El discurso emitido a toda la nación por
el nuevo Presidente este 28 de julio aún resuena entre muchos peruanos y es
motivo de comentarios de los más diversos. En los cuarenta minutos que duró el
mensaje, se esbozaron algunas líneas troncales que serán el norte del nuevo
Gobierno y que esperan el consenso de todos los peruanos, incluso de aquellos
que dicen ser la oposición, pese a que tienen más puntos en común que de
disentimiento. Las propuestas tuvieron que ser presentadas de manera general
por ser un discurso que presenta lo que se quiere trabajar y sobre las que
fundamentará su trabajo por este lustro.
Un punto de interés y que es vital para el
país es el de la Educación. En su original Plan de Gobierno, se contempla una
serie de detalles que abarcan a esta de manera global y articulada. Hay
programas que se van a continuar con los afinamientos necesarios; pero la
necesidad de retornar a ciertos cursos en el currículo escolar, importantes para
la formación holística de un ser humano, es un buen anuncio. Un buen ejemplo es
el caso del curso de Música. Para muchos, este curso no es más que un relleno
en un plan curricular; sin embargo, además de incrementar la cultura y
sensibilidad de cualquier niño o niña, es también una herramienta indirecta,
pero efectiva, para el aprendizaje de
idiomas, uno de los puntos más débiles de nuestros proyectos educativos. Un conocimiento básico de la tonalidad y la
melodía aproxima a los jóvenes a nuevas lenguas con más ventajas que aquellos
que tienen una pobre formación acústica. El sentido excesivamente utilitarista
que prima en las personas e instituciones debe de dar un paso atrás para poder
mejorar diversos índices educativos que nos avergüenzan continuamente. Otro
curso que se debe de revalorar es Educación Cívica, curso vapuleado que, en
muchos casos que conozco, su evaluación dependía de la participación de un
alumno en marchas, ceremonias religiosas u otras actividades que exigían la
presencia de este. Un curso como este debe de ser el constructor de la
ciudadanía, por lo que debe de ser un cuestionador de los problemas sociales
generados por la corrupción u otros defectos sociales. Su buena implementación
va a permitir fortalecer el tejido social tan venido a menos en las últimas
décadas; además de tener ciudadanos responsables y conocedores de sus derechos,
permanentemente pisoteados en todos los campos sociales. Importante es haber
oído sobre la necesidad de un retorno urgente de las humanidades en toda la
educación de nuestro país. Estos cursos fortalecen la conciencia individual y
colectiva de una sociedad. Hemos sido testigo cómo estos cursos han sido siendo
desplazados paulatinamente de todos los currículos educativos, no solo
escolares, sino en institutos y con mayor descaro en universidades.
Pero dicen que el infierno está empedrado de buenas
intenciones. Espero que la voluntad nacional no sea que lo dicho quede en
intenciones
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