Con Isabel habíamos viajado a Sta. Affrique, me hizo un gran favor, inmenso: llevarme hasta la casa de Daniel y Melissa. Habíamos tenido un intenso día martes en Rodez y partimos hacia la ciudad de Melissa y Daniel a las 5 y media. El viaje nos tomó casi una hora, ya que teníamos que atravesar una zona alta y el frío había arreciado y había ciertas ventiscas, nieve y hielo en las carreteras; así que fuimos con cierto temor. Llegamos a Sta. Affrique y dimos algunas vueltas hasta dar con la casa. Nos esperaban para cenar. Brindamos por el reencuentro, verlos después de algunos años. El tiempo nos va labrando los recuerdos.
Melissa fue a su pequeño departamento y habíamos quedado que al día siguiente, miércoles, ella estaba libre de su trabajo, así que nos fuimos a pasear. Si en la zona de Rodez había topado mi alma con el mundo cátaro, aquí iba a hacerlo con los templarios, a quienes, como los cátaros, tuvieron la mala suerte de caer en desgracia para el papado teocrático de ese entonces. Hubo otras razones ya más pecuniarias que fueron la motivición final para el exterminio de estos señores (que luego terminaron asentándose en otros lugares de Europa, sobre todo, Malta).
Al recorrer esta meseta uno puede ver varios restos de castillos y zonas fortificadas. Me contaba Melissa además que la autopista que va hacia París desde el sur (Bézier) es relativamente reciente y ha cruzado esta meseta de Larzac; un par de días después iba a ser testigo de una de las maravillas arquitectónicas y de ingeniería de los últimos tiempos. Pero ya llegará el momento para contarlo.
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