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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

domingo, 23 de enero de 2022

JORGE Y SU CIUDAD SOÑADA (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 23 DE ENERO)



Jorge Saito, un buen amigo, nos dejó hace una semana; hombre de ideas comprometidas para generar cambios necesarios en nuestra sociedad, ha partido.

Lo conocí en los años 80. Tuvimos la oportunidad de conversar en su desaparecido instituto Matisse. Lo había creado con el fin de poder ofrecer a nuestra ciudad un espacio de arte y de innovación para una Trujillo que iba creciendo en población juvenil que se veía en la necesidad de emigrar para poder realizar estudios de arte y comunicación. Cuando me instalé en Trujillo definitivamente, hubo más oportunidades para conversar sobre diversos temas que Jorge veía urgentes e importantes para ayudar a las personas y, a través de estas, a la ciudad. Jorge era un firme creyente que la ciudad y el ciudadano tienen una íntima relación y ambos influyen sobre el otro de manera decisiva. Trataba de ver a la ciudad de manera holística integrando cada uno de los elementos que la constituyen, viéndola como un tejido integrado. Durante las campañas de sensibilización desarrolladas por nuestra desaparecida Marcela García en Los Tallanes, Jorge fue un agudo crítico de los numerosos planes presentados por diversos organismos privados e instituciones públicas para abordar temas álgidos como el transporte público o la planificación urbana; criticaba las visiones de corto plazo, nada integradoras y que, a la larga, iban a causar más problemas que soluciones. Con él y un grupo de amigos integramos una asociación con el fin de aportar propuestas para una ciudad golpeada por siete huaicos, sea por inoperancia municipal o regional, sea por intereses económicos y políticos. En sus propuestas, veía la necesidad de incorporar recursos naturales (arborización, por ejemplo) para amortizar daños y actuar sobre las zonas de riesgo con un plan sistemático de desplazamiento para ayudar a los ciudadanos afectados; soñaba una ciudad con más áreas verdes para atenuar el deterioro ciudadano a todo nivel (desde contaminación hasta mejora de calidad de vida), parques metropolitanos, un eficaz manejo de residuos sólidos, una interesante red de transporte en las que las ciclovías son importantes. Soñaba con crear ciudades satélites para evitar los monstruos urbanos en la que se ha convertido Lima, por ejemplo. Y, sobre todo, educar al ciudadano a tener una conciencia urbana para que este sea el elemento coercitivo sobre otros ciudadanos y sus autoridades con el fin de evitar el rápido deterioro en el que nos estamos sumergiendo. Ese proceso toma su buen tiempo; pero es una solución a la que están apuntando todos los países que son conscientes de su entorno. Así los ciudadanos entenderíamos con más razón por qué un derrame de petróleo en lugares naturales son verdaderos crímenes por los que hay que protestar y no esperar que esta tragedia suceda en tu propia casa para darte cuenta de esta desgracia como ha sucedido en las costas limeñas. Ojalá que su memoria no caiga en el olvido.

Pd. Esto ya no figura en el publicado en el Diario Correo. La naturaleza, nuestra aliada y vecina permanente, ha sido amenazada por nuestra propia acción. La naturaleza, de la cual venimos, nos ofrece miles de oportunidades para vivir bien. Lo sucedido en las costas limeñas es una acción más de las miles que hacemos todos los días, consciente o inconscientemente. Jorge nos pedía aprender de ella para vivir mejor. Duro aprendizaje para una sociedad desmemoriada.

sábado, 22 de enero de 2022

CUSCO 2021 / 2022

 




Viernes 31 de diciembre. Víspera del Año Nuevo, una Noche Vieja para el recuerdo. Habíamos quedado con Ricardo para reunirnos en el Mercado Central de San Pedro temprano por la mañana. La idea era tomar un buen desayuno en el mercado y buscar quesos y otras cosas más. Así que nos levantamos temprano y salimos hacia la plaza para tomar desde ahí un taxi al lugar. La primera vez que estuve en este lugar fue en 1973, pues cerca a este se encontraba la estación del tren para Machu Picchu. A partir de la primera década de este siglo, esta estación pasó al olvido. Aún recuerdo esa visita de ese tiempo y la que hice con una amiga en 1975. Chino quedó encontrarse con nosotros a las 9 am. Hicimos Goyo y yo un primer recorrido, tomamos un buen jugo y un sanguchito de queso serrano.




