La semana que muere ha acumulado muchas frases alusivas a
quehaceres sublimes de la humanidad (literatura, cine) para entender lo
prosaico y vil que puede ser la politiquería peruana: desde Crónica de una
muerte anunciada hasta Ascensor para el cadalso o La decapitación de Juan
Bautista, estos son los títulos que han descrito todo un escenario lleno de
errores, cobardías e insanias sociales en lo que se ha convertido el panorama
político nacional. En un contexto de costosas canastas navideñas, turrones y
compra de computadoras, hechos irregulares
que saltan por todos lados en este Congreso bastante venido a menos, varios de
sus integrantes censuraron a Jaime Saavedra, abandonado por PPK, ahora
exministro de Educación. Una semana de esquizofrenia alucinante
Los movimientos realizados durante esta semana, tanto por PPK
como por la mayoría congresal, han sido una verdadera muestra de errores y
desaciertos que atentan contra los intereses generales de los peruanos como a
la aún débil democracia peruana. Saavedra ha sido el peón empleado para medir
fuerzas políticas en desmedro de un plan trazado para recuperar uno de los
pilares de cualquier sociedad: la educación. Pese a las evidencias de
corrupción dadas, algunas ya abordadas, el objetivo ha sido torpedear las leyes
que exigen calidad en la educación superior. En la construcción de argumentos
de varios congresistas opositores, la pobreza académica ha sido una de las
primeras evidencias de varios opositores, rayano con el ridículo. Esos personajes
han tenido en sus manos la decisión de tirarse abajo lo avanzado en cuanto a
calidad educativa. De cultura combi a cultura mototaxi, así bautizada por ellos mismos. Esta realidad ha merecido el comentario de varios
periodistas extranjeros que destacan lo absurdo de esta decisión política: la
ignorancia es atrevida y va más allá de su espacio de regodeo.
Por el lado gubernamental, ha sido lamentable la postura del
Gobierno con un ministro que ocupaba esta cartera bastante sensible. En su
gestión había convocado a diversos actores e incluso recibió el apoyo del SUTEP.
La cesión de su cabeza ha envalentonado a un grupo que actúa más por oposición
destructiva que constructiva. Quizá en los cálculos gubernamentales pueda estar
el sacrificar algunos otros ministros como forma de convivencia con estos
pésimos vecinos. De algo que sí se está seguro es que ninguna de las dos
fuerzas, similares en el fondo, criticará al ministro de Economía u otra
cartera sensible, ya que sería descerrajarse un disparo a la sien.
Pero las punzadas dadas han vuelto a polarizar a la sociedad
civil peruana. Las reacciones provocadas deberían de ser tomadas en cuenta por
esos congresistas, si no quieren ir aislándose de los electores que los eligieron;
y también por el Gobierno como una fuerza activa nada despreciable. No debe de
olvidar que precisamente esa ola social fue la que le permitió ocupar el sillón
de Pizarro. Un poder social silencioso que ha comenzado a crecer en el último
lustro.
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