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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 23 de junio de 2019

MILLAU Y SUS ALREDEDORES. LA FRANCIA OCCITANA





Domingo 20 de enero. Millau. Día de marchas, día de mover las piernas en un país que hace culto a la caminata como una buena forma de mejorar la calidad de vida de uno. Y Melissa es una cultora de ello. Cuando ella vivía en el Perú, halló muchas zonas para caminar y ella me señaló cómo en nuestro país caminamos mucho, pero no nos damos cuenta de ello. En el camino a Huamachuco me mostraba los trazos de caminantes, sea de pastores o gente que se desplaza a pie, a lo largo de los Andes liberteños. Melissa había tenido un accidente con su bicicleta meses antes, por lo que mejor era hacer un poco de actividad física que estar en el auto permanentemente.
Este domingo tomamos un buen desayuno, pues nos íbamos a caminar un buen trecho. Ya venía bastante entrenado de Portugal, donde caminé bastante para recorrer tan bello país. De la historia humana, nos íbamos a la historia natural. Nos íbamos a visitar un pedacito del Parque Nacional de Grands Causses (https://es.france.fr/es/occitania-sur-de-francia/articulo/parque-natural-regional-grands-causses). Este parque es extenso, pues tiene más de trescientas mil hectáreas. Años anteriores lo he visitado en diversos lugares: por ejemplo, estuve en el valle del Tarn, en las grutas de Roquefort, donde hacen ese delicioso queso fuerte y de olor penetrante que se “cultiva” en unas cuevas húmedas que se hallan cerca de Saint Affrique. Además, visité algunas ciudades templarias como La Couvertoirade. Es una zona que se ganó el respeto gracias a una fuerte lucha que se sostuvo con el gobierno central al intentar construir un polígono militar en parte de su territorio. La zona se levantó al defender su territorio contra estas nuevas construcciones y muchos pastores y agricultores tomaron acciones duras por años, hasta lograr su objetivo. Es una zona muy polémica y muchos hablan de reivindicación occitana, tanto en su cultura como en su lengua. La historia tiene la palabra. Incluso los chalecos amarillos están vinculados a esta zona. La tierra sí ejerce un gran poder sobre los hombres no importando el tiempo que pase. Por eso, ahora iba a pasar por un sitio pequeño en esta inmensidad. Melissa, como guía, me iba a abrir un nuevo panorama por lo que me llevó a una parte alta de la cual podíamos ver toda Millau. La marcha fue pausada disfrutando la vista de esas extrañas formas rocosas y mesetas, erosionadas por el tiempo y los fenómenos meteorológicos, a las que denominan Causses; además conforman gargantas por los que discurren ríos, como en este caso el Tarn. La ciudad está un poco rodeada de estas y le dan un paisaje muy especial. La caminata culminó en un sector donde hay algunas casas abandonadas, algunas ocupadas y otras en restauración.




De ahí descendimos y nos fuimos a otro lugar en el que la gente suele juntar su producción vitivinícola y la reúne en grandes vasijas semienterradas en casa adaptadas para ello. Me hubiera gustado recordar el nombre, pero tengo registro fotográfico. Sentados comiendo algo de fruta, Melissa me señala una iglesia que fue construida en la parte superior de una de las mesetas y me comenta que fue toda una estafa que hizo el cura del pueblo, pues sacó dinero para la construcción y luego se dio a la fuga con todos los millones. Queda la estructura como muestra de la vergüenza del hecho. 




En las locuras de la vía pudimos cruzar varias veces con la vía del tren que comunica Millau con el resto de Francia. Para cerrar esta visita matutina nos fuimos al famoso Viaducto que es todo un emblema no solo para la ciudad y la región, sino para Francia entera. Estuvimos en el museo de sitio que muestra cómo se construyó el mismo. Además, da una información bastante sintetizada de toda la riqueza arqueológica, histórica y geográfica de la región. Pude ver los famosos cuchillos, cuya industria prospera en esta zona. Cuando estuve la primera vez no pude ver este espacio muy interesante y bastante pedagógico. Aquí más datos (https://bles.com/ins/10-datos-increibles-sobre-el-viaducto-de-millau-el-puente-mas-alto-del-mundo.html). Esta vez no cruzamos el puente, subimos a un mirador para poder observarlo en toda su majestad e inmensidad. 




