“¡Baja Napo! - ¡Con tiempo, pe, doña!
El transporte público en la
ciudad de la “primavera eterna” es un conjunto de laberintos de metal y carne
podrida. Humanoides oxidados. Cajas de sorpresas indeseables. Ataúdes móviles. Menester
es que el pasajero posea cierto grado de flexibilidad y tolerancia para
soportar lo que durará el recorrido; en buena medida, también es importante el
equilibrio y la fuerza, sobre todo cuando se está de pie asiendo el pasamanos,
balanceándose como mono no desarrollado”. Este es un extracto del
excelente cuento Línea B del libro Sórdido de
Marcio Taboada Zapata que relata el trayecto penoso de un viajero de microbús.
Es el contexto en que se ubica su cuento que se lo tomo prestado, pues su
descripción no puede ser más exacta de esa pesadilla que es el transporte
público. Este servicio que está en manos privadas es un territorio en el que
todo vale: lo vemos en el estado de las unidades, en las formas cómo “choferes”
manejan las mismas trasgrediendo toda norma de tránsito. Hay empresas serias
que son opacadas por la actitud indolente y lumpenesca de muchos de los
integrantes y empresas de ese sector; en los últimos años se ha ido agravando
no sólo por el franco deterioro de muchas unidades (algunas con más de dos
décadas) con la consiguiente inseguridad y contaminación de todo tipo; sino por
la impunidad con la que hacen este servicio diversas personas que no son
choferes profesionales o distan de serlo. Agravado también por la evidente corrupción
en el tráfico de brevetes u otros procesos ligados al sector vial. El
Fujimorato, con el fin de “paliar” la crisis generada por los despidos masivos
durante su gobierno, permitió una serie de barbaridades en este sector al "regular" la importación de vehículos chatarras, buses camión, autos con timón
cambiado, los ticos; autorizar sin muchos criterios técnicos el uso de combis,
custer o mototaxis (verdaderas pesadillas), que generan pingües ganancias a
muchas personas que les permitió, astutamente, no sólo comprar abogados
corruptos, sino hasta colocar diversos personajes como concejales, congresistas
y lobistas de todo tipo; estos presionan y amenazan a alcaldes, gobernadores
regionales y ministros quienes sucumben o terminan en arreglos en desmedro de
la sociedad y su movilización. La permisividad y complicidad de ambas partes en
las últimas décadas nos han dejado en esta encrucijada. La última crisis mundial
de combustibles nos está afectando fuertemente y la gente está en todo su
derecho de protestar; pero al leer algunos de los reclamos de asociaciones de
este sector rayan con el cinismo y la impunidad. Se mezclan demandas justas con
pedidos dignos de bajos fondos. Ganancias a río revuelto.
En el ensayo Las repúblicas
también se suicidan, tomado del libro La República agrietada de Carmen Mc Evoy,
ella expone cómo la democracia se pone en riesgo ante situaciones en que se
prioriza sólo lo económico, tolerando situaciones extremas como las que estamos
viendo. Toma como ejemplo el caso de la República de Weimar que termina en
brazos del Nazismo. ¿Formas extremas para una solución? ¿Estamos cayendo en esto?
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