Lunes 22 de julio. Cataratas
de Gocta. El día anterior ya había hecho los arreglos con Eduardo en la agencia
para ir a las cataratas. Ambos íbamos a repetir el plato, pero ahora mejores
premunidos y preparados para la marcha. El bus salió temprano con muchos
turistas de todas partes: había chilenos, franceses, varios peruanos. Maria
había decidido quedarse en el hotel, pues estaba fatigada del día anterior y
tenía, además, material pendiente de la universidad. Con nuestra mochila, las
cámaras y todo lo necesario nos íbamos a recorrer este interesante lugar.
Nuestro destino era
Cocachimba, un pequeño poblado que se haya a un poco más de 42 kilómetros de
Chachapoyas. La carretera es asfaltada, pero tiene un tráfico intenso por lo
que llegar a este lugar te puede tomar más de una hora. Cocachimba hasta hace
20 años era un poblado de 200 personas aproximadamente. Ahora con el boom de
las cataratas de Gocta, el lugar ha crecido e, incluso, tiene los mejores
hoteles de la Región Amazonas. Gente con mucha visión comenzó a comprar
terrenos a muy bajo costo para el futuro boom que previeron. Ahora hay
simpáticos hoteles, pues mucha gente prefiere este lugar para descansar, poder
visitar las cataratas con calma y dedicarse al “dolce far niente”. La oferta
hotelera es buena y cuando estuvimos ahí vimos que estaban llenando su
capacidad. Ahora tienes más restaurantes y con variada oferta. Antes de hacer
el recorrido, es importante que uno separe su almuerzo, pues íbamos a regresar
con mucha hambre (como así fue). En esta oportunidad alquilamos unos bastones
de madera que iban a ser de mucha utilidad tanto para el ascenso como el
descenso. Nos reunimos todos los viajeros; algunos iban a ir a caballo, otros a
pie; nosotros decidimos ir a pie para hacer buen ejercicio. La marcha del día
anterior nos había entrenado, así que salimos a buen trote. En el viaje te das
cuenta de muchos detalles; los peruanos somos turistas de poco caminar,
mientras que los viajeros son de un buen y sostenido trote; en realidad, el
extranjero se informa mucho sobre el lugar que va a visitar para no encontrarse
con sorpresas. Muchas personas confunden Chachapoyas como una zona selvática en
la que hay mucho calor y, luego, sufren las consecuencias. He ido ya varias
veces a esta zona y he visto más de un pobre turista muriéndose de frío. Ya
preparados y manejando nuestros tiempos, Eduardo y yo salimos a nuestra meta:
la catarata. El camino fue tranquilo en un inicio, había aún energías. Casi al inicio, vimos varios fósiles. Felizmente no hacía mucho calor ni había un sol aplastante. La primera vez que
estuve desconocía el trazo de este territorio, sus pendientes y lo tortuoso de
algunos tramos del camino. Tras casi tres horas de caminata, llegamos a nuestra
meta. La catarata es vista desde muchas partes de la ruta; pero, a medida que
uno se acerca a la misma, las dimensiones sí son impresionantes. La caída de agua,
nos comentan es más abundante y el ancho de la misma más visible en los meses
de verano, pues hay fuertes lluvias. Nos habían indicado que este lugar tiene
dos sitios a visitar, puesto que el primer “tramo” de la catarata forma un
pequeño lago desde el cual cae el segundo “tramo”. Por eso hay un hotel hecho
por un norteamericano que falleció sin ver culminado todo su proyecto. Creo que
una próxima visita bien vale la pena hacer la marcha desde ahí. El día anterior
habíamos visto la trayectoria cuando estuvimos en el Pueblo de los Muertos, que
halla literalmente al frente de este notable lugar.
Al llegar al lugar, en esta
oportunidad tuvimos más tiempo para disfrutar el lugar y hacer más fotos que la
anterior oportunidad. Hubo algunos jóvenes que se metieron en las frías aguas,
pero el caso más notable fue el de una señora madura que decidió darse un chapuzón
(bueno, eso parecía). Iniciamos el camino de retorno de manera pausada, pues
ahora sí había buenos tramos de ascenso. Casi a mitad de camino, nos pescó un
fuerte aguacero, justo en el puesto que usan para dejar las mulas de carga. Nos
quedamos un rato ahí guareciéndonos, hasta que amainando la lluvia. Continuamos
con nuestra marcha y en el trayecto nos encontrábamos con más personas que iban
hacia la catarata. Nuestros ponchos de plástico nos salvaron de quedar hechos
una sopa. ya casi llegando, hicimos un alto para tomar un delicioso juego de caña de azúcar, tonificante, reparador. Al llegar a Cocachimba, nos fuimos a almorzar pues teníamos un hambre
voraz. Lo bueno de estas zonas es la abundancia de sopas y caldos que levantan
hasta el más muerto; un buen almuerzo sustancial con trucha frita. Como
comentaba al inicio de esta crónica, la oferta de hoteles, restaurantes y cafés
ha incrementado notablemente y es una buena señal de desarrollo para los
lugareños que han encontrado nuevas formas de ingresos económicos en sus vidas.
Incluso las rutas de acceso, aunque aún no asfaltadas, han mejorado ostensiblemente.
El retorno fue tranquilo, muchos regresábamos dormitando por el exigente esfuerzo
físico desplegado. Aquí datos del lugar: https://www.conservamospornaturaleza.org/noticia/ruta-al-valle-de-las-cataratas/.
Otro más: https://www.rumbosdelperu.com/destinos/13-08-2017/travesia-a-gocta-la-catarata-que-toca-el-cielo/.
Aquí en una nota del Diario El Comercio, se habla sobre esta catarata y otras
en Perú: https://elcomercio.pe/vamos/peru/gocta-cataratas-viajero-debe-conocer-peru-noticia-579133-noticia/?foto=6.
Al llegar a Chachapoyas, fuimos
al hotel a ver a María. Había almorzado con la señora Reyna. Muy simpática. Por
la noche había quedado cenar con mi exalumno de la UPN, Leonardo Rojas y su
esposa. Nos íbamos a cenar a una pizzería que resultó ser todo un descubrimiento:
La Esquina Artesanal Pizzería. La carta es muy variada y ha logrado
una interesante fusión de la tradicional comida italiana y los insumos de la
región usando chorizos de la zona y otros deliciosos ingredientes. Muy bien.
Debe de mejorar, eso sí, su infraestructura en servicios para poder satisfacer
una buena demanda en una zona cuyo potencial turístico crece cada vez más. Aquí
su página: https://laesquinaartesanal-pizzeria-trattoria.negocio.site/.
Luego regresamos a pie a
nuestro hotel para descansar y estar listos para nuestro último día. En el
camino, Leonardo nos mostró los errores de la intervención hecha en la plaza de
armas y su pileta republicana. Nos contó que hay algunos pueblos abandonados
que han tenido bellas piletas que datan de la colonia y que se pierden con el
tiempo y desidia. Aquí más datos de esta simpática ciudad: https://www.reinadelaselva.pe/pastillitas/28/plaza-de-armas-de-la-fidelsima-ciudad-de-chachapoyas-parte-i.
Así terminamos nuestro
penúltima día en Chachapoyas.
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