Viernes
28 de julio. Fiestas patrias. Es la segunda vez que paso estas fiestas fuera
del país. La primera vez fue en el 2013 cuando fui a España y Francia. Esas
fiestas las pasé con 42º en Zaragoza, un calor sofocante. En esta oportunidad
estábamos un poco más de 13º, un frío que se hacía extrañar. Este día iba a ser
especial, comenzaba con las visitas a todas las iglesias céntricas de Baires,
luego iría a ver el Gran Teatro Colón, intentaría con el Palacio Barolo y luego
iría a San Telmo, cerrando con el Museo Bicentenario y noche de teatro. Al día
siguiente iría con Miguel para visitar a su familia en Pilar. Luego me quedaba
el domingo para ver a otra buena amiga, Patricia Feldman. Se me estaban
acabando los días.
Decidí
hacer la visita a las iglesias, pues siempre han sido espacios de una
semiología del poder, de los periodos históricos y del arte de una ciudad y una
nación. Es el poder que tenían muchas órdenes religiosas, cuando la iglesia era
el centro del mundo occidental, tal como uno lo puede apreciar en las grandes
obras del gótico en Europa, esas iglesias con grandes torres apuntando al cielo
y que permitían ser vistas a varios kilómetros a la distancia en un mundo
europeo bastante rural. La conquista y colonia era una empresa encargada,
también, a la iglesia, cuyas funciones eran adoctrinar (doctrina cristiana) y
ganar adeptos a la corona que representaban y almas para el cielo. Por eso, las
principales iglesias se encontraban en las principales plazas, como la de Armas
en nuestro país. Buenos Aires tiene pocos monumentos religiosos barrocos
notables como los que se pueden hallar en México, Quito, Cusco, La Habana,
Cartagena o Lima. O los templos barrocos coloniales portugueses en Bahía, Rio
de Janeiro o Ouro Preto. Incluso algunas ciudades del interior argentino tienen
un bagaje colonial relevante como Jujuy (https://www.diarioconvos.com/2021/10/06/las-antiguas-iglesias-de-jujuy/). Sin embargo, Buenos Aires acoge un
número interesante de iglesias no sólo católicas, pues los migrantes de países
no católicos como los ingleses, alemanes luteranos, daneses o rusos o serbios
ortodoxos comenzaron a construir sus propios espacios religiosos, lo mismo que
sinagogas (Argentina es uno de los países con una presencia judía numerosa
fuera de Israel) y mezquitas. Aquí una revisión interesante que hace el diario
argentino La Nación sobre las iglesias bonaerenses más atractivas (https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/cuales-son-los-templos-e-iglesias-mas-importantes-de-buenos-aires-nid28022022/).
Ya
había estado en la Catedral Metropolitana y la Basílica de Nuestra Señora del
Pilar, la que se halla al costado del Cementerio La Recoleta (o al revés, pues
la iglesia es más antigua que el cementerio) durante las visitas del primer
día.



Ahora iba a hacer una caminata por algunas de ellas, comenzando con la
parroquia de San Miguel Arcángel, la que se halla a una media cuadra del hotel
donde estaba. La iglesia es del siglo XVIII. He aquí la historia: https://baiglesias.com/parroquia-san-miguel-arcangel/. Extraigo un párrafo muy interesante: “En
esa época azotaba a Buenos Aires una epidemia de tifus. Los pobladores sin
recursos caían muertos en la calle y allí quedaban (Es importante recordar que
en esa época por disposición del Cabildo a pedido del Clero estaban prohibidos
los entierros gratuitos. Recién en 1754, la Hermandad es reconocida
confiriéndose legalidad a sus estatutos, allí se le devuelven las prerrogativas
que le permitían volver a realizar entierros en forma gratuita, de los difuntos
sin recursos y de los ajusticiados [..]” (¡qué complicado que es morirse!).
Como dato interesante, en esta iglesia “El
bailarín y coreógrafo ruso Vatzlav Nijinsky, estrella del Ballet de Moscú a
principios de siglo XX, contrajo matrimonio con Rómola Pulszky en la primavera
de 1913”. Una vez concluida la visita me fui en dirección de otra iglesia que
me habían recomendado: San Ignacio de Loyola, la iglesia de los jesuitas. Quise
entrar previamente al Museo del Cabildo, pero como ya había comentado
previamente, abren tarde. A mi modo de ver, demasiado tarde. Así que seguí con
rumbo de la iglesia mencionada.


