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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 3 de julio de 2022

EXTREMOS VERGONZOSOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 03 DE JULIO 2022)

 


¿Qué tienen en común personajes políticos tan disímiles como Valdemar Cerrón, Guido Bellido, Patricia Chirinos, José Luna, Patricia Juárez, Jorge Montoya y Enrique Wong? Pareciera que nada; sin embargo, son tan símiles en sus acciones que nos hacen recordar la historia política de nuestro país y sus miserias. A la larga, nada nuevo bajo el sol. Hechos como el alevoso blindaje a personajes tan cuestionables como Merino, Becerril, Alarcón y Velásquez Quesquén han generado mucha indignación en la ciudadanía que se entera muchas veces de estas acciones a través de las redes sociales que en los medios de comunicación masiva como muchos diarios de circulación nacional o cadenas de televisión cuyos programas de investigación suelen hacerse de la vista gorda ante grueso escándalo. Ya nada sorprende el accionar de los actuales integrantes del poder ejecutivo o legislativo, pero sí se entiende si uno bucea a lo largo de la historia de nuestros congresos anteriores en los que abundan casos como los que estamos viviendo. No hay que ir muy lejos en el tiempo para entender algunos hechos onerosos que incluso causaron cismas en añejos partidos. Varios de estos sucesos están en el libro Historia de la corrupción en el Perú de Alfonso Quiroz. Así conoceremos cómo muchos personajes ligados a la nuestra política la han usado para expoliar al Estado, favorecer a sus intereses o de ajenos y enriquecerse rápida y descaradamente: mentalidad que atraviesa toda la sociedad peruana y la vemos en cada uno de los procesos políticos de nuestra nación: desde las alcaldías distritales hasta palacio de gobierno. Pedro Castillo es, en cierta forma, esa manifestación burda de lo que suelen hacer todos los políticos que han estado o se hallan en el poder, aunque queda como un simple aprendiz frente a maestros de mayor calibre que son recordados con extraña añoranza por varias personas. Por la lucha del poder en sí, vemos el caso de la alianza APRA-UNO. Esta alianza desmoralizó a muchos viejos apristas, sobre todo a aquellos que habían sufrido persecución y tortura por parte de las huestes de Esparza Zañartu, el can cerbero de Odría. En la historia del APRA, ese fue un punto de quiebre para que un ala de ese partido, bajo el nombre de los termocéfalos, marque distancia ante ese acomodo de los líderes de ambos partidos para petardear el trabajo de un novel Belaunde durante su primer gobierno. El APRA era un partido con ideología, con intelectuales que generaban los interesantes debates con la derecha conservadora y la izquierda de entonces. Tras el Fujimorato, los viejos partidos comenzaron a resquebrajarse y surgen burdas imitaciones de agrupaciones partidarias sin ideología ni idea de nación. Sin pocos buenos hombres pensadores como Seoane o Diez Canseco en el mundo político peruano actual, ¿están los correligionarios de los “partidos” actuales en la capacidad de argüir ante tanta mediocridad de sus integrantes? La miseria es su derrotero que nos enloda.