado por otro, cuyo dueño estaba en una entrevista de radio, una que se halla vecina al colegio. Isabelle estaba apurada, pues tenía que recoger sus medicinas hasta antes de las 7 p.m. Y ya el tiempo nos ganaba. Luego de un buen rato, salió el dueño e Isabelle le llamó la atención; pero quien reaccionó mal no fue el dueño quien aceptó su error y se disculpó, sino el comentarista de radio. Manejé ese tramo, pues Isabelle estaba muy fastidiada. Felizmente llegamos a recoger las medicinas. Nos fuimos a casa a descansar. Al día siguiente nos íbamos a Albi a reencontrarme con el museo de Toulouse Lautrec, el cual vi parcialmente en 2010.






domingo, 23 de junio de 2019

MILLAU Y SUS ALREDEDORES. LA FRANCIA OCCITANA





Domingo 20 de enero. Millau. Día de marchas, día de mover las piernas en un país que hace culto a la caminata como una buena forma de mejorar la calidad de vida de uno. Y Melissa es una cultora de ello. Cuando ella vivía en el Perú, halló muchas zonas para caminar y ella me señaló cómo en nuestro país caminamos mucho, pero no nos damos cuenta de ello. En el camino a Huamachuco me mostraba los trazos de caminantes, sea de pastores o gente que se desplaza a pie, a lo largo de los Andes liberteños. Melissa había tenido un accidente con su bicicleta meses antes, por lo que mejor era hacer un poco de actividad física que estar en el auto permanentemente.
Este domingo tomamos un buen desayuno, pues nos íbamos a caminar un buen trecho. Ya venía bastante entrenado de Portugal, donde caminé bastante para recorrer tan bello país. De la historia humana, nos íbamos a la historia natural. Nos íbamos a visitar un pedacito del Parque Nacional de Grands Causses (https://es.france.fr/es/occitania-sur-de-francia/articulo/parque-natural-regional-grands-causses). Este parque es extenso, pues tiene más de trescientas mil hectáreas. Años anteriores lo he visitado en diversos lugares: por ejemplo, estuve en el valle del Tarn, en las grutas de Roquefort, donde hacen ese delicioso queso fuerte y de olor penetrante que se “cultiva” en unas cuevas húmedas que se hallan cerca de Saint Affrique. Además, visité algunas ciudades templarias como La Couvertoirade. Es una zona que se ganó el respeto gracias a una fuerte lucha que se sostuvo con el gobierno central al intentar construir un polígono militar en parte de su territorio. La zona se levantó al defender su territorio contra estas nuevas construcciones y muchos pastores y agricultores tomaron acciones duras por años, hasta lograr su objetivo. Es una zona muy polémica y muchos hablan de reivindicación occitana, tanto en su cultura como en su lengua. La historia tiene la palabra. Incluso los chalecos amarillos están vinculados a esta zona. La tierra sí ejerce un gran poder sobre los hombres no importando el tiempo que pase. Por eso, ahora iba a pasar por un sitio pequeño en esta inmensidad. Melissa, como guía, me iba a abrir un nuevo panorama por lo que me llevó a una parte alta de la cual podíamos ver toda Millau. La marcha fue pausada disfrutando la vista de esas extrañas formas rocosas y mesetas, erosionadas por el tiempo y los fenómenos meteorológicos, a las que denominan Causses; además conforman gargantas por los que discurren ríos, como en este caso el Tarn. La ciudad está un poco rodeada de estas y le dan un paisaje muy especial. La caminata culminó en un sector donde hay algunas casas abandonadas, algunas ocupadas y otras en restauración.




De ahí descendimos y nos fuimos a otro lugar en el que la gente suele juntar su producción vitivinícola y la reúne en grandes vasijas semienterradas en casa adaptadas para ello. Me hubiera gustado recordar el nombre, pero tengo registro fotográfico. Sentados comiendo algo de fruta, Melissa me señala una iglesia que fue construida en la parte superior de una de las mesetas y me comenta que fue toda una estafa que hizo el cura del pueblo, pues sacó dinero para la construcción y luego se dio a la fuga con todos los millones. Queda la estructura como muestra de la vergüenza del hecho. 




En las locuras de la vía pudimos cruzar varias veces con la vía del tren que comunica Millau con el resto de Francia. Para cerrar esta visita matutina nos fuimos al famoso Viaducto que es todo un emblema no solo para la ciudad y la región, sino para Francia entera. Estuvimos en el museo de sitio que muestra cómo se construyó el mismo. Además, da una información bastante sintetizada de toda la riqueza arqueológica, histórica y geográfica de la región. Pude ver los famosos cuchillos, cuya industria prospera en esta zona. Cuando estuve la primera vez no pude ver este espacio muy interesante y bastante pedagógico. Aquí más datos (https://bles.com/ins/10-datos-increibles-sobre-el-viaducto-de-millau-el-puente-mas-alto-del-mundo.html). Esta vez no cruzamos el puente, subimos a un mirador para poder observarlo en toda su majestad e inmensidad. 




