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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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lunes, 4 de mayo de 2009

LA SEÑORA DE CAO, INTERESANTE PROPUESTA



Ayer domingo tuve oportunidad de hacer una segunda visita al Museo de Sitio de la huaca El Brujo. Se denomina huaca a los lugares que tenían cierta relevancia religiosa en el mundo andino precolombino y era lugar de peregrinaje como toda religión antigua. Así como los cristianos tienen sus peregrinaciones a Lourdes o Santiago de Compostela, los antiguos peruanos tenían los suyos en dichos lugares, los cuales tenían ciertas características geográficas especiales. Este lugar se ubica a unos 60 kilómetros al NO de Trujillo, cerca a la ciudad de Magdalena de Cao; es una zona que ha tenido una antigua y permanente ocupación humana, en muchos aspectos más ligada a la obstinación que a la sensatez, pues frecuentemente ha sido arrasada por fenómenos de El Niño que destruían sus estructuras. El último vestigio notable que queda son los restos de una iglesia española del XVI, cuyas estructuras pueden verse hoy en día. Como era costumbre de los españoles extirpadores de idolatrías, se solían construir iglesias en zonas que tenían significativa relevancia para los pueblos sometidos; así se entiende la estratégica iglesia de Huanchaco, la de Mansiche; y, como ejemplo mayor, la de los dominicos en Q´oricancha en Cuzco. Quizá de prosperar un plan ambicioso de restauración de lugar, podría incluirse todos estos espacios que incluyan una de las construcciones más antiguas de la zona, HUACA PRIETA, con casi 4,500 años de antigüedad (se la ubica en el periodo precerámico y podría decirse que hay cierta contemporaneidad con Caral) hasta los restos del monumento cristiano, cuyos vertigios forman parte de las piezas que se exponen en el pequeño museo.


El complejo es muy interesante, ya que, como explicaba antes, reúne muchas fases del poblamiento de la zona, castigada de manera indolente por esos fenómenos (El Niño) que suelen cambiar la faz de nuestra región en todos los aspectos. El museo logra ofrecer al visitante esa rica información que debe dar para poder entender las cosas en su contexto. El avance de la ciencia ha permitido dar una información más exacta de los datos físicos y químicos y éstos ayudan a dar una explicación más coherente y estricta (no acabada) de historiadores, arqueólogos, sociólogos y antropólogos. La ocupación de la zona obedece a criterios de interés económico, social, político y religioso; pero la naturaleza es aún más fuerte que el endeble humano y por ahora sólo nos queda recordar los vanos intentos que éste ha hecho para su asentamiento.


La visita a la huaca es de rigor y ésta ofrece cada vez más cosas nuevas; se ve el patrón moche en ella, en su construcción como su decorado y uno verá mucha similitud con la Huaca de la Luna. Hace 4 años tuve la oportunidad de visitar una zona aún reservada y ésta, cuando sea exhibida al público, será un fuerte atractivo que remesa a nuestra vecina huaca (la de la Luna). Ciertas salas con iconografía en alto relieve serán pronto las vedettes del turismo mundial. Desde la parte superior de la huaca se ve el extenso valle del Chicama, con un río tan díscolo que siempre pone en aprietos a muchos poblados de la zona, sobre todo a Chiclín. Las grandes extensiones de cañaverales te hace recordar que nuestro departamento es el primer productor de azúcar de caña y que quizá este valle sea incluido en el polémico proyecto CHAVIMOCHIC.


La huaca muestra algunas zonas de inspiración macabra como la de los dibujos de entidades muchos a cuyos pies reposan los húmeros de víctimas que fueron sacrificadas en las ceremonias religiosas con esos fines. La señora de Cao, poderosa mujer de entonces, solía beber la sangre de los sacrificados. En la iconografía y grandes relieves de sus muros, vemos las marchas finales de los "elegidos" a los cuales se les aplicaba incisiones en diversas partes de su cuerpo para el desangrado. Todo dentro del rito cosmogónico de este pueblo (parecido al que vi en los museos de México).


Desde la parte superior dominas toda la realidad geográfica e histórica del lugar: Huaca Rajada o Partida, Huaca Prieta, la iglesia y los restos del pueblo español, y a los lejos cientos de huacas más. Quizá, si se restaurase otro gran espacio arqueológico como MOCOLLOPE, éste podría ser visto a la distancia desde la cima de la huaca El Brujo.


El museo es de factura sencilla y ha tratado de mimetizarse con el ambiente arqueológico. Las salas son muy didácticas y contienen una infografía interesante (aunque hayan descuidado un poco la ortografía). Tiene 5 salas que te van dirigiendo hacia el entierro final, que es el principal de esta sala; inicias con una ubición histórico geográfica de la zona, pasas a su riqueza animal y vegetal, luego cómo se aprovechan dicas riquezas y cómo se ha ocupado cíclicamente esa zona, posteriormente te adentras en la cosmogonía moche y ciertas similitudes que quedan en nuestros días (interesante el video que muestra las luchas simuladas en la sierra, a veces con fuerte derramamiento de sangre, líquido vital) y cierras con la tumba de la señora de Cao, mujer que murió a los 25 años aproximadamente por complicaciones de parto.


Esta última sala tiene toda interesante muestra de locación de los objetos funerarios. Muy bien.


El museo tiene piezas muy valiosas, desde ceramios bellos y únicos, hasta primorosos aretes y narigueras en oro y plata (que muestran la dualidad andina), bellos trabajos en miniatura de precisión asombrosa.


Hay dos detalles que empañan la visita: el excesivo calor de la sala (la primera visita la hicimos con casi 100 alumnos y eso era un horno) y la estrechez del mismo. Algunos sugerían que espacio hubiera sido de manera circular. En fin.


Otra duda era sobre la construcción en el mismo lugar, hablé con algunas personas expertas en el tema y sugerían que el museo estuviera en la pequeña ciudad de Magdalena de Cao con el fin de dar un movimiento económico activo a la misma; pero las razones que me dieron en cierta manera justificaba la construcción. En cierta manera.


Es, de todos modos, una visita interesante.


sábado, 21 de marzo de 2009

MACHU PICCHU. CÚPULA DE PIEDRA


Águila sideral, viña de bruma.
Bastión perdido, cimitarra ciega.
Cinturón estrellado, pan solemne.
Escala torrencial, párpado inmenso.
Túnica triangular, polen de piedra.
Lámpara de granito, pan de piedra.
Serpiente mineral, rosa de piedra.

