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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 20 de octubre de 2019

KUÉLAP, NUEVAMENTE





Sábado 20 de julio. Tras un viaje largo desde Trujillo con escala en Chiclayo durante toda la noche llegamos a Chachapoyas con Eduardo Maruri, dispuestos a conocer lugares nuevos en este inagotable lugar de secretos naturales, arqueológicos e históricos que encierra la ciudad de Chachapoyas y la Región en general. Salimos de Trujillo a las 3 pm vía Movil Tour a las 4:30 de la tarde. Luego de casi tres horas llegamos a Chiclayo donde hacemos un alto de casi media hora. Cerca de la estación de buses hay un pequeño restaurante que posee un señor uruguayo (Snack El Uruguayo), quien prepara unos deliciosos sánguches para el camino. Tiene el chimichurri que acompaña a la carne. Es una visita clásica de nuestra parte. Seguimos nuestro camino a Chacha. Estaba viajando con una gripe galopante encima. Pero no iba a rendirme.
Llegamos temprano para irnos a nuestro hotel, el Hostal del Arriero, hotel en el cual ya había estado antes. El lugar es simpático y está mucho mejor que cuando estuvimos la primera vez con María y Soraia. Como no estaba nuestro desayuno, nos fuimos a uno cercano pues ya había pagado el tour para ir a Kuélap, al que iba por quinta vez. Pero ahora había una novedad: el teleférico. En realidad, había separado este tour, puesto que ahora es un poco difícil ir por su cuenta por los boletos para el teleférico. Así que compré este servicio y los demás los íbamos a ver ya en la ciudad. La empresa que íbamos a emplear es Turismo Explorer. Como nuestro primer día no incluye el desayuno, nos fuimos al Café Vivari, en plena plaza de armas con el céntrico jirón Amazonas. Luego de nuestro rápido, pero rico desayuno, nos fuimos al hotel a la espera de los operadores del tour. Como ahora el teleférico acorta la distancia desde Nuevo Tingo, donde está la estación de partida, hasta el paradero turístico del complejo Kuélap, los paquetes turísticos pueden salir más tarde. Pero una solución trae otras consecuencias: años pasados, gracias al flujo turísticos, muchos pequeños poblados que estaban en el camino de trocha entre Tingo y Kuélap comenzaron a florecer gracias a sus restaurantes, recuerdos e, incluso, hoteles o albergues. Pese a todo la distancia media entre Chachapoyas y Nuevo Tingo es casi de dos horas. Además, había que recoger algunos pasajeros más. Tuvimos un percance al casi atropellar a una joven en motocicleta. Felizmente no pasó a mayores, pero la chica sufrió algunas contusiones. En el camino, hay un hotel hacienda que era administrado por Casa Andina. Perdieron una mina de oro, pues ahora Chachapoyas recibe pasajeros a través del aeropuerto de Jaén. Sin embargo, todo apunta que pronto restablezcan el aeropuerto de Chachapoyas, cerrado por un accidente producto, quizás, de la imprudencia del piloto (https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/error-humano-habria-causado-accidente-en-chachapoyas-nid732520). Este artículo es más detallado: http://www.takeoffperu.com/2016/01/09/el-accidente-del-f-28-de-tans-peru/. En el camino, recogimos a dos norteamericanos de la universidad de Harvard. Estaban escapando a Perú por unas cortas y locas vacaciones. El bus iba con personas de todas las nacionalidades. Es ya un foco turístico que tiene mucho qué ofrecer, pese a carencias que son necesarias de abordar, como la accesibilidad, por ejemplo. Tras casi dos horas, llegamos al pueblo de Nuevo Tingo, donde hicimos una escala para comprar algunas habituallas y un poncho de plástico en caso de lluvia (teníamos en casa, pero nos habíamos olvidado). Este poncho lo iba a usar dos días después. Además, hicimos la reservación de los platos que íbamos a almorzar al retorno. Luego nos fuimos a la estación de embarque del Teleférico Kuélap. Con la asesoría y tecnologías francesas, se ha hecho este medio de transporte que pende entre la parte baja de Nuevo Tingo y la estación de embarque-desembarque del sitio arqueológico. 



