Aires enrarecidos soplan sobre Huanchaco. El balneario emblemático de Trujillo se ve envuelto nuevamente en acciones nada transparentes que están dejando desconcertados a muchos de sus pobladores y a la ciudadanía en general.
Huanchaco es una de las zonas
con mayor identidad no solo en el litoral liberteño, sino en todo el país. Para
la mayoría de las personas que aún no han visitado nuestra ciudad, Huanchaco se
asocia a muchos conceptos con los que se identifica esta antigua zona:
caballitos de totora, su ancestral iglesia que descuella como una atalaya, el
pequeño muelle en el cual vemos a visitantes y pescadores disfrutando de sus
instalaciones, su bella ensenada y las olas que atraen a muchos tablistas.
Entorno a estos conceptos, nuevos y ancestrales, diversas autoridades y
personas ligadas a la actividad productiva del balneario comenzaron a promover al
balneario como un lugar de gran valor sociológico, antropológico e histórico:
desde la antigua ocupación de la zona hasta las costumbres ancestrales preservadas
como el uso de un tipo de junco para hacer los caballitos de totora son
conceptos que atraen a muchos visitantes nacionales e internacionales y,
gracias a ellos, ha surgido una actividad turística (restaurantes, escuelas de
surf, hoteles, bares, ventas de artesanías, visitas a centros de interés) que,
aunque aún no bien ordenada, genera ingresos atractivos a la población y de la
cual se beneficia, también, Trujillo. Pero, el puesto edil también ha sido una
suerte de albur negativo para los intereses colectivos de sus habitantes. Desde
la vacancia del alcalde Fernando Bazán, una serie de situaciones irregulares ha
ido minando el desarrollo armónico del lugar. Huanchaco no es solo el espacio
humano ocupado, es también un complejo ecológico vasto que incluye los
totorales, el cerro Campana y el Tablazo. Esta última ha sufrido una serie de ocupaciones
irregulares; las delimitaciones de la zona de amortiguamiento del cerro Campana
generaron conflictos entre la sociedad y Chavimochic. Además, las propuestas de
pavimentar la vía carrozable que unía Huanchaco con Santiago de Cao atravesando
los totorales procedió generando un impacto negativo sobre estos. Esta vía se
hizo con el fin de reducir el tiempo de acceso al sitio arqueológico de Huaca
de El Brujo; pero, como es costumbre, camiones y vehículos de gran calado
utilizan esta vía con el fin de evadir puestos de control o el peaje de la
Panamericana. Ahora, de manera furtiva y sin avisar a la población, se ha
decidido instalar una serie de postes cuya información técnica se desconoce y,
agregar, que dichas instalaciones presentan una serie de deficiencias como han
denunciado diversos ciudadanos. Huanchaco sufre una serie de acciones que son
una abierta agresión contra los derechos de sus residentes, sin consultas ni
consensos.
La sociedad civil está demandando explicaciones y las autoridades están obligadas a responderlas.