Con esta bella descripción nerudiana empiezo a narrar mis encuentros múltiples de este mágico lugar. Se dice que cuando Pablo Neruda llegó a este lugar su encuentro fue tan impactante lo impulsó a escribir uno de sus más grandes poemarios, CANTO GENERAL, de donde he tomado los versos iniciales de su ALTURAS DE MACHU PICCHU. Borges, ya ciego, estuvo en este mágico lugar y fue "tocado" por las "manos del puma", fue iluminado por la "luz de piedra" que sólo rincones mágicos de nuestro planeta te pueden ofrecer.
Mi primer viaje lo hice en 1973. Como joven e imberbe que era, no supe apreciar en su inmensa magnitud la belleza que tenía delante de mí. Recuerdo la caminata por los patios cercanos a Huayna Picchu que ahora están cerrados debido al acentuado deterioro que este sitio tiene. La construcción no fue hecha para tolerar masiva invasiones diarias de turistas que circulan por diversas partes del complejo. Incluso hubo un periodo en los 90 que se permitía la llegada en helicóptero a la zona.
Machu Picchu es un gran santuario que involucra zonas selváticas (ceja de selva) que fue creado para su protección en 1981. Antes la visita era un poco caótica (no ha mejorado del todo)y la depredación era permanente: la primera vez que estuve aún podías distinguir orquídeas, sea en el camino del tren, sea en la misma ciudadela. Estas crecían en la ruta y varias las veías crecer en los acantilados que circundan a Machu Picchu. Cuando regresé allí en 1977 aún se las veía. Los años 90 estuve varias veces ya no se distinguían.
El espacio en el que fue construido es alucinante y parece ser que forma parte de un complejo extenso de ciudades interconectadas en las cuales se encuentra CHOQUEQUIRAO; quizá como ésta haya más ciudades que esperan ser descubiertas. La jungla juega un papel destructivo para estas ruinas. Sería interesante ver la foto de MARTÍN CHAMBI en 1925. Incluso él fotografió ciertos lugares que aún son inaccesibles para el grueso de turistas como Wiñay Wayna (se hace en los caminos del inca).
Los dos cerros (Machu = viejo; Huayna = joven) hacen una perfecta combinación, dando un paisaje inusualmente visto y la razón por la cual todos los que llegan quedan embelesados. En cierta manera, los inca hicieron unas edificaciones mimetizadas, no es una construcción que rompa la armonía, es casi camaleónica; por eso, sus edificaciones no tienen detalles que puedes hallar en una construcción moche. Sencilla, megalítica y mimética. Fue construida por un pueblo práctico, de visión estratégica y lastimosamente expansionista (de ahí su practicidad). Era para ser vista por su líder y un grupo de selectos. Pero su construcción no fue hecha por él, la ordenó: el sudor e ingenio viene de los del pueblo. Es a ellos quien dedicó Neruda su gran poema
Espero que con esa absurda declaración mercantilista de Nueva Maravilla no estropeen esta joyita de equilibrio hombre-naturaleza. La excesiva injerencia del hombre termina por desestabilizar todo, sobre todo cuando entran a tallar mercachifleros cuyo única razón de ser es sacar plata a como dé lugar.
Pese a todo, sube a nacer conmigo, hermano.
PD. Si eres viajero musical, acompaña tu viaje con ALTURAS DE MACHU PICCHU de LOS JAIVAS. No te arrepentirás

lunes, 16 de marzo de 2009

TUMBAS REALES DE SIPÁN, UN MUSEO APARTE



Visitar este museo es en realidad una experiencia fuera de toda expectativa previamente generada. Lo tengo visitado muchas veces y nunca dejo de ver cosas nuevas y de por sí su visita es un alejamiento a la rutina e ingresar al campo maravilloso de la imaginación, sea por la colección de piezas que encuentras, sea por la excelente museografía que encuentras en el mismo.

La semana pasada mostraba a mis alumnos un bello libro que tengo sobre el tesoro de Tutankamon, el cual tuve la suerte de verlo dos veces (1988 y 1990) en El Cairo. Esas visitas de ese entonces me mostraron la grandeza de este preciado tesoro, así como la asfixiante y terrible disposición que había en el museo para poder mostrar sus tesoros. Por ejemplo, para ver la impresionante máscara funeraria de oro batido hacías una larga cola que, a guisa de procesión, te guiaba por una suerte de conducto, el cual debías atravesar con cierta velocidad: en realidad, en ninguna de las dos oportunidades que estuve pude ver detenidamente esa belleza o la hermosa estatua de ébano de Anubis.

El Museo TUMBAS REALES está hecho exprofeso para mostrar los hallazgos en una huaca. Eso es lo interesante. Los museos pueden tener muchos motivos, por ejemplo, un pintor (el museo Van Gogh de Amsterdam es una belleza), una cultura, una ciudad, un país, un periodo histórico. Éste está dedicado a una tumba; es un museo funerario. Pero el concepto de muerte no era concebido como el nuestro, sino que era tránsito para un periodo de renovación, etapa que demandaba un "descanso" del cuerpo..En cierta manera. Por eso, el cuerpo era enterrado con un séquito breve de personas que le iban a "facilitar" su paso a la eternidad. Así como una serie de elementos que en cierta manera replicaban su vida terrena. Como tumba parecida a los moche, el rito era en forma asimétrica a lo que eran en vida e iban con sus mejores galas.

El hallazgo de esta tumba en 1987 fue uno de los mejores regalos que los peruanos hayamos tenido en uno de los periodos más sombríos de la historia peruana, durante el nefasto primer gobierno de Alan García. La violencia nos asolaba en todas las ciudades y la economía era una suerte de ruleta rusa. Ese abril los periódicos dieron una buena noticia; pero los paulatinos hallazgos posteriores fueron dando mayores perspectivas y necesidades para hacer una cosa mejor y más deslumbrante.

Desde su construcción la gente esperaba con mucha expectativa lo que este museo iba a ofrecer, tanto como museografía así como arquitectura. La colección era parcialmente mostrada en las pequeñas salas del museo Brüning y, pese a lo abigarrado del lugar, ya podía vislumbrar este impresionante hallazgo. Pero el edificio que se construyó es el digno espacio para tan soberbia colección. Ha sido hecho para replicar la tumba en la que fueron hallados todos los restos funerarios de esta inmensa huaca, siendo los "platillos" principales el viejo y joven señores de Sipán. Cada descenso hacia la tumba es un viaje a la cultura y geografía de la zona. Un minucioso inventario de la flora, fauna y cultura de lo que fue y es en la actualidad ese espacio cercano a la ciudad de Chiclayo.

El descenso te interna en salas tenuemente alumbradas con el fin de darte la sensación de tranquilidad y respetar un espacio mortuorio que tiene miles de años. Las tumbas fueron halladas intactas por lo que las reconstrucciones de la imaginería y cosmogonía moche (como cultura general) se han replanteado. Hay cientos de piezas notables, pero las piezas notables corresponden tanto al señor como al viejo señor de Sipán; este último muestra un impresionante collar en plata de unas extrañas arañas con cabezas humanas. O las primorosas reconstrucciones de los bellos collares de chaquiras, que nos da una muestra de la delicada artesanía de entonces. Hay un collar hecho en nácar espóndilus que muestra la sofisticación en el labrado.


Es una visita para no arrepentirse.

lunes, 2 de marzo de 2009

MÉXICO: MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA





Cuando uno viaja a una ciudad, muchas personas tienen interés por ver la cultura del país focalizada en un solo espacio: un museo. El lugar destinado para las hijas de Apolo, el Museum, lugar de las musas, se convirtió con el tiempo en el lugar donde se guardaba celosamente la mejor producción de los hijos e hijas de la ciudad, región o país al cual representaban.


En mi deambular por diversas ciudades, siempre he tenido una atracción muy especial por los museos, ya que éstos en cierta manera son el reflejo de lo que la historia es para una comunidad o el poder que la rige. He visto museos en los que la sola presentación era motivo de hacer espantar hasta el más terco de querer hallar algo notable en tanta porquería. Algunos museos truculentos destinados a un público bastante morboso, ávido de emociones momentáneas, algo así como un sucedáneo. Otros museos que encierran belleza e ingenio, pero que los conservadores (¿se les puede llamar así?) no tienen la menor idea de lo que tienen delante de ellos. También he estado en museos impresionantes como el Bodenmuseum, la Glyptotheque, Kunstmuseum de Viena, el del Oro en Bogotá, el Topkapi, el Arqueológico de Atenas, el Rijksmuseum de Amsterdam, Museo Nacional de Bruselas, Tumbas Reales; en fin, varios museos impresionantes por las piezas que contenían, la construcción hecha especialmente para ello o la interesante museología que ofrecía.

Hay un museo al cual siempre evocaré como EL museo, el prototipo, el referente, paradigma: Museo Nacional de Antropología de México. El 29 de enero del 2000 me tomé una mañana para visitar todas las instalaciones posibles de este impresionante monumento que ha sabido combinar una arquitectura bella, útil y segura; una ciudad con tan fuertes sismos, pero a su vez con un patrimonio tan impresionante, exigía un lugar seguro para su vasta herencia.

Este edificio fue inaugurado en 1964 tras 18 meses de trabajo de un gran equipo dirigido por el arquitecto Pedro Ramírez. La entrada es impresionante pues pronto llegas a un gran espejo de agua cubierto por un imponente paraguas de metal y concreto que cubre todo el espacio acuífero. Todas las grandes salas dan hacia esa fuente, quizá en homenaje a Tlaloc, uno de los principales dioses del panteón azteca.

Pasar por las salas especialmente distribuidas te acercan a todas las culturas que ocuparon el espacio denominado Mesoamérica. Como el Perú y sus Andes, México tuvo diversos "pisos" históricos que fueron el origen y el ocaso de las culturas correspondientes. Para la decoración no escatimaron convocar a los mejores artistas de la época; por eso, vemos un bello mural de Rufino Tamayo al ingreso.
Hablar de cada una de las secciones sería un intenso pero largo viaje a este pasado: casi 80 mil años de historia; pero quiero hablar de las piezas que más me impresionaron: de la Sala Tolteca hay que ver una pequeña cabeza de guerrero en cerámica con piezas de nácar incrustadas. Es una pieza pequeña, pero una de las más valiosas por el primoroso trabajo que muestra. De los Mexica, uno debe ver la impresionante estatua de Coatlicue, la poderosa diosa de la tierra hecha en piedra volcánica, que en realidad es una diosa hecha de elementos, como aves, serpientes. Quizá los mexicas eran conscientes de la poderosa diosa que tenían ante sí y la hicieron inmensa, fuerte, dominante. También uno no deja de sorprenderse al ver la estatua tan bien conservada de Xochipili, el dios de las flores, con sus piernas y base estatuaria plagadas de flores. Lástima que no pude ver una de las piezas más bellas y frágiles de todo el museo: una monita finamente labrada y pulida en piedra obsidiana. Esta pieza como otras varias estaban en Italia en una gira, en reciprocidad a la visita de piezas etruscas que había estado en dicho museo un año y medio antes. Pena.

Para los peruanos, la cerámica es una de las más manifestaciones de arte utilitario logrado por varias culturas de nuestra región, como los Nazca y los Moche. Los mexicanos tienen los suyos en los mixtecos. Geniales. Otras impresionantes obras de gran escultura es la de los olmecas, con sus grandes cabezas colosales distribuidas en amplias salas. Algunos trabajos de miniatura eran impresionantes y estaban hechos en piedras verdes que asemejan al jade (no lo es).

Y las salas Mayas ya son un viaje esotérico a la reconstrucción de un pasado un poco maltratado por el bodrio ese hecho por Mel Gibson, Apocalypto. Las restauraciones de las salas sepulcrales con sus notables murales eran todo un placer a lo estético y al intelecto; sus delicadas piedras labradas, mostrando sugestivos bajorrelieves, una cerámica casi lítica, con mucho de parecido a nuestros Moche; algunas manifestaciones arquitectónicas que hacían evocar a Sechín, y sobre todo la genial ambientación de los curadores del museo que han reproducido el calor y la humedad del trópico yucatense. Son unas de las mejores salas.

Vale la pena mencionar la impresionante reproducción a miniatura de lo que fue Tenochtitlan; así vemos lo que fue este gran lago que llegaba hasta la actual Texcoco. Las chinanpas quedan en algunas partes de México, pero el suelo es el peor enemigo de ellos. México se hunde, porque se hizo sobre una laguna que intentaron secar. "Guadalajara es un llano, México es una laguna", así reza el canto, por algo será.

Para cerrar oí una de las narraciones más impresionantes que puede uno oír en estos museos donde lo viejo te toca: cuando trasladaron la estatua de Tlaloc, el dios del agua, a su nuevo aposento en este museo, en México llovió lo que no había llovido por décadas; muchas autopistas se anegaron, colapsó el sistema del metro, un caos total. El dios estaba reclamando lo suyo. Pero creo que está en un digno panteón.

domingo, 1 de marzo de 2009

VALLE DEL COLCA, GARGANTA DE LOS ANDES

La reciente visita de unos amigos de Arequipa a mi casa me hizo rememorar uno de los viajes más bello que haya hecho en mi vida, no sólo por las experiencias humanas que puede encontrarse ahí, sino por el impresionante paisaje que ha dejado, deja y dejará abrumado a todo viajero que lo visite. Pese a que había vivido por 11 años en dicha ciudad, la difusión de esta belleza era aún escasa y los medios para llegar a éste eran rudimentarios. Mi primer viaje a esta increíble zona fue en 1985. Ya el Cañón sonaba por los medios turísticos y ya muchas agencias lo promocionaban como una de las maravillas de nuestro país; y no les faltaba razón. Mi primer viaje fue de un solo día, un poco agotador; pero bien valió el trote. Salimos a las 6 de la mañana aproximadamente para poder aprovechar el día al máximo. Con Nancy y su esposo, más otros pasajeros fuimos en un combi manejada por un señor que resultó ser amigo de mi padre.El viaje es de por sí extraordinario y la ruta que tomamos no la volví a hacer en la segunda oportunidad que fui. El auto tomó una carretera de grava que iba entre los volcanes Misti y Picchu Picchu; cuando uno está en medio de estos dos gigantes, uno ve un cráter lateral del Misti que siempre emite humo (las llamamos fumarolas). La majestuosidad de estos volcanes conmueven y nos va preparando para lo que vendría después: Pampa Cañahuas.



Antes de ingresar a Cañahuas, pasamos por dos grandes peñascos como si fueran celadores del ingreso a esta extensa pampa poblada por cientos de auquénidos. Me dicen que en verano se suele cubrir de hielo (noches de helada) y algunas veces de nieve. En el camino pude contemplar cascadas de agua congeladas. Impresionante. Pero lo más bello es ver alpacas (como si fuesen pelotas de pura lana) y las gráciles vicuñas corriendo libres por la inmensa pampa; algunas corrían cerca al vehículo y las podías fotograriar con calma. Extraordinario.


Llegamos a Chivay, la capital de la provincia que tiene por nombre mi apellido, Caylloma. Hicimos un alto breve para dirigirnos a ver dos momentos impresionantes de este lugar. En mi segundo viaje, nos quedamos a pernoctar en Chivay, era mejor y además te permite aclimatarte con cierta facilidad, si no tienes la costumbre de caminar más allá de los tres mil metros de altura.