El boleto ya era comprado por las agencias de viaje y hay que esperar el turno respectivo para que podamos usar el servicio. El trayecto demora solo 20 minutos, lo que antes te tomaba dos horas por el camino de trocha. Una vez vine por estas fechas y había llovido un día previo a nuestra visita; el sendero estaba muy lodoso. Aquí dejo esta página oficial de la empresa: http://www.telecabinaskuelap.com/es/. La travesía es simpática, solo pueden ir 6 personas por cabina. Esta observación la hizo destacar un turista alemán que estaba un poco fastidiado, pues comentaba que podía haber sido empleado cabinas más grandes para desplazar más gente. El turista estaba fastidiado, pues el centro de interpretación ubicado en el complejo Kuélap que recibe al visitante carecía de información en inglés o, peor, en otras lenguas. Además, la señora que estaba custodiando el lugar no estaba de buen humor. Una lástima. El hombre me explicaba en alemán su fastidio; por sus gestos, la señora se sintió aludida. Un impase. Me llamaron, pues ya teníamos que ir al sitio arqueológico. En realidad, ya lo he visitado cuatro veces; pero en cada oportunidad veo más espacios de acceso restringido. Kuélap necesita mucha inversión para su restauración y mantenimiento; la mente estrecha de muchas autoridades ve un gasto, más que una verdadera inversión. Kuélap es la joya que puede convertir, con los otros atractivos de la zona, en el Cuzco del Norte, con todas las ventajas y los riesgos que esto signifique. El acceso al lugar por la puerta Sur o 1 está en reparación desde hace un buen tiempo, pero hay otros accesos que han sido limitados para ciertas funciones (https://www.pinterest.es/pin/163396292701112370/?autologin=true&nic=1). Cuando vine aquí la primera vez en 1999, el lugar estaba solitario, éramos solo 10 personas; ahora ha cambiado, pues ves un buen número de turistas que llegan al lugar. Me comentaban que para las fiestas patrias todo ya estaba lleno. Los servicios colapsan, tal como pasó el año 2008 que vine con varios amigos. Aquí hay más datos de este siempre interesante lugar a visitar: https://www.arqueologiadelperu.com.ar/kuelap.htm. Una vez concluido nuestra visita al lugar, nos reunimos todos para retornar e ir a almorzar al lugar donde estuvimos más temprano. El servicio de teleférico cierra a las 4 pm. Recoge a los últimos visitantes de Kuélap, que también cierra a esa hora. El almuerzo fue sólido, tanto así que por la noche cenamos poco. La caminata cansó a más de uno. Muchos cayeron rendidos por lo que el retorno era muy silencioso. Dejamos a los dos turistas alojados en el hotel Casa Hacienda Achamaqui. Luego nos fuimos hacia la terminal de los buses donde bajamos todos. Habíamos preguntado sobre algún lugar donde poder ir a tomar algunos tragos y nos comentaron de a La Reyna. Al llegar al hotel, los demás se fueron a duchar; decidí ir a ver el paseo del día siguiente: nos íbamos a Pueblo de los Muertos y Huaylla Belén.




Salimos a cenar al Chacha, restaurante donde habíamos cenado el último día cuando estuvimos con Soraia y donde se tomó el caldo a la minuta más rico que haya probado. Como habíamos almorzado tarde, solo tomamos una cosa ligera. Pero sí teníamos ganas de ir a conocer el bar que se llamaba Licores La Reina. Una noche simpática iba a empezar, pues nos habían recomendado el famoso Arco Iris. Esta es una combinación de diversos tragos de la región con diversas bebidas, incluida leche. La señora Charito Reina nos iba mostrando las combinaciones posibles y escogíamos la de nuestra preferencia. Así llegamos a quedarnos hasta un poco más de la medianoche. Nos fuimos a nuestro hotel para ir a nuestra excursión del día siguiente.






