Leyendo un artículo de Martín
Estévez para la revista argentina El Gráfico en la que incluye una entrevista al
joven deportista medallista olímpico Braian Toledo (recién fallecido), este
comentaba la dura y triste niñez que pasó en su hogar en el que su madre vivía
una casi insana fantasía con un hombre que huía de ella cada vez que estaba
embarazada de cada uno de los numerosos hijos que tuvo. La madre había puesto
todas sus aspiraciones en un tipo con el fin de poder completar su sueño de
madre-esposa con amplia prole. Esperaba poder cumplir con el rol que se asigna
a la mujer en nuestras sociedades en las que existen tantos ritos como
coerciones para que ellas cumplan con las mismas. Las trasgresiones de estos
roles hacen que la sociedad las condene por no estar ceñidas al sistema. Uno de
estos lamentables casos fue el de las reacciones contra la madre de la niña
asesinada en Independencia, Lima, quien recibió una andanada de críticas y censuras
por parte de los medios, sobre todo vulgares. Algunos promovieron la lapidación
mediática y astutamente tomaron distancia de la misma responsabilidad que les
cae por ser promotores de una cultura mediocre de sexismo chabacano. Muchas
mujeres apoyaron la burda propaganda, aunque otras ya toman una posición más
crítica, habida cuenta de que los medios no son capaces de tratar la noticia
del incremento de feminicidios, sino como actos truculentos y cargados de
morbosidad. La sangre vende tanto como la calata de la semana.
Como sociedad arrastramos
entelequias determinantes de la mujer. Aún quedan personas (pocas, espero) que
conservan el marcado deslinde entre madre y la vida sexual. Una vez conversé
con un universitario que estaba convencido de que todas las madres deben de ser
como la virgen María. El camino de la mujer en la historia es duro. En la
Biblia se habla de la primera mujer, Lilith; ella se rebeló contra Dios y el
hombre. Fue expulsada del paraíso convirtiéndose, según leyendas, en la madre
de todos los vampiros. Luego se creó a Eva, arrancada del hombre. Eva jugó el
papel de la mala; su acción significó la anatematización social, política y
cultural de su género. En otras culturas, sufrieron desprecio y minusvalía. Un
poema chino del Che King dice en sus primeros versos: “La sabiduría del hombre
sabio es nuestra fuerza. La sabiduría de la mujer sabia es nuestra ruina[..]”.
En el código de Hammurabi, el ojo de un hombre plebeyo valía 60 siclos de
plata; la vida de una mujer plebeya, 30. Muchas viudas eran quemadas vivas con
su cónyuge muerto, pues estas se convertían en una carga para la comunidad. La
función de reproductoras ha sido promovida por algunos modelos de gobierno
(Mussolini, Hitler, Perón) con políticas agresivas de natalidad premiando a las
mujeres que daban más hijos al régimen.
Su lucha por la equidad ha
sido reconocida el 08 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Una
conmemoración para honrar y seguir trazando nuevos derroteros.
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