Seguimos camino a un bello paraje desde el cual vislumbras un sistema de andenería impresionante; algunos son de origen preinca (Pueblo Colla) y que los pobladores los siguen manteniendo. Sacan de ahí, papa, oca, ollucos, muña y otras variedades de vegetales, sobre todo tubérculos. En este lugar, vimos una piedra que asemejaba a una maqueta, pues mostraba en pequeño lo que veíamos delante de nosotros: todo el sistema de andenes. Girando y mirando hacia la parte superior había una construcciones que se usaban tanto como tambo (para guardar sobre todo granos) o como tumbas. Nos contaba el guía que se generaba una suerte de microclima que permitía la preservación de alimentos por largo tiempo. Era del pueblo Colla y fueron empleados por los incas como una estrategia en la expansión de su ejército. Interesante, ya que algunas tumbas que vimos en Cajamarca, tanto en Otuzco y sobre todo Combayo, se asemejaba a esta técnica. La vi también en Macro y Rejía en Chachapoyas.


Nuestro destino final era La Cruz del Cóndor, lugar estratégico desde el cual puedes ver volar a los cóndores. El primer viaje no me dio ese placer, pero el segundo (por la pernoctada en Chivay) sí vimos a varios volar. Lo que sucede es que estas tímidas aves salen muy temprano a volar. Por eso es que estuvimos en pie a las 5 de la mañana. Ver planear a estas aves es un placer visual. Otra ave que tiene elegancia para volar es el pelícano, aunque su caminar por tierra sea penoso y desgarbado. Nada es perfecto.


Mi retorno del primer viaje no lo tengo en el recuerdo, ya que caí en un profundo sueño. Del segundo, sí: teníamos una luna llena que iluminaba los cerros dándoles un color plateado, cruzando Cañahua por la noche, pensabas atravesar un lago; acompañado de la música de Rubaja y Hernández, ese retorno se volvió en un sueño.


Colca es lo máximo. Voy a ir otra vez.




sábado, 3 de enero de 2009

CHACHAPOYAS, PARAÍSO.





Si algo siempre me ha llamado la atención, es la historia. Ella es un gran cuento de la humanidad en la que nuestros sueños, ideas, frustraciones y locuras se han plasmado. Cada espacio que visito en mi errancia es para mí una fuente de emociones muy intensas en cuanto a todo lo que la mente humana puede hacer con su entorno. La presencia de templos para sus dioses, inmensos castillos, nobles y humildes casas, sus cementerios, son todos lugares en los que ves una forma muy peculiar de un determinado grupo de hombres y mujeres que ha querido perpetuarse. La historia es ese espacio de perpetuación, de transcendencia de la especie humana.


Vacaciones de Fiestas patrias de 1998. Un grupo bastante extenso de amigos y conocidos había decidido viajar a Chachapoyas; uno de los promotores me informó que el grupo ascendía a casi 15 personas, iba a ser una experiencia colectiva. En la Universidad, tenía un buen grupo de alumnos míos que me empujaron a ir para conocer su tierra y como algunos de ellos tenían buenos hoteles, hice la gestión para separar habitaciones. Al final de todo el único viajero fui yo. En fin.
El periplo era un poco largo; sé que hay buses desde Trujillo, pero ellos me aconsejaron ir vía Chiclayo. El día 02 de agosto de ese año tomaba el bus para dirigirme a esta linda ciudad, cuando veo en TV la noticia del incendio del Teatro Municipal de Lima. En secreto, ya sentado en el bus no dejé de derramar algunas lágrimas puesto que ese teatro había significado mucho tanto en mi vida universitaria, cuando cantaba con el Coro de la Católica (la memorable Juanita La Rosa, Chino Vásquez, Mariella Monzón, tantos amigos) o cuando cantábamos en la ópera. Mucha pena. Volvamos a nuestro viaje. Salí a las 2 de la tarde aproximadamente y comenzó el ascenso; el viaje transcurrió sin contratiempos, pasamos por Bagua Grande a medianoche: un calor infernal (casi 30 grados- con razón le dicen el infierno peruano-) El bus ascendía, nos íbamos a ceja de selva alta. Llegué a Chachapoyas a las 4 de la mañana. Frío serrano me rodeó, pero gracias a mis alumnos había llevado una casaca para las circustancias. Me dirigí a mi hotel a esa hora; el administrador preguntó por los demás, mi gesto lo dijo todo. Horas más tarde me encontré con los chicos quienes me guiaron para conocer su pequeña pero simpática (e histórica ciudad). Chachapoyas en ese entonces tenía servicios al turista limitados (ahora me dicen que tienen muchas cosas buenas como hoteles, restaurantes y otros servicios). La ciudad está plagada de balcones, en su plaza uno puede ver varios de diversos tamaños. Hay una suerte de colina en la que se halla una fuente, de Yanayacu (agua negra en quechua), desde la cual puedes tener una buena vista de la ciudad. Fuimos a ver el Arzobispado donde se encuentran varios archivos que han sido objeto de estudios por diversos historiadores. Un amigo mío hizo una investigación concreta de al música barroca colonial de esta zona, ya que era un jurisdicción importante. Luego varias personas me contaron que la selva encierra restos de ciudades españolas que fueron abandonadas por estar ubicadas en lugares inhóspitos. La casa del Arzobispado está muy bien tenida; luego los chicos me llevaron a conocer una pequeña plaza que tiene una iglesia reconstruida que reemplaza a la antigua: Santa Ana.
La ciudad con sus techos a dos aguas es muy acogedora y por la
noche fuimos a un mini pub donde escuchamos música y tomanos algunos tragos. La suerte mía era que los chicos me invitaban a comer; incluso Leo Rojas y su hermana, hijos del Alcalde de la ciudad en ese entonces me hicieron una generosa invitación. En general, todos los chicos fueron excelentes anfitriones. A través de ellos conseguí una movilidad por dos días: esta movilidad estaba a mi disposición todo el día para ir donde quisiese. Al día siguiente fui a mi objetivo principal: KUÉLAP. Luego de casi 4 horas de viaje, por una estrecha carretera de trocha (ahora me dicen que es mejor y más corta) llegamos a este sorprendente lugar. Uno llega y desde la carretera ve en la parte superior una gran muralla, ya de sí el entorno es impactante; antes habíamos pasado por otro sitio arqueológico llamado Macro, una suerte de necrópolis que me hizo recordar a Combayo u Otuzco en Cajamarca. Los chachapoya fue una cultura que se vinculaba con la gente de la selva alta y sus restos hacen recordar a los de San Agustín en Colombia. Personalmente, no he estado en el Gran Pajatén, pero son del mismo espacio histórico. El dominio de la piedra es impresionante y las construcciones son abrumadoras, el tamaño de ellas te empequeñece y abruma; quizá esa era la intención de aquel que llegara a esta ciudad, el verse sorprendido y apabullado por el poder manifiesto de sus habitantes. Ingresas por un sendero y llegas a una explanada antes de ingresar a la ciudad misma; aquí ves los impresionantes muros que comenté anteriormente; este muro circunda a la misma y hay sectores que aprovechan el precipio como defensa natural. En el interior encuentra construcciones circulares, algunas de las cuales llevan unos diseños en rombo que asemejan ojos (es una teoría) Otras tienen incrustaciones de rostros (algunos parecen a los vistos en Kuntur Wasi). Las construcciones son impresionantes, pero lo que hace el lugar mágico es el espacio en el que se ha construido. La humedad pasa la factura a los grupo y pronto necesitamos líquidos, algunos altos en el camino nos permitía apreciar sus ricas con una buena bebida; lo que sí me sorprendió es que este inmenso lugar haya sólo un guardián. Cerca al lugar pasaban pastores con sus ovejas. Terminada nuestra caminata, regresamos pero no sin antes comer una rica gallina de corral estofada en Tingo, el hambre apretaba.
Tercer día: me habían dicho que Leimebamba iba a ser el boom de la arqueología del futuro, lo es. Hacía poco habían descubierto una cueva-tumba con varias momias en la Laguna de los Cóndores. Nos aprestamos para ir todo el grupo a Leimebamba, incluso nos acompañaron los padres de una de las chicas, ya que nunca habían estado ahí. El viaje era más largo y en el camino recogimos a una pareja de turistas mochileros; eran israelíes (están por todas partes) y les dimos un aventón hasta Leimebamba. El pueblo era pequeño, pero los habitantes ya estaban enterados de la razón por la cual eran tan visitados, ni bien bajamos del micro los chicos nos llevaron al museo de las momias. Una pena que no se permitieran fotos.
El último día antes de partir me llevaron a Luya un pequeño poblado cerca de Chachapoyas; una de las cosas anecdócticas era que en ese pueblo estaban construyendo la cárcel. Algo de lo que siempre tendré como nostalgia gastronómica será la famosa humita de la zona y los juanes de yuca, había probado los de arroz, pero de yuca fue "mi primera vez". Esta es una de las razones (y muchas más) por la que he de volver a este gran pedazo de historia de nuestro país. Uno de los momentos que nunca olvidaré fue cuando fuimos a visitar a un tío de una alumna, Vanessa Chávarri, y él mostraba su descontento hacia el país y su identificación con lo ecuatoriano, esta amargura resultaba de la excesiva centralización en nuestro país y el descuido de la selva. Estaba orgulloso del pasado de los chachapoya, pero a él (como a los demás que estuvieron en la parrillada que hicieron a la cual me invitaron) le indigna que seamos tan indiferentes con los rincones más notables y viejos de nuestro país. Él cultiva orquídeas (el clima es como Moyobamba) y protege plantas que las condena a la extinción la agricultura y la depredación. Espero que su esfuerzo no sea en vano y espero que esto que escribo (aunque muy tardío) invite a más gente a preocuparnos por esos espacios, tanto por la gente como por su riqueza. Ojalá.