Salimos del mercado y nos fuimos a esperarlo frente a la iglesia de San Pedro. Quise ingresar (cuando llegamos estaba abierta), pero ya la habían cerrado y se veía una fiesta de fin de año en su atrio. Estuvimos un rato viendo el espectáculo y nos decidimos bajar por la calle Santa Clara en dirección al conjunto San Francisco para visitar el lugar. En el camino se encuentra la iglesia y convento de Santa Clara, los cuales están en refacción. Frente a este conjunto se encuentra el famoso Colegio de Ciencias y Artes, el alma mater de uno de los equipos de fútbol de grata recordación: el Cienciano de Cusco, el famoso Papá, equipo que ganó la Copa Sudamérica en 2003 y luego, nada más y nada menos que la Copa Libertadores de ese año (le ganó al River Plate y otros equipos de pergaminos) y al Recopa al año siguiente. Hay un interesante artículo que le dedica MVLL a este equipo en la desaparecida revista Etiqueta Negra en su número 11. Toda una historia (https://www.youtube.com/watch?v=uoMs4N_gDas)  ( https://peru.as.com/peru/2020/12/19/futbol/1608406639_919170.html). 


 Seguimos hacia la plaza, iglesia y convento de San Francisco para esperar a Ricardo. Había una feria artesanal y nos encontramos con un puesto que vendía libros diversos, entre ellos uno de fotografías, Cusco Revelado, con material de Max T. Vargas, Max Uhle y Martín Chambi.  A la llegada de Ricardo, nos fuimos a tomar un café con una buena conversación. Luego, Goyo se fue hacia nuestro usual café de la plaza y con Ricardo nos fuimos al mercado a que haga las compras para la noche: íbamos a cenar para despedir el Año Viejo en forma, con vinos y pisco, más una rica comida. Tras la visita al mercado, nos fuimos a sacar dinero, comprar unos medicamentos y luego a sacar dinero del banco, pues ya me había quedado sin efectivo. Hice una cola que avanzaba, felizmente, rápido. Pero luego nos enteramos de que había muchos cajeros en la plaza misma y otro cerca de nuestro hotel. Chino partió a su casa (nos veríamos más tarde). Ya con efectivo, me fui al complejo religioso San Francisco (
https://turismoi.pe/iglesias/iglesia/iglesia-y-convento-de-san-francisco--10992.htm). La visita a este espacio fue genial, lástima que no te permiten fotos del interesante patrimonio que tiene este convento, con una impresionante biblioteca (muchos incunables) su catacumba, sus inmensos murales, el coro, su campanario y la vista de Cusco desde este, la sala capitular. La iglesia en sí es muy pobre, sus altares tienen un estilo neoclásico, así también su altar mayor; bajo este, se encuentran otras catacumbas. Este sitio fue visitado por mí en 1975. Tanto tiempo. Esta página tiene mucha información fotográfica: https://ilamdir.org/recurso/7842/museo-del-convento-de-san-francisco-cusco. Este archivo hace una descripción, durante su restauración, de los murales de las catacumbas que están bajo el altar mayor: https://digital.cic.gba.gob.ar/bitstream/handle/11746/325/11746_325.pdf?sequence=1&isAllowed=y




Luego de casi una hora y media, salí a buscar a Goyo para encontrarnos e ir a almorzar. Inicialmente, la idea era almorzar platos típicos, sobre todo el cuy. Quería también una buena sopa. Fuimos a La Chomba por recomendación de Verónica. Fuimos al lugar, pero el espacio era cerrado y no nos convenció mucho. Nos fuimos hacia la plaza. La idea era almorzar en un restaurante con balcón hacia la plaza como nos pasó en el Tunupa. Ahora nos fuimos a otro restaurante al cual fuimos “jalados” por los jóvenes que pululan por la plaza llevando clientes a sus instalaciones; así nos fuimos al Mistura Grill que nos pareció muy simpático. Subimos al segundo piso, pero los balcones ya estaban con comensales; nos proponen la terraza. Subimos, pero esta no tenía ninguna sombrilla e íbamos a ser víctimas de una buena insolación; el lugar es perfecto para una cena (sin lluvia, obviamente), pero el almuerzo iba a ser un suplicio, Agradecimos al mozo y nos fuimos al restaurante vecino: La Estancia Andina. Había un combo para dos personas que incluía muchos tipos de carnes como cuy (lo que buscaba Goyo desde un inicio), corazón de res, alpaca, cordero. Además, papas y una buena guarnición de ensaladas, todo regado con cervecitas. Lastimosamente el cuy no estaba tan bueno, el pellejo que lo cubría estaba demasiado duro. Ni modo. Una vez que terminamos el almuerzo, Goyo sugirió subir a la iglesia San Cristóbal para ver la ciudad desde ahí y, luego, al hotel para descansar para la noche. Tomamos nuestro consabido taxi frente a La Compañía, negociamos que nos lleve al lugar, nos espere un rato y nos lleve luego a nuestro hotel. Nos esperó, vimos el lugar: Cusco es una ciudad fotogénica, pero se está arruinando con la cantidad de edificaciones de ladrillos que no tienen enlucidos y con ventanas polarizadas de un horrible color. Las autoridades deben de cuidar eso, pues la ciudad ya va teniendo un aspecto de gran tugurio, como lo son la mayoría de las ciudades peruanas: paredes sin enlucir, con alambres expuestos, llenos de cables y con lunas polarizadas como una muestra de nuevo rico. Lo ves en Lima, Trujillo, Piura, Chiclayo, Arequipa, Huancayo, Puno; un largo etcétera.




