7 de octubre 2018. A una
semana exactamente, más de 23 millones de peruanos irán a las urnas para elegir
alcaldes, regidores, presidentes regionales que rijan nuestros destinos por
cuatro años. De esa masa electoral, corresponde a la Región La Libertad,
1´372,611 votantes, siendo una de las regiones con más población votante de
nuestro país. A Trujillo le corresponde una población electoral de 751,484 votantes,
los cuales iremos a depositar nuestro sufragio en una semana. De ese grupo
votante, un poco más de la mitad lo conforma una población generacional entre
los 30 a 59 años. Resalta la presencia de una masa juvenil que alcanza a la
cifra de 218,167 electores. Algunos
datos a tomar en cuenta como punto de reflexión antes de votar: las nuevas
autoridades nacionales tendrán a su cargo el advenimiento del Bicentenario de
nuestra independencia en el 2021. Y para nuestra Región, las nuevas autoridades
locales recibirán esta celebración en diciembre del 2020. Resta un poco más de
dos años.
Una rápida lectura nos puede
dar una ligera impresión de que las estrategias empleadas durante la reciente
campaña electoral municipal en nuestra Región habrán estado apuntado
preferentemente a esa masa juvenil nada despreciable y que puede ser
determinante el día de las elecciones. Va a ser un factor desequilibrante. Fuera
del marcado consumo virtual y de redes, se puede entender la importancia de
tener y mantener férreamente una universidad o un centro educativo de mando
medio que acoge en sus aulas esa nada desdeñable masa electoral potencial.
Esta campaña, empero,
ha sido enturbiada por circunstancias y tendencias que deben de tomarse en
cuenta. Una de ellas es la fuerte carga de escepticismo de muchas personas con
el mundo político peruano, sacudido por las permanentes muestras de corrupción
y grosero cinismo de políticos que actúan con impunidad y desfachatez en sus
actos. Muchos congresistas y la institución que la integran, por ejemplo, son
percibidos como gestores de corrupción y descaro dominado por el afán de lucro.
La propuesta de reforma para controlar los gastos exorbitantes en las recientes
campañas, financiadas por intereses oscuros, ha pasado la factura a varios
candidatos electorales que son percibidos como pantalla de movimientos
delictivos vinculados, por ejemplo, al narcotráfico. Por otro lado, hay
candidatos que apuntan a las necesidades de un grueso número de personas
acostumbradas al clientelismo; esta estrategia tiene sus réditos: hay muchos votantes
que no dudan en dar su voto a cambio de un kilo de arroz o un táper. Y, dentro
del esquema antiguo romano de pan y circo, no solo ofrecen arroz sino diversión
a través, por ejemplo, de un equipo de fútbol. Es una buena estrategia para
captar a una población juvenil bastante inmadura, aislada, egoísta, hedonista.
La inconsistencia juvenil, la inmadurez y la ignorancia políticas pueden
generar, una vez más, otra oportunidad perdida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario