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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 26 de octubre de 2025

PREGUNTAS DE LA HISTORIA (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 26 DE OCTUBRE)

 


Manuel Burga en su libro reeditado “Para qué sirve la historia” da una descripción contundente del Estado peruano de entonces y que no ha cambiado ni un ápice: “El Estado peruano es, de nuevo, como hace 50 años, un Estado instrumental, prebendista, despótico y autoritario, donde el manejo tecnocrático no tiene en cuenta la opinión pública, ni la ética, ni las particularidades nacionales, ni los compromisos elementales de cualquier pacto social”. La opinión pública, las medidas tomadas para “controlar” la violencia con una tenida a lo “Bukele” y el trato preferencial con personajes polémicos como los mineros informales en Lima dan por válido este inventario del Estado peruano. Me atrevería a agregar una palabra clave para esta institución problema: centralismo. Esto explica, también, la dramática propuesta de que este mismo Estado asuma la deuda dejada por el gobierno municipal de la capital. Demás está decir que las acciones y comentarios de los representantes de ambos poderes reafirman las características de este nuevo Estado que va inclinando el poder hacia un Congreso cuestionable, en abierta contradicción con la Constitución que tanto dicen defender. Las preguntas que hace la historia a la sociedad peruana son interesantes y, en la búsqueda de ciertas respuestas argumentadas a lo que estamos viviendo, encontramos relecturas que nos permiten entender algunas anomias de nuestra política. Las publicaciones del reciente Bicentenario nos permitieron conocer que la gesta independista ocurrió más en diversas regiones como Huánuco, Cusco o Tacna, que Lima, ciudad que no quería perder su estatus y privilegios del reino de España. La independencia de Trujillo hubiera sido un evento muy relevante para despertar la conciencia del poder de las regiones sobre la capital, pero la pandemia y la indiferencia de las autoridades locales y regionales frustraron una magna celebración. Como hablábamos con la historiadora Susana Aldana, estas conmemoraciones destacaron el rol preponderante que jugaron las regiones, muchas de ellas relegadas por el poder central y olvidadas por sus mismos representantes. Es aquí donde surge el problema: los partidos políticos; estas instituciones, que deben construir modelos sociopolíticos para un plan de gobierno nacional, regional o local; no parecen plantearse sólidos planes de gobierno que conciban una visión de una nación integradora para sus diversos ciudadanos que viven en espacios desarticulados, incomprendidos e, incluso, menospreciados. Leer los planes de gobierno es hacer un verdadero ejercicio de fantasía en los que vemos cuán alejados están del concepto de nación y cuán cerca están de los intereses de una familia, de un clan o de un grupo social. Lo bueno sería conocer y criticar, de ser pertinente, sus viabilidades y depurarlos¸ pero sabemos que será bastante difícil que la promuevan al saber que estas se han convertido en evidentes espacios de corrupción. 


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Los partidos políticos son clubes de un solo dueño, en algunos casos de una cúpula enquistada por años; en ambos, prevalece el interés personal. Los planes de gobierno son copias que se actualizan (solo fecha) para cada proceso electoral

Susana Aldana dijo...

Hoy, los partidos políticos son una inversión económica. Y el problema de gobernabilidad es justamente la escala; en un mundo como el peruano que no alcanzó la modernidad y que la transformación de este movimiento cultural de amplio espectro permite la (re) emergencia de otras maneras de ver la vida, sojuzgadas en el siglo XIX -pero no eliminadas afortunadamente-, los juegos locales pequeños, de pueblitos, resulta muy interesante de ver. No hay capacidad para pensar país, esto es estructural, pero si, en pequeño, el interés de mi grupo; hay un nuevo orden emergiendo... ¿llegará a ser?. Quizás por toda esta problemática, el interés social popular que hubo por el anarquismo más que por el liberalismo.

Gerardo Cailloma dijo...

Correcto, Susana. Mucha gente promueve la idea de Estado como una empresa; no en su funcionamiento, sino en el lucro que puedo obtener de este y a través de este. Terrible dilema con el que un elector se encuentra ante listas cuyo propósito principal es pensar más en sus beneficios que en el del votante. ¿Cuál me va a expoliar menos y va a velar más por el futuro comunitario? Peor aún en momentos que verdaderas preocupaciones sociales han adquirido cargas semánticas negativas (desde caviar a terruco) priorizando una suerte de mal entendido liberalismo. Saludos.