Habíamos quedado en ir a las 8:30 pm para comenzar con el pisco sour.  Pero, previamente, me había comunicado con dos amigos que estaban en Cusco desde hacía dos días y quedamos en vernos por la tarde, cerca de las 6 pm. Salí para buscar a mis amigos y fuimos a tomar un café; luego recibí la llamada de otros amigos que estaba llegando justo ese 31 a Cusco. Sólo logré ver a dos de ellos. Con ellos conversamos, tomamos café en el mismo lugar donde lo habíamos tomado Goyo y Ricardo temprano, frente a la plaza San Francisco. Luego nos fuimos en dirección al Museo Arzobispal. Al llegar a la plaza, esta había sido cerrada por la policía para evitar que la gente se congregue en ella para esperar el Año Nuevo por las medidas sanitarias. Logramos atravesar la valla y nos fuimos al Museo; estuvimos un rato, tenía que ir a la reunión, me estaban esperando para el brindis de fin de año. Me despedí de mis amigos con un fuerte abrazo y quedamos en vernos al día siguiente de ser posible o, en todo caso, en Trujillo. Caminé hasta la casa de los Chiappe Eguiluz, llegué con el corazón en la boca: a pesar de ser sólo cuatro cuadras, la marcha en Cusco equivale a 20 cuadras aproximadamente (un poco exagerado). Llegué a las justas para el pisco sour. La fiesta iba a empezar: iniciamos con un brindis y luego un juego muy aleccionador. Un nuevo año, nuevas expectativas. Traté de hablar con María y llamé a mi madre. Con una rica comida hecha por Ricardo, popular Chino, y Raúl, nos despedimos del 2021. Bienvenido 2022. A las 3 am, Raúl y Ricardo nos acompañaron a nuestro hotel que se encontraba a dos cuadras. El 01 de enero iba a ser un día de reposo.




Sábado 01 de enero. Me levanté un poco tarde. Goyo había bajado a tomar desayuno cerca del hotel. Me fui a ver a mis amigos e hice un recorrido para sacarme los alcoholes de la reciente noche. Buen hígado y físico. Se visitó primero el excelente Museo de Arte Precolombino que se encuentra en la Plaza de las Nazarenas (https://fundacionbbva.pe/casonas-y-museos/museo-de-arte-precolombino/). Ya había ido a este Museo en el 2008, pero en aquella oportunidad tuve que hacerlo rápidamente (fui con Marisol Peñaloza) y sólo alcanzamos a visitar dos salas. En esta oportunidad tuve todo el tiempo del mundo.