martes, 15 de octubre de 2019

PUERTO PIZARRO, POTENCIAL TUMBESINO





Sábado 11 de mayo. Retorno a Trujillo por la noche. Puerto Pizarro para repasar luego de tantos años. La última vez que estuve ahí fue en 1998. Entre Jean Pierre, Maria y yo decidimos ir en taxi con un familiar del señor que nos alquiló el auto, días previos. Fue una buena decisión, pero no calculamos bien los tiempos. Isabelle había tomado la decisión de descansar y aprovechar lectura pendiente. César estaba con las responsabilidades de su trabajo que era arduo en esos días. Habíamos quedado con él en salir a almorzar a uno de esos rincones o huariques donde se come bien. Nos basamos en la información que nos dieron muchas personas, pero no era tanto el tiempo que nos tomó para recorrer todos los lugares de interés con calma Puerto Pizarro y sus atractivos. En realidad, aquí se ve algo de manglares, puesto que los mejores están en el Santuario Nacional Manglares de Tumbes, el cual está ubicado en la provincia de Zarumilla y su zona se comparte con Ecuador. Aquí la visita nos hubiera tomado mucho más tiempo. Una visita obligada en el futuro. Aquí tenemos un video interesante: https://www.youtube.com/watch?v=hTkssWjvDlw. Hay una fuerte campaña para cuidar estas zonas naturales, escasas en el Perú y abundantes en Ecuador. Aquí hay un documental más extenso, pero más antiguo de los 90: https://www.youtube.com/watch?v=R2y8UcurTiM. Aquí las indicaciones por las cuales los manglares deben de ser cuidados y preservados: https://andina.pe/agencia/noticia-manglares-cinco-razones-para-promover-su-conservacion-y-mitigar-cambio-climatico-745377.aspx. Perú tiene pocos manglares, ubicándose el último hacia el sur en la región Piura cerca de la playa San Pedro: los manglares de Vice. Desde ahí aparece el desierto hasta Chile hasta la zona central de ese país. Salimos a las 10 am. Luego de haber arreglado todas las cosas pendientes del hotel y pagar nuestras habitaciones y haber coordinado para que empleemos una sola (la nuestra) para poder ducharnos antes de viajar. Llegamos en poco tiempo, fuimos por la Panamericana en dirección a Ecuador; antes de Zarumilla está el desvío para ingresar al lugar. Ahora hay una suerte de portada dando la bienvenida a los visitantes. En el trayecto hay agricultura y criaderos de mariscos. A sugerencia de los lugareños, tomamos un servicio para nosotros tres de tal manera que nos podíamos desplazar a nuestras anchas y parar donde deseábamos. La primera vez que fui era un poblado pequeño, cuyo único atractivo era visitar los manglares y la Isla del Amor. Ahora es un poblado mayor con varios servicios, sobre todo restaurantes, llenos de música y buena comida marina. Es un pecado ir a la zona y pedir pollo o carne de res.  La actividad del lugar depende de las mareas por lo que a esta hora sí se podía visitar la zona, ya que con la marea baja toda actividad se detiene. Fuimos hacia el embarcadero para subir a nuestra lancha. Comenzamos a navegar por los manglares y nos fuimos a nuestro primer destino: el criadero de cocodrilos.  Accedimos al criadero a través de un canal estrecho rodeado de manglares. Este lugar es un proyecto hecho realidad en el cual podemos ver a este gran reptil que está en situación de riesgo por su caza indiscriminada, pero con este espacio se ha logrado rescatarlo de la indiferencia y se ha convertido en una atracción turística no solo para el turismo interno, sino internacional. El día de nuestra visita había una buena cantidad de gente que estaba recorriendo las instalaciones que cuenta con todo lo necesario. Pero necesita de nuestro apoyo para la sostenibilidad y educar a la gente para que no lancen objetos o alimentos inadecuados para estos animales. Tan importante es este proyecto que el Estado peruano ha emitido una moneda indicándolo como una de las riquezas de nuestro país. Aquí más datos: http://blog.pucp.edu.pe/blog/identidadperuana/2018/02/25/el-cocodrilo-del-rio-tumbes-a-pesar-de-todo-sobrevive/. El diario El Comercio le dedicó un especial a raíz de la emisión de la moneda: https://elcomercio.pe/peru/tumbes/cocodrilo-tumbes-cara-moneda-noticia-478580-noticia/?foto=6. Han separado a estos animales de acuerdo con sus edades, pues hay posibilidades de canibalismo. Hay una sección que acoge a muchos especímenes que tienen algún defecto físico (patas más cortas, hocico torcido) que no podrían sobrevivir con los otros. Una vez terminado el recorrido y haber contribuido con el lugar, nos fuimos a un lugar donde venden recuerdos del lugar: ahí compré un simpático polo del lugar, así como un libro de los manglares del autor Alberto Huamán Guimaray. Esta zona es todo un potencial. 