EL CIELO CAPRICHOSO DE CAJAMARCA


30 de diciembre. Llegamos por Transporte Línea a la ciudad de Cajamarca. El viaje que solía durar 6 a 7 horas aproximadamente, ahora se hace en casi 9 horas. La carretera a partir de Tembladera es una penitencia. Felizmente iba lo suficientemente cansado como para no haberme dado cuenta. Desperté cuando el brillo del sol serrano daba contra el bus y ya sentías, además, otros aires. Tan pronto bajamos del bus fuimos a nuestro hotel. La sierra tiene otro brillo solar y te da otro semblante (tanto por la dinámica de la vida, así como la altura, factor que no hay que desdeñar, dicho sea de paso).
Caminar por Cajamarca me hace ver los cambios sustanciales que ha tenido esta ciudad; la primera vez que vine fue en 1984. Era una ciudad pequeña, agradable, segura. Ahora las cosas han cambiado; pese a todo, pese a la falsa modernidad que se quiere vivir, aún puedes ver gente sana (para muchos, ingenua) que creen en tu palabra y en los vínculos que establecen contigo.
La ciudad tiene muchos lugares en ella para visitarla, ya que tiene espacios transcendentales para nuestra historia: tal es el caso del Cuarto del Rescate (valioso por lo que simboliza, no hay otro tipo de atracción que la justifique) que en cierta manera inicia el desplome del antiguo sistema de ese entonces y comienza a gestarse lo que somos ahora (muchos creen que lo que somos se inicia en la República: falso). Como era una suerte de centro inca reciente (antes estaba la cultura Caxamarca), la españolización no se hizo esperar y es por eso que esta pequeña ciudad tiene fastuosos monasterios y claustros como el de San Francisco y Belén, franciscanos y belenitas, encargados en la evangelización y planificación de los espacios que eran ocupados por los conquistadores. Esos eran sus trabajos. Interesante ver que la Catedral no es la iglesia suntuosa que debería ser, e incluso no tiene sus torres concluidos (eso era para evitar pagar impuestos). Una congregación evidenciaba su poder a través de la edificación de torres en sus iglesias; si eran dos, mejor marketing.
De este viaje debo rescatar dos interesantes visitas: las ruinas de Combayo, quizá una de las más interesantes necrópolis de nuestras antiguas culturas, situadas a unos 20 km. de Cajamarca, con cientos de nichos ubicados en las laderas de cerros bastante empinados. Hay una muestra de ello en la zona llamada Otuzco (en Cajamarca), pero su extensión palidece cuando nos dirigimos a Combayo. Hay, parece ser, aún zonas con tumbas aún selladas, algunas en lugares bastantes agrestes y con pequeños senderos trazados por pastores y su ganado de ovejas. La vegetación, incluso, protege a algunas tumbas de la simple vista de un visitante. La caminata para llegar a una ladera nos tomó algo de 2 horas. En el ascenso, veíamos al cielo lentamente oscurecerse. Nuestro guía, Segundo, nos había dicho que el cielo no nos iba a traicionar; ya lo había hecho el primer día, cuando llegábamos de Otuzco mismo (una lluvia refrescante para la caminata que hicimos); nos había sucedido al segundo día, luego de nuestras visita a la Granja Porcón (lugar siempre agradable en el cual sería ideal pasar nuestra vejez); nos sucedió por la mañana del mismo día que visitamos Combayo, luego de la visita a la siempre excitante visita a Cumbemayo. Para algunos las nomenclaturas y topónimos les toma algunos días aprenderlos y diferenciarlos, no escapé de ese grupo de viajeros. Al comenzar a descender, el cielo se iba oscureciendo paulatinamente, enviándonos sus señales de advertencia. Muy amable de su parte. Ya a pocos metros de nuestro auto, la lluvia se desató, caían gruesas gotas que hicieron que pronto mis pantalones estuviesen empapados. Rica lluvia que me hacía recordar a mi infancia en los meses de "verano serrano" en Arequipa. Ya en el auto, y con la música de Maná (el antiguo) la lluvia nos envolvía y de vez en cuando el sol nos golpeaba con sus rayos para darnos en bella y extraña sensación de luz entre las montañas con las gotas que caían por todas partes. Alucinante. Al llegar a Cajamarca, ya la penumbra de un cielo cargado de nubes había sumido a toda la ciudad en la oscuridad. Pronto el alumbrado público se encendió y era aún las 6 de la tarde.
Nuestro día de partida lo dedicamos a Kuntur (Cóndor) Wasi (Casa). Este viaje es sorprendente, tanto del punto de vista positivo como negativo. Debo empezar por lo negativo, ya que la carretera de acceso y salida hacia la costa es inefable. La recuerdo en 1998 y la belleza que esta carretera te daba: la sierra en un espacio de paisajes de carácter, no hay pierde. Cuando retornaba a la costa y veía esta suerte de llanura desértica, no podía evitar de hacer comparaciones odiosas. La sierra es un festín de imágenes para gran angular (el que hace fotografía lo entenderá bien). Ahora la carretera da lástima y temor (por un accidente). La primera vez que fui a Kuntur Wasi fui por el camino de Porcón. A pesar de ir por un camino de trocha, el viaje fue extraordinario. Así como en Cumbemayo se aprovecha el divortio aquorum de manera técnica, uno puede ver en esta ruta a la sabia naturaleza hacer esta división (la que ha hecho por millones de años). Y así es como llegamos al típico pueblo de San Pablo. En esta oportunidad, nuestra vía de acceso y salida fue por Chilete, feo típico pueblo que crece desordenadamente a los costados de la carretera a la costa. Nos comentaba el guía que esta va a ser la carretera alternativa que Yanacocha construye, debido a los conflictos con los pobladores de los pueblos de la carretera actual. Pero, valgan verdades, es el intenso tráfico pesado de camiones cargados de mineral que ha provocado el colapso de esta carretera. Hay tramos en los cuales dicha carretera desaparece y ves en el trayecto a vehículos con turistas aterrorizados que van en las camionetas Van especiales para ello. Ojalá que los tipos involucrados en este manejo (Ministerio de Transporte, Gobierno Regional y las compañías mineras -hay más de una-) se pongan de acuerdo y la arreglen de una vez por todas. Llegar a Kuntur Wasi es toda una "experiencia religiosa": rodeada de cerros y hondos abismos, vemos en la parte superior al centro ceremonial; la misión japonesa (cuándo no ellos, todos pulcros) tiene el lugar bien señalizado y en la medida de lo posible mantenido adecuadamente. Se han puesto réplicas para evitar algo muy frecuente en la zona: el cáncer de la piedra. De esto sufren tanto monumentos prehispánicos (hay que ver lo que pasa con las ventanillas de Otuzco) como coloniales (la iglesia de San Francisco y la Catedral tienen todas las evidencias, además de sufrir por la excesiva presencia de líquenes que se adhieren a la piedra). Es por ello que los encargados del museo nos explicaban que algunos monolitos han sido enterrados nuevamente para evitar la incontenible erosión de los mismos. Al finalizar la visita al santuario, unas esporádicas gotas nos anunciaban que el cielo estaba presto a desplomarse. A correr al museo de sitio. El pequeño museo de sitio muestra ya algunos deterioros de cuando lo vi por primera vez en 2001. Pero se ve mucho más esmero en la museografía, y aunque no cuente con muchas piezas, las pocas que tiene son impresionantes, tanto por el valor histórico como artístico. Es una cultura de casi 3000 años y muestra sofisticaciones de culturas actuales. Creo que estas dos visitas nos hicieron ver, pese a todos los problemas que uno pueda hallar en un viaje cualquiera que la belleza de los espacios pueden transcender la estupidez humana. Ojalá siempre sea así.



sábado, 20 de diciembre de 2008

QUITO, BELLA (1)



Casi la mitad del mundo. A pocos grados se encuentra la capital de este país que lleva por nombre el de la famosa línea equinoccial que divide el planeta en norte y sur: Ecuador. Quito es una ciudad serrana, rodeada de montañas y un volcán, el Pichincha. Este viaje lo realicé en febrero de 1992, llegué un 03 de febrero desde Cuenca, luego de una extensa visita a unos amigos que vivían en esa ciudad. Había ido a este país por dos motivos personales: visitar precisamente a Laura y Patrick (y su hijito Camilo); y reacomodar mi vida, ya que estaba dejando Lima tras muchos años para instalarme en Trujillo. Antes de tomar la decisión final, quise hacer este periplo.


Había estado en Ecuador en 1976, pero había llegado hasta Machala; en realidad, no era mucho. Esto sí era más extenso. Ecuador estaba en una bonanza económica y nosotros salíamos del desastre que fue (no lo olvidaré) el gobierno de Alan García. Muchas instituciones, turistas, proyectos se habían alejado de nuestro país por la violencia, la inestabilidad política y la terrible inflación que nos comían. Ecuador estaba lindo, pujante; sus carreteras eran envidiables y sus lugares se veían llenos de personas que querían conocer un país andino. Y Quito puede ofrecer muchas cosas como ciudad.


Una vez instalado en un hotel céntrico y apoyado de una guía, me dirigí a recorrer el centro viejo, cerca del Panecillo. Quizá para muchas personas no hallen atractivo las ciudades con calles en subida y bajada, pero como había vivido muchos años en Arequipa, las ciudades así me atraen mucho (Trujillo es excesivamente plana). Las estrechas calles del Centro Viejo son atractivas, bulliciosas. Me fui a la Plaza Mayor, por ahí había que empezar; el palacio de Carandolet, la sede de gobierno no es algo notable; tampoco lo es la catedral; pero si hay algo bello por ver en esta ciudad son las iglesias de San Francisco y la Compañía, extraordinarios monumentos barrocos que han sufrido modificaciones por las reconstrucciones hechas luego de diversos violentos terremotos que asolaron la ciudad. Si uno quiero ver la joya de la ciudad, uno debe ir al convento de San Francisco. Iglesia y claustro son una belleza impresionante. En realidad, con las iglesias de El Sagrario y La Compañía, esta ciudad tiene para competir con las de Cuzco, Guanajuato o Potosí. Entrar a ver los espacios aéreos, cúpulas totalmente labradas, sus altares en pan de oro y sus innumerables cuadros de la escuela quiteña te apabullan por la belleza y el boato. Mención aparte es sus yeserías, sus imágenes, muchas de ellas hechas por un gran artista como fue Bernando Legarda (hay una en la iglesia de San Francisco en Trujillo, ciudad en la que hay bastantes trabajos de la escuela quiteña - por ejemplo, el convento de las carmelitas es obra de jóvenes quiteñas-). Hay que ir a ver el Museo de Arte Colonial, es una visita obligada. Los claustros de San Francisco tienen su propia identidad y difieren bastante del complejo construido por esta congregación en la ciudad de Lima.
Quito no sólo es iglesias; otra visita obligada es al museo Guayasamín, impresionante y además un verdadero obsequio de arte y arquitectura de este predilecto a su ciudad.

lunes, 8 de diciembre de 2008

VIAJE SUFRIDO A HUARAZ



Huaraz es una ciudad extraña. Hacía exactamente 9 años que no había ido por esta parte del país y gracias a la insistencia de Melissa (¡cómo la extraño!) decidimos ir al Callejón de Huaylas. Como decidimos el viaje un poco precipitados, tuvimos que dirigirnos a una agencia de viajes. Eran los días feriados de año nuevo; íbamos a despedir el 2007 y recibir el 2008 en las alturas. Salimos el 29 de diciembre en un bus relativamente cómodo. Nos esperaba casi 8 horas de un viaje que podría ser más corto si las autoridades se decidieran hacer la carretera por Casma (muchos amigos me han dicho que ese sí es un viaje de paisajes extraordinarios). Llegamos a Huaraz a las 7 de la mañana e inmediatamente nos fuimos al hotel; un suculento desayuno después del merecido baño nos preparó para comenzar el día. No bien habíamos culminado nos dieron los nuevos datos, ya que nos habían dicho que por razones de fuerza mayor nuestro paquete había sufrido cambios. A remar.

