Trujillo. Febrero, 2019. Los encabezados de las noticias de estos
últimos veranos, por estos meses, ya mantienen el mismo tenor: amenazas de
lluvia, riesgo de huayco, la ciudad no está preparada para enfrentar un Niño.
Pasan las temporadas de lluvias y se va la ola de calor, y retornamos a
nuestras rutinas. Nada nuevo bajo el sol. Basta cambiar la fecha de una noticia
para “actualizarla”.
Cuando me instalé en Trujillo
en 1992, muchos cambios ya venían sucediendo de manera acelerada. La presencia
de CHAVIMOCHIC en la geografía física y social de la Región marcaba fuertes
cambios de los que muchos investigadores alertaban, pero que, bajo el designio
del boom económico de entonces, prefirieron obviarlas o silenciarlas. Los
veranos son cada vez más tórridos e inviernos cada vez más gélidos bajo un
manto de humedad cada vez más creciente. Las autoridades de la ciudad de la
eterna primavera no vieron la necesidad de tomar precauciones para lluvias que
se han ido incrementando, fuera del hecho que tengamos o no un fenómeno del
Niño u otro acontecimiento parecido. Alguna vez oí que la ciudad contaba con un
sencillo sistema de alcantarillado, pero que este fue desmantelado puesto que
la ciudad no iba a experimentar periodos pluviosos intensos, pese a que la
ciudad y Región fueron afectadas por diversos Niños. Ya no hay persona viva que
nos narre el terrible fenómeno de 1925, pero crónicas periodísticas y estudios
históricos describen con detalles los desastres vividos por la ciudad. Para los
que vivimos el Niño del 82-83, la ciudad se vio afectada no solo por las
lluvias, sino por diversos desbordes como el de la acequia Mochica, cargada de maleza, basura y restos de construcción. La naturaleza y los errores humanos te dan ingratas sorpresas.
La Historia es una ciencia
humana a la cual es necesario recurrir frecuentemente para conocer a detalle
las amenazas del espacio que habitas con el fin de tomar medidas y proyectar tu
crecimiento ordenadamente. En diversas crónicas se habla del peligro que es
Mampuesto, por ejemplo; basta leer la de Miguel de Feijóo de ¡1728! en la que
narra con detalles la tromba de agua que casi se tira abajo la muralla que
defendía a nuestra ciudad. Pero el escaso manejo de las autoridades competentes
y el divorcio marcado entre la academia y el mundo político o el que toma
decisiones pasan la cuenta socioeconómica de los errores que vivimos, ahora,
con mayor frecuencia.
Así llegamos al 2019,
desprotegidos, con incertidumbre de lo que vaya a pasar con nuestros bienes y
vida. Cada verano se evidencia más de la pesadilla llamada Cambio Climático;
esto, empeorado por las escasas e incorrectas medidas para enfrentar el
fenómeno. Y cada vez nos va a salir más caro, tendremos reconstrucciones insulsas e inútiles: reparación de casas, edificios,
calles y avenidas; colapso de desagües; epidemias que debemos de tratar;
reconstrucción de viviendas en zonas prohibidas; sistema de agua potable
destruido.
¿Para el Bicentenario, se
podrá sacar a Trujillo del cuarto mundo?
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