La justicia ha caído sobre la
familia Humala. Pero, la justicia ha sido esquiva a todos los demás personajes
que deberían de seguir los debidos procesos a los que se está sometiendo a la
expareja presidencial. Y, lejos de haber ejecutado con coherencia las debidas
acciones ante una población que duda del actuar del Poder Judicial de nuestro
país, realizan torpezas que no hacen sino exacerbar los ánimos contra ese
corrupto organismo (pocos lo dudan) y transforman lentamente a esta pareja que
delinquió en héroes ante la opinión pública. Para acentuar esta situación que
se presenta como una acción para encubrir sus incompetencias, sancionan con
todo el rigor (que corresponde) de la ley a esta pareja; mientras, sin embargo,
el grueso de personas involucradas en el escándalo Lava Jato sigue su vida
tranquila, seguros de no ser perturbados en sus propias intenciones políticas.
Más aún, en recientes días, personas involucradas en acciones incorrectas
(apropiaciones de terrenos de manera ilícita, tráfico de influencias, vídeos
trucados, entre otras graves irregularidades) salen libres de cualquier
compromiso con la justicia. Estas decisiones acentúan la percepción de clara parcialidad,
venganza, desproporción por parte del Poder Judicial.
Por otro lado, la semana pasada
se realizó la polémica marcha Con mis hijos no te metas, durante la cual
hubo posiciones y encuentros de antagonistas que terminaron en algunos conatos
de violencia. Me llamó la atención la actitud de uno de los seguidores que,
ante la posición contraria por parte de varias mujeres que protestaban contra
la marcha, tuvo respuestas que encerraban un mensaje violento, virulentamente
negacionista, típico de personas movidas por un dogma (por eso existe el término
“dogmático”); la actitud impulsiva mostrada por este personaje meritaría una
fuerte demanda por agresión verbal ante el alicaído sistema judicial, uno de
cuyos miembros liberó a un tipo que había sido denunciado por su pareja por
maltratos y luego la buscó para asesinarla. El número de mujeres violadas y
forzadas a tener un bebé no deseado va en incremento en una sociedad que deja
en el desamparo a estas víctimas no solo de los violadores físicos, sino de los
de sus derechos como mujer, como persona. Las mujeres siguen siendo vistas como
un mero envase de la gestación, proceso en el cual ella ya no tiene ninguna voz
ni voto; un vientre de alquiler.
Somos una sociedad que celebra el
día de la madre (excluyendo a aquellas que optaron o no pueden serlo), pero
presenta altos índices de feminicidio, sobre todo de mujeres que son padre y
madre para muchos niños y jóvenes. Contamos con un poder político que clama
destempladamente por justicia por ellas; no obstante, se niega a dar sanciones
más drásticas contra aquellos que atentan contra sus vidas por ser considerado
un crimen de género (como que lo es). El
país de las maravillas.
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