La semana pasada tuve la
oportunidad de acompañar a uno de los premios Nobel de la Paz de 2015, el
tunecino Ahmed Galai, quien vino de visita para participar en la Décimo Segunda
Feria del Libro de Nuevo Chimbote. Fuera de haber hecho la traducción de su conferencia
principal sobre el rol de los jóvenes en las transformaciones sociales y algunas
rondas de prensa, tuvimos la oportunidad de conversar sobre muchas cosas de
nuestros países, nuestras semejanzas (las más) y diferencias (las menos) entre
nuestras sociedades; ambas habían pasado y pasan por algunos problemas en sus
respectivos mundos políticos que afectan todos nuestros tejidos sociales,
económicos y culturales; así como las interesantes respuestas que se generan en
cada una de las realidades, distantes geográficamente, pero cercanas en los
problemas cotidianos que nos aquejan y las propuestas imaginativas surgidas en
el seno de cada una de ellas.
Galai vino a contar las
experiencias vividas en la sociedad tunecina que estuvo al borde una turbulencia
ciudadana (hubo más de 200 muertos) que pudo devenir en una cruenta guerra
civil (como las que aquejaron a Libia o Siria) en el marco del gran movimiento
social llamado la Primavera Árabe. Túnez salió a las calles para buscar más
respeto por los DD.HH. de todos los grupos; la mejora de la economía para todos
sus ciudadanos y no solo el grupo privilegiado que dominaba el país; e
incrementar las expectativas de una vida decente para su juventud afectada por
las secuelas del gran crac capitalista del 2008. Tras la inmolación a lo bonzo
de un joven, Mohamed Bouazizi, Túnez empieza su Revolución de los Jazmines. Un
grupo de ciudadanos de diversas tendencias políticas se ve en la necesidad de
asumir el control social para evitar el caos definitivo. La estrategia de este
grupo es escuchar y conciliar, estar atento a las propuestas integradoras e
inclusivas basadas en los derechos esenciales de cada persona en tanto ser
humano y ciudadano. Es por eso por lo que la sociedad tunecina se preocupa más
por su educación; tiene una gran presencia de mujeres en todos los campos
económicos, laborales, intelectuales y culturales; y, un punto importante, se
basa en el laicismo en todos los niveles. Estuvieron atentos a todo lo que la
juventud tunecina proponía o les inquietaba, quienes actuaban rápidamente y demostraron una increíble
capacidad organizativa, gracias a las redes sociales que jugaron un papel importante.
El diálogo directo con los jóvenes y otras fuerzas sociales permitió construir
una nueva Constitución que vele realmente los derechos de todos y no proteja
los privilegios de pocos.
Las exposiciones de Ahmed Galai
fueron un dardo para las clases políticas peruanas y latinoamericanas. Basta
ver los resultados de los partidos tradicionales, tan casquivanos y lejos de
los reclamos de la sociedad peruana actual. Le pregunté a Galai si estamos
frente a una Primavera Latinoamericana; su sonrisa fue una buena respuesta.
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