La iglesia estaba, felizmente, abierta. Esta
iglesia, como cualquier espacio ocupado por los jesuitas, está muy cargado de
historia (https://www.sanignaciodeloyola.org.ar/la-iglesia/). Me hubiera gustado visitar todo lo
que este espacio ofrece (https://baiglesias.com/san-ignacio-de-loyola/). Aquí una explicación sobre su
arquitectura (https://www.arkiplus.com/iglesia-san-ignacio-de-loyola/). Es una de las iglesias más antiguas
de Baires y conserva parte de esa antigua estructura que uno puede visitar. Al
salir me encontré con una librería fascinante: la librería de Ávila. Ver sus
vitrinas desataron mi curiosidad. La librería tiene un sótano y el espacio es
el deleite de cualquiera. Pero ya no quería comprar más libros por el peso en
mis maletas (después me di cuenta de que pude haber llevado más libros o
vinos). Pregunté por estampillas, pero no las había y el encargado me dijo que
era más factible hallarlas en las ventas callejeras que hacían en San Telmo, a
lo que les pregunté donde estaba el barrio respondiéndome que esta iglesia
prácticamente marca el inicio de este barrio tan pintoresco. Decidí postergar
ir a San Telmo para ir al Gran Teatro Colón. Tracé una ruta con el Google Map y
me condujo por la calle Adolfo Alsina cruzando el Monumento a Julio Argentino
Roca, un personaje bastante polémica por su idea de civilización (https://www.elhistoriador.com.ar/julio-argentino-roca/), y la parroquia de San Juan Bautista,
una iglesia con una gran fachada (https://buenosaires.gob.ar/iglesia-san-juan-bautista).


Viendo la historia argentina en el
siglo XIX, parece ser que las disputas violentas con los ingleses tienen larga
data como aparece en la historia de esta iglesia. En el caso de Roca, quizás se
pueda entender, por sus políticas de expansionismo con la “Guerra del Desierto”
la razón por la cual su monumento tiene varias manchas de pintura (https://museoroca.cultura.gob.ar/noticia/recordamos-el-nacimiento-de-julio-a-roca/). Hay un movimiento juvenil llamado La
Julio Argentino que funciona como fuerza de apoyo y choque a favor de Milei. Al
llegar a la 9 de Julio, me dirigí las 8 cuadras para llegar al teatro.
Felizmente había un cupo para la visita de las 10 am (hay cada 15 minutos).
Como había aún algunos minutos me dirigí al Parque Lavalle rodeado de bellos
edificios y entre ellos el Palacio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
Argentina (https://www.csjn.gov.ar/institucional/palacio-de-justicia) y una escultura conmovedora, el
Homenaje al Ballet Nacional; es una estatua de una pareja de bailarines, Norma
Fontenla y José Neglia, quienes murieron en un accidente de aviación (https://noticiasargentinas.com/cultura/el-ojo-del-arte-el-homenaje-al-ballet-nacional). Estos dos personajes dieron un nivel
tan alto al ballet del Colón que era considerado como uno de los mejores del
mundo (https://www.clarin.com/espectaculos/50-anos-tragica-muerte-norma-fontenla-jose-neglia-primera-figuras-colon_0_dVGgPhhiz.html). Como dice un aforismo, la muerte de
los grandes artistas no es una muerte individual. Gloria mundi.






El Colón, toda
una leyenda, todo un concepto del arte a favor del arte mismo; lujo y detalles.
Un edificio para respetarlo y amarlo, eso deben de ser los teatros. La visita
duró casi una hora y media, con nuestros tiempos apretados, pues había mucha
gente visitándolo. Y espero que esas personas difundan la importancia de acunar
un teatro, por lo menos, en la ciudad en las que habitamos. La guía nos contó detalles
varios de la construcción, fuera de los elementos simpáticos y macabros, como
que tuvo tres arquitectos que, de ellos, los dos primeros murieron haciendo la
obra a la misma edad. Detalles. Había una larga temporada con la pianista
Martha Argerich, que estaba terminando por esos días. Nada menos que ella (https://teatrocolon.org.ar/es); estaba viendo que en octubre está
Sonya Yoncheva, soprano búlgara que vimos en La Traviata en mayo de este año en
Berlín. Este es un viaje para los que gustan del metaverso (https://www.spatial.io/s/Teatro-Colon-64a5a1272044c35d4b91785e?share=258931542357777941). Un video para una visita rápida (https://www.youtube.com/watch?v=Fe_1EvS3bLA).
Mi
siguiente objetivo: el Palacio Barolo, un edificio casi hermano del Palacio
Salvo de Montevideo. Bajé por la calle Libertad hasta la Av. De Mayo, sobre la
cual está ubicado el inmenso edificio. Al llegar lo reconoces con facilidad si
has estado en el Salvo. Este edificio permitió a su creador, el arquitecto
italiano Mario Palanti, quien hizo una representación de la Divina Comedia de
Dante Alighieri (https://palaciobarolo.com.ar/). Lastimosamente había un tour recién a
las 5 pm. Me limité a tomar algunas fotos y me dirigí hacia la Plaza del
Congreso y el Congreso en sí, a ver a lo lejos el magnífico edificio (https://www.descubriendobuenosaires.com/lugares-de-interes/congreso-nacional/) (https://www.youtube.com/watch?v=UsUk2oJtllA).




