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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 10 de febrero de 2019

GOLPE DE PERUANIDAD (ARTICULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO 10 DE FEBRERO 2019)


Alejarse de la patria por un buen tiempo es, frecuentemente, bastante saludable, aunque también puede convertir el retorno al país en un momento frustrante y hasta decepcionante. El distanciamiento te permite apreciar las cosas positivas que nuestra sociedad tiene, pero también observar que muchos detalles cotidianos que te rodean deben de ser considerar como grandes defectos y fallas de nuestro orden social, tanto por quienes regentan el poder, así como lo integrantes del tejido humano peruano.
La alegría de nuestra sociedad se ve muchas veces opacada por una serie de acciones y actitudes que deberían ser evaluadas por la ciudadanía, por cada uno de nosotros, con el fin de alcanzar una estabilidad social, tan venida a menos en las últimas décadas. El famoso boom económico de inicios de este siglo no ha logrado mejorar otros planos de manera equilibrada e integradora; y los logros que se habían alcanzado en servicios generales comienzan a evidenciarse cierto deterioro. Nuestra posición es tercermundista. Podemos focalizarnos en dos puntos evidentes: servicios de interconectividad y comunicaciones, y el imperio de la ley en todos sus niveles.
A llegar a Lima, centralista ciudad de todos los medios de comunicación, uno ve su aeropuerto saturado por cientos de pasajeros aburridos del colapso de diversos servicios por el número de usuarios. No sorprende ver largas colas para cumplir con los controles de rigor. Turistas consternados y nacionales resignados son los que conforman estas colas que contradicen el apelativo del mejor aeropuerto de esta parte del continente. De Trujillo, su interconectividad es bastante pobre y alarmante, no solo vía aérea (toda una contradicción para una ciudad de casi un millón de habitantes), sino vía terrestre. Conectarnos con las ciudades del sur se limita a un solo puente, cuya infraestructura aún no ha sido cambiada luego de su colapso durante el fenómeno del Niño costero del 2017. Evidencias de una posible situación crítica en los meses siguientes se vislumbran y nadie ha dicho nada al respecto.
El segundo punto es objeto de observación por muchas personas foráneas. La lucha contra la corrupción es un punto no del todo claro para muchas visitantes o lectores sobre nuestro país. Nos ven como un país corrupto y trasgresor de normas. Un simple ejemplo: se pone como noticia la aplicación de sanciones para aquellos que quebranten leyes simples de tráfico. Informar en diversos medios sobre la aplicación de multas para los conductores que estacionen en zonas rígidas es como una radiografía de nuestro comportamiento social. La ley no se aplica por desconocimiento o por simple omisión de su espíritu coercitivo. Simplemente no se respeta. “Las leyes están hechas para no respetarlas”. “Letra muerta”. Así entendemos que vehículos oficiales o policiales estacionen en zonas rígidas o para discapacitados. O la proliferación indiscriminada de mototaxis por el Centro Histórico.

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