De ahí nos fuimos a la Isla de los Pájaros, que en realidad no es una isla sino un conjunto de manglares rodeados de agua que aísla a las aves de cualquier posible depredador; es por esa razón que las aves hacen sus nidos en esta por la seguridad de no tener ninguna serpiente (macanche) que merodee sus nidos o un zorro que robe los huevos o las crías que están empollando. Cuando íbamos en camino de la isla vimos a un señor que parecía que caminaba sobre las aguas, al estilo de Jesús en el mar de Galilea; lo que pasa que esa zona es de aguas poco profundas. 





Las aguas en estos lugares ya se mezclan las saladas del océano y las del río Tumbes, pues esta zona conforma en cierta manera su delta. De ahí nos fuimos a la Isla del Amor y el trayecto pasamos cerca a un restaurante llamado Peña Restaurante Turístico. Nos dijeron si queríamos almorzar, pero no era ese el plan. Creo que hay más cosas que se pueden explotar en este lugar. Le pedimos a nuestro barquero que nos retorne a la ciudad y nos llevó al embarcadero. Aquí contemplamos un espectáculo nada agradable: la pesca indiscriminada que arrasa con peces y moluscos que, al poder consumirse, los botan: o peor aún, un tipo de pez (parecía palometa) que solo utiliza parte del pescado y el resto es botado generando gran basura en la costa. Es pesca artesanal que no sabe cuidar sus recursos. Ahora las vedas ya son más estrictas (espero), pues debido a la explotación excesiva, casi desaparecieron las conchas negras y los grandes cangrejos rojos y las jaivas. Antes de retornar a Tumbes (era casi las 13 horas), fuimos a un pequeño restaurante a tomar unas cervezas (hacía calor) y probar el cebiche de conchas negras. Felizmente y gracias a nuestros bloqueadores – protectores, sufrimos pocas picaduras en una zona llena de mosquitos. Jean Pierre y Maria probaron el sabor fuerte de un cebiche de conchas negras. Un cebiche para abrir el apetito. El calor ya estaba arreciando en Tumbes. 


Llamamos a nuestro taxi para que nos recoja y vino casi puntual. Nos comunicamos con César para encontrarnos con César en el hotel y salir a almorzar. Nuestro destino: Los esteros. Para esto, tomamos dos mototaxis: Isabel y César iban en uno; Jean Pierre, Maria y yo en otro. Para Jean Pierre era la alucinación total: subirse a un mototaxi. Le dimos la dirección al chofer que era chico que nos indicó que la zona no era segura. Pero la llegar al lugar y por la afluencia de comensales, no íbamos a tener problemas. El almuerzo fue opíparo. Todas las delicias de un mar benigno en pescados y mariscos. 



Retornamos a nuestro hotel para caminar un poco por el malecón antes de ir a preparar nuestras cosas, ya que salíamos a las 7.30 pm. Nos fuimos a recorrer este lugar para luego ir a hacer nuestras últimas mudanzas. Al retornar a nuestro hotel, nos duchamos ya para estar listos y partir a la agencia.
Fin de nuestra estancia tumbesina.