Por eso quería hacer este viaje: quedarme el mayor tiempo posible para poder visitar los lugares más atractivos que encierra esta vieja urbe; sin embargo, dos atracciones que Goyo y yo queríamos ver no estuvieron abiertas: el Museo Inka y el Museo Machu Picchu que queda en la Casa Concha. Una vez que terminamos la visita a este primer museo me dirigí al Museo Inka y me di con la ingrata sorpresa de que estaba cerrado. Seguimos el rumbo ahora hacia la iglesia de La Compañía. Por fin pude hacer la visita al lugar: construido sobre el palacio de Amaru Cancha, es un sólido y gran edificio que destaca en la plaza de armas. Los jesuitas sabían dónde ubicarse. Igual en Arequipa y Trujillo; pero no así en Lima que se halla lejos de la plaza mayor. La construcción es alta y debía de serlo más; sin embargo, una construcción religiosa no podía ser más alta que la catedral, por lo que se le restó unos cuantos metros a la edificación original. El interior no puede ser fotografiado. Es raro, en Quito la iglesia de la misma congregación no tiene esas restricciones; pero en Arequipa y Cusco, sus espacios religiosos (como Andahuaylillas), las fotografías son restringidas. En fin. La iglesia consta de una sola nave y su altar mayor es notable. Otro espacio notable es la sacristía, al costado del altar mayor. Igualmente puedes visitar la parte inferior de los campanarios desde donde puedes tener una interesante vista de la plaza y la catedral que era el siguiente objetivo. Aquí un documento interesante de la investigadora polaca de arte virreinal, Ewa Kubiak: https://bazhum.muzhp.pl/media/files/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2-s35-66/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2-s35-66.pdf


Luego tomamos dirección a la Catedral, magnífico monumento conformado por dos grandes capillas y el cuerpo central. A la catedral he ingresado muchas veces; la última visita del 2019 fue también motivo de un recorrido al sitio. En esa oportunidad el ingreso era por La Sagrada Familia; ahora lo es por El Triunfo. La iglesia no estaba muy llena por lo que el recorrido fue tranquilo, sosegado y no presionado por las multitudes que apresuran el paso para ir a la siguiente visita del protocolo. Se vio uno a uno los altares; muchas pinturas que recordaba haberlas visto en mi visita en 1975 ahora estaban en el estupendo Museo de Arte Religioso, al cual se iría después. La visita fue reconfortante, algunos altares son bellos y la imagen del Señor de los Temblores no estaba en su capilla, sino en el altar principal. Han colocado SSHH cerca del altar mayor, una puerta discreta. Y para terminar la capilla de la Sagrada Familia con todo el resplandor. Ya a la salida pude comprar dos libros: uno sobre la iglesia de Belén y otro sobre la Pintura Colonial. Aquí algunos detalles y textos: http://recursosbiblio.url.edu.gt/Libros/Peru-Tel/Cusco_Book.pdf / http://apuntesdearquitecturadigital.blogspot.com/2016/07/infografia-academica-la-catedral-del.html . Otro sobre las obras de arte: https://www.egemsa.com.pe/sites/default/files/2021-01/JOYAS%20DE%20LA%20BASILICA%20DE%20LA%20CATEDRAL%20CUSCO_0.pdf



Ya terminada la visita, tomamos dirección al Museo de Arte Religioso. El único problema que encontré aquí es el hecho de no tener libros o folletos completos de información de las maravillas que hay en este recinto. Una antigua compañera mía de trabajo, Katy Díaz, ya fallecida, me contaba que en su niñez corrió por estas habitaciones en tan bello palacete que es del Arzobispado. Muchas pinturas se exponen ante el asombro del visitante como la imponente representación de una de las fiestas religiosas más importantes del Cusco: Corpus Cristi. Arcones, muebles viejos, altares pequeños, estatuas y pinturas de la escuela cusqueña nos van rodeando en esta extraordinaria visita. Una página de referencia: https://www.cusco.gob.pe/bmc/palacio-arzobispal/




Como me quedaba un boleto múltiple, decidí ya ir solo a ver nuevamente la iglesia de San Cristóbal. Tomé un taxi hacia el lugar por la calle Pumacurco, completamente empinada. El chofer me contaba alegremente que los camiones que trasladaban todo el material para la realización del filme Los Transformers no pudieron subir tan complicada cuesta. En verdad, hay que tener una buena tracción para subir hasta el complejo religioso. Entré a la bonita iglesia y subí al campanario. 