Subidos en una combi con otros pasajeros, nos fuimos a un bosque de rocas (Hatun Machay) que quedaba camino a la laguna de Conococha. Primero se hizo la gestión del almuerzo, teníamos que asegurarlo ya que se planeaba regresar tarde, exhaustos y hambrientos. Conococha es una laguna extraña, rodeada de un vegetación poco frondosa (por la altura) y presentaba algunas zonas de su espejo de agua con congelamiento. Cuando salimos, el frío y la lluvia corrió a algunos de nosotros a nuestra movilidad. Ahora sí, nos íbamos a nuestro objetivo principal. Pero ya en el camino nuestro guía nos iba advirtiendo que él había frecuentado escasamente este lugar, aún así abrigaba la esperanza de que la íbamos a pasar bien.
Encontramos la ruta y comenzamos a ascender lentamente por la sinuosa trocha. A medida que íbamos avanzando, una densa niebla comenzaba a caer sobre la zona. Muchos no nos dimos cuenta de que prácticamente con ese fenómeno climático, nuestro paseo había acabado. Seguimos ascendiendo un poco más para ver algo del impresionante paisaje. Sólo niebla blanca y algunas siluetas difusas de grandes piedras. Avanzamos casi media hora más y nuestro guía se declaró literalmente perdido. Ni modo. Algunos bajamos por apremios primarios. La niebla permitía a muchos de nosotros ocuparnos con comodidad; las chicas tenían un poco más de problema (Freud en estas situaciones tiene razón). Luego, cuando ya veíamos el paseo abortado, decidimos aprovechar algo; algunos soltaron la peregrina idea de caminar por ahí; Melissa, ducha en la materia, nos llamó a la reflexión: perderse en esa niebla era fácil y podía complicar a todo el grupo en su retorno. Así pues, decidimos nuestro regreso a Huaraz.

Almorzamos en el lugar pactado. Bastante decepcionados, regresamos a Huaraz, pero pedimos ir a Monterrey en vez. Un poco de aguas termales para relajarnos. Pero lo que vimos sí fue ahondar más nuestra colectiva frustración. Melissa, Gustavo y yo mirábamos lo que alguna vez fue un lindo hotel con cálidas instalaciones. No. De los baños queda poco, sus servicios dañados o casi colapsados; en algunas las herrumbres y los óxidos hacen de ese espacio un lugar peligroso. Los baños no tienen ni punto de comparación con los Baños del Inca de Cajamarca. Decadencia total. Así que resignados regresamos a nuestro hotel para comer algo. Con vino y simpática comida terminamos el primer día.

CHAVÍN DE HUANTAR

Luego de un nefasto primer día, salimos a Chavín. Recordaba la ruta como algo muy accidentado, sin pavimentar. La primera vez que fui fue en 1985. Chavín no tenía servicios básicos decentes; ahora es otra cosa. La carretera está en varios buenos tramos bien tenida. El ascenso es sorprendente y tienes paisajes extraordinarios que merecen que vayas observando todo para no perder detalles. Llegamos a la laguna de Querococha e hicimos un buen alto en el viaje. Alucinante, luz solar límpida en un aire frío (estamos a más de 3 mil metros de altura) irradiaba todas las cosas, animales, personas, el lago. Seguimos nuestro camino. nos detuvimos a comer en un buen restaurante en el camino, poco antes de ingresar a Chavín. Comimos bien y barato: trucha, chicharrones, frutas del lugar.

Culminada nuestra opípara comida, nos fuimos a Chavín: llena de negocios, hoteles, restaurantes, se ha vuelto una suerte de Meca del turismo nacional y del internacional que visita nuestro país. El lugar estaba lleno y eso hacía un poco difícil la visita de las instalaciones. Como teníamos varias guías (libros) buenas, decidimos ir por nuestro lado, ya que en el grupo iba un grupete de niños majaderos que interrumpían las explicaciones. Chavín sí es un lugar magnífico y ha sido muy grato para mí hacer este reencuentro con este mágico espacio. Hay ahora nuevas secciones abiertas, profundos túneles que han sido descubiertos, luego de haber estado miles de años en el olvido e incluso sepultados. Hay zonas que tienen buena iluminación eléctrica, pero siempre hay vándalos que quieren convertir algo de esta histórica zona en su recuerdito del viaje. Idiotas.

A lo lejos oíamos los truenos, se acercaba una buena lluvia; fuimos apretando el paso. Nos apuramos para ver el pequeño pero interesante museo de sitio; hay piezas hermosas que necesitan urgente una restauración; en verdad, están ahí perdidas en la nada y en otros lugares serían piezas valiosas de sus colecciones museográficas. Es notable el trabajo en piedra (lo vi en los Huamachuco, pero éste es un pueblo que se desarrolló casi 2 mil años después).

Nos fuimos a nuestro bus y, de repente, la lluvia comenzó a caer en toda su furia, pronto las calles de la ciudad se anegaron.

En el retorno hablábamos con el guía sobre otros interesantes viajes de la zona. Pero lo más interesante y bello estaba por venir. Antes de entrar al túnel, el guía nos dijo que si para la parte de donde nosotros regresábamos estaba bajo la lluvia, al otro lado del túnel nos íbamos a encontrar con nieve. Creo que pocos lo escucharon. Pasamos el túnel y un manto blanco cubría las laderas de las montañas como parte de la carretera. Simplemente bello. Melissa estuvo feliz y nostálgica. Creo que la naturaleza nos enseña que la belleza está ahí y que debemos regresar a ella. Con este viaje cerramos el 2007. Cuando llegamos a Huaraz, nos preparamos para nuestra última cena del año y comimos rico entre abrazos y buenos deseos. Chavín de Huántar nos enseñó que sí podemos cumplir con nuestros mejores deseos.

martes, 21 de octubre de 2008

REFLEXIONES DEL EDÉN, VIAJE A HUAMACHUCO





Los días 20, 21 y 22 de julio del 2007 fuimos invitados a participar en una actividad promocional del proyecto NEGOCIOS TURÍSTICOS EN EL MICRO CORREDOR ANDINO HUAMACHUCO –YANASARA. El grupo estaba conformado por periodistas (en su mayoría), promotores turísticos y docentes ligados a la difusión de los recursos turísticos y culturales en sus centros educativos. Esos tres días fueron muy interesantes, pese al trajín vivido por todos los participantes, más nuestro pago a la altura (Huamachuco está más allá de los 3,200 metros s. n. m.). Nuestro primer día (viernes 20) (o mejor dicho, noche) tuvimos una presentación a cargo de los líderes del proyecto, jóvenes emprendedores (como Maryta Malca) e Iván La Riva, quien asesora a este dinámico grupo. Demás está decir que fueron exposiciones puntuales y esclarecedoras de lo que íbamos a vivir los siguientes dos días. La sesión se cerró con danzas típicas del lugar. Los danzantes nos invitaron a intentar algunos pasos, pero la altura me había pasado factura. Mejor descansar.