Regresamos a casa para almorzar y reposar un poco. Por la tarde íbamos a dar una vuelta por la ciudad, luego de ver una zona en la que había bastantes grafitis. Millau es una ciudad vieja y encierra muchos tesoros. Esta era la forma cómo iba a cerrar mi visita a Millau. Otros datos de esta interesante ciudad. (http://www.millau-viaduc-tourisme.es/memoria-patrimonio/millau-ciudad-de-arte-e-historia).





La cena fue un espacio para conversar y ponernos al día de muchas cosas pendientes de nuestras vidas. Además, me enseñó un bello libro en el que la modelo había sido ella, Melissa. Bacán. Al día siguiente, me iba en bus a Rodez.






martes, 23 de marzo de 2010

LA MODERNIDAD EN EL SUR DE FRANCIA (6)



























Alguna vez Bárbara Wong me había enviado por correo un power point que mostraba un puente colgante que descollaba sobre las nubes; era una suerte de navío en un océano blanco con grandes velas que eran los postes de este puente. Recuerdo que ese correo que envió a un pequeño grupo de sus amigos, ella nos invitaba a viajar.
Llegaba a mi último día de permanencia con mis amigos en el sur de Francia. Este último día iba a ir a visitar un lugar que había identificado vagamente, pero que iban a ser testigo directo de esta notable obra de ingeniería: el puente de Millau. El día anterior había acordado Daniel con Melissa que él me llevara a ver esta simpática ciudad sobre el Tarn para ver la feria que hacen en la plaza principal. Quizá allí pudiera hallar el soñado Asterix en occitano. Pero no iba a imaginar el sorprendente espectáculo del cual iba a ser testigo. Bordeando el Tarn nos fuimos acercando a la ciudad de Millau, cuando a la distancia ves unos postes inmensos que sostienen un altísimo puente, construido como parte de la autopista que une Marseille y Perpignan con París. Al trazar la carretera se encontraron con este extenso valle y había que hallar una solución con el fin de evitar el descenso y el posterior ascenso de vehículos. Muchos factores jugaron ahí: contaminación, seguridad, etc.

























A diferencia de lo que sucede en nuestras carreteras que se ven pronto plagadas por gente que se instala para hacer su negocio y vida (la carretera Panamericana del Perú es un suplicio para la seguridad del vehículo y los pasajeros que van en él), las carreteras en Europa son seguras (en la medida de lo posible) y se hace todo en la medida que las grandes carreteras no entren a las ciudades, como debe ser. Este puente evita tocar y dañar este valle y los que les interesa conocerlo, tienen rutas alternativas. Cuando pasamos "bajo el puente" la sensación de inmensidad te abruma. Cada poste o pilar de concreto es más alto que la torre Eiffel.
Ya en Millau instalados con Daniel fuimos al mercado y ver cosas diversas y a almorzar en un restaurante árabe: quería comer un buen cus-cus y este restaurante ofrecía uno de los mejores. Seguimos en nuestra cacería y caminábamos por las calles de estas viejas ciudades medievales. Es increíble cómo aquí han sabido conservar su patrimonio , sea en las ciudades pequeñas como en las grandes; lo vi en París, como el Barrio Latino; lo vi en los pueblos que estuve en el sur de Francia. Es una cuestión de identidad y también ser ingenioso para hacer de su espacio un lugar rentable. En Trujillo una casa del siglo XVIII tiene muchas posibilidades de desaparecer del mapa, aquí es un edificio para restaurar e integrarlo a un circuito mayor cultural y económico. Aquí luchamos por hacer una ruta moche y colonial, pero la indolencia de la gente es mayor que el entender sus posibilidades. Educación es una palabra peligrosa, pues esta ayudaría a combatir la estupidez humana.
Dejamos Millau e inicio el retorno. Melissa me espera pues voy con ella a Rodez a casa de Isabel y de ahí partir en tren nocturno a París. El viaje fue breve y me iba despidiendo mentalmente de los espacios que veía.
Melissa ya estaba lista y preparamos nuestras cosas para partir. Un cálido abrazo con Daniel marcó mi despedida hasta una nueva oportunidad. Melissa me iba a dar una sorpresa más: íbamos a pasar por el puente de Millau. Por la mañana, con Daniel, lo había visto por abajo; ahora Melissa me hacía el tour aéreo para ver el puente, su anchura y largura. Genial.
Tomamos el camino para Rodez, tuvimos un pequeño percance con la tarjeta de Melissa a la hora del pago; y otro cuando nos enteramos que en el apuro de salir, Melissa había olvidado su celular en un saco en casa de Daniel. Pero todo tiene solución: una llamada a Daniel nos permitió respirar tranquilos para poder llamar a Isabel y ubicar su casa.
Isabel nos esperaba ya con una deliciosa sopa casera y los quesos consabidos. Melissa me envió mis libros; gracias a su ayuda pude aligerar mi peso para poder seguir rumbo a París primero y luego a Berlín.
En la Estación de Rodez un fuerte abrazo y besos a estas lindas mujeres, Isabel y Melissa, marcó mi despedida del sur de Francia. Ahora que escribo estas líneas, las recuerdo esa noche fría allá en febrero que gracias a su gran cariño, la hicieron la noche más brillante del viaje.