¿Qué tienen en común personajes políticos tan disímiles como Valdemar Cerrón,
Guido Bellido, Patricia Chirinos, José Luna, Patricia Juárez, Jorge Montoya y
Enrique Wong? Pareciera que nada; sin embargo, son tan símiles en sus acciones que
nos hacen recordar la historia política de nuestro país y sus miserias. A la
larga, nada nuevo bajo el sol. Hechos como el alevoso blindaje a personajes tan
cuestionables como Merino, Becerril, Alarcón y Velásquez Quesquén han generado
mucha indignación en la ciudadanía que se entera muchas veces de estas acciones
a través de las redes sociales que en los medios de comunicación masiva como
muchos diarios de circulación nacional o cadenas de televisión cuyos programas
de investigación suelen hacerse de la vista gorda ante grueso escándalo. Ya nada
sorprende el accionar de los actuales integrantes del poder ejecutivo o
legislativo, pero sí se entiende si uno bucea a lo largo de la historia de
nuestros congresos anteriores en los que abundan casos como los que estamos
viviendo. No hay que ir muy lejos en el tiempo para entender algunos hechos
onerosos que incluso causaron cismas en añejos partidos. Varios de estos
sucesos están en el libro Historia de la corrupción en el Perú de Alfonso
Quiroz. Así conoceremos cómo muchos personajes ligados a la nuestra política la
han usado para expoliar al Estado, favorecer a sus intereses o de ajenos y
enriquecerse rápida y descaradamente: mentalidad que atraviesa toda la sociedad
peruana y la vemos en cada uno de los procesos políticos de nuestra nación:
desde las alcaldías distritales hasta palacio de gobierno. Pedro Castillo es,
en cierta forma, esa manifestación burda de lo que suelen hacer todos los
políticos que han estado o se hallan en el poder, aunque queda como un simple
aprendiz frente a maestros de mayor calibre que son recordados con extraña
añoranza por varias personas. Por la lucha del poder en sí, vemos el caso de la
alianza APRA-UNO. Esta alianza desmoralizó a muchos viejos apristas, sobre todo
a aquellos que habían sufrido persecución y tortura por parte de las huestes de
Esparza Zañartu, el can cerbero de Odría. En la historia del APRA, ese fue un
punto de quiebre para que un ala de ese partido, bajo el nombre de los termocéfalos,
marque distancia ante ese acomodo de los líderes de ambos partidos para
petardear el trabajo de un novel Belaunde durante su primer gobierno. El APRA
era un partido con ideología, con intelectuales que generaban los interesantes
debates con la derecha conservadora y la izquierda de entonces. Tras el
Fujimorato, los viejos partidos comenzaron a resquebrajarse y surgen burdas imitaciones
de agrupaciones partidarias sin ideología ni idea de nación. Sin pocos buenos hombres pensadores como Seoane o Diez Canseco en el mundo político peruano actual, ¿están los
correligionarios de los “partidos” actuales en la capacidad de argüir ante
tanta mediocridad de sus integrantes? La miseria es su derrotero que nos enloda.
Este espacio ha sido creado por Gerardo Cailloma con el fin de difundir mis ideas y poder compartir con el que esté interesado temas sobre cine, música, educación, viajes, literatura y todo aquella diletancia que produzca placer estético (como el buen comer)
Datos personales
- Gerardo Cailloma
- Trujillo, La Libertad, Peru
- Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 3 de julio de 2022
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