17 de abril, 1990. Llegaba a Viena, luego de un periplo inolvidable por Budapest y Praga. En Perú había habido elecciones generales para la presidencia para reemplazar al catastrófico Alan García y, recuerdo claramente, en un café de Viena, durante mi primera visita, había visto a los dos candidatos que iban a pasar a la segunda vuelta: Vargas Llosa y un desconocido por mí, Alberto Fujimori.
Volvamos a lo nuestro, desde Praga tomé un tren nocturno para Viena. Había hecho un buen ahorro en ambos países (Hungría y la ex Checoslovaquia), esto me ayudó a solucionar el problema que se iba a presentar: llegué a la pensión en la que me había hospedado previamente por 3 días y me dirigí hacia ella tal como había pactado con la dueña; parece ser que un alzheimer galopante o una suerte de demencia senil, hizo que la propietaria desistiera de todo compromiso previamente pactado y me invitara a otra pensión u hotel; tomé mis cosas y caminé una calle (sólo dos cuadras) hasta hallar otro hotel simpático: el Tempora. Un buen baño (rito del cuerpo que uno debe darse con frecuencia), una cama mullida hizo que mi equilibrio emocional y corporal volviese a mí. Era lo necesario para emprender lo que iba a hacer esa mañana en Viena: visitar el Museo Histórico de Arte (Kunst Historisches Museum). Había estado una semana previa visitando a su hermano (el de Historia Natural) e iba ahora a darme el gusto para el ojo. En Praga había estado en la Narodny Galerie y había visto la extraordinaria colección de pinturas que tienen de la escuela veneciana, sobre todo Crivelli. En Budapest estuve en el Museo de Arte y vi una pintura de la escuela española con la imagen de Santa Rosa. Anécdotas. Pero lo que iba a ver en este museo iba a estar más allá de mis expectativas: me iba a encontrar con la más grande colección de pintura española del barroco fuera de España.
Este museo es producto de ese espíritu que cundió por Europa de mecenazgo con los artistas con el fin de tener una imagen de poder y culto. Además la familia Hansburgo detectó el poder de la casa española por siglos, siendo sus máximos representantes Carlos V (de Austria) y I de España (si la reina de España muriera, Carlos V quisiera reinar; correría la sangre española, como corren las olas del mar, así es la copla de este canto popular antiguo); así como Felipe II quien tuvo la mala fortuna de enfrentarse Isabel I y perder su gran flota en las costas inglesas. Pese a estos tristes acontecimientos, los vínculos de ambas casas reales se ven aún en Austria. Queda como huella de ello la famosa escuela española de equitación (con un ballet equino supremo) y este museo que tiene soberbias muestras de esa época. Velásquez, Murillo, Sánchez Coello (genial retratista que pocos conocen) adornan sus paredes: hay tantos Velásquez que uno se cree en España. Pero también tiene una muestra de arte flamenco impresionante (no hay que olvidar que España tenía Bramante y la actual Bélgica en su poder); ves a Brueghel el viejo presente con bellos cuadros de gran factura y uno queda impresionado ante LA TORRE DE BABEL y LA LUCHA ENTRE EL CARNAVAL Y EL AYUNO. De Velásquez hay tantos retratos de meninas siendo la más impresionante EL RETRATO DE LA INFANTA MARGARITA EN TRAJE AZUL. Tiene una impresionante colección de arte germánico, pero lo que había visto en el museo ALBERTINA una semana antes me abrumó con Durero. Personalmente, lo que vi de arte germánico no estaba a la altura de la otra colección.
El museo es inmenso, tiene de todo: una significativa colección de arte egipcio, así como unos gabinetes de numismática impresionantes (no en vano fue la capital de un gran imperio, el Austro-Húngaro).
Unas salas dignas de mencionar son las de las artes decorativas; vasos, joyas, camafeos, candiles, botellas, primorosamente trabajados y que llevan el distingo aristocrático de su origen. Me hizo recordar al RijksMuseum de Amsterdam.
El recorrer sus tres pisos te demanda horas, quizá un par de días. Creo que al estar en este fantástico lugar toqué lo más bello y signficativo del mismo. Pero nunca es suficiente.
Les alcanzo un par de cortos videos de los maestros españoles del barroco, sobre todo Velásquez
2 comentarios:
Murillo es realmente genial, uno cuando ve sus obras por un simple monitor se pregunta cómo pudo haber pintado de esa forma, imagino la sensación que se genera cuando se enfrenta a ellas, cara a cara.
Hola Gerardo, me han gustado mucho las fotografías de Viena... podrías poner algunas más.
Un gran saludo.
Bibi
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