Cusco tiene maravillas. Lo mejor para el cuerpo era, ahora, bajar toda esa cuesta y eso es lo que hice. En el descenso tomé el pasaje 7 Culebras, toda una atracción. Coordiné con Goyo, quien había estado con toda la gente y ya estaba en el hotel, para ir a almorzar algo ligero: el hígado nos pedía reposo. Lo esperé en la esquina de Choqechaca y HatunRumiyoc. De ahí nos dirigimos al Inka Grill a comer algo ligero: pedí un “ligero” rocoto relleno y Goyo, una sopa. Luego nos provocó un café; primero fuimos a nuestro café habitual de la plaza, donde estuvimos un rato, ya que el sistema de agua y desagüe se había roto; nos decidimos buscar el café Cicciolina. Nos dirigimos ahí en la calle Ruinas. Un buen postre, un buen café. Goyo preguntó si se hacían reservas; felizmente no hizo alguna. Nos fuimos a descansar para salir más tarde con el fin de cenar algo ligero; quisimos ir al Chifa, pero había que hacer reservas. En el camino estuvimos viendo cosas como artesanía para comprar; ante nuestro frustrado intento, nos fuimos a cenar algo muy frugal en la misma plaza. Íbamos a dormir temprano, pues todos ya habían coordinado para ir al Valle Sagrado al día siguiente. Fin de nuestra jornada, la primera del 2022.







 

domingo, 16 de enero de 2022

CUSCO, LA RUTA BARROCA

 





Jueves 30 de diciembre. Ruta del Barroco. Por fin, una meta que me había propuesto realizar. Antes de este viaje, me había informado mucho al respecto. Hay una página en Facebook (https://www.facebook.com/rutadelbarrocoandino) que te puede dar muchos datos. Además, en los últimos días estuve leyendo el libro La conquista intelectual del Perú de Luis Martín (es más, llevé el libro al Cusco) que habla sobre la presencia e influencia jesuita en la colonia gracias al famoso colegio San Pablo de Lima, el cual fue clausurado cuando esta congregación fue expulsada por Carlos III. Hay buenas guías de visita de la misma Ruta del Barroco. Esta ruta empieza con la iglesia de la Compañía de la ciudad misma (que visitaría el 01 de enero) y otras tres iglesias en dirección al Sur como yendo a la Cordillera del Vilcanota. En viajes anteriores tuve la oportunidad de ir a la bellísima iglesia de Andahuaylillas (pude fotografiar el interior en una visita en 1991) y siempre es una grata sorpresa. En las conversaciones con el grupete les había hablado sobre esta ruta y los persuadí para poder hacerla. Un día previo a la salida, habíamos coordinado con Isaac, responsable del hotel, para culminar detalles de esta jornada (por ejemplo, dónde almorzar). Chino había hecho otras coordinaciones. Al final veíamos algunas opciones cómodas para poder ir los 4: Verónica, Chino, Goyo y yo. Así logramos un precio módico que nos permitió ir a nuestro ritmo, entrando a diversos lugares de nuestro interés y respetar las pausas para el andar de Goyo. Nos recogió nuestra guía y chofer a las 9 am. Luego pasaríamos a recoger a Chino y Verónica de su casa: era una distancia considerable. Felizmente estaban en la ruta hacia nuestro destino. Ya todos ubicados, iniciamos nuestro periplo a través de la ruta que lleva a Puno, Juliaca y Arequipa. En el camino cruzamos muchos lugares interesantes que ameritan una estancia mayor en Cusco para conocer todos estos espacios cargados de historia. No en vano fue la capital del Imperio Inca, el más grande de América. Muchos nombres los recordaba por mis clases escolares de Historia del Perú (ya más de 50 años) y la lectura del libro La rebelión de Túpac Amaru de Charles Walker, libro que refrescó muchos datos anteriormente aprendidos, pero que dio muchos nuevos detalles de este personaje aún no del todo comprendido. Cruzamos Saylla, Choquepata, Oropesa, Piquillacta, Rumicolca hasta llegar a Andahuaylillas. Recientemente, en 2019 estuve en esta iglesia y siempre hay algo para ver. Recién bajando nos encontramos con Ricardo Chiappe y su esposa María, con su hija y la nieta de ambos. Un encuentro simpático. Estuvimos charlando un rato y quedamos para vernos más tarde (si el cuerpo daba). La iglesia es una verdadera joyita. Extraigo algo de lo escrito en la visita del octubre del 2019: “[..] El siguiente lugar a visitar es la maravillosa iglesia de Andahuaylillas. Ahora la visita ha sido para mí un deslumbrante reencuentro con este bello monumento. Uno ve la iglesia desde afuera y no vislumbra la maravilla que uno va a encontrar en el interior. Es camino al éxtasis. La iglesia muy bien restaurada, muebles, paredes, lienzos, marcos, altares, imágenes; todo restaurado. Ha sido una gratísima visita y me hubiera gustado oír el órgano que fue restaurado con el apoyo del gobierno francés. He visto grabaciones de interpretaciones corales, como Hanan Pacha, en este lugar; imagino cómo se habrán sentido las personas que estuvieron en la entrega-concierto del órgano restaurado para la comunidad. Para estar más tranquilo compré un libro sobre la iglesia, un cd con la música de ese concierto. Fabuloso. (https://www.wmf.org/downloads/World-Monuments-Fund-Fall2011-Newsletter-ESP.pdf). Este otro catálogo que uno debe de leer antes de ir a Cusco y ver otros lugares que, muchas veces, no salen en los paquetes turísticos (http://rutadelbarrocoandino.com/wp-content/uploads/2015/05/AF_RBAnew_catalogo2015_V18_RGB_WEB.pdf). Y para oír Hanan Pacha, este el lugar indicado (https://www.youtube.com/watch?v=S7Z5bf-x2V0). [..]”. Lastimosamente en esta oportunidad no hubo más libros ni CD. Parece ser que se les habían agotado el material bibliográfico. El lugar es bastante fotogénico. El pueblo en sí ha tenido una transformación positiva por el flujo de visitantes. Pero la pandemia los ha golpeado, como cualquier centro que haya dedicado el principal rubro de su actividad económica en el turismo. Esperemos que vaya mejorando. 