domingo, 18 de agosto de 2019

NUEVAMENTE AMOTAPE: HACIA EL BOSQUE SECO




Jueves 09 de mayo. Nos íbamos al Parque Nacional de Amotape. El día anterior habíamos hecho todas las coordinaciones con la agencia de la empresa de turismo Mayté Tours que queda en plena Plaza de Armas. Este iba a ser nuestro punto de partida. El bus partía desde la misma plaza. En este tour nos fuimos Isabelle, Jean-Pierre, Maria y yo. Mientras estuvimos en la plaza, aprovechamos para hacer unas cobranzas y compras en los bancos que se hallan en la calle principal (que es peatonal), calle Bolívar. Además, aprovechamos para entrar en la catedral. En la esquina de la plaza que da hacia la misma catedral, se reúnen numerosos venezolanos, hombres y mujeres, viejos y niños, que tratan de pasar el día vendiendo cosas o esperando un trabajo. La tragedia de la migración venezolana se ve con más impacto aquí por estar cerca de la frontera y por ser una ciudad más pequeña. Algunos de ellos tienen algunos trabajos e incluso dan trabajo a otros compatriotas; pero algunos peruanos están molestos con ellos, pues han generado un desborde de servicios en la ciudad. Además, esta situación ha llamado la atención a muchas instituciones internacionales para tratar de mitigar esta terrible situación de los miles de migrantes. Ingresamos a ver la pequeña catedral o la iglesia matriz San Nicolás de Tolentino; la vez pasada que estuve no pude visitarla en su interior. Pero lo que sí es lamentable es la situación del edificio del antiguo Cabildo de Tumbes. Es un interesante edificio de madera y adobe que está en estado calamitoso. Espero que no sea una víctima más del errado concepto de modernidad que se dedica a demoler todo para construir cosas de mal gusto. La última vez que estuve antes de esta visita ya el edificio mostraba visos de un marcado deterioro, pese a que se lo usaba como local de la Biblioteca Municipal. Hay propuestas de reconstrucción, pues está considerado como Monumento Patrimonial desde 2003. Esperemos que haya voluntad, sobre todo, política. Aquí una información técnica para su reconstrucción hecha por unos arquitectos e ingenieros civiles (http://www.revistas.uni.edu.pe/index.php/devenir/article/view/635/950). Luego, haciendo un poco de tiempo, fuimos a ver el monumento que se yergue en la Plaza en recordación de la Batalla de los Manglares de 1532, la cual duró 15 días. Esta batalla fue contra Pizarro y dirigida por el curaca Chilimasa de quien se tiene pocos datos. Históricamente, es el primer caso de resistencia en lo que correspondería al actual territorio peruano. El encuentro se dio en lo que es Corrales, no muy lejos de la actual Tumbes. Por tal acción, la Municipalidad de Tumbes, lo declaró Señor de Tumbes en el 2000. El Ejército Peruano hizo su oficial reconocimiento de este primer héroe nacional en el 2010.  Así nació nuestra nación, un parto doloroso. El rostro de este personaje descuella sobre la concha acústica que domina la Plaza; además, hay otros elementos que evocan este suceso tan poco conocido por el resto de los peruanos.





Nuestro guía nos esperaba en la agencia y nos invitó a ir al bus que no estaba lejos de la Plaza. En el camino nos detuvimos un rato a ver una casa hecha en caña de Guayaquil que se encuentra en plena esquina de las calles Grau y Los Andes. Una bella construcción que se usa para el comercio y que está en franco deterioro. Muchas de sus casas están dañadas por el último Niño del 2017; Tumbes debería apostar por un buen turismo, pues los ecuatorianos “bajan” a esta ciudad por sus restaurantes, sus costos de abarrotes, sus playas; de convertir Tumbes en una ciudad simpática, muchos ciudadanos (restaurantes, hoteles, transporte público y privado, guías, tiendas comerciales, mercados, un largo etcétera) se verían beneficiados. Ojalá que lo vean así. El bus estaba estacionado sobre la calle Los Andes y desde ahí empezamos nuestro recorrido: íbamos ir en paralelo por el río Tumbes por la orilla norte e íbamos a regresar por la otra orilla. Cruzamos varios poblados: Garbanzal, Tacural hasta llegar a Pampas de Hospital, punto al cual llegamos la oportunidad anterior en el año 2007 en un viaje a Zorritos y que lo extendimos a Tumbes por un solo día. (https://elrincondeschultz.blogspot.com/2008/12/amotape-mundo-por-ver.html). Desde Pampas un tramo del camino se volvió tortuoso. Pero luego retomamos la carretera asfaltada hasta ingresar a la zona Bocana Carrillo para luego entrar al bosque en sí ya en un camino de trocha para ir hasta el Cañón del Mango desde del cual veríamos un paisaje impresionante. Una vez que ingresamos al lugar, nuestro joven guía dio una instrucción al conductor que hizo que el vehículo se hundiera en un lecho de río seco. Luego de trabajar varios minutos, se apareció una camioneta salvadora del SERNAP. Luego de este incidente, nos dirigimos a un pequeño poblado en el cual ordenaríamos nuestro almuerzo, luego de visitar el bosque y tratar de bañarnos en las aguas del río Tumbes. Nos estábamos internado a un bosque seco ecuatorial. Llegamos al punto desde el cual haríamos la caminata. Isabelle decidió descansar, un poco agobiada por el calor. Aún recordaba la tortura de la caminata a las cataratas de Gocta. Comenzamos nuestra caminata, luego de dejar el mayor número de cosas para que no nos estorbe. Como era un bosque seco, no vimos muchos ceibos (en realidad, vimos solo uno), pero sí muchos algarrobos y otros árboles como el pasallo, charán y el famoso palo santo, especie que están considerada en peligro de extinción. El calor sí era fuerte, lo que hacía un poco difícil la caminata. La vista desde el mirador sí bien valía una misa con sermón incluido. Cerca del mirador había un punto geodésico. Al descender nos encontramos con una gran iguana de tierra (llamada Iguanón, otros pacazo) el cual estaba tranquilo contemplado a esos extraños que estaban por sus tierras. Aquí más datos de esta zona, todavía poco visitada por los peruanos: http://www.sernanp.gob.pe/cerros-de-amotape





