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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 16 de julio de 2017

¿LOS DEMÁS? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 16 DE JULIO) RARA CELERIDAD DE LA JUSTICIA PERUANA

La semana que muere tuvo como plato fuerte la aprobación de la prisión preventiva por 18 meses a la expareja presidencial conformada por Nadine Heredia y Ollanta Humala.
En el transcurso de esta misma semana, en la Alianza Francesa de Trujillo hubo un conjunto de celebraciones por el aniversario patrio francés, entre los cuales se realizó un interesante debate sobre la importancia histórica de la Revolución Francesa, fenómeno copernicano que cambiará el rumbo ideológico y social del planeta. Durante más de una hora y media que duró el intercambio de ideas, estuve conversando con los profesores Antonio Ayesta, Alfredo Alegría y Hugo Florián Orchessi sobre la importancia de este evento del cual la actual sociedad occidental es mayoritariamente hereditaria. Para unos, la Revolución está sobrevalorada; mientras que para otros, fue el momento decisivo para la humanidad de buscar nuevos conceptos ideales de justicia, libertad e igualdad. Estos conceptos son los que han movilizado a la humanidad y la búsqueda de estos comenzó a expandirse a través del continente americano a lo largo de los siglos XVIII hasta, por qué no decirlo, el XXI. Sin embargo, tras las discrepancias y las reflexiones del caso, todos coincidieron que este evento histórico marcó la extinción de un modo de producción y de pensar medieval llamado Antiguo Régimen. Las formas del poder y de las interrelaciones sociales cambiaron al tomarse el principio de igualdad de todas las personas frente a la ley, por ejemplo.

El escándalo Odebrecht ha abierto una brecha honda en todos los campos de la sociedad peruana. Sus repercusiones ya se están notando. Pero, en una sociedad sumergida en la corrupción como la nuestra, los matices de la aplicación del sistema judicial, uno de los más corruptos de Latinoamérica, saltan a la vista. Para todos es conocidos que esta empresa corrompió funcionarios, empresarios, abogados, gobernadores regionales, candidatos presidenciales y hasta presidentes. Sin embargo, la celeridad para aplicar la justicia es relativa. Las dádivas y prebendas cambian semánticamente de acuerdo a la persona involucrada. Y los medios, parcializados, se prestan al juego en vez de buscar el sentido de la justicia como tal. La corrupción nos ha devuelto, en cierta forma, al Antiguo Régimen. El rey y la aristocracia estaban por encima de la ley común y eran intocables, en cierta forma. Y el sistema lo justificaba. Desde que estalló todo no hay más que un ex viceministro y un ex asesor en prisión preventiva desde enero. Un expresidente está con orden de captura. Solo una expareja presidencial está en prisión preventiva. Pero otros varios personajes peso pesado nombrados en diversas declaraciones no son perturbados. Otro inculpado decidió  renunciar a su partido político y un gobernador regional compró su libertad. Ante tan gruesos escándalos de corrupción y tan pocos avances, pareciera que estuviéramos en el Antiguo Régimen, ¿alguien duda de ello?

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