Luego de esta pausa, nos embarcamos en nuestro segundo objetivo: habíamos decidido ir a la capilla de Canincunca y la laguna de Urcos ((Qoyllurcocha) y de ahí tomar el camino de retorno a Cusco con parada en Lucre para almorzar en un lugar recomendado. Ahora sí, íbamos por algo nuevo. Esta capillita está muy cerca de la laguna y el pueblo de Urcos. Canincunca significa “cuello mordido” (raro). Está sobre un adoratorio de la cultura Wari, que tuvo una fuerte presencia en la zona (cerca están Piquillacta y Rumicolca). Aunque pequeña, es una joya por la profusión de sus paredes pintadas y su pequeño altar barroco presidido por la Virgen Purificada o Virgen de la Candelaria, como una buena mamacha que caracterizó a la imaginería cusqueña del siglo XVII y XVIII. Las paredes y techo están pintados con detalles naturales; parece que era el estilo de la época y me hizo recordar la bella capilla de La Compañía de Arequipa. Además, tiene muchos detalles que asemejan a la trama de textiles, que era otro detalle de entonces. Interesante. Los textiles eran elementos importantes, poderosos en la cultura local. Lo interesante es también ver el cementerio local que se halla adyacente al conjunto religioso, en una colina; esa distribución le da un aspecto fuera de lo común que marca el paisaje del lugar. Y hacia la mano izquierda, la laguna. Aparte de la página de la Ruta del Barroco, hay un documento de 1980 que describe la reconstrucción de la iglesia. Y han respetado el documento en sí (escrito a máquina de escribir) y vale la pena leerlo:  https://repositorio.cultura.gob.pe/handle/CULTURA/879?locale-attribute=en. Gracias a la iniciativa de Verónica, nos dirigimos hacia la laguna y logramos dar una vuelta al lugar para conocer de más cerca los cambios que está “sufriendo” el lugar: construcciones no muy felices que rompen la armonía del lugar. Hay un raro concepto de modernidad al colocar inmensas construcciones de ladrillo con vidrios traslúcidos de color morado y con paredes sin acabados que comienzan a desentonar agresivamente con el espacio en el que se ubican. Este es un mal en todo nuestro país: el mal gusto y la pésima costumbre de no enlucir paredes laterales e, incluso, principales. Una pena. Y es una amenaza en Cusco: vimos cómo construcciones totalmente fuera de lugar comienzan a crecer como hongos en los diversos barrios de su casco antiguo como San Blas, por ejemplo.







