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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 8 de mayo de 2022

UN VERDADERO SALTO AL VACÍO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 08 DE MAYO)

 


Hasta los años 90, ingresar a la universidad era todo un reto. Implicaba una fuerte inversión en academias preuniversitarias, amanecidas y frustraciones. Además, nuestro país mantiene un defecto en el sistema educativo escolar: el de graduar alumnos muy jóvenes, con grandes escaseces de herramientas académicas y habilidades blandas. Desde ese entonces, se liberalizaron varios campos de la vida cotidiana de los peruanos; entre ellas, la educación. Así fueron surgiendo varios proyectos educativos de todo nivel en diversas partes del país para suplir las carencias educativas de calidad por un lado e incrementar, por el otro, la oferta que podría generar una sana competencia en un rubro que presentaba serias limitaciones por no ser cubiertas correctamente por el Estado. El Fujimorismo debilitó el Estado hasta donde pudo y dejó un “laissez- faire” a la iniciativa privada para suplir estas necesidades. Así fueron surgiendo centros educativos en todos los niveles, pues la creación de estos contaba con beneficios tributarios y otras facilidades para la inversión. El boom educativo devino prontamente en un franco desorden que permitió, incluso, la apertura de numerosas instituciones en situación precaria no sólo en sus planes curriculares, sino en sus mismas instalaciones. Además, esta insana proliferación se tornó en un evidente deterioro de la calidad educativa, pues ante un mercado que se iba reduciendo de postulantes y el abaratamiento de costos, muchas universidades privadas comenzaron a bajar todos sus niveles en pro de la rentabilidad, palabra que resultó toda una amenaza contra la educación en sí. La retención de estudiantes a toda costa y el relajado control de las instituciones educativas superiores permitieron que gente inescrupulosa abriese aulas, incluso, en cocheras de casas particulares. La creación de la SUNEDU obedece, precisamente, a detener esta incontrolable orgía de las máquinas de títulos en las que se han convertido casi todas las universidades. Desde entonces, ha habido una confrontación abierta contra esta y muchos oscuros lobbies se convirtieron en partidos políticos. Así vemos cómo diversos personajes han ido ascendiendo a nuestro lamentable congreso para buscar sólo los intereses más torcidos contra la calidad educativa. La exigencia de estándares mínimos las obligó a tener que adecuarse a un perfil básico de lo que es una universidad. Pero un perfil básico, con el que no se aspira a estar entre las mejores de Latinoamérica, ni de lejos. El objetivo es evitar el mayor número de situaciones irregulares como la creación de carreras sin ningún plan de estudios, ni una idea de la proyección sobre la comunidad: se las creaba puesto que los nombres de dichas carreras eran bastante “marketeros”. Y hay muchos puntos más de observación. De debilitarse la SUNEDU, la espiral de descenso de la universidad peruana será inevitable; nuestro sistema será un paria en el mundo académico mundial.


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