De ahí nos llevaron a un lugar muy cercano para probar las diversas frutas de la región: carambola, mangos, pomarrosas, cocos. La visita llegó a su fin y nos fuimos a almorzar: un cabrito con frejoles. Se nos había ofrecido la oportunidad de bañarnos en un codo del río, pero no nos pareció muy limpia la zona. Con ese prejuicio, nos fuimos a almorzar temiendo problemas de higiene; pero no. Como tienen costumbre de recibir viajeros, las condiciones eran buenas y la comida sabrosa, tanto así que repetimos los frejoles que estaban ricos. Una vez concluido el opíparo almuerzo, comenzamos el retorno a Tumbes. Ya en el camino, nos detuvimos a ver un cementerio para ver las costumbres funerarias. 




Y quisimos visitar el complejo arqueológico Cabeza de Vaca, pero estaba cerrado. Esos detalles que no deben de suceder. Este se halla en el poblado de Corrales, del cual se habló al inicio de este texto. Parece ser que este lugar tuvo mucha importancia en la época prehispánica para muchas culturas, pues desde aquí se llevaba el famoso Spondyllus, cuya presencia se ve en muchísimas culturas de la costa y sierra, como Moche, Cajamarca e Inca. La zona cuenta con una gran huaca (Del Sol) y los talleres en los que se trabajaba este material que era considerado sagrado en tiempos antes de los españoles. La arqueología e historia se están abriendo paso para rescatar este sitio y lo han incluido dentro del camino inca. Para desgracia de la zona, el museo de sitio sufrió un robo de piezas y material. El tráfico de piezas de arte y objetos arqueológicos en nuestros países son fomentados por mafias poderosas que mueven mucho dinero ilegal y ocupa el segundo puesto, tras el narcotráfico; así de poderoso es. Es, pues, un sitio que hay que poner en valor para que los tumbesinos se involucren en cuidar más su riqueza histórica: https://qhapaqnan.cultura.pe/proyectosdesitio/proyecto-integral-cabeza-de-vaca. Este vínculo es para investigar más: https://qhapaqnan.cultura.pe/sites/default/files/mi/archivo/CdV.pdf
Llegamos a Tumbes a las 4 de la tarde para hacer las gestiones necesarias para ir a Machala al día siguiente. Tenía que sacar el permiso notarial con el fin de poder pasar a territorio ecuatoriano. Lo hice con comodidad. Quedamos para ir a cenar con César a un buen restaurante donde había langostas y otras delicias: Eduardo El Brujo. La variedad era buena, además que servían buenos tragos. Luego hicimos una caminata para buscar agua para el viaje. Hay un paseo interesante en la ciudad. Para despedir nuestro segundo día en Tumbes.