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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

viernes, 20 de marzo de 2009

LA SOCIEDAD EN LA QUE NO QUIERO VIVIR


En los últimos días he vivido ciertas experiencias en mi ciudad, algunas de ellas bastante desagradables y decepcionantes, ya que son eventos de interrelación social que podrían ser fácilmente solucionables, si hubiera la voluntad de hacerlo.
Todos debemos ser conscientes que las acciones que hacemos son hechas a la hechura (vale la redundancia) de lo que queremos. Esto es, los espacios que ocupamos desde el más pequeño hasta lo que denominamos ciudad, región o nación, están hechos a la medida de la voluntad de la población que la ocupa. Un lugar es feo e insoportable, socialmente agreste porque factores sociales lo han hecho así. Hay muchos factores que entran a tallar, uno de ellos (y muy importante) es la educación, factor que permite que una población sea conscientes de los derechos Y DEBERES que se tiene para consigo mismo y los demás. Esto no exime que la persona no educada sea sancionada o reciba coerción efectiva por parte de la sociedad, si esta última no tiene intención de hacerlo. Eso se llama laxitud social. Además, la educación, la efectiva, enseña que cada uno de nosotros es responsable de las acciones que hacemos o dejamos de hacer. Esto último va dirigido a cada uno de nosotros que nos quejamos, vociferamos y no procedemos a actuar de manera efectiva para hacer valer nuestros derechos o llamar la atención a aquel que los está trasgrediendo.


Nuestra laxa sociedad ve acciones cotidianas sorprendentes: vemos cómo todos los días, cientos de vehículos públicos (que en realidad son privados) hacen mofa y escarnio de las leyes, de la población, del ciudadano de a pie. Desde la absurda decisión de Fujimori de "liberalizar el mercado" todos nosotros nos hemos visto maltratados, golpeados e incluso asesinados por delincuentes mozalbetes que se irrogan el derecho de compertir en el libre mercado. Y este es el motivo por el cual tengo mi total discrepancia de esa absurda panacea que es la privatización: éste es un pésimo ejemplo de ello.


Pero este hecho no va aislado, porque toda la gente aprende del ejemplo. Si una persona quiere actuar ve lo que otros hacen. Para esto, debemos ser conscientes que la gente asume modelos de comportamiento que emana de los demás, generalmente los líderes económicos, sociales, culturales, políticos y religiosos. Esta es una verdadera piedra en el zapato de los líderes de la opinión pública: personajes cuestionables de la realidad pública nacional, no hacen sino acendrar mi desencanto por la sociedad peruana y trujillana. Polémicos personajes como la dudosa justicia del inefable Cardenal Cipriani quien dijo que los derechos humanos son una mierda; de un líder económico como Dionisio Romero, quien tuvo una reunión extensa con Montesinos; de un presidente que ha mentido a la población haciendo promesas electorales y que luego las borró de un solo plumazo; de un cuestionado líder deportivo como Pizarro, a quien una gavilla de periodistas trata de ayudar para salvar la imagen de él (y la de ellos también); todos ellos y muchos más, muchísimos más, son los que moldean el comportamiento cínico, prepotente, avasallador, de nuestros compatriotas. Una vez me dijeron que eran los músicos ambulantes quienes hacían a la sociedad. La religiosidad de nuestro pueblo, el fanatismo por ese deporte tan absurdo como el fútbol, el movimiento corporativo que mueve la economía de nuestros país y la política que se trace para una nación son, creo yo, un factor más decisivo que los músicos ambulantes. Son los ejemplos inconscientes de la gente. Es lo que aparece en el imaginario de la gente y no sólo lo que leemos en los periódicos o vemos en TV.


Estos personajes y los que aparecen entre líneas van camino a la impunidad; entonces son el modelo que todos los demás siguen y quieren seguir. Un chofer de combi admira en secreto ese héroe que se ha convertido Rómulo León, gracias a su fama de galán y la facilidad con que se levanta millones. Para una persona frustrada, ¿no es un perfecto paradigma?


Ahora llevo esto hacia la ciudad que vivo, Trujillo. Los líderes económicos, sociales, políticos y culturales viven pendientes de Lima y tomamos los modelos frente a la escasa o perezosa acción de querer hacer algo más centrado en nosotros mismos. Un alcalde que quiere ser la cabeza en Lima, ¿se puede preocupar de nuestra ciudad? ¿ya no le somos suficiente como para ser su prioridad como líder? La presentación de regidores es otra de la situaciones lamentables de nuestra ciudad: ojalá que los líos descubiertos por gente que manejó las cosas de manera prepotente se extienda sobre todos los ciudadanos. Si hubo una familia que expolió por años a la ciudadanía a través del uso indebido de ejidos y un club, esta acción de ley (la cual me parece totalmente correcta y justa) se debe aplicar sobre todas aquellas personas que hacen lo mismo. Uno puede ver cómo grandes empresas hacen y deshacen a su antojo los espacios que les corresponde sin consultar al vecino. Autos o bienes instalados en la calle como vitrina particular; uso de policías destinados a proteger a la ciudadanía, usados como policías particulares (caso los bancos y otras empresas-interesante los privados le sacan provecho al sector público: conchudos); calles cerradas por algunas empresas para "su seguridad". La lista es bastante larga y vemos que muchas veces un solitario taxista recibe una dura sanción, mientras que los grandes trasgresores que hacen insoportable e insegura a tu ciudad, pasean libres y felices, y aún sancionando a los demás por su "incorrecto proceder".


Algunas buenas propuestas como DEFENSA CIUDADANA debe surgir en todos los ámbitos. Primero luchar contra aquellos que esgrimen que eso es imposible. Los escépticos en el fondo tienen muchos intereses que no comparto. Otros absurdos que tildan estas acciones de izquierdistas. Bueno, si ellos son los únicos que defienden nuestros derechos, apoyémoslos. Esto me hace recordar a los curas quienes se creían con la única autoridad moral de juzgar a los demás; ellos pensaban así, porque los demás se los permitíamos.


Y esto debe ir a las universidades, colegios, centros de educación; porque es ahí donde se debe trabajar. Va a ser un proceso duro, pero no inevitable; lo que no quieren hacer los ciudadanos ni la empresa privada, lo debemos hacer nosotros los ciudadanos. Hay una serie de actores que ya han comenzado. Estemos atentos a ellos y crucemos información. Las buenas redes logran su objetivo. Y hemos visto en el mundo, para envidia sana de nosotros, que sí se puede lograr. Hagámoslo.

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