Regresamos a casa para almorzar y reposar un poco. Por la tarde íbamos a dar una vuelta por la ciudad, luego de ver una zona en la que había bastantes grafitis. Millau es una ciudad vieja y encierra muchos tesoros. Esta era la forma cómo iba a cerrar mi visita a Millau. Otros datos de esta interesante ciudad. (http://www.millau-viaduc-tourisme.es/memoria-patrimonio/millau-ciudad-de-arte-e-historia).





La cena fue un espacio para conversar y ponernos al día de muchas cosas pendientes de nuestras vidas. Además, me enseñó un bello libro en el que la modelo había sido ella, Melissa. Bacán. Al día siguiente, me iba en bus a Rodez.






domingo, 14 de marzo de 2010

VIAJE A LAS PROFUNDIDADES DE FRANCIA (1)

Cierto es que uno asocia Francia con París. Automáticamente en nuestro imaginario simplista y práctico, nuestra recordación hace un viaje corto a la memoria para buscar las imágenes de un lugar denominado, una palabra nombrada, una pregunta hecha. Lastimosamente para Francia (lo mismo como Perú con Lima), todo un bello y apasionante país, se focaliza en una sola ciudad. Las políticas centralistas en nuestros países rindieron su fruto en prejuicio de las demás zonas de nuestras respectivas naciones.
Pese a lo anterior, la mayoría de mis amigos franceses y los no franceses que viven en Francia no viven  precisamente en la urbe; viven en la provincia (como yo en Trujillo, no en Lima) y a pedido de mis amigos, me fui al sur, me fui al AVEYRON. Con Olivier, quien es del sur, de GARONNE, nos fuimos a TOULOUSE, la ciudad más importante de la zona. Este viaje iba a ser un notable descubrimiento para mí; iba a ir a la tierra de los cátaros y los templarios, a una de las rutas del camino a Santiago de Compostela, un viaje al Medioveo y las catedrales románicas y góticas del lugar, a la buena comida y los excelentes quesos, y un viaje a ver grandes personas y grandes amigos.
Salimos de París en TGV, por la mañana; con toda la calma que un tren a gran velocidad te puede llevar, cruzamos la extensa llanura hacia Orléans y luego a Bordeaux. Llegamos a Bordeaux casi a mediodía y mucha gente dejó el tren; un poco más  de una hora más tarde íbamos a llegar a Toulouse donde ya nos esperaba Isabel,  quien había venido desde Rodez para recogerme. Se acercó a nosotros para darnos la sorpresa cuando salíamos de la estación. Decidimos esperar a la mamá de Olivier mientras comíamos algo: el hambre apretaba. Con Isabel salimos rápidamente de Toulouse, ya que el trayecto es más o menos largo; las autopistas francesas te llevan a tu destino a toda comodidad y no estaba abarrotadas de autos como era el caso de París. Mi llegada fue un sábado, tranquilo, reposado 30 de enero. Isabel me iba a recibir con quesos, panes y un poco de vino. Es increíble cómo se las arregla para poder seguir su vida, pese a la diabetes que la molesta. Me tenía separada una sorpresa: esa noche me iba a llevar a un baile de un club, en el cual la gente practica mucho el baile. Y así fue, una gran comilona de platos de la región (pollo a la cacerola, fantástico, relleno), con postres y rociado de vino; y luego el baile. Hicieron una presentación a lo medio oeste, vestidos a la usanza, todos bien cronometrados; luego la fiesta en sí. Una amiga de Isabel, muy entusiasta, pidió al hombre-orquesta que convocara a la gente de la fiesta a bailar la danza de la zona: la bourée. Se armaron grupos de 2, 4 hasta 6 parejas. Se lo tomaron a pecho. La gente aquí es muy orgullosa de su pasado; aunque ya en las ciudades no se habla occitano, aún hay palabras que se cuelan en el hablar y muchos sí dominan el dialecto. Es el peso de la historia. Bailamos, bailamos hasta la una de la mañana, a salir el frío helado nos cortaba la cara y tuvimos que limpiar el parabrisas congelado con una caja de plástica. La necesidad es madre de la inventiva.

El último día de enero, Isabel me había preparado una sorpresa. Me iba a llevar a ese impresionante mundo de los cátaros, los odiados y poco entendidos renegados de la Iglesia de esos siglos: los herejes albigenses (de la zona de Albi), además vistos por los inquisidores como heréticos por haber tenido toda una organización dogmática poco comprendida. El peso de este pasado casi anatematizado se ve en raros mensajes como el que se lee en el folleto que compré en la magnífica iglesia de Santa Cecilia en Albi.


