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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 30 de julio de 2017

EL VIAJE DE OLMO TEATRO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 30 DE JULIO)

La semana de Fiestas Patrias empezó con algo realmente sorprendente: viajar con la troupe de Olmo Teatro a la historia y a las raíces de nuestra compleja peruanidad. Un viaje hilarante a nuestros grandes secretos atávicos y los datos dolorosos que forman parte de nuestra sociedad, en la que en momentos como estos nos ponemos a meditar. Qué buena manera de haber empezado un viaje a los momentos en los que los peruanos nos sentamos a meditar lo que es nuestro país, nuestro proyecto como nación, y los desafíos y fracasos que tenemos que enfrentar como una país en formación.
La obra se emparenta a Don Quijote, agudo observador de su época, que narra las miserias de una sociedad que se levanta como un gigante de pies de barro. A través de la boca de un soñador o un hombre práctico como lo es Sancho se desnudan las farsas que nos rodean a través de personajes que se cruzan en su caminar. Las ilusiones que se van creando oficialmente por diversas instituciones son desenmascaradas lentamente para que el crédulo se convierta en un incrédulo racionalista y escéptico que somete todo a la duda. Extrapolemos esa realidad ficticia a la ficción que vivimos todos los días los millones de peruanos encandilados por las noticias, los agoreros económicos, los vendedores de cebo de culebra y los políticos que nos prometen el cielo para recibir espinas. Cervantes escapó de la hoguera, pues su Quijote era un loco; por lo tanto era un  personaje carente de juicio. Sin embargo, sus palabras desnudaban las flaquezas de un país que se jactaba de rico y sus habitantes se veían presionados por la miseria y la violencia. Por eso, un gigante de pies de barro.
A través de los diversos personajes que recorrieron las tablas del escenario este último martes nos vimos retratados tal como somos. Hay momentos de solidaridad, de gestos nobles; los hemos visto en los últimos huaycos que asolaron a Trujillo y movilizaron a diversas personas e instituciones a ayudar. Pero también hubo los lados oscuros, gracias a los vivazos, a los embusteros, a los criollazos que roban la buena fe de la gente o usan la necesidad ajena como propaganda política; personajes que estafan descaradamente al buen hombre o al ciudadano honrado. No hay que hacer mucho esfuerzos para darnos cuenta que el escenario teatral se traslada a la calle, al día a día. Así vemos que se premia al desleal y se tilda de zonzo al leal y honrado; el Congreso de la República es un escenario digno al que solo le falta poner un telón.
Al caer el telón ese día, luego de casi dos horas de reír y de sentirnos decepcionados por alguna injusticia, de sorprendernos de ciertas reacciones y de desternillarnos de risa por algunas frases memorables, volvimos a nuestro roles de la vida cotidiana. Pero espero que esas máscaras que son nuestros roles diarios se hayan resquebrajado en algo para ver un país diferente. Tengo fe que así haya sido.