Ahora
sí, me iba a San Telmo. Pero antes tenía que almorzar, recargar baterías. En la misma avenida de
Mayo, me encontré con un simpático resto bar, Tercer Acto Bar Restó, una cuadra
antes de la 9 de Julio. Un buen almuerzo con sus buenas copas de vino (https://es.restaurantguru.com/Tercer-Acto-Bar-Resto-Buenos-Aires). Ya con la barriga llena, me dirigí a
San Telmo, “ingresando” por la calle Bolívar, donde se encuentra la iglesia de
los jesuitas. En la Av. Belgrano me dirigí por la calle Perú. Caminar por estas calles es de lo más
simpático, hay bastante negocio ambulatorio con bastante orden y diverso. Llegué
al pintoresco Mercado San Telmo (https://www.verbuenosaires.com/mercado-de-san-telmo). El lugar es muy atractivo y te ofrecen
variadas cocinas del mundo en una ciudad de orígenes migratorios. Recordando la
broma atribuida a Octavio Paz “los mexicanos descienden de los aztecas, los
peruanos de los incas y los argentinos...de los barcos”. Para ir cerrando el
día en San Telmo me fui a la Plaza Dorrego, en el que también continuaba la feria
y había un show en vivo de cantantes de rock, ya maduros. Como una vez nos dijeron
a algunos de nosotros, “verdaderos dinosaurios” (https://buenosaires.gob.ar/cultura/patrimoniocultural/casco/circuitos/plazadorrego-santelmo).



San Telmo fue como Barrios Altos, el lugar más exclusivo de Baires, hasta que una epidemia de fiebre amarilla hizo que la gente se mudara de la zona. Comencé el
retorno yendo por las estrechas calles de este lugar hasta encontrarme con El
Viejo Almacén donde hacen shows de tango (https://viejoalmacen.com.ar/).
En realidad, no fui a ninguno de estos shows. Para la próxima; es bueno dejar
pendientes para retornar. Caminé por el Paseo Colón hasta llegar a la Av.
Yrigoyen. Las avenidas limpias, con tráfico ordenado, sin combis, ni mototaxis,
ni ticos, sin huecos. Qué nostalgia, qué envidia. Subiendo por la Yrigoyen, me
encuentro con el Museo del Bicentenario.






En realidad, no había oído hablar de
este; pero fue un grato descubrimiento. No sólo la historia política de Argentina,
sino que también podemos apreciar un mural del artista mexicano David Alfaro
Siqueiros. Más arte en las calles. El acceso es gratuito y está edificado en
los restos de lo que una aduana. Hasta ahí llegaban las aguas y posteriormente
se hizo una ampliación para ganar terreno al río (https://www.argentina.gob.ar/secretariageneral/museo-del-bicentenario).
El museo cuenta con más de doce mil piezas históricas, desde vestuario, libros,
lapiceros, medallas, cuadros, vajilla, objetos personales hasta carrozas y un
auto descapotable, y una gran colección de fotos ligadas a líneas de tiempo. Ya
estaba llegando la hora de cerrar y fui uno de los últimos en salir. Desde ahí
me dirigí al hotel.



Pero
mi jornada no había concluido: había comprado un boleto para ver Toc Toc en el
Multiteatro COMAFI (https://www.multiteatro.com.ar/teatro/multiteatro-comafi/).
Había dejado las cosas en el hotel y comí algo ligero en el restaurante Ouro
Preto. Vi la obra (https://www.multiteatro.com.ar/obra/toc-toc/).
Genial, dinámica, con algunos modismos y referencias muy argentinas, pero no
disminuyen la comedia. Buenos actores. Al final salieron a escena a agradecer
al público y comenzaron a preguntar de dónde veníamos: los había de Chile,
Uruguay, Brasil, varias regiones argentinas cuando una de las actrices me miró
y me dijo a boca de jarro: “¿Y vos, Phil Collins, de dónde venís?”. Algunos
rieron; cuando respondí de Perú, había otros compatriotas en la sala que voltearon
a mirarme. Así terminé un día muy agitado en Buenos Aires.
Al
día siguiente iría a Pilar a visitar a Miguel y su familia.