Terminado nuestro recorrido por las estrechas vías que rodean la laguna, nos fuimos a nuestro siguiente objetivo: la Iglesia de Huaro o San Juan Bautista de Huaro. Esta zona fue una reducción de población indígena para su cristianización y asimilación, la iglesia tiene un altar mayor bastante interesante; pero lo más destacado son los murales hechos por un pintor del siglo XVIII: Tadeo Escalante. Los murales tenían esa función de ser muy explícitos con una población que no sabía leer la forma de escrituras, pero sí había una gran capacidad lectora en los murales, los que muestran diversas imágenes de la imaginería religiosa católica de la época. Esto dice un texto al respecto: “[..] El Templo colonial de Huaro, construido entre los siglos XVI y XVII, es de estilo barroco y en su interior se conservan murales empleados durante el proceso de evangelización y firmados en 1802 por el artista cusqueño Tadeo Escalante. Fue el máximo representante del arte mural cusqueño de fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Es un verdadero prodigio del arte mural. Los murales miden, aproximadamente, de 3 a 4 metros de largo por 2 metros de altura. El arte es de una belleza desconcertante y terrorífica. [..]” (https://www.fundacionendesa.org/es/prensa/noticias/2014/octubre/templo-juan-bautista#:~:text=Huaro%2C%20Cusco%20(Per%C3%BA)&text=El%20Templo%20colonial%20de%20Huaro,el%20artista%20cusque%C3%B1o%20Tadeo%20Escalante.&text=El%20arte%20es%20de%20una%20belleza%20desconcertante%20y%20terror%C3%ADfica.) Para más lectura, este blog también contiene información interesante: http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2009/02/03/quispicanchi-cuzco-la-iglesia-de-huaro/





Luego de esta visita, nos fuimos en dirección a Rumicolca, lugar que siempre quise visitar en mis anteriores andanzas cusqueñas. El lugar es un asentamiento Wari que, parece ser, tenía por objetivo controlar el acceso hacia el valle cusqueño desde el Sur. Los Inca intervinieron el lugar y usaron las mismas estructuras y las comenzaron a cubrir con piedras pulidas (andesita). Ahora, todo esto es hipotético, pero tiene cierta lógica. Aquí más datos:  https://arqueologiadelperu.com/portada-de-rumiqolqa-ciudad-prehispanica-de-pikillacta-cusco/. El espacio es impresionante y nos permitió ver la laguna de Huacarpay, cerca de Lucre y el hermoso cielo azulado, el cual súbitamente se volvió oscuro y comenzó una tenue lluvia. Por tal motivo, nos fuimos al auto para ir a nuestro siguiente objetivo: almorzar en Lucre. 





Con el fin de cortar camino, nuestra guía tomó un sendero asfaltado que rodeaba dicha laguna que se inicia desde el balneario de Huacarpay. Lucre es famoso por su arroz con pato y la trucha (hay muchas granjas). Como en Trujillo en Los Patos, uno escoge el pez que uno quiere comer: una acción un poco tétrica. Nos habían recomendado el restaurante Cristo Rey: llegamos casi con la lluvia ya desatada; bajamos del auto y nos fuimos a ubicar un lugar guarecido. Parece ser que llegamos un poco tarde, pues el servicio fue lento y los platos tanto de Chino como el mío no fueron buenos. Una pena, pues habíamos puesto mucha expectativa gastronómica. En fin.

Ya cerrando nuestra jornada, nos fuimos en dirección de Oropesa, la ciudad del pan chuta. En nuestra ruta, fuimos a visitar a una compañera de trabajo de Chino y Verónica. No estaba en su casa, pero se aprovechó en comprar un helado como postre. Llegamos a Oropesa ya un poco cansados. Compramos panes grandes que se venden ya embolsados y luego nos fuimos a ver la portada de la iglesia del pueblo. San Salvador de Oropesa es un edificio hecho en piedra y tiene también, como Huaro, un campanario en espadaña. Nos contentaremos con la información que se da de manera virtual: https://www.facebook.com/1857047297910068/posts/templo-de-oropesa-cuscola-iglesia-de-san-salvador-de-oropesa-es-toda-de-piedra-c/2786483344966454/. Aquí más información: http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2009/02/02/quispicanchi-cuzco-la-iglesia-de-oropesa/.




Ya bastante cansados retornamos a Cusco. Dejamos a Chino y Verónica. No estábamos muy seguro de vernos esa noche, pero sí al día siguiente, víspera de Año Nuevo para hacer las compras en el mercado de San Pedro. Llegamos al hotel y Goyo había coordinado con Ricardo y María para verse más tarde. Mi garganta no iba bien. Luego de un buen reposo, quedamos en vernos a las 7:30 pm en el Café Restaurante que se volvió el punto en nuestra permanencia en Cusco: el Café Plaza. Tuvimos una buena y larga conversa, entre chismes, risas y experiencias de nuestros años universitarios. Genial. Momentos que uno debe de tener para saldar vacíos de la memoria. Nos despedimos de ellos y tomamos nuestro usual taxi para ir a descansar. Fin de esta jornada.