En recientes declaraciones de
Hermes Escalante, presidente de la Cámara de Turismo de La Libertad, destacó la
importancia del turismo como un motor vital del desarrollo económico de la
Región, y como un factor integrador y articulador de otras actividades
productivas y de servicios de Trujillo y sus alrededores. Es la actividad que
moviliza a varios sectores vinculados directamente a este, pero a su vez
repercute sobre otros de manera indirecta, pero efectiva. Un turista requiere
de servicios básicos como alojamiento y alimentación, pero los vinculados a la
cultura y al hedonismo son las atracciones de un lugar por el cual el turista
se ha movilizado cientos o miles de kilómetros. Trujillo, como cualquier ciudad
turística, atrae a una persona no solo por su gastronomía o sus espacios
agradables para el bienestar, sino por su cultura, su historia y las facilidades
para que uno pueda acceder a estas. Al crear estas condiciones y facilidades,
muchas otras actividades se benefician indirectamente, como la educación, vital
eje de desarrollo de cualquier sociedad. Buenos museos, una intensa
investigación de nuestro pasado físico y social, y la adecuación de zonas
naturales (bosques, cataratas, montañas) alimentan el desarrollo de una niñez
que conoce su espacio físico e histórico.
Pero ¿qué cosas tenemos que
mejorar? Varias. Se necesita un plan macro el que involucre y en el que
participen muchos actores de la ciudad y Región. Ver planes educativos y de
comunicación para sensibilizar a una población que conoce poco a su ciudad y
sus alrededores. Comenzar a ocupar espacios culturales formales con propuestas que
acerquen a los niños y los jóvenes que se sienten excluidos y no identificados
con su entorno. Incorporar el lenguaje artístico de una juventud que tiene
propuestas que los mayores no escuchamos y marcamos distancia en vez de tender
puentes para sumar esfuerzos de un bien común. Necesitamos una marca que vele
la calidad de todos los actores directos de la industria sin chimeneas. Hubo
una que se ha quedado en la congeladora durmiendo el sueño de los justos. Velar
por el ornato de la ciudad y su sistema vial. Estos dos puntos son álgidos,
pues Trujillo se está volviendo en un gran basurero en el que encuentras autos
abandonados y basura en calles y parques, lugar preferido por algunas
constructoras para dejar sus desechos; o el lastimoso estado de sus calles
plagadas de huecos y rompemuelles colapsados. Cuando redacto este texto, leo
con escepticismo la noticia de que los transportistas privados del servicio
público aceptan cambiar sus unidades; pero no solo eso es necesario, lo es
también la necesidad de mejorar el trato hacia los pasajeros. Los
transportistas los llaman clientes; creo que ninguna empresa trata a los mismos
como ganado y son expuestos a tanto riesgo como la carrera de dos choferes energúmenos
para captar más pasajeros. Cumplir reglas es vital. Educación cívica, eso falta.
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