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Trujillo, La Libertad, Peru
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sábado, 9 de septiembre de 2023

UN ADIÓS BONAERENSE (CRÓNICA DE VIAJE A BUENOS AIRES Y MONTEVIDEO)

 




Sábado 29 de julio. Ya me quedaban dos días más en Buenos Aires. Había coordinado con Miguel para una visita a su familia en su casa en Pilar a 54 kilómetros del corazón bonaerense. Pasó a recogerme por el hotel a las 9 am. Me había llevado varias cosas de regalo: dos botellas de vino (aún las guardo celosamente, sobre todo ese Latitud 33º, un buen Malbec: https://www.latitud33.com.ar/portfolio/#vinos), una generosa caja de alfajores, mantecados y varios dulces de leche. Un arsenal. Tomamos una vía de alta velocidad (aunque algunos tramos el tránsito era denso, pese a ser sábado) para llegar a nuestro objetivo. Muchas personas prefieren residir en los barrios periféricos para tener más tranquilidad. En el trayecto íbamos atravesando zonas y conjuntos vecinales muy bonitos. Miguel y su esposa tuvieron mucha suerte en comprar un terreno por esa zona durante la época del corralito que azotó a Argentina en el 2001 (https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-59494504), tras una década de paridad peso- dólar en la política económica del gobierno de Menem, política que convirtió caro al peso, un fuerte despilfarro del dinero “barato” disponible y una creciente desconfianza en el sistema bancario. Fue un momento difícil que hizo que muchos peruanos que habían emigrado a ese país en el Fujimorato vieran perdidos sus ahorros de años y que nunca recuperarían. Recuerdo que eso afectó a muchos estudiantes en la universidad que trabajaba, cuyos padres y, sobre todo, madres mandaban remesas que les permitía estudiar en universidades privadas; al no recibir las remesas, estos jóvenes dejaron de estudiar afectando el número de estudiantes de esa universidad. He aquí un breve, pero interesante artículo sobre el origen de este famoso “corralito”, pesadilla de los argentinos (https://webs.ucm.es/BUCM/revcul/e-learning-innova/179/art2494.pdf). Incluso ese contexto histórico inspiró, en cierta manera, la genial película argentina 9 Reinas (https://www.youtube.com/watch?v=P63PyjeDoKk). En aquel momento histórico es que Miguel tuvo un golpe de suerte para poder comprar su terreno. Como arquitecto, hizo todos los planos de su casa y esta fui la que conocí ese día. Estuvimos recorriendo su amplia casa, conocí a su esposa Ángela, su cuñada Patricia y su suegra, una simpática señora inglesa que un día conoció a un arequipeño y, a no dudarlo, embarcó sus cosas y se vino a vivir a Arequipa con su flamante esposo. En su jardín ha plantado plantas (vale la redundancia) de ajíes. La familia había decidido ir a almorzar al Brasow Grill (http://brasovpilar.com.ar/). Pedí un Ojo de Bife y acompañamos nuestros platos con buen vino. El Ojo de bife estuvo delicioso, acompañado de una copiosa guarnición de vegetales hervidos. Los platos son generosos, abundantes. Estuvimos un rato más en casa conversando y acordamos encontrarnos en Arequipa en noviembre para nuestro encuentro por los 50 años de egresados del colegio. 50 años. El retorno fue tranquilo, acompañados de Ángela. Me comentaban de los viajes por Argentina, los espacios bellos que hay en este inmenso país que duplica al Perú en su extensión. Un gran pendiente. Me dejaron sobre la Av. De Mayo. Me despedí de ellos con buenos deseos de vernos todos nuevamente. Noviembre será. Dejé mi mochila en el Hotel y salí a caminar un poco, pues tenía que ir al teatro. El día anterior había visto Toc Toc y en mi espera, hice una breve incursión al Teatro Metropolitan, no lejos del Multiteatro Comafi. Tomé la decisión de comprar una entrada para el 29 de julio y otra para el 30, mi última noche. Salí, pues a caminar por la famosa calle Florida para intentar cambiar algo de dinero y hacer un poco de tiempo. La caminata terminó al llegar a la Av. Santa Fe. En el transcurso vi algunas casas de cambios que incluso aceptaban soles; había llevado algo de dos  mil soles por si acaso, pues había leído que aceptaban soles en casas de cambio. Al día siguiente iba a darme cuenta de que eso no era del todo cierto. Al retornar sobre la misma Florida, llegué a Corrientes y doblé hacia la derecha para llegar al lugar de mi interés. Estaba a cuadras del Obelisco, uno de los símbolos de Baires (https://www.eldestapeweb.com/sociedad/efemerides/el-obelisco-de-la-9-de-julio-significado-historia-y-curiosidades-202352312380) y está vinculado históricamente a esta gran avenida, la más ancha del mundo (https://www.infobae.com/sociedad/2022/11/16/el-origen-de-la-9-de-julio-un-ancho-increible-un-obelisco-por-una-fuente-y-el-sueno-de-su-creador/). Crucé la avenida y tres cuadras más para llegar a mi destino. El Teatro Metropolitan, como el Multiteatro Comafi, ofrece diversas obras y diversas funciones hasta casi medianoche. Baires no duerme. Fui a ver la obra Votemos, vecinos alterados, dirigida por Daniel Barone (https://www.teatrometropolitan.ar/votemos). Una obra estuvo muy bien lograda, buenos actores y una historia que sólo se puede ver en un edificio de departamentos: interesante, habida cuenta que estoy pensando ir a vivir a un edificio, complejidades que no tienes en tu casa sola. Al salir fui a comprar un simple yogurt y agua para mis pastillas para al día siguiente. Mi último día.




Domingo 30. Había quedado con Patricia para vernos y conversar un poco de nuestras vidas y planes. Tomé mi desayuno y quedamos encontrarnos en el London, es bonito café en el cual estuve el primer día con Miguel. Nos encontramos, luego de unos años y conversamos largo y tendido. Patricia venía de graduarse en una maestría en Gestión Cultural, estaba de celebraciones. Tenía un almuerzo, pero nos dimos un tiempo para hablar, caminar, soñar un poco. Tomé el delicioso té con leche, luego de tantos años que vengo a recuperar ese sabor desde que dejé Arequipa prácticamente. Salimos a caminar y le comenté mi necesidad de poder cambiar dinero para el taxi del día siguiente al aeropuerto. Caminamos buscando una casa de cambio para poder cambiar un poco de soles. La casa de cambio no ofrecía un buen cambio ni para dólares o soles. Patricia decidió sacar dinero de su cuenta y eso me ayudó para tener efectivo para mis últimos momentos en esta fantástica ciudad. Nos despedimos ideando proyectos culturales entre nuestros países (¿por qué no?) y un fuerte abrazo y beso cerró mi encuentro con Patricia. Hasta cualquier momento. Patricia me aconsejó de no ir con mochila a San Telmo, así que fui al hotel a dejar mis cosas. En el trayecto me doy con la sorpresa que toda la Av. De Mayo iba a estar llena de comparsas y puestos de Bolivia. Sayas, sicuris y salteñas se veían por la avenida. Recorrí con ellos hasta llegar a la Plaza de Mayo e ingresé al Cabildo, visita que había postergado días anteriores. Es la historia de la ciudad y del país en este espacio (https://cabildonacional.cultura.gob.ar/info/museo/). Es un museo obligado para conocer la historia de la independencia y lo complicado que fue el Virreinato peruano para los planes de librar todos nuestros territorios de la metrópoli. La independencia termina en 1824 con Ayacucho. El lugar es para mínimo una hora. 







Decidí regresar a almorzar a San Telmo, a su mercado como lo había visto el viernes. Pero no había tomado en cuenta lo que significa un día domingo. El mercado estaba a reventar. Felizmente encontré un quiosco con muchas revistas muy interesantes y entre ellas hallé tres muy buenas: Lugares, una revista del Diario La Nación. Compré tres ediciones especiales: Buenos Aires del centenario (arquitectura), Fotografía argentina e Inmigrantes. Buenas revistas. Tres que han satisfecho mi curiosidad por comprar revistas de historia, algo que falta a nuestro país, teniendo una historia tan extensa y rica como la nuestra. Una gran ausencia. Me dirigí nuevamente a la plazoleta Dorrego, que estaba a reventar. Vi a lo lejos la parroquia de San Pedro González Telmo o iglesia de Nuestra Señora de Belén, de origen jesuita (https://www.buenosaires.travel/iglesia-san-pedro-telmo-san-telmo/). La iglesia estaba abierta, felizmente, pues estaban llevando arreglos para una boda religiosa. El interior estaba un poco vacío.






Salí con hambre y llegué a un lugar que estaba con espacio para una persona: el Bar Seddon sobre la calle Defensa y Chile, la que estaba llena de vendedores ambulantes con todo tipo de mercadería como inciensos, ropa, objetos antiguos, discos LP, joyas antiguas, un sinfín de cosas simpáticas (no vi estampillas). Cierto que si te concentras en ver los puestos hubiera, quizás, tenido problemas con mis cámaras fotográficas. Pero el hambre apretaba y este restaurante me salvó. Sin saberlo estaba ingresando a esos lugares que tienen mucha historia en esta ciudad (https://www.todopilar.com/2021/11/13/el-mitico-bar-de-san-telmo-con-41-anos-de-historia-que-es-el-preferido-de-las-estrellas-internacionales/). El lugar es muy simpático y, luego de haber leído su historia, entendí por qué estaba tan lleno de turistas, sobre todo brasileños. Me comí el último bife chorizo en Argentina también rociado de vino. Ya terminando y pagando la cuenta, le pregunto al mozo dónde se encontraba la imagen de Mafalda y esta estaba, con Susana y Manolito, frente al mismo bar. Cosas del destino. Salí, crucé la calle y ahí estaba la inmortal Mafalda (https://www.welcomeargentina.com/ciudadbuenosaires/homenaje-mafalda.html). Mafalda es esa niña que ha desequilibrado a adultos y jóvenes por décadas. Su filosofía destiempla a todos y el conjunto de personajes que la acompañan, Susanita, Manolito, Felipe, Miguelito, Guille, Libertad son la delicia hasta nuestros días; leerla es hacernos cómplices de su sensatez irreal. Quino la quiso desaparecer, pero Mafalda siguió viviendo. Mafalda nos acompañó en nuestra niñez y la compartimos con los más jóvenes para que los perturbe también: https://www.bbc.com/mundo/noticias-54362735, https://hipertextual.com/2020/10/mafalda-quino-vinetas. Cuando murió Quino, muchos sentimos que parte de nosotros se fue con él. 




Seguí mi camino, hasta llegar al Convento de Santo Domingo, al cual me hubiera gustado ingresar. Aquí se encuentran los restos del general Belgrano (https://disfrutemosba.buenosaires.gob.ar/lugares/convento-de-santo-domingo). Es una construcción monumental (https://argentinatrip.org/buenos-aires/convento-santo-domingo/). Seguí en mi camino hasta la Plaza de Mayo e hice una pequeña caminata con el fin de llegar a Puerto Madero, pero cambié de parecer: tenía que ir al barrio La Boca. Tomé un taxi y sostuve una conversación interesante con el taxista sobre la situación mundial y la realidad de nuestros países. Me llevó hasta Caminito, el lugar emblemático de este pintoresco barrio con sus casas de maderas pintadas de diversos colores. La Boca es un barrio muy popular (https://www.disfrutabuenosaires.com/la-boca) y Caminito es un referente de la cultura musical, del tango (https://www.buenosairesfreewalks.com/spanish/que-ver/caminito-la-boca/caminito-la-boca/).







Interesante es leer que este lugar se había convertido en un basural y gracias a los vecinos el lugar se convirtió en lugar de atracción de Baires. Hice una breve caminata para ver la ciudad, las casas y los numerosos murales que tiene este barrio (https://www.elebaires.com/es/caminito-en-boca/). Y luego me fui a descubrir un interesante museo de arte moderno, la Fundación PROA (http://proa.org/esp/information.php). Había una exposición interesante, El Dorado, un territorio, perfecta instalación (https://proa.org/esp/exhibicion-proa-el-dorado-2-textos.php). Una exposición que espero siga una trayectoria por nuestros países. Al salir vi una calle cerrada por un concierto de música de rock en español. Decidí tomar un taxi para que me deje en el hotel. Como la Av. De Mayo estaba llena con las comparsas bolivianas, el taxista me llevó tuvo que dejarme en la 9 de Julio. Cuando salíamos de La Boca, pasamos por la famosa Bombonera (https://turismo.buenosaires.gob.ar/es/otros-establecimientos/estadio-de-boca-juniors-la-bombonera), el estadio que recuerdo mucho por un partido clasificatorio para el Mundial de México en 1969 (https://www.youtube.com/watch?v=RiHgh88uOT0). El taxista entró al viaducto Arturo Frondizi para ir más rápido. Al llegar, me encontré con las comparsas. Coordiné lo del recojo del taxi y el horario para levantarme. Tenía que estar temprano en Ezeiza. Pero esta noche también me iba al teatro a ver una obra de terror: El cuarto de Verónica de Ira Levin (https://www.teatrometropolitan.ar/elcuartodeveronica). No me gustó mucho la obra, el tema no me convenció mucho.




Lunes 31 de julio. Temprano tomé un duchazo y me dirigí al aeropuerto ahora llamado Ministro Pistarini. Hay una serie de impuestos o cobros que no te avisan con anticipación. Me informaron que el trayecto me costaba cierta cantidad de dinero, pero el chofer me dijo que había que agregar una comisión. Creo que me estaba timando con unos 500 pesos, que ya no disponía, pues tenía lo justo para no tener pesos argentinos. Tenía un billete extra que usé, pero me dio mala espina. Ya estaba un poco apurado, embarqué mis dos maletas sin problemas pensando que iban a exceder los 23 kilos una de ellas, pero no. El trámite es rápido y el aeropuerto es amplio por lo que no ves las aglomeraciones con las que uno se encuentra en el aeropuerto Jorge Chávez, siempre abarrotado e incómodo. Al llegar a Lima, tenía que hacer trasbordo para Trujillo. Almorcé en el Tanta. Pero luego, de manera irresponsable, cambiaron nuestra puerta de embarque; en este trajín perdí mi gorra que compré en Uruguay y casi pierdo otras cosas más que traía en mano. Al llegar a Trujillo, María me recogió del aeropuerto. Otra vez al mundo del desorden, de las calles y avenidas arruinadas: esa es la realidad de nuestra ciudad.

Fin del viaje.






lunes, 4 de septiembre de 2023

FIESTAS PATRIAS INCAICO GAUCHAS (CRÓNICA DE VIAJE A BUENOS AIRES)





Viernes 28 de julio. Fiestas patrias. Es la segunda vez que paso estas fiestas fuera del país. La primera vez fue en el 2013 cuando fui a España y Francia. Esas fiestas las pasé con 42º en Zaragoza, un calor sofocante. En esta oportunidad estábamos un poco más de 13º, un frío que se hacía extrañar. Este día iba a ser especial, comenzaba con las visitas a todas las iglesias céntricas de Baires, luego iría a ver el Gran Teatro Colón, intentaría con el Palacio Barolo y luego iría a San Telmo, cerrando con el Museo Bicentenario y noche de teatro. Al día siguiente iría con Miguel para visitar a su familia en Pilar. Luego me quedaba el domingo para ver a otra buena amiga, Patricia Feldman. Se me estaban acabando los días.

Decidí hacer la visita a las iglesias, pues siempre han sido espacios de una semiología del poder, de los periodos históricos y del arte de una ciudad y una nación. Es el poder que tenían muchas órdenes religiosas, cuando la iglesia era el centro del mundo occidental, tal como uno lo puede apreciar en las grandes obras del gótico en Europa, esas iglesias con grandes torres apuntando al cielo y que permitían ser vistas a varios kilómetros a la distancia en un mundo europeo bastante rural. La conquista y colonia era una empresa encargada, también, a la iglesia, cuyas funciones eran adoctrinar (doctrina cristiana) y ganar adeptos a la corona que representaban y almas para el cielo. Por eso, las principales iglesias se encontraban en las principales plazas, como la de Armas en nuestro país. Buenos Aires tiene pocos monumentos religiosos barrocos notables como los que se pueden hallar en México, Quito, Cusco, La Habana, Cartagena o Lima. O los templos barrocos coloniales portugueses en Bahía, Rio de Janeiro o Ouro Preto. Incluso algunas ciudades del interior argentino tienen un bagaje colonial relevante como Jujuy (https://www.diarioconvos.com/2021/10/06/las-antiguas-iglesias-de-jujuy/). Sin embargo, Buenos Aires acoge un número interesante de iglesias no sólo católicas, pues los migrantes de países no católicos como los ingleses, alemanes luteranos, daneses o rusos o serbios ortodoxos comenzaron a construir sus propios espacios religiosos, lo mismo que sinagogas (Argentina es uno de los países con una presencia judía numerosa fuera de Israel) y mezquitas. Aquí una revisión interesante que hace el diario argentino La Nación sobre las iglesias bonaerenses más atractivas (https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/cuales-son-los-templos-e-iglesias-mas-importantes-de-buenos-aires-nid28022022/).

Ya había estado en la Catedral Metropolitana y la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, la que se halla al costado del Cementerio La Recoleta (o al revés, pues la iglesia es más antigua que el cementerio) durante las visitas del primer día.




Ahora iba a hacer una caminata por algunas de ellas, comenzando con la parroquia de San Miguel Arcángel, la que se halla a una media cuadra del hotel donde estaba. La iglesia es del siglo XVIII. He aquí la historia: https://baiglesias.com/parroquia-san-miguel-arcangel/. Extraigo un párrafo muy interesante: “En esa época azotaba a Buenos Aires una epidemia de tifus. Los pobladores sin recursos caían muertos en la calle y allí quedaban (Es importante recordar que en esa época por disposición del Cabildo a pedido del Clero estaban prohibidos los entierros gratuitos. Recién en 1754, la Hermandad es reconocida confiriéndose legalidad a sus estatutos, allí se le devuelven las prerrogativas que le permitían volver a realizar entierros en forma gratuita, de los difuntos sin recursos y de los ajusticiados [..]” (¡qué complicado que es morirse!).  Como dato interesante, en esta iglesia “El bailarín y coreógrafo ruso Vatzlav Nijinsky, estrella del Ballet de Moscú a principios de siglo XX, contrajo matrimonio con Rómola Pulszky en la primavera de 1913”. Una vez concluida la visita me fui en dirección de otra iglesia que me habían recomendado: San Ignacio de Loyola, la iglesia de los jesuitas. Quise entrar previamente al Museo del Cabildo, pero como ya había comentado previamente, abren tarde. A mi modo de ver, demasiado tarde. Así que seguí con rumbo de la iglesia mencionada. 



La iglesia estaba, felizmente, abierta. Esta iglesia, como cualquier espacio ocupado por los jesuitas, está muy cargado de historia (https://www.sanignaciodeloyola.org.ar/la-iglesia/). Me hubiera gustado visitar todo lo que este espacio ofrece (https://baiglesias.com/san-ignacio-de-loyola/). Aquí una explicación sobre su arquitectura (https://www.arkiplus.com/iglesia-san-ignacio-de-loyola/). Es una de las iglesias más antiguas de Baires y conserva parte de esa antigua estructura que uno puede visitar. Al salir me encontré con una librería fascinante: la librería de Ávila. Ver sus vitrinas desataron mi curiosidad. La librería tiene un sótano y el espacio es el deleite de cualquiera. Pero ya no quería comprar más libros por el peso en mis maletas (después me di cuenta de que pude haber llevado más libros o vinos). Pregunté por estampillas, pero no las había y el encargado me dijo que era más factible hallarlas en las ventas callejeras que hacían en San Telmo, a lo que les pregunté donde estaba el barrio respondiéndome que esta iglesia prácticamente marca el inicio de este barrio tan pintoresco. Decidí postergar ir a San Telmo para ir al Gran Teatro Colón. Tracé una ruta con el Google Map y me condujo por la calle Adolfo Alsina cruzando el Monumento a Julio Argentino Roca, un personaje bastante polémica por su idea de civilización (https://www.elhistoriador.com.ar/julio-argentino-roca/), y la parroquia de San Juan Bautista, una iglesia con una gran fachada (https://buenosaires.gob.ar/iglesia-san-juan-bautista).