El sábado empezó la actividad a primera hora; el clima, el aire y el sol de la sierra son ingredientes impostergables para una buena vida y la sierra es benévola en darnos estos dones con creces; ya en pie a las 6 de la mañana procedí a hacer una visita por la Plaza de Armas, una de las más grandes del Perú. Los casi 20 integrantes del grupo desayunamos y luego hicimos una visita obligada a la ciudad. Iván La Riva nos ilustró con una detallada información del lugar, importante no sólo en el mundo preinca e inca, sino colonial y republicano, y nos pasó a detallar diversos momentos de la historia de la ciudad; así como hay pisos ecológicos, también hay pisos históricos que nos muestran una concepción del espacio de acuerdo a la época. Interesante es ver esa superposición arquitectónica que se ve en la pequeña iglesia de San José, construida por Doña FLORENCIA DE MORA, célebre mujer a la cual pude conocer en toda su dimensión cuando contemplaba parte de su empresa; luego me enteré que Trujillo se vio beneficiada por su espíritu emprendedor al haber contribuido con las edificaciones de las iglesias de San Agustín y Santo Domingo. Pero mucho más interesante es saber que ella cedió a sus trabajadores indígenas las haciendas y obrajes que poseía con el fin de evitarles los onerosos tributos de la corona a la originaria población.

Así como falta un reconocimiento por lo prehispánico, también un reconocimiento urgente por el patrimonio colonial y republicano es necesario. La bella casa del quien fuera JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN, plagada por diversos negocios, no hace sino avergonzarnos de cómo tratamos nuestro pasado. Sintomático saber que eliminamos cursos de historia de nuestros currículos escolares, discretamente eliminamos nuestro patrimonio histórico. Discreta forma de borrar nuestro pasado. De igual manera podemos hacer este comentario para esa bella construcción La Casa de Los Arcos, plagada de camiones y comercios.

La visita al pequeño museo fue muy sustanciosa. Pese a la poca colección con la que aún cuenta este museo, la muestra de piedras labradas me hizo cambiar mucho la imagen que tenía de los huamachuco. Impresionante. Acostumbrados a la construcción megalítica inca, no vemos la delicadeza y control de la piedra que esta cultura tuvo para poder lograr de ella esas maravilladas ignoradas. El tallado lítico de sus dioses nos muestra una alta sofisticación. Y es extraño que esta gran habilidad no sea motivo de un trabajo constante entre sus artesanos actuales.


La visita a WIRAKOCHAPAMPA fue interesante, lugar donde podemos ver una pequeña porción del QAPAC ÑAN. Este lugar es empleado para la representación del WAMANRAYMI. Lo interesante y lo que despertó mucho mi curiosidad fue la representación de danzas. Quizá pocos trujillanos sepamos que el patrimonio de danzas de nuestra región no se limita a la marinera (demasiada hispánica), sino que esta región tiene casi un centenar de ellas, algunas de ellas han comenzado a ser difundidas por algunos centros de investigación folclórica. En el C.E.O. TAKAYNAMO la investigación de estas danzas está en proceso, y algunas de estas ya se han ofrecido al público; pero hay que hacer vínculos y difusión para ir mostrando esa riqueza cultural, acompañada con su culinaria y otras usanzas.

Hicimos una parada en la laguna de Sausacocha, un lugar que personalmente me decepcionó. Esta laguna ha sido literalmente invadida de manera desordenada por una serie de negocios que han roto la calma de este espacio. Sé que es una forma de trabajo, al cual todos tenemos derecho; pero bajo esta perspectiva los hombres hemos cometido una serie de atrocidades con diversos rincones naturales del planeta. Este aún tiene la oportunidad de salvarse, pero es un criterio de decisión política el hacerlo: sistemas de agua potable y desagüe, edificaciones que respeten la estética, control de sonido y evacuación de basura. Si no detenemos esta acción hasta cierto punto depredadora, esta laguna será una muestra más de nuestra desidia como sucedió con la laguna de Paca en Jauja.

De ahí nos dirigimos hacia un destino con mucha carga de adrenalina: YANASARA. La ruta es un camino que mantuvo nuestra alma en vilo: algunos cruces de puentes o curvas acentuadas doblegan hasta al más pintado. Algunos que íbamos durmiendo vimos nuestro sueño disipado hasta llegar a este paradisíaco lugar. Lo que hacía además penoso este viaje es la abundancia de transporte pesado que iba y venía de las numerosas minas que quedan en Pataz a través de esas estrechas y mal tenidas vías. Inaudito, este tráfico es para diversas minas de oro, que acumulan ganancias a discreción y no hacen nada por mejorar esta ruta, habida cuenta que el tráfico que discurre por esta es peligroso y frecuente. Camiones cargados con combustible atraviesan poblados y caminos con personas que desconocen esta situación. Además me dicen que en verano, esta ruta prácticamente desaparece a causa de las lluvias y que el viaje sí es una experiencia inefable.

YANASARA es un verdadero paraíso, aguas termales al lado de un pequeño pueblo que está comenzando a darse cuenta de su potencial como espacio de paz y tranquilidad, un espacio que esperamos no cambie con ese turismo mal dirigido que ha ido destruyendo lugares bellos de nuestro país para convertirse en lugares que decepcionan gente que quiere trasladar sus costumbres y malos hábitos a dichos lugares. He visto bellos lugares en la sierra de Lima, e incluso Piura (Canchaque) convertirse en lugares de vándalos que llegaban con licor, música estridente y jolgorio, perturbando toda la armonía de la zona. Eso espero que NO sea el futuro de este bello espacio. Sus aguas termales, su valle encerrado entre montañas, la cercanía al lecho de un río: un lugar ideal para descansar y hallarse con la naturaleza.

Al día siguiente, iniciamos el ascenso a MARCAHUAMACHUCO; el retorno tuvo una pequeña parada en la casa hacienda de YANASARA para ver cómo la población está involucrándose en este proyecto de desarrollo sostenible. Con una pequeña pascana en la ciudad de Huamachuco, iniciamos el ascenso a este interesante emplazamiento arqueológico. Estuve ahí el año pasado, pero mi visita fue un poco infructuosa, ya que no contaba con el apoyo de personas que te guíen por esa inmensa explanada que se ubica a 3.750 metros. Esta visita sí bien vale “una misa”: las inmensas construcciones, las paredes tutelares que protegen el complejo, el entorno geográfico. Maravilloso.

La carretera sí merece una observación aparte. Si queremos llevar a un turismo interno y externo permanente, la realidad vial es una situación que debe encararse desde ya. La idea no es una presencia masiva de personas en búsqueda del pasado de nuestra zona, pero condiciones mínimas de seguridad sí deben ser exigidas. Esperemos que haya respuestas positivas al respecto, ya que ante este proyecto que realiza este grupo de hombres y mujeres entusiastas, se espera una respuesta positiva y masiva de autoridades de la región, municipales, empresarios y población en general.


Recuerdo que lo que he expuesto aquí, lo he compartido con otras personas que habían visitado la zona hace varios años y no regresaron a ella por diversas razones. Ellas se han mostrado sorprendidas por todos los avances logrados desde aquella última vez que ellos la visitaron. Pero aún queda mucho más por hacer, trabajar para lograr un espacio más digno y con calidad de vida para todos. Y que todos los actores principales de la comunidad hagan como suyos proyectos que a la larga son rentables y perennes, el turismo es un recurso que no se agota y que involucra a más personas cada vez. En realidad, Huamachuco tiene mucho por ofrecer. Luego de tres días intensos, de haber participado en un taller de nuestro viaje y al subir al bus de retorno, quedé con la sensación de haber sido partícipe de un proyecto que abrirá mejoras a esta parte de nuestro vasto territorio. La piedra se ha echado a rodar.