Viajar en Fiestas Patrias
puede ser una experiencia frustrante y fascinante. Es una oportunidad excelente
para visitar diversos lugares fascinantes que te ofrece el amplio territorio
peruano y también, para bien o para mal, constatar cuánto hemos desarrollado
como país diversos conceptos con los que nos llenamos la boca o nos saturan por
diversos medios. Desde el punto de vista del lugar visitado, es un verdadero
desafío poder constatar de manera directa y sin atenuantes todo aquello para lo
cual, hipotéticamente, se han estado preparando: es la verdadera prueba de
fuego por la que pasan todas las instituciones ligadas a diversos ramos. En
este caso, a los servicios turísticos.
En un viaje a la ciudad de
Chiclayo con un grupo de amigos, tuvimos la oportunidad de visitar varios
lugares interés histórico que circundan
a la capital de la amistad, como la llaman. Pensábamos que el reciente fenómeno
del Niño costero había afectado la integridad de los principales monumentos
turísticos de la zona; sin embargo -salvo Huaca Chotuna, zona seriamente
afectada- los monumentos, casas y edificios coloniales, o museos que tuvimos
oportunidad de visitar habían sobrevivido al fuerte embate de la naturaleza.
Túcume, Museo Brüning, Lambayeque, Mórrope, colmaron nuestras expectativas con
creces. Y lo más grato fue ver una Lambayeque como ciudad más simpática,
atractiva, con monumentos coloniales restaurados como la bella capilla de San
Francisco; o un siempre interesante Museo Brüning con la exposición permanente
de la Dama de Chornancap. Perú es un país viejo; recuerdo que una revista
europea de viajes interesantes por el mundo llamó a nuestro país El viejo nuevo
mundo.
Pero, nuestra riqueza no es
por todos apreciada. Muchas son las personas aún que ven un monumento histórico
como una gran pila de piedras. En otros lugares, espacios como estos son rápidamente
convertidos en conceptos culturales turísticos, acompañados de una fuerza
comunicativa e incluida en un circuito turístico mundial. He estado en lugares
en los que el verdadero valor no radicaba en los objetos de sí, sino en la idea
creada y consumida por uno. Se paga por un concepto. Perú puede tener miles:
naturales, históricos, de aventuras, místicos, etc. Falta imaginación, una
dosis de riesgo, más un trabajo en conjunto, en equipo, para que una maquinaria
así eche a andar.
Todo esto debe de ir
acompañado de un buen servicio. De manera directa, experimentamos la
frustración de ser testigos o víctimas de un mal servicio. Desde la limpieza de
un lugar hasta la atención recibida en un restaurante son claves decisivas para
una buena impresión. O una pésima. Mala o tergiversada información, o
incapacidad de plantear soluciones ante una simple carencia son factores por
los cuales tuvimos que visitar cuatro diferentes restaurantes hasta hallar el
adecuado. Los tres primeros restaurantes ya están fuera de nuestras agendas en
futuras visitas. Como matar la gallina de los huevos de oro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario