Viernes 31 de diciembre. Víspera
del Año Nuevo, una Noche Vieja para el recuerdo. Habíamos quedado con Ricardo
para reunirnos en el Mercado Central de San Pedro temprano por la mañana. La
idea era tomar un buen desayuno en el mercado y buscar quesos y otras cosas
más. Así que nos levantamos temprano y salimos hacia la plaza para tomar desde
ahí un taxi al lugar. La primera vez que estuve en este lugar fue en 1973, pues
cerca a este se encontraba la estación del tren para Machu Picchu. A partir de
la primera década de este siglo, esta estación pasó al olvido. Aún recuerdo esa
visita de ese tiempo y la que hice con una amiga en 1975. Chino quedó
encontrarse con nosotros a las 9 am. Hicimos Goyo y yo un primer recorrido,
tomamos un buen jugo y un sanguchito de queso serrano.
Salimos del mercado y
nos fuimos a esperarlo frente a la iglesia de San Pedro. Quise ingresar (cuando
llegamos estaba abierta), pero ya la habían cerrado y se veía una fiesta de fin
de año en su atrio. Estuvimos un rato viendo el espectáculo y nos decidimos
bajar por la calle Santa Clara en dirección al conjunto San Francisco para
visitar el lugar. En el camino se encuentra la iglesia y convento de Santa
Clara, los cuales están en refacción. Frente a este conjunto se encuentra el famoso Colegio
de Ciencias y Artes, el alma mater de uno de los equipos de fútbol de grata
recordación: el Cienciano de Cusco, el famoso Papá, equipo que ganó la Copa
Sudamérica en 2003 y luego, nada más y nada menos que la Copa Libertadores de
ese año (le ganó al River Plate y otros equipos de pergaminos) y al Recopa al
año siguiente. Hay un interesante artículo que le dedica MVLL a este equipo en
la desaparecida revista Etiqueta Negra en su número 11. Toda una historia (
https://www.youtube.com/watch?v=uoMs4N_gDas) ( https://peru.as.com/peru/2020/12/19/futbol/1608406639_919170.html).
Seguimos hacia la plaza, iglesia y convento de
San Francisco para esperar a Ricardo. Había una feria artesanal y nos
encontramos con un puesto que vendía libros diversos, entre ellos uno de
fotografías, Cusco Revelado, con material de Max T. Vargas, Max Uhle y Martín
Chambi. A la llegada de Ricardo, nos
fuimos a tomar un café con una buena conversación. Luego, Goyo se fue hacia
nuestro usual café de la plaza y con Ricardo nos fuimos al mercado a que haga
las compras para la noche: íbamos a cenar para despedir el Año Viejo en forma,
con vinos y pisco, más una rica comida. Tras la visita al mercado, nos fuimos a
sacar dinero, comprar unos medicamentos y luego a sacar dinero del banco, pues
ya me había quedado sin efectivo. Hice una cola que avanzaba, felizmente,
rápido. Pero luego nos enteramos de que había muchos cajeros en la plaza misma
y otro cerca de nuestro hotel. Chino partió a su casa (nos veríamos más tarde).
Ya con efectivo, me fui al complejo religioso San Francisco (https://turismoi.pe/iglesias/iglesia/iglesia-y-convento-de-san-francisco--10992.htm). La
visita a este espacio fue genial, lástima que no te permiten fotos del
interesante patrimonio que tiene este convento, con una impresionante
biblioteca (muchos incunables) su catacumba, sus inmensos murales, el coro, su
campanario y la vista de Cusco desde este, la sala capitular. La iglesia en sí
es muy pobre, sus altares tienen un estilo neoclásico, así también su altar
mayor; bajo este, se encuentran otras catacumbas. Este sitio fue visitado por
mí en 1975. Tanto tiempo. Esta página tiene mucha información fotográfica: https://ilamdir.org/recurso/7842/museo-del-convento-de-san-francisco-cusco. Este
archivo hace una descripción, durante su restauración, de los murales de las
catacumbas que están bajo el altar mayor: https://digital.cic.gba.gob.ar/bitstream/handle/11746/325/11746_325.pdf?sequence=1&isAllowed=y.
Luego
de casi una hora y media, salí a buscar a Goyo para encontrarnos e ir a
almorzar. Inicialmente, la idea era almorzar platos típicos, sobre todo el cuy.
Quería también una buena sopa. Fuimos a La Chomba por recomendación de
Verónica. Fuimos al lugar, pero el espacio era cerrado y no nos convenció mucho.
Nos fuimos hacia la plaza. La idea era almorzar en un restaurante con balcón
hacia la plaza como nos pasó en el Tunupa. Ahora nos fuimos a otro restaurante
al cual fuimos “jalados” por los jóvenes que pululan por la plaza llevando
clientes a sus instalaciones; así nos fuimos al Mistura Grill que nos pareció
muy simpático. Subimos al segundo piso, pero los balcones ya estaban con
comensales; nos proponen la terraza. Subimos, pero esta no tenía ninguna
sombrilla e íbamos a ser víctimas de una buena insolación; el lugar es perfecto
para una cena (sin lluvia, obviamente), pero el almuerzo iba a ser un suplicio,
Agradecimos al mozo y nos fuimos al restaurante vecino: La Estancia Andina.
Había un combo para dos personas que incluía muchos tipos de carnes como cuy
(lo que buscaba Goyo desde un inicio), corazón de res, alpaca, cordero. Además,
papas y una buena guarnición de ensaladas, todo regado con cervecitas. Lastimosamente
el cuy no estaba tan bueno, el pellejo que lo cubría estaba demasiado duro. Ni
modo. Una vez que terminamos el almuerzo, Goyo sugirió subir a la iglesia San
Cristóbal para ver la ciudad desde ahí y, luego, al hotel para descansar para
la noche. Tomamos nuestro consabido taxi frente a La Compañía, negociamos que
nos lleve al lugar, nos espere un rato y nos lleve luego a nuestro hotel. Nos
esperó, vimos el lugar: Cusco es una ciudad fotogénica, pero se está arruinando
con la cantidad de edificaciones de ladrillos que no tienen enlucidos y con
ventanas polarizadas de un horrible color. Las autoridades deben de cuidar eso,
pues la ciudad ya va teniendo un aspecto de gran tugurio, como lo son la
mayoría de las ciudades peruanas: paredes sin enlucir, con alambres expuestos,
llenos de cables y con lunas polarizadas como una muestra de nuevo rico. Lo ves
en Lima, Trujillo, Piura, Chiclayo, Arequipa, Huancayo, Puno; un largo
etcétera.
Habíamos quedado en ir a las 8:30
pm para comenzar con el pisco sour. Pero, previamente, me había comunicado con dos amigos que estaban en Cusco desde
hacía dos días y quedamos en vernos por la tarde, cerca de las 6 pm. Salí para
buscar a mis amigos y fuimos a tomar un café; luego recibí la llamada de otros
amigos que estaba llegando justo ese 31 a Cusco. Sólo logré ver a dos de ellos.
Con ellos conversamos, tomamos café en el mismo lugar donde lo habíamos tomado
Goyo y Ricardo temprano, frente a la plaza San Francisco. Luego nos fuimos en
dirección al Museo Arzobispal. Al llegar a la plaza, esta había sido cerrada
por la policía para evitar que la gente se congregue en ella para esperar el
Año Nuevo por las medidas sanitarias. Logramos atravesar la valla y nos fuimos
al Museo; estuvimos un rato, tenía que ir a la reunión, me estaban esperando
para el brindis de fin de año. Me despedí de mis amigos con un fuerte abrazo y
quedamos en vernos al día siguiente de ser posible o, en todo caso, en
Trujillo. Caminé hasta la casa de los Chiappe Eguiluz, llegué con el corazón en
la boca: a pesar de ser sólo cuatro cuadras, la marcha en Cusco equivale a 20
cuadras aproximadamente (un poco exagerado). Llegué a las justas para el pisco
sour. La fiesta iba a empezar: iniciamos con un brindis y luego un juego muy
aleccionador. Un nuevo año, nuevas expectativas. Traté de hablar con María y
llamé a mi madre. Con una rica comida hecha por Ricardo, popular Chino, y Raúl,
nos despedimos del 2021. Bienvenido 2022. A las 3 am, Raúl y Ricardo nos
acompañaron a nuestro hotel que se encontraba a dos cuadras. El 01 de enero iba
a ser un día de reposo.
Sábado 01 de enero. Me levanté
un poco tarde. Goyo había bajado a tomar desayuno cerca del hotel. Me fui a ver
a mis amigos e hice un recorrido para sacarme los alcoholes de la reciente
noche. Buen hígado y físico. Se visitó primero el excelente Museo de Arte
Precolombino que se encuentra en la Plaza de las Nazarenas (https://fundacionbbva.pe/casonas-y-museos/museo-de-arte-precolombino/). Ya
había ido a este Museo en el 2008, pero en aquella oportunidad tuve que hacerlo
rápidamente (fui con Marisol Peñaloza) y sólo alcanzamos a visitar dos salas.
En esta oportunidad tuve todo el tiempo del mundo.
Por eso quería hacer este
viaje: quedarme el mayor tiempo posible para poder visitar los lugares más
atractivos que encierra esta vieja urbe; sin embargo, dos atracciones que Goyo
y yo queríamos ver no estuvieron abiertas: el Museo Inka y el Museo Machu
Picchu que queda en la Casa Concha. Una vez que terminamos la visita a este
primer museo me dirigí al Museo Inka y me di con la ingrata sorpresa de que
estaba cerrado. Seguimos el rumbo ahora hacia la iglesia de La Compañía. Por fin
pude hacer la visita al lugar: construido sobre el palacio de Amaru Cancha, es
un sólido y gran edificio que destaca en la plaza de armas. Los jesuitas sabían
dónde ubicarse. Igual en Arequipa y Trujillo; pero no así en Lima que se halla
lejos de la plaza mayor. La construcción es alta y debía de serlo más; sin
embargo, una construcción religiosa no podía ser más alta que la catedral, por
lo que se le restó unos cuantos metros a la edificación original. El interior
no puede ser fotografiado. Es raro, en Quito la iglesia de la misma
congregación no tiene esas restricciones; pero en Arequipa y Cusco, sus
espacios religiosos (como Andahuaylillas), las fotografías son restringidas. En
fin. La iglesia consta de una sola nave y su altar mayor es notable. Otro espacio
notable es la sacristía, al costado del altar mayor. Igualmente puedes visitar
la parte inferior de los campanarios desde donde puedes tener una interesante
vista de la plaza y la catedral que era el siguiente objetivo. Aquí un
documento interesante de la investigadora polaca de arte virreinal, Ewa Kubiak:
https://bazhum.muzhp.pl/media/files/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2-s35-66/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2-s35-66.pdf.