Con Isabel nos dirigimos hacia Albi en camino a una maravilla histórica: Cordes- sur -ciel. Desde
la carretera en lo alto de una elevada colina el viajero puede distinguir Cordes, toda amurallada. Como no era verano, el mar de turistas no nos iba a acompañar, por lo que nuestra visita fue tranquila y pudimos ver la pequeña ciudad (convertida en una zona para artistas) construida en el siglo XIII para ver sus palacios, sus grandes casas, las almenaras desde sus murallas y la quietud de estar en un sitio que carga mucha historia. La ciudad vio su esplendor , pero fue amenazada por la haberla identificado como un centro de artesanos herejes o cátaros. En el lugar hay un pozo muy profundo (113 metros, pones una moneda de un euro para iluminar todo lo largo del pozo) en el cual se dice que se arrojó a 3 inquisidores. Según me contaba Isabel, aún hay gente que habla occitano, el nombre de esta pequeña ciudad en esa lengua es Còrdas. Aquí más datos: https://www.lonelyplanet.es/blog/cordes-sur-ciel-el-pueblo-preferido-por-los-franceses. 
El almorzar fue toda una odisea: siendo domingo y en invierno, casi no hay movimiento turístico; al descender nos dimos con la triste realidad que ya no había lugar para almorzar. Compramos fruta y unas pequeñas galletas, más el queso que teníamos para engañar el hambre. Pese a todo, se puede decir que Cordes es uno de los pueblos  más bellos de Francia ( https://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/viajes-sur-francia-cordes-sur-ciel/20190102164758158850.html). Premunidos de energía nos fuimos hacia la otra meta de ese día: Albi.


Esta ciudad resultó toda una sorpresa: la catedral que tiene, Santa Cecilia, es un monumento eclesiástico que tiene trazos de todos los movimientos arquitectónicos de la zona. Románico, gótico, renacentista. La inmensa construcción empezó en 1282 y casi concluye en 1515; sufrió embates de la revolución francesa y su última gran restauración fue en el siglo XIX. Al exterior, la iglesia tiene toda la fachada románica, inmensas paredes con columnas adosadas. Es un monumento fácilmente perceptible a la distancia. Tiene un inmenso y bello coro, pero lo más interesante es el inmenso mural del Juicio Final en el que se ve una zona reservada a los cátaros. La guía que compré para tener una información exacta habla que esta iglesia se construyó para salvar la fe de las herejías. Lo interesante de la guía es que no tiene un autor identificable, dice.. "los sacerdotes de la parroquia". Una de las cosas más impresionantes de esta visita fue recordar cómo la fe católica se construye, como toda religión, por mitos y percepciones. La iglesia cuenta con un pequeño tesoro en el cual se halla algunos restos óseos de santos y santas, hay una urna que tiene los huesos de un brazo de un santo. Cuestión de fe. Leía que este edificio es el más grande del mundo hecho en ladrillo. Es una inmensa y apabullante construcción. Otro dato interesante que leí al lado de la imagen de Sta. Cecilia es el hecho que por un error de mala interpretación de un texto, esta santa se convirtió en la protectora de la música. Ella no cantaba, ni tocaba un instrumento, ni mucho menos. Fue una caprichosa lectura de un texto en su honor que se creyó entender que ella cantaba a Dios; parece ser que sólo oraba.
Ya apretados por la hora, salimos con Isabel para ver el museo de Toulouse-Lautrec, quien (no nos olvidemos) era de origen noble y cerca, muy cerca a la catedral está un museo con gran parte de su obra. Había visto algo en el Museo D´Orsay, pero lo que hay aquí es impresionante. Mas el tiempo no nos permitió ver mucho, vimos sus grabados y algunas pinturas mayores, en el sótano había mucho más y vimos unos cuantos afiches, técnica en la que fue todo un maestro.
Un poco desconsolados,. salimos a comer algo; antes fuimos a unos jardines que quedaban a orillas del río Tarn, que se encuentran a las espaldas de la gran iglesia. Bello paseo con sus puentes a la distancia.
La cocina francesa no tiene pierde. Lo que mis ojos no pudieron disfrutar , mi boca lo hizo. Francia es un paraíso para eso.
Isabel me estaba guardando más sorpresas para los días siguientes.