Dos noticias motivan este
artículo: la conversión del Centro Histórico de nuestra ciudad en Patrimonio de
la Humanidad y el escaso número de turistas internacionales que recibe La
Libertad. Ambas, en el fondo, están muy vinculadas; es más, la primera será
motivo de reversión de la situación señalada en la segunda noticia.
Las propuestas de querer
convertir a Trujillo en Patrimonio Mundial no son nada nuevas. Gestiones ediles
anteriores ya han intentado hacerlo armando diversos expedientes que destacan
la riqueza cultural, arqueológica, histórica y social que la ciudad tiene. El
Centro Histórico trujillano está articulado con los espacios arqueológicos de
Chan Chan al Noroeste y las Huacas del Sol y la Luna hacia el Sur; fuera de los
espacios de Huanchaco y Moche, de gran riqueza cultural. El material, en cierta
manera, se tiene. Pero todo esto, y es lo más importante, demanda que no solo
haya una nueva actitud de las autoridades municipales o regionales; sino de
toda la población en su conjunto, la que tendrá que cambiar hábitos perniciosos
que contribuyen a que nuestra Región reciba pocos turistas extranjeros y nacionales.
Un ejemplo articulado es el sistema vial: la actual reconstrucción de la ciudad
(en concreto, sus calles) no ha contemplado para nada un sistema de drenaje.
Mientras escribo este artículo, cae una lluvia tenue y perniciosa para el
pavimento de nuestras calles; entre rompemuelles y otros obstáculos, el agua
acumulada deteriora el asfalto generando hoyos que se profundizan gracias a un
tránsito conformado por vehículos de todo pesaje, algunos muy antiguos, que aceleran
el maltrato de las vías, fuera de ser grandes agentes de polución que circulan
sin control alguno. En este engranaje vial, el casi salvaje sistema de
transporte público privado es una pesadilla que hay que regular. Basta contemplar
algunas zonas de la Avenida España para ver competencias entre buses,
microbuses y combis en mal estado (hasta de la misma empresa) que corren
desafiando reglas básicas de tránsito y exponiendo la vida de usuarios y
peatones. Si Trujillo tiene la fama de ser una ciudad violenta, su tráfico cotidiano
lo confirma
En 2015, gracias a la
invitación de una amiga, asistí en Chiclayo, en el marco de un congreso
internacional de turismo sostenible, a una conferencia sobre la experiencia de
Cuenca, una bella ciudad ecuatoriana, que logró el título de Patrimonio
Mundial; el Ing. Freddy Espinoza, representante invitado, hizo un resumen
técnico e histórico de los cambios de hábitos de las autoridades y los
habitantes de esa ciudad. El trabajo en conjunto fue necesario y obligatorio
bajo el principio de que la ciudad es de todos y para todos. O sea, el respeto
hacia los demás implica el respeto hacia uno mismo. Ergo, intensas campañas
educativas y de comunicación deben ser prioritarias a la par de los trabajos de
infraestructura. Sino las propuestas serán solo buenas intenciones que plagan
el infierno.
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