Cierta vez un amigo extranjero comentaba que en el Perú era muy difícil aburrirse, pues siempre había alguna novedad que te sacaba de cuadro y rompía los esquemas cotidianos. Después de Fiestas Patrias, hemos tenido incrementos alarmantes de contagio y muertes, y pedidos desesperados para implementar medidas caprichosas, como la de Christian Rosas de volver a abrir las iglesias en plena expansión de la pandemia.
Martes 04. El entonces
flamante (ahora extinto) Gabinete presidido por Pedro Cateriano fue al Congreso
de la República a presentar su plan y solicitar a este el voto de confianza
para empezar a trabajar. Desde que inició sus funciones, el parlamento no ha
dejado de sorprendernos: el tratamiento de la inmunidad creó el primer choque
no solo con el ejecutivo, sino con la ciudadanía en general. Medidas más,
medidas menos; el Congreso seguía su camino desconcertante contra una población
urgida de planes concretos y necesitada de recursos para mitigar su situación.
Pedidos como el sesionar en Arequipa desconcertaban a la opinión pública. Por
otro lado, la conformación del gabinete Cateriano con algunas personas de
dudosa capacidad de gestión encendió la pradera. Un ministro de trabajo
cuestionado y encubierto por el ex Premier fue comidilla de la opinión pública.
La presentación de Pedro Cateriano no satisfizo a varias personas que no ven
con buenos ojos, por ejemplo, la minería como el motor económico de una nación
en la que ha visto desarrollar otras actividades vitales como la agricultura; el
voto en contra de los congresistas del FREPAP y de izquierda era de esperarse;
pero las otras votaciones sí fueron bastante sorpresivas en un principio; pero,
a medida que se van desenredando los hilos turbios, todo va encajando en un
engranaje tenebroso. Este Congreso, sabedor del hecho de la imposibilidad de su
disolución, ha comenzado a mostrar la cara y su urgencia de no perder tiempo
para lograr objetivos contrarios al bien común e interés nacional: la primera
muestra la dieron cuando en el mes de julio se interpeló al Ministro de
Educación. La intención es desmantelar el sistema de acreditación universitario,
pesadilla para muchas universidades surgidas en los 90, que han resultado ser
toda una estafa a miles de estudiantes por la calidad de enseñanza impartida.
Para nadie es un secreto el hecho de que muchos partidos han surgido en torno a
una universidad o clan universitario. Los procesos de acreditación han develado
errores, faltas e incumplimientos básicos; y aún restan todavía. El negociado
que involucra a partidos como APP, y su abstención, o Podemos han generado desconcierto
en la sociedad peruana. Y otro partido que desluce cada vez más es Acción
Popular, que ha resultado ser una suerte de refugio de personajes
cuestionables, como antes lo solía ser FP. Una vez más ponemos en duda la
naturaleza de los partidos políticos, creados más por intereses personales que
el de buscar el bien común.