Faltan pocos días para el cambio de gobierno. Este 28 de
julio, millones de peruanos estaremos atentos a lo que Pedro Pablo Kuczynski
nos anuncie en su discurso, pues ciframos esperanzas de una situación mejor y
que se aborden temas cruciales con más entereza y definición de lo que se ha
venido haciendo en las versiones gubernamentales de las últimas décadas. Temas
fundamentales como seguridad y corrupción, educación de calidad y una efectiva
reducción de la pobreza, las tres íntimamente relacionadas, no han sido del
todo directamente abordados por haberse dado prioridad a otros intereses que no
eran de todo fundamentales para la sociedad peruana, sino a grupos de poder
determinados. Solo basta ver los ataques y posturas en contra de la ley
universitaria propuesta por el congresista Daniel Mora con el fin de monitorear
la fábrica de títulos en la que se han convertido muchas universidades tanto
públicas como, sobre todo, privadas. Las enmiendas económicas necesarias para
formar las bases de una distribución más equitativa y una economía más dinámica
han sido boicoteadas permanentemente aduciendo temores sobre alteraciones del
“exitoso” modelo económico de las últimas décadas que ya está haciendo agua por
diversos frentes. Estas demoras han impedido un desarrollo equilibrado en pro
de un crecimiento que ha acentuado diferencias sociales y ha ahondado
injusticias a lo largo del territorio peruano. La fe ciega en una economía
extractiva y la pronunciada centralización política, económica y cultural de
nuestro país nos están pasando la factura por no haber actuado en el momento
preciso y por solo haber escuchado a determinados grupos de poder que tienden a
lavarse las manos con relativa facilidad. Asuntos pendientes como una profunda
reforma del Estado y una verdadera lucha contra la corrupción y el narcotráfico
han estado en los pendientes de los últimos tres gobiernos de la casa de
Pizarro. Además queda reparar ese descrédito que ha generado la dinámica
política en grandes sectores de la sociedad peruana, pues en campañas
electorales se promete una cosa y luego se procede a hacer otra.
El panorama tiene algunos visos poco prometedores por el
variopinto Congreso con el que le va a tocar gobernar. Ya algunos de los
congresistas han declarado su intención de ser una oposición a rajatabla e
incluso ya ha habido algunos contubernios como los que hubo ancestralmente cuando
ciertas alianzas entre partidos hacían borrón y cuenta nueva del pasado
generando escándalos memoriosos, todo en pro de desequilibrar al nuevo
estadista elegido. Además, ya estas alturas con un equipo de ministros
anunciados, algunos personajes del nuevo gabinete ministerial ya han sacado
varias ronchas como el caso de Cayetana Aljovín o la excesiva presencia de
tecnócratas que hace temer una continuidad de lo vivido en los últimos
gobiernos.
Pese a todo, 8'591,802 de peruanos estamos poniendo nuestro
voto de confianza por un país mejor.
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