Luego
tomamos dirección a la Catedral, magnífico monumento conformado por dos grandes
capillas y el cuerpo central. A la catedral he ingresado muchas veces; la
última visita del 2019 fue también motivo de un recorrido al sitio. En esa
oportunidad el ingreso era por La Sagrada Familia; ahora lo es por El Triunfo.
La iglesia no estaba muy llena por lo que el recorrido fue tranquilo, sosegado
y no presionado por las multitudes que apresuran el paso para ir a la siguiente
visita del protocolo. Se vio uno a uno los altares; muchas pinturas que
recordaba haberlas visto en mi visita en 1975 ahora estaban en el estupendo
Museo de Arte Religioso, al cual se iría después. La visita fue reconfortante,
algunos altares son bellos y la imagen del Señor de los Temblores no estaba en
su capilla, sino en el altar principal. Han colocado SSHH cerca del altar
mayor, una puerta discreta. Y para terminar la capilla de la Sagrada Familia
con todo el resplandor. Ya a la salida pude comprar dos libros: uno sobre la
iglesia de Belén y otro sobre la Pintura Colonial. Aquí algunos detalles y
textos: http://recursosbiblio.url.edu.gt/Libros/Peru-Tel/Cusco_Book.pdf
/
http://apuntesdearquitecturadigital.blogspot.com/2016/07/infografia-academica-la-catedral-del.html .
Otro sobre las obras de arte: https://www.egemsa.com.pe/sites/default/files/2021-01/JOYAS%20DE%20LA%20BASILICA%20DE%20LA%20CATEDRAL%20CUSCO_0.pdf.
Ya terminada la visita,
tomamos dirección al Museo de Arte Religioso. El único problema que encontré
aquí es el hecho de no tener libros o folletos completos de información de las
maravillas que hay en este recinto. Una antigua compañera mía de trabajo, Katy
Díaz, ya fallecida, me contaba que en su niñez corrió por estas habitaciones en
tan bello palacete que es del Arzobispado. Muchas pinturas se exponen ante el
asombro del visitante como la imponente representación de una de las fiestas
religiosas más importantes del Cusco: Corpus Cristi. Arcones, muebles viejos,
altares pequeños, estatuas y pinturas de la escuela cusqueña nos van rodeando
en esta extraordinaria visita. Una página de referencia: https://www.cusco.gob.pe/bmc/palacio-arzobispal/.
Como
me quedaba un boleto múltiple, decidí ya ir solo a ver nuevamente la iglesia de
San Cristóbal. Tomé un taxi hacia el lugar por la calle Pumacurco,
completamente empinada. El chofer me contaba alegremente que los camiones que
trasladaban todo el material para la realización del filme Los Transformers no
pudieron subir tan complicada cuesta. En verdad, hay que tener una buena
tracción para subir hasta el complejo religioso. Entré a la bonita iglesia y
subí al campanario.
Cusco tiene maravillas. Lo mejor para el cuerpo era, ahora,
bajar toda esa cuesta y eso es lo que hice. En el descenso tomé el pasaje 7
Culebras, toda una atracción. Coordiné con Goyo, quien había estado con toda la
gente y ya estaba en el hotel, para ir a almorzar algo ligero: el hígado nos
pedía reposo. Lo esperé en la esquina de Choqechaca y HatunRumiyoc. De ahí nos
dirigimos al Inka Grill a comer algo ligero: pedí un “ligero” rocoto relleno y
Goyo, una sopa. Luego nos provocó un café; primero fuimos a nuestro café
habitual de la plaza, donde estuvimos un rato, ya que el sistema de agua y
desagüe se había roto; nos decidimos buscar el café Cicciolina. Nos dirigimos
ahí en la calle Ruinas. Un buen postre, un buen café. Goyo preguntó si se
hacían reservas; felizmente no hizo alguna. Nos fuimos a descansar para salir
más tarde con el fin de cenar algo ligero; quisimos ir al Chifa, pero había que
hacer reservas. En el camino estuvimos viendo cosas como artesanía para
comprar; ante nuestro frustrado intento, nos fuimos a cenar algo muy frugal en
la misma plaza. Íbamos a dormir temprano, pues todos ya habían coordinado para
ir al Valle Sagrado al día siguiente. Fin de nuestra jornada, la primera del
2022.