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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 7 de julio de 2019

MAESTRO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 07 DE JULIO TRUJILLO)


Al repasar el libro Peruanismos de la controvertida lingüista Martha Hildebrandt, (Pág. 421-423, primera edición, 1994), nos encontramos con la palabra “trome”, la que es explicada por la investigadora como un término de la replana (no confundir con jerga) que ha ido escalando todos los estamentos sociales llegando a ser usado en ámbitos cultos coloquiales para referirse a una persona “experta” en una materia u oficio. En el 2010, el entonces presidente de la Academia Peruana de la Lengua, el también lingüista Rodolfo Cerrón Palomino, presentó un buen número de palabras y modismos en los que se incluía el término trome para su aceptación en el vasto vocabulario del español. Esta palabra no aparece en el Diccionario Panhispánico de Dudas y aún no se registra para su uso en la página virtual de la Real Academia de la Lengua (RAE). Sin embargo, en algunos diccionarios virtuales de traducción, la identifican como un adjetivo cuyo significado es “experto”. Según Hildebrandt, esta palabra viene de “maestro” que sufrió un proceso de relajamiento en su pronunciación descuidada y luego una inversión silábica: simplificando, maestro devino en mehtro y luego en tromeh. Un trome es, pues, un maestro en su rama u oficio: es un capaz, experto, diestro; un capo en el sentido positivo del término.
¿Tomando las últimas ideas expuestas en el párrafo anterior, son estas las cargas semánticas que los más de seiscientos mil maestros (profesores, docentes) llevan en sí y son percibidas y aceptadas en la actual sociedad peruana? Haciendo un alto a nuestras actividades, nos ponemos a reflexionar sobre la opinión que aún tengo de mi profesor de primaria, secundaria, universidad; de mi más pequeña escuela o hasta el más caro colegio de mi ciudad; del modesto instituto o la universidad más cara en la que estudié. Pese a los altibajos y bemoles que uno tiene en la vida, estoy muy agradecidos con todos ellos. Cuando pequeño, el profesor era una figura respetada en la sociedad; éramos, como sucede con todo niño o joven, una pandilla de mocosos que teníamos que aprender. Los maestros, humanos ellos (hay que recordarlo), celebraban nuestras chanzas o nos sancionaban por nuestras acciones incorrectas. Los respetábamos, pese a la cantidad de apodos e insultos que recibían; sin embargo, ese era un síntoma de que ellos eran parte importante de nuestras aún pequeñas vidas. La sociedad los respetaba. Pero, diversas situaciones fueron cambiando. La docencia ha estado siendo maltratada por el progresivo deterioro a causas de una serie de condiciones en detrimento de la carrera profesional (bajo puntaje en los exámenes de ingreso, escala salarial, brecha tecnológica, carencia de vocación) así como la excesiva burocratización de todos los procesos de la enseñanza, ni qué decir de los abusos legales contra ellos o colegios casi ligados a la extorsión: todo esto afecta la imagen del docente en la sociedad actual.
¿Con todo esto, puede el maestro volver a ser trome?