Viendo la historia argentina en el siglo XIX, parece ser que las disputas violentas con los ingleses tienen larga data como aparece en la historia de esta iglesia. En el caso de Roca, quizás se pueda entender, por sus políticas de expansionismo con la “Guerra del Desierto” la razón por la cual su monumento tiene varias manchas de pintura (https://museoroca.cultura.gob.ar/noticia/recordamos-el-nacimiento-de-julio-a-roca/). Hay un movimiento juvenil llamado La Julio Argentino que funciona como fuerza de apoyo y choque a favor de Milei. Al llegar a la 9 de Julio, me dirigí las 8 cuadras para llegar al teatro. Felizmente había un cupo para la visita de las 10 am (hay cada 15 minutos). Como había aún algunos minutos me dirigí al Parque Lavalle rodeado de bellos edificios y entre ellos el Palacio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina (https://www.csjn.gov.ar/institucional/palacio-de-justicia) y una escultura conmovedora, el Homenaje al Ballet Nacional; es una estatua de una pareja de bailarines, Norma Fontenla y José Neglia, quienes murieron en un accidente de aviación (https://noticiasargentinas.com/cultura/el-ojo-del-arte-el-homenaje-al-ballet-nacional). Estos dos personajes dieron un nivel tan alto al ballet del Colón que era considerado como uno de los mejores del mundo (https://www.clarin.com/espectaculos/50-anos-tragica-muerte-norma-fontenla-jose-neglia-primera-figuras-colon_0_dVGgPhhiz.html). Como dice un aforismo, la muerte de los grandes artistas no es una muerte individual. Gloria mundi.







El Colón, toda una leyenda, todo un concepto del arte a favor del arte mismo; lujo y detalles. Un edificio para respetarlo y amarlo, eso deben de ser los teatros. La visita duró casi una hora y media, con nuestros tiempos apretados, pues había mucha gente visitándolo. Y espero que esas personas difundan la importancia de acunar un teatro, por lo menos, en la ciudad en las habitamos. La guía nos contó detalles varios de la construcción, fuera de los elementos simpáticos y macabros, como que tuvo tres arquitectos que, de ellos, los dos primeros murieron haciendo la obra a la misma edad. Detalles. Había una larga temporada con la pianista Martha Argerich, que estaba terminando por esos días. Nada menos que ella (https://teatrocolon.org.ar/es); estaba viendo que en octubre está Sonya Yoncheva, soprano búlgara que vimos en La Traviata en mayo de este año en Berlín. Este es un viaje para los que gustan del metaverso (https://www.spatial.io/s/Teatro-Colon-64a5a1272044c35d4b91785e?share=258931542357777941). Un video para una visita rápida (https://www.youtube.com/watch?v=Fe_1EvS3bLA). 



Mi siguiente objetivo: el Palacio Barolo, un edificio casi hermano del Palacio Salvo de Montevideo. Bajé por la calle Libertad hasta la Av. De Mayo, sobre la cual está ubicado el inmenso edificio. Al llegar lo reconoces con facilidad si has estado en el Salvo. Este edificio permitió a su creador, el arquitecto italiano Mario Palanti, quien hizo una representación de la Divina Comedia de Dante Alighieri (https://palaciobarolo.com.ar/). Lastimosamente había un tour recién a las 5 pm. Me limité a tomar algunas fotos y me dirigí hacia la Plaza del Congreso y el Congreso en sí, a ver a lo lejos el magnífico edificio (https://www.descubriendobuenosaires.com/lugares-de-interes/congreso-nacional/) (https://www.youtube.com/watch?v=UsUk2oJtllA).





Ahora sí, me iba a San Telmo. Pero antes tenía que almorzar, recargar baterías. En la misma avenida de Mayo, me encontré con un simpático resto bar, Tercer Acto Bar Restó, una cuadra antes de la 9 de Julio. Un buen almuerzo con sus buenas copas de vino (https://es.restaurantguru.com/Tercer-Acto-Bar-Resto-Buenos-Aires). Ya con la barriga llena, me dirigí a San Telmo, “ingresando” por la calle Bolívar, donde se encuentra la iglesia de los jesuitas. En la Av. Belgrano me dirigí por la calle Perú.  Caminar por estas calles es de lo más simpático, hay bastante negocio ambulatorio con bastante orden y diverso. Llegué al pintoresco Mercado San Telmo (https://www.verbuenosaires.com/mercado-de-san-telmo). El lugar es muy atractivo y te ofrecen variadas cocinas del mundo en una ciudad de orígenes migratorios. Recordando la broma atribuida a Octavio Paz “los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos...de los barcos”. Para ir cerrando el día en San Telmo me fui a la Plaza Dorrego, en el que también continuaba la feria y había un show en vivo de cantantes de rock, ya maduros. Como una vez nos dijeron a algunos de nosotros, “verdaderos dinosaurios” (https://buenosaires.gob.ar/cultura/patrimoniocultural/casco/circuitos/plazadorrego-santelmo).




San Telmo fue como Barrios Altos, el lugar más exclusivo de Baires, hasta que una epidemia de fiebre amarilla hizo que la gente se mudara de la zona. Comencé el retorno yendo por las estrechas calles de este lugar hasta encontrarme con El Viejo Almacén donde hacen shows de tango (https://viejoalmacen.com.ar/). En realidad, no fui a ninguno de estos shows. Para la próxima; es bueno dejar pendientes para retornar. Caminé por el Paseo Colón hasta llegar a la Av. Yrigoyen. Las avenidas limpias, con tráfico ordenado, sin combis, ni mototaxis, ni ticos, sin huecos. Qué nostalgia, qué envidia. Subiendo por la Yrigoyen, me encuentro con el Museo del Bicentenario. 







En realidad, no había oído hablar de este; pero fue un grato descubrimiento. No sólo la historia política de Argentina, sino que también podemos apreciar un mural del artista mexicano David Alfaro Siqueiros. Más arte en las calles. El acceso es gratuito y está edificado en los restos de lo que una aduana. Hasta ahí llegaban las aguas y posteriormente se hizo una ampliación para ganar terreno al río (https://www.argentina.gob.ar/secretariageneral/museo-del-bicentenario). El museo cuenta con más de doce mil piezas históricas, desde vestuario, libros, lapiceros, medallas, cuadros, vajilla, objetos personales hasta carrozas y un auto descapotable, y una gran colección de fotos ligadas a líneas de tiempo. Ya estaba llegando la hora de cerrar y fui uno de los últimos en salir. Desde ahí me dirigí al hotel.




Pero mi jornada no había concluido: había comprado un boleto para ver Toc Toc en el Multiteatro COMAFI (https://www.multiteatro.com.ar/teatro/multiteatro-comafi/). Había dejado las cosas en el hotel y comí algo ligero en el restaurante Ouro Preto. Vi la obra (https://www.multiteatro.com.ar/obra/toc-toc/). Genial, dinámica, con algunos modismos y referencias muy argentinas, pero no disminuyen la comedia. Buenos actores. Al final salieron a escena a agradecer al público y comenzaron a preguntar de dónde veníamos: los había de Chile, Uruguay, Brasil, varias regiones argentinas cuando una de las actrices me miró y me dijo a boca de jarro: “¿Y vos, Phil Collins, de dónde venís?”. Algunos rieron; cuando respondí de Perú, había otros compatriotas en la sala que voltearon a mirarme. Así terminé un día muy agitado en Buenos Aires.

Al día siguiente iría a Pilar a